25.09.11

México: abortar a los futuros delicuentes

A las 10:46 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Diplomacia y Política
 

En el mundo se han escuchado argumentos de los más variados para sostener la autorización legal del aborto. Desde el clásico “las mujeres tienen derecho sobre su cuerpo” hasta el bizarro “el producto (por bebé) no es persona”. Ideas peregrinas si las hay. Pero en México se ha llegado al colmo del ridículo: proponer las interrupciones de los embarazos como herramienta de combate a la inseguridad: un arma para acabar con los potenciales delincuentes y, de paso, aplicar una limpieza étnica.

Este lunes 26 de septiembre la Suprema Corte de Justicia de ese país analizará dos recursos interpuestos contra las reformas legales que consagraron el valor de la vida humana en las Constituciones de los Estados de Baja California y San Luis Potosí.

La mexicana es una República conformada por 31 entidades, cada una de ellas con Carta Magna particular. Juntas forman la Federación. En los últimos años 17 de esos Estados cambiaron sus constituciones para reconocer el derecho a la vida. Se le llamaron “blindajes” contra el aborto. Ahora la Corte podría declarar dos de esas reformas como “inconstitucionales”, abriendo el camino para tirar abajo las otras 15.

Estudiando ese tema estaba cuando me topé con un artículo publicado por el periódico Excélsior y firmado por Francisco Martín Moreno. Una inédita colección de barbaridades, de esas que pocas veces he visto en mi vida (se puede leer completo aquí, aunque sinceramente no lo recomiendo). Mejor juzgue usted mismo los siguientes extractos.

La base del texto: el éxito en el abatimiento del número de asesinatos en Nueva York entre 1990 y 2003. Según el autor el aborto fue el arma secreta utilizada por el alcalde Rudolph Giuliani, porque permitió reducir la llamada “fuente de criminales potenciales“. Y escribió:

Desde 1973 se legalizó el aborto en Estados Unidos, por lo que en buena medida dejaron de nacer niños antisociales, la mayor parte de ellos hundidos en la miseria, seres no deseados, no amados, rechazados, resentidos, absolutamente llenos de rencor y de odio, dominados por unos apetitos de venganza anónima y sepultados en resentimientos al haberse desarrollado en los andenes de los subterráneos de la ciudad o en sótanos con el aire enrarecido o en cañerías o letrinas en donde, por supuesto, jamás iban a encontrar a sus padres ni la educación ni el consuelo amoroso requerido para gozar de un equilibrio emocional.

Se trata de los mismos delincuentes mexicanos de nuestros días. La comparación es válida. “Décadas de estudios han demostrado que un niño que nace en un entorno familiar adverso tiene muchas posibilidades de convertirse en un delincuente”. El aborto constituyó el gran remedio al respetar los principios de la maternidad voluntaria: se detuvo el nacimiento de niños expósitos, abandonados a su suerte en callejones, cuando no en las bancas de las iglesias o de los jardines públicos.

En la Ciudad de México desde que se autorizó el aborto se han llegado a producir casi 50 mil legrados, de donde podría caber la pregunta relativa a cuántos delincuentes en potencia dejaron de nacer y que ya no crecerán ni en cañerías ni en estaciones del Metro ni en el alcantarillado público ni en los tribunales de menores ni en los separos de la Policía Judicial ni en las cárceles federales purgando condenas que van del secuestro de personas hasta el tráfico de estupefacientes, sin olvidar el robo de bancos y de cualquier otro asalto o violación a mano armada.

Cuando se ha entrevistado a diversos delincuentes en relación a sus orígenes familiares, a su trayectoria educativa, a su identidad personal, en buena parte de los casos ha resultado un común denominador: desconocen a sus padres, no asistieron a instituciones educativas ni a orfanatos, en donde hubieran podido ser atendidos para concederles la debida protección y seguridad social.

¿Queremos heredarles a nuestros hijos un México mejor? ¿Sí? Pues no obliguemos a las mujeres a ser madres en contra de su voluntad, en buena parte por prejuicios religiosos de altísimo costo social. ¿Ya no queremos asesinos como los del Casino Royale y otras decenas de miles de maleantes resentidos ignorantes de su más elemental pasado sanguíneo? Pues entonces que las mujeres embarazadas puedan suspender su embarazo cuando lo deseen, siempre y cuando no hayan transcurrido más de 120 días de la concepción. Evidentemente que el clero católico estará en contra de esta medida de la misma manera en que ha estado en contra de las causas más nobles de México. ¿Queremos disminuir las tasas de criminalidad? Aquí se tiene entonces una herramienta eficiente para lograrlo. Utilicémosla.

Desconcierto y horror me produce esta antología de prejuicios, más digna de un manifiesto de cabezas rapadas que de una tertulia entre modernos demócratas. Para rebatir, mil y un argumentos pululan ahora mismo mi mente. Hacerlo me resulta banal, o no. ¿Acaso la delincuencia es cualidad irremediable de un único estrato social, sentenciado por sus escasos recursos? ¿De ese grupo predestinado procederían todas y cada una de las madres abortistas? ¿Existe entonces una doctrina del “destino manifiesto” de estos infantes, escuadra de seres humanos que sólo tienen en su futuro la violencia, el robo y la violación, eso sí… a “mano armada”?

Según Francisco Martín Moreno estaba en el error el gran Chavo del 8 y su “pobre pero honrado”. Porque, de acuerdo con sus palabras, los niños huérfanos, desposeídos y abandonados nunca podrán ser buenos, no tienen escapatoria al mal. Son la peor amenaza para la convivencia civil. Ellos engrosan la “fuente de potenciales delincuentes”. Odiarán y se convertirán en asesinos. Como tales deben ser exterminados. Mejor no darles la oportunidad de elegir el bien, es demasiado peligroso.

Ojo, muchos de estos niños pobres en México proceden de comunidades campesinas, conformadas en su mayoría por indígenas. En este determinismo ni ellos ni sus madres tendrán jamás oportunidades para salir adelante. Más efectivo, entonces, evitarles sufrimientos. De paso se puede ejecutar una buena limpieza étnica. ¿Así o más racista?