28.09.11

Un libro cuya lectura clarifica muchas cosas

A las 12:59 AM, por Eleuterio
Categorías : Libros y otros textos
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¿Ateismo? No gracias

Título: ¿Ateismo? No, gracias
Autor: Walter Brandmüller
Editorial: Cobel Ediciones
Páginas: 212. Tapa dura.
Precio aprox.: 14,95 €
ISBN: 978-84-15024-53-8
Año edición: 2011
Lo puedes adquirir en Cobel Ediciones.

¿Ateismo? No, gracias (Walter Brandmüller)

Hay que reconocer que una de las características de los libros que se constituyen a base de preguntas y respuestas (Libro-entrevista) es que siempre nos sorprende que unas personas puedan ser capaces de manifestar tantas ideas (muy buenas muchas veces) en tan pocas páginas. Es, digamos, como si una puerta al conocimiento se abriera haciendo lo propio con el corazón de quien pregunta y quien responde.

Cuando llegó a mis manos el libro “¿Ateismo? No, gracias” pensé que desde el mismo título se definía el contenido de lo que podía haber escrito dentro de las más de 200 páginas que lo completan. Y, en efecto, una vez leído he llegado a la conclusión de que el ateismo, ciertamente, no es recomendable. Si ya reconocía que así era no puedo menos que decir, a las pruebas del texto me remito, que las seguridades que tenía al respecto se han confirmado punto por punto.

 

 

Volviendo a lo de arriba, libros como la trilogía de “Sal de la Tierra”, “Dios y el mundo” y “Luz del mundo” de Peter Seewald y Joseph Raztinger (en los dos primeros) – Benedicto XVI (en el tercero) o el “Informe sobre la Fe” (De Vittorio Messori y Joseph Raztinger) sin olvidar, por supuesto, el “Cruzando el umbral de la esperanza” de, otra vez, Vittorio Messori y el beato Juan Pablo II, nos hacen reflexionar acerca de lo que se puede proponer si se habla de fe pero, sobre todo, lo que se puede llegar a descubrir que no sabíamos.

Es bien cierto que de personas como las aquí traídas (Dos Papas y unos eminentes intelectuales como entrevistadores) sólo puede salir algo bueno y benéfico para los creyentes e, incluso, para los que sin creer miran la religión y lo religioso con el respeto que merece un vivir tan cercano a la eternidad.

Pues en el libro del cardenal alemán Walter Brandmüller (al alimón con Ingo Langner) mucho de lo aquí dicho se refleja a la perfección.

 

Ingo Langner, publicista alemán, da inicio al libro con una pregunta que, para empezar, no está nada mal: “¿Por qué creer todavía”? (p. 29) y parece toda una provocación que el cardenal Brandmüller acepta, sin embargo, como nada novedoso. Y habla de Richard Dawkins (científico ateo) del que dice que “no reconoce a Dios ni siquiera como hipótesis” (p. 29). Sin embargo, el mismo científico inglés responde a la pregunta planteada por Langner porque si sostiene que “puede demostrarse al 98% que Dios no existe” (p. 34) lo bien cierto es que, como dice el cardenal alemán, “el 2 por ciento restante debería preocuparle más que el presunto 98” (p. 34) porque, ciertamente él mismo dice que no se puede estar seguro de que Dios no exista porque y con el tal 2% lo demuestra.

Pues bien, a lo largo de las 212 páginas de las que se compone el libro de Brandmüller se tratan muchos temas de los que se obtienen conclusiones valiosas. Pero una de ellas, sin ser ninguna de las preguntas o respuestas, la aporta, anticipándose a lo que luego se dirá en el propio texto del libro, el autor de la Introducción, el teólogo y periodista Giovanni Gennari cuando dice que “En el mundo existen, libremente, los ateos sencillos, diría naturales, como el agua del grifo, pero también los ateos exaltados, como la bebida efervescente que, cuanto más la agitas, más anhídrido carbónico expulsa” (p. 12).

Por tanto, desde el tema relativo a las razones que se pueden tener para creer y cuyo título es clarificador (“Dios: una alucinación”) hasta el referido al “humo de Satanás” (p. 213) las atinadas preguntas del publicista son respondidas de forma siempre clarificadora por aquel que fuera nombrado cardenal por Benedicto XVI hace, apenas, unos meses.

Por ejemplo, cuando Langner pregunta sobre del pensamiento del cardenal acerca de si la mayoría de los países europeos rechazase acoger a Dios dentro de la constitución europea, Brandmüller responde que “Explicar Europa sólo con el iluminismo y fundarla únicamente en la razón autónoma, ya que ésta es la intención, significaría mutilar y falsificar toda la historia espiritual y cultural de Europa” (p.41).

Por ejemplo, cuando deduce Langner de lo que piensan los ateos que, en realidad “combaten con una lucha audaz y valiente contra una Iglesia obtusa” insinuando que los creyentes en Dios son una especie de retrasados, argumenta el cardenal que, entonces, “tendrían que serlo Kepler, Galileo Galilei, Blaise Pascal, Isaac Newton, René de Kracht y Verner Heisenberg” (p. 45) porque todos ellos manifestaron una creencia en Dios nada desdeñable.

Por ejemplo, cuando se pregunta acerca del “big-bang” (como el origen de todo lo existente) Brandmüller aleja muchas dudas que puedan tener incluso cristianos cuando dice que el mismo “No es más que un envoltorio verbal, aunque más bien vacío. En efecto, en el origen está la nada, y si la nada explota de improviso, explota exactamente la nada. Y si no explota nada, ¿qué puede salir de ahí? Y sobre todo, ¿por qué ha de explotar de repente una nada? Esto no es realmente demasiado para mí” (p. 61). Y, claro, así de explicado, se comprende que sea, precisamente, nada…

Pero no podemos olvidar el tratamiento que hace de los “milagros” hablando, por ejemplo del milagro de “Calanda”, p. 88, totalmente inexplicable desde el punto de vista científico por ser, precisamente, un hecho extraordinario y achaca, a tal respecto, al iluminismo (y su falta de aceptación del milagro) el error de su “continuo reducir el mundo a lo que se puede ver, medir y pesar” (p. 89).

Por otra parte, sobre un tema que puede ser controvertido desde el punto de vista protestante, Walter Brandmüller dice que a la Iglesia católica “No se la llama ‘santa’ porque todos sus miembros sean santos en sentido ético, moral, sino porque Dios ha transmitido y confiado a esta Iglesia todo lo que sirve para la santificación del hombre y del mundo” (p. 156). Por eso, precisamente, el beato Juan Pablo II, en el acto penitencial pronunciado en la Basílica de San Pedro el 12 de marzo de 2000, bajo el lema “Purificación de la memoria” pretendió “reconciliarse con la propia historia, antes de poder reconciliar con otras personas o comunidades” (p. 160).

De algo que hoy día no se habla mucho, del Diablo, el cardenal entiende que “Ciertamente no es un animal con cuernos y pezuñas de macho cabrío. Cuando la Biblia y la Iglesia hablan de Satanás, de los demonios, entienden que son criaturas dotadas de inteligencia y voluntad, criaturas puramente espirituales, creadas buenas y santas por Dios que, no obstante, se han ‘emancipado’ de su Creador de forma libre e irrevocable” (p. 187-188)

Y así podríamos estar un buen rato porque el libro-entrevista de Walter Brandmüller e Ingo Langner pone el acento en muchos temas que son muy importantes para un creyente y para la fe que tiene. Son unos que lo son básicos como el del pecado original o el de la muerte y su aguijón, sin olvidar la libertad del hombre basada, precisamente, en la propia libertad de Dios (de ahí ser creados a su imagen y semejanza) o el denominado “Juicio Universal“ (p. 201) momento en el que “culmina la historia de la humanidad” (p. 201) porque, en realidad, se trata del hecho de juzgar a la humanidad en su conjunto.

Y ya para terminar, cuando se lee un libro con intención de decir algo sobre el mismo, se debe hacer una recomendación de a qué tipo de personas puede ir dirigido. En este caso particular deberían ser las siguientes:

-Para todos aquellos creyentes que tengan dudas sobre los temas que aquí se han planteado.

-Para todos los creyentes que busquen afianzar su fe sobre posiciones fuertes y profundas.

-Para todas las personas que creen en Dios y quieren seguir por tal camino hacia su definitivo Reino.

-Para todos los creyentes que quieran tener instrumentos intelectuales para defender su fe ante posibles ataques de ateos, agnósticos e, incluso, otros creyentes.

-Para todos aquellos ateos que quieran conocer las razones que mantienen la esperanza de los creyentes.

Eleuterio Fernández Guzmán