24.09.11

Francia: ¿el Opus Dei en el banquillo?

A las 7:44 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Movimientos Católicos
 

Un juicio laboral a pocos interesa, sólo a los involucrados. Un juicio penal contra el Opus Dei puede captar la atención internacional, acaparar las primeras planas de los periódicos y resultar muy redituable. Por ello el abogado francés Rodolphe Bosselut pretendió convertir una demanda por condiciones de trabajo contra algunas personas ligadas a esa institución en un proceso de conciencia contra la “Obra”. Periodistas complacientes: felices.

“Francia: el Opus Dei en el banquillo de los acusados por trabajo encubierto”. Titulares como ese llenaron la prensa de estos días a cuento de un proceso legal que concluyó ayer 23 de septiembre en el Tribunal Correccional de París. Catherine Tissier, ex numeraria auxiliar (laica con particulares compromisos y tareas dentro del Opus) contra las autoridades de la Escuela Hotelera Dosnon, gestionada por la Asociación Cultural Universitaria y Técnica (ACUT).

¿Los cargos? Ocultamiento administrativo de una parte del trabajo realizado bajo el concepto de “prácticas profesionales” y remuneración indigna. Aunque llegó a su instancia final ahora, el proceso se remonta a 2002. Un año antes Tissier dejó el Opus Dei luego de pertenecer a él desde 1987.

La intención original de la denuncia era imputar a los directivos de la obra fundada por San Josemaría Escrivá de “manipulación mental”, “condiciones de trabajo embrutecedoras” y “situación de dependencia económica”. Todas acusaciones vinculadas al fuero laboral. Una estrategia jurídica inconsistente porque la institución católica nunca fue el dador de trabajo de la ex numeraria.

Por eso, una y otra vez, la justicia francesa declaró carente de fundamento dicha teoría. Nunca los superiores de la Prelatura fueron citados a comparecer. Obligado por las circunstancias y para mantener viva la demanda en los tribunales, Bosselut dirigió entonces sus baterías contra los verdaderos empleadores: los administradores de la escuela Donson y de la ACUT. Y así prosperó.

Ante los medios de comunicación utilizó una estrategia completamente distinta: difundir la idea de un “proceso inédito contra una poderosa organización católica conservadora nacida en España y acusada de derivas sectarias”. Un argumento que, sin responder a la verdad, le aseguró una amplia atención pública.

Aunque, huelga decir, el Opus Dei sí reconoció su vínculo con la escuela Donson y la ACUT. En ningún momento se desvinculó de esas instituciones ni ocultó la participación en ellas de algunos de sus miembros. Muy diferente es pretender hacerla responsable penalmente de todo cuanto allí ocurrió. Las generalizaciones no son buenas amigas de la verdad, menos de la verdad jurídica.

Los acusadores construyeron un circo de dos pistas. Por eso insistieron hasta el cansancio en la tesis del “Opus en el banquillo”, por eso invitaron a las sesiones públicas del juicio (del 22 y 23 de septiembre) a autores de libros contra la Obra, por eso propalaron información a modo.

Y ya durante la celebración de las vistas el abogado volvió sobre lo mismo. Una maniobra que no pasó desapercibida para la presidenta del tribunal parisino, Marie-Christine Plantin, quien reprochó la excesiva publicidad dada al caso y exigió centrarse en la parte laboral.

De todas maneras la sentencia está en suspenso. La Fiscalía de París exigió multar con 30 mil euros a la ACUT y con otros seis mil a las directivas involucradas Agnès Duhail y Claire de Segonzac. El fallo debería ser difundido el próximo 24 de noviembre.

En medio de esta vorágine el Opus Dei no se quedó con los brazos cruzados y emitió dos notas de prensa firmadas por Béatrice de La Coste, de la oficina de prensa de la Prelatura en Francia. Una de ellas reprochó, en durísimos términos, la “parcialidad” mostrada por la agencia francesa de noticias AFP en la cobertura del proceso judicial.

No es la primera vez que la Prelatura enfrenta acusaciones de sectarismo y manipulación de conciencia. Desde las extravagancias del “Código Da Vinci” de Dan Brown hasta los testimonios de diversos ex miembros, como la italiana Emanuela Provera, autora del reciente libro “Dentro l’Opus Dei” (en italiano).

En las declaraciones públicas brindadas durante el juicio francés, Catherine Tissier parece obsesionada con su vida dentro de la Obra. Acusa evidentes signos de trastornos psicológicos, como bien aceptó La Coste al afirmar en uno de sus boletines: “aunque no comparto la versión de los hechos ni las valoraciones, manifiesto antes que nada respeto por su persona y por el sufrimiento que expresa en sus intervenciones públicas”.

Más allá de la demanda y la defensa, es necesaria una reflexión, sobre todo en los herederos de Josemaría. Es inútil ocultarse detrás de un dedo, las críticas –dentro y fuera de la Iglesia- existen y son reales. Tienen que ver con su excesivo hermetismo interno, su exigencia desmedida a los miembros (léase “numerarias auxiliares”), el poner las reglas por encima de las personas y la alimentación de prejuicios, más de fariseos que de verdaderos cristianos.

Empero, se debe reconocer, el Opus de hoy no es el Opus de ayer. Las vicisitudes de los años recientes han propiciado una conciencia colectiva sobre los errores y un sano propósito de enmienda. Ojalá se comparta en todos los niveles, porque la pertenencia a una institución de la Iglesia católica debe asegurar, ante todo, la paz interior. Siempre. Así y sólo así se evitarán futuras demandas pero, sobre todo, no habrán otras Catherine Tissier.