6.10.11

Steve Jobs. © CNN México

 

Murió Steve Jobs y es la hora de las elegías. La verdad es que se merece un puesto en la historia, revolucionó por dos veces la interacción hombre máquina. No sé si llegar a: «el Thomas Edison de este siglo», o «el da Vinci de nuestro tiempo», o «el Marshall McLuhan de los últimos tiempos»

Es interesante la ‘prehistoria’ del personaje, que con cierta honradez intelectual recoge incluso El País, hijo de una madre que decidió darlo en adopción para no abortarlo:

Nacido en San Francisco, en febrero de 1955, sus padres, dos jóvenes licenciados de la Universidad de Wisconsin, decidieron darle en adopción. Su madre, según contaría el propio Jobs muchos años después, había localizado a un matrimonio de abogados de buena posición para entregarles a la criatura, pero a última hora lo rechazaron porque querían una niña. Se abrió pasó entonces una solución de urgencia, la de los Jobs, los segundos en la lista de aspirantes al bebé, un matrimonio de Mountain View, una pequeña ciudad en el área de la bahía de San Francisco (California). No puede decirse que fuera la mejor manera de llegar al mundo, pero el pequeño Steve Paul Jobs tardó en enterarse de estos detalles. […]

¿Vivió Jobs el episodio como el primer rechazo de su vida? Es imposible saberlo. En Estados Unidos no son infrecuentes los vientres de alquiler, ni este tipo de acuerdos para evitar el recurso al aborto en casos de embarazos indeseados. Pero no era lo más frecuente en los años cincuenta.

Mujeres como la madre de Steve Jobs hubo muchas, y hay que felicitarse que entre muchas malas opciones decidiese no matar a su hijo. Pero no porque fuese tiempo después «el co-fundador de Apple», más bien porque era su hijo.

No termina de convencerme el argumento utilitarista de que si la decisión de la madre de Jobs hubiese sido otra, hoy no tendríamos Apple, así que el aborto es malo. Si fuese realmente así, yo me alegraría de que algunas madres hubiesen abortado, se me ocurren muchos ejemplos. No es eso. La dignidad de una persona no se determina por su autonomía, y mucho menos por su éxito en la vida y su contribución a la sociedad.

Gracias a Dios conozco a algunos matrimonios que han adoptado hijos con minusvalías, nunca fundarán una empresa y eso no quita méritos a la madre que lo dio en adopción ni a los padres que les acogieron. La dignidad de la persona tiene su fundamento en la filiación divina.

Habiendo dicho esto, no deja de llamar la atención lo que dijo en 2005 en la Universidad de Stanford:

yo debía ser adoptado por graduados universitarios, así que todo estuvo arreglado para que yo fuese adoptado al nacer por un abogado y su esposa. Excepto que cuando nací, ellos decidieron en el último minuto que en realidad querían una niña. Así que mis padres [legales], que estaban en una lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche para preguntarles: ‘Tenemos un niño no esperado, ¿lo quieren?’. Ellos dijeron: ‘Por supuesto’. Mi madre biológica se enteró después que mi madre nunca se había graduado en la universidad y que mi padre nunca se había graduado en la escuela secundaria. Ella se negó a firmar los documentos para la adopción definitiva. Sólo cedió unos pocos meses más tarde, cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad.

No puedo dejar de aplaudir que la madre de Steve Jobs nunca conociese al padre de Bill Gates. Gates es hijo de un «planificador familiar» y sigue su estela pero con más medios. En la actualidad dedica gran parte de sus esfuerzos a intentar eliminar la mayor epidemia del planeta: las personas. Como buen neo-malthusiano a él si que le puede impactar el argumento de que está matando a miles de Steve Jobs. Ojalá le sirva, o, quizá, le dé más motivos.

Steve Jobs, requiescat in pace.