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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 7 de octubre de 2011

Santa Sede

Crisis en el Cuerno de África, la preocupación de la Iglesia

El Papa insta a los obispos indonesios a promover el diálogo interreligioso

El cardenal Piacenza explica cómo llevar la Palabra a los hombres

Mundo

Kenya: sacerdote católico asesinado en Nairobi

Rusia: Rechazado el permiso para construir una iglesia católica

Medalla de los Justos a un pequeño pueblo italiano

Iraq: Ankawa, donde el cristianismo florece

Análisis

Kerala y el control de natalidad

Documentación

Discurso del Papa a los obispos de Indonesia

Conferencia del cardenal Piacenza sobre la Palabra y el sacerdocio


Santa Sede


Crisis en el Cuerno de África, la preocupación de la Iglesia
Cardenal Sarah: “Hacen falta ayudas económicas y escuelas en cada pueblo”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- "Es necesario que la comunidad internacional y sus organismos, entre ellos la ONU, se pongan en marcha para encontrar una solución a la falta de un Estado en Somalia". Monseñor Giorgio Bertin, que en el martirizado país africano es administrador apostólico, lanza un llamamiento para que se haga algo, ahora, para resolver la dramática crisis política, social, económica y humanitaria que atraviesa el Cuerno de África.

Según las últimas estimaciones de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios (OCHA), los conflictos y la sequía más grave de los últimos 60 años están provocando el hambre a cerca de 13 millones de personas entre Somalia, Kenia, Etiopía, Yibuti y la región Karamoja de Uganda.

Interviniendo en una rueda de prensa en el Vaticano para informar sobre el compromiso de la Iglesia católica en este rincón del continente africano, monseñor Bertin advierte: "Más allá de la respuesta emotiva", provocada por ejemplo por las imágenes de los niños sufrientes, “es bueno que se pregunte por qué se ha llevado a esta situación”.

“Ciertamente es necesario responder a la emergencia de estos días”, pero sin embargo “es necesario mirar también al futuro” para evitar que se repita. Como subrayó a la prensa también Kenneth F. Hackett, presidente del Catholic Relief Services, en otros términos, la palabra clave es “planificar”.

"Gracias a la Cáritas local y a las parroquias, asistimos a 1,1 millones de personas, es decir, al 10% de la población afectada por la tragedia", explica a los medios de comunicación Michel Roy, secretario general de Caritas Internationalis. Las peticiones son muchas: hacen falta tiendas de campala, agua para beber y para los cultivos y animales, semillas, asistencia para los discapacitados y para los niños menores de 5 años. Sin olvidar la asistencia psicológica y espiritual.

Pero “sobre todo – insiste Roy –, es necesario proyectar el futuro, es decir, crear nuevos poxos, sistemas de gestión hídrica, desarrollar simiente resistente a la sequía y formar a la población local a afrontar las probables carestías que vendrán un mañana”.

Se han entregado ya, a través del Consejo Pontificio Cor Unum, casi 400.000 dólares en primeras intervenciones. Lo recordó precisamente su presidente, el cardenal Robert Sarah que lanza un “llamamiento” por la educación y pide la construcción de “una escuela en cada pueblo” para Somalia y el Cuerno de África: "Donde hay una escuela, hay un futuro posible”.

Después, dirigiéndose a la comunidad internacional, el cardenal Sarah renovó el llamamiento de Benedicto XVI y explicó por qué los Estados no pueden cerrar los ojos ante un drama tan grande: "Por desgracia, a menudo advertimos que los mecanismos que gobiernan la acción internacional están marcados por la búsqueda del interés de cada país. Prevalecen los aspectos del egoísmo también en la política internacional".

"Debemos dejarnos inspirar para llevar a cabo una política que tenga en cuenta de verdad el bien común – concluyó el cardenal Sarah -. Sólo la búsqueda del bien común permite que no haya vencedores y vencidos, verdugos y víctimas, explotadores y hambrientos. Debe prevalecer una visión del hombre y de la sociedad donde al valor económico se reconozca la importancia que le corresponda, pero no la decisión última sobre el bien y el mal".

Por último, se habló sobre la actual colaboración que se está llevando a cabo en Somalia entre organismos católicos y musulmanes, y se puso de manifiesto la colaboración ecuménica que distingue a las iglesias cristianas del Cuerno de África.

Durante la rueda de prensa se hizo pública una carta del Arzobispo de Canterbury y primado de la Iglesia Anglicana, Rowan Douglas Williams, en la que muestra sus preocupaciones y esperanzas, augurando que “nunca más” muera la gente por hambre y sed.

"He asistido a 15 conferencias internacionales y conferencias de paz para Somalia – concluyó monseñor Bertin -. No debemos renunciar a creer sólo porque hayan ido mal. Es necesario en cambio que la comunidad internacional redoble los esfuerzos".

Por Mariaelena Finessi

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El Papa insta a los obispos indonesios a promover el diálogo interreligioso
No hay que renunciar a la propia identidad sino contribuir a la paz social
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI habló hoy a los obispos de Indonesia, a quienes recibió con motivo de la visita ad Limina Apostolorum, a seguir promoviendoel diálogo interreligioso en este país, de mayoría musulmana.

El Papa recibió a los obispos en el Palacio Apostólico, y habló con ellos de la importancia de la evangelización, de la libertad religiosa y del diálogo con los creyentes de otras religiones, como parte de la misión de la Iglesia en Indonesia.

Ante todo subrayó que el pueblo de Indonesia, gracias a su diversidad cultural, “está bien situado para hacer importantes contribuciones a la búsqueda de la paz y la comprensión entre los pueblos del mundo”.

“Vuestra participación en esta gran empresa es decisiva, y por ello os insto, queridos hermanos, a asegurar que aquellos a quienes pastoreáis saben que ellos, como cristianos, deben ser agentes de paz, perseverancia y caridad”, afirmó.

Los cristianos, “arraigados en la caridad, deben comprometerse en el diálogo con las demás religiones, respetando sus mutuas diferencias”.

En este sentido subrayó la importancia de promover “iniciativas comunes para la construcción de la sociedad”, las cuales “serán de gran valor cuando refuercen amistades y superen los malentendidos o las desconfianzas”.

“Confío en que vosotros y los sacerdotes, religiosos y laicos de vuestras diócesis seguirán dando testimonio de la imagen y semejanza de Dios en cada hombre, mujer y niño, sin tener en cuenta su fe, animando a todos a estar abiertos al diálogo al servicio de la paz y la armonía”, añadió.

Les instó a trabajar también por los derechos de las minorías, así como por la libertad religiosa.

Aunque la Constitución de Indonesia “garantiza el derecho humano fundamental de la libertad de practicar la propia religión”, sin embargo, dijo, “la libertad de vivir y de predicar el Evangelio nunca debe darse por garantizada, sino que debe siempre ser defendida de modo correcto y paciente”.

Recordó que la libertad religiosa “no es meramente un derecho a ser libre de presiones externas”, sino que “también es un derecho a ser auténtica y plenamente católico, a practicar la fe, a construir la Iglesia y a contribuir al bien común, proclamando el Evangelio y la Nueva Noticia a todos, e invitando a todos a la intimidad con el Dios de la misericordia y la compasión manifestado en Jesucristo”.

Misión

El Papa insistió en la importancia de la evangelización: “el impulso misionero sigue siendo esencial en la vida de la Iglesia”, afirmó.

“Este es el sello de todo movimiento, acción y expresión de la Iglesia, en todos sus esfuerzos sacramentales, caritativos, educativos y sociales, de forma que, en todo, sus miembros luchan para que el Dios Trino sea amado y conocido a través de Jesucristo”.

Esto, concluyó, “no sólo contribuye a la vitalidad de la Iglesia, que crece en confianza a través de un testimonio humilde pero valiente: también refuerza a la sociedad indonesia promoviendo esos valores que son queridos a vuestros conciudadanos: tolerancia, unidad y justicia para todos los ciudadanos”.

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El cardenal Piacenza explica cómo llevar la Palabra a los hombres
En una conferencia a sacerdotes hispanos en Estados Unidos
LOS ÁNGELES, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- La Palabra llega de verdad a las personas por la acción del Espíritu Santo, envuelta en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia.

Lo afirmó el prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal Mauro Piacenza, al dirigir, este martes en Los Ángeles, al dirigir una conferencia titulada La Palabra de Dios en la vida del sacerdote, a sacerdotes de lengua española que ejercen su ministerio en Estados Unidos.

El cardenal indicó que la eficacia del anuncio, “contrariamente a cuanto se piensa habitualmente, no depende del conocimiento sino de la vida y del testimonio”.

“La eficacia es totalmente dependiente de la acción poderosa de la gracia y del insondable misterio de la libertad humana”, añadió.

Ser conscientes de esta realidad, dijo, “nos ayuda, como ministros de la Palabra, a purificarnos del funcionalismo y a encomendar totalmente al Señor, en la oración, la acción de la Palabra en el corazón de los hombres”.

Según el purpurado, “en la tarea de anunciadores es necesario tener constantemente presente la unidad de Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio”.

“No es posible anunciar la Palabra, olvidando o —peor— reprobando la Tradición que la ha generado -advirtió-. Igualmente ineficaz resultará el anuncio separado o —peor— en contraste con el Magisterio eclesial”.

El purpurado destacó que el anuncio por parte del sacerdote, “sobre todo en la predicación y en la catequesis, participa, en cierto modo, de la autoridad del mismo Magisterio eclesial”.

Al mismo tiempo, “se cae por su propio peso que no podemos anunciar lo que no conocemos y no hemos hecho nuestro”, señaló.

“La posibilidad del anuncio está estructuralmente vinculada al conocimiento de las Escrituras y a la familiaridad e identificación con el pensamiento de Cristo”, añadió.

Dos dinámicas de evangelización

El prefecto de la Congregación para el Clero señaló que en la evangelización pueden coexistir dos dinámicas diferentes, ambas legítimas.

“Es posible que del anuncio de la Palabra nazca la fe y la renovación de la vida, y es igualmente posible que la experiencia de una vida nueva, que se da de modo imprevisto y gratuito mediante un encuentro, abra a la fe y, sucesivamente, sea reconocida en el encuentro con las Sagradas Escrituras”, explicó.

El cardenal Piacenza mostró su predilección por la segunda dinámica.

Y subrayó que “el núcleo de la relación entre el sacerdote y la Palabra de Dios está representado por esa “Palabra de Dios en acto” que es su propia existencia y la de los fieles”.

“Estos, mediante el anuncio y el ministerio de los sacerdotes, encuentran al Señor”, añadió.

En este sentido, recordó que el cristianismo no es una “religión del libro” sino un hecho, un acontecimiento que sucedió en la historia, del cual, en la actualidad, es posible hacer experiencia vital.

“Y esta experiencia es contagiosa, misionera en sí misma; es más, ¡es el elemento más eficazmente misionero con el que el Espíritu ha dotado a Su Iglesia!”, afirmó.

Vaticano II

En su conferencia, el purpurado reflexionó sobre la recepción de la Verbum Domini de Benedicto XVI.

Explicó que esta exhortación apostólica postsinodal “representa un paso fundamental en el camino de recepción de la Constitución apostólica Dei Verbumdel Concilio ecuménico Vaticano II”.

Y recordó que “la única auténtica hermenéutica del gran acontecimiento conciliar es la de la continuidad y la reforma”.

“Aunque cambien las circunstancias históricas y culturales y cambien —a veces— los modos de expresarse, ¡el eterno Evangelio de Cristo no puede cambiar! Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre -afirmó-. ¡No cambia el Verbum Domini!”.

Tras destacar la estabilidad de Cristo, de la verdad y de la Iglesia, señaló la importancia de “sentirse hijos de la única Iglesia”.

La Palabra: Jesús

Entrando en el contenido de la Verbum Domini, el prefecto de la Congregación para el Clero explicó lo que es la Palabra de Dios y su función en la vida de un sacerdote.

Recordó que el Papa afirma en el punto 11 de la exhortación apostólica que “La Palabra eterna, que se expresa en la creación y se comunica en la historia de la salvación, en Cristo se ha convertido en un hombre”.

Y afirmó que la historia singular de Jesús “es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad”.

La Palabra de Dios “es una Persona, no un libro”, reiteró, y la experiencia, revelación, enseñanzas e instituciones de esa Persona, Jesús, están contenidas “en las Sagradas Escrituras divinamente inspiradas”.

“Las Sagradas Escrituras son Palabra de Dios y, al mismo tiempo, la Palabra de Dios es “más grande” de las Sagradas Escrituras, porque es la Persona misma de Jesús”, explicó.

El cardenal también destacó que la Revelación incluye, además de lo que está materialmente contenido en las Sagradas Escrituras, el conjunto inseparable de la Sagrada Escritura y la Tradición eclesial, interpretadas de una manera autorizada por el Magisterio.

“Nunca es lícito separar la Escritura de la Tradición; como tampoco es lícito separarlas de la interpretación que de ellas ha dado y da el Magisterio de la Iglesia -indicó-. Separaciones de este tipo conllevan siempre gravísimas consecuencias espirituales y pastorales”.

El cardenal destacó que “estas afirmaciones, contenidas en la Dei Verbum, han suscitado otras interpretaciones” no fieles a la interpretación correcta del Concilio y también por esa razón, la Iglesia quiso reconocer el justo lugar de la Palabra de Dios con un Sínodo sobre la Palabra.

Espíritu Santo

También subrayó que la Revelación proviene del Espíritu Santo y la misma relación del sacerdote con la Palabra debe estar inspirada también por Él.

“Se debe evitar todo enfoque meramente positivista o limitado al historicismo, que no permita la comprensión del significado real del texto”, advirtió, en este sentido.

Sobre la relación del sacerdote con la Palabra, el cardenal indicó que lo primero es conocer su contenido e identificarse con el pensamiento de Cristo.

En este sentido, invitó a leer las Sagradas Escrituras, “conocer su estructura, tener en la mente los nexos entre las distintas partes y, sobre todo, conocer la Escritura en su globalidad, sin los excesos de parcelación que, con demasiada frecuencia, caracterizan el conocimiento de la realidad en la época del relativismo y del cientificismo”.

El sacerdote, dijo el cardenal, “necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva: “la mente de Cristo”.

“Leer y releer los episodios de los que el Señor es protagonista, las respuestas que Él da en las diferentes circunstancias y la actitud que asume ante los pobres, los pequeños, los débiles, los pecadores, las mujeres, etc. determina la progresiva asimilación de Su pensamiento y de Su modo de actuar”, orientó.

“En este sentido, la obligada fidelidad a la Liturgia de las Horas, en su integridad, es maestra fundamental para permanecer establemente en contacto con la Palabra de Dios, especialmente en el Oficio de las Lecturas”, afirmó.

“Así hacemos experiencia progresivamente de que la Palabra de Dios narra nuestra vida”, añadió.

En concreto a los sacerdotes, recordó el cardenal, “por el ministerio que se nos ha encomendado, no somos solamente, con todos nuestros hermanos, oyentes de la Palabra, sino también autorizados anunciadores e intérpretes de esta”.

Palabra de Dios y cultura

Y “ser personas que escuchan y anuncian la Palabra de Dios hace de los sacerdotes hombres necesariamente capaces de incidir en la cultura”, señaló.

Según el cardenal “nada como el anuncio de la Palabra genera cultura”.

El anuncio de la Palabra, explicó, “genera un modo nuevo de concebir la vida, las relaciones, la sociedad e incluso la política”.

En este punto, el representante vaticano lanzó un llamamiento a los sacerdotes: “Es urgente y necesario, en ese sentido, superar todo complejo de inferioridad respecto de la cultura”.

“En una cultura relativista, hedonista, consumista e individualista, la Palabra de Dios, y nosotros con ella, está llamada a poner de nuevo al hombre en relación con Dios y con sus hermanos, en relación auténtica con la realidad y con la razón, abriéndole continuamente a la verdad”, declaró.

Y aseguró que “los fieles esperan oír la Palabra de Dios de los labios del sacerdote; buscan el pensamiento de Dios en las valoraciones del sacerdote; los caminos de Dios en los caminos que indica y recorre el sacerdote”.

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Mundo


Kenya: sacerdote católico asesinado en Nairobi
Era el hermano del arzobispo de Kisumu
NAIROBI, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Otro sacerdote católico ha sido asesinado, esta vez en Nairobi, capital de Kenya.

La víctima es el padre James Awuor Kisero, hermano del arzobispo de la ciudad keniata de Kisumu, monseñor Zacchaeus Okoth.

El padre James, según informa Fides, fue agredido el lunes por la noche por cuatro hombres y asesinado en un barrio pobre de Nairobi. Había vuelto desde hacía pocos días a Kenia tras un periodo de estudios en Italia.

El sacerdote fue herido en el pecho con un arma afilada. Transportado en seguida a la clínica de Kayole, falleció mientras era llevado al Kenyatta National Hospital, donde los médicos de la clínica habían aconsejado ingresarlo.

El padre Paolino Twesigye, misionero comboniano párroco en la zona, refirió a MISNA que el “padre James Awuor Kisero fue agredido la noche del lunes mientras estaba yendo a visitar a un pariente”.

La policía ha comenzado las investigaciones, pero según varias fuentes de MISNA, es probable que el sacerdote fuese asesinado en las cercanías del basurero de Dandora durante un intento de robo.

“Acababa de volver de Italia tras haber obtenido un diploma en la Universidad Gregoriana y quizás no se había acostumbrado de nuevo a los riesgos y a la violencia de los barrios bajos”, comentó el padre Twesigye.

Los funerales serán celebrados mañana sábado.

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Rusia: Rechazado el permiso para construir una iglesia católica
Monseñor Pezzi lamenta la decisión de Pskov
PSKOV, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).– El rechazo de permitir la construcción de una iglesia católica en Pskov, en Rusia, suscitó la protesta del arzobispo de la diócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Paolo Pezzi.

Monseñor Pezzi lamentó esta “discriminación intencionada contra la población católica de Pskov” a través de una declaración publicada este martes, informó Radio Vaticano.

El prelado denunció que la administración local ha rechazado renovar el permiso para construir una iglesia católica dedicada a la Santísima Trinidad con el pretexto de que los trabajos no habían empezado antes de que el permiso anterior caducara.

Sin embargo, la construcción comenzó en realidad hace diez años, protestó monseñor Pezzi. El complejo parroquial ya está acabado.

Comenzó en el año 2000 porque las autoridades rechazaron la restitución a la Iglesia católica de su catedral. Es la única iglesia católica de esta ciudad de cerca de 200.000 habitantes.

En 2005, el entonces presidente de la conferencia episcopal rusa, monseñor Tadeusz Kondrusievicz, consagró la parte inferior de la iglesia en construcción. Los trabajos se habían financiado a través de los feligreses y los donativos.

Cada día, los feligreses preparan la comida para los pobres y para los niños discapacitados, y llevan a cabo un proyecto educativo para niños de la calle y ayudan a las familias de los niños discapacitados. Esta ayuda se la ofrecen a todos, independientemente de la pertenencia religiosa.

Por Anita S. Bourdin

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Medalla de los Justos a un pequeño pueblo italiano
El sacerdote y las familias de San Zenone salvaron a 53 judíos
ROMA, viernes 7 de octubre de 2001 (ZENIT.org).-Justo cuando la barbarie nazi parecía poder golpear inexorablemente a la población de fe hebrea, un sacerdote junto a algunas familias de San Zenone degli Ezzelini, en la provincia de Treviso (Italia), pusieron a salvo a 53 de ellos.

El heroísmo de los protagonistas fue recordado el pasado miércoles 5 de octubre en la Iglesia de San Zenone degli Ezzelini, en el transcurso de una ceremonia en el que el Instituto para la memoria de los mártires y de los héroes del Holocausto, Yad Vashem, ha conferido el reconocimiento de “Justo entre las Naciones” a la memoria de Oddo Stocco, a Ida Mozzachiodi Cobertaldo y, directamente, a Pierina Lessio en Gazzola, la única de los tres todavía con vida.

La encargada de entregar las medallas a la sobrina nieta de monseñor Oddo Stocco, a la hija de la señora Ida Mozzachiodi Colbertaldo y a la señora Pierina Lessio, fue Livia Link, consejera de la embajada de Israel en Roma, que en su intervención recordó el especial valor del reconocimiento que el Yad Vashem asigna a las personas que arriesgaron su propia vida para salvar la de los judíos perseguidos durante el periodo bélico.

Con palabras cargadas de emoción Pierina Lessio, de 90 años de edad, contó: “En mayo del '44 fuimos contactados por el párroco, el padre don Oddo Stocco, que nos pidió que escondiéramos a tres judíos. Era por la vida y no podíamos decir que no. Durante diez meses y medio nuestra casa se convirtió también en su casa y después de tantos años el recuerdo de aquel periodo todavía está vivo y me emociona”.

La señora María Dorotea Colbertaldo, nieta de Ida Mozzachiodi Colbertaldo, recordó las visitas de Giovanni Geschemay, titular del Feltrificio Veneto de Marghera, a su abuela.

“Mi abuela -explicó- había perdido en la gran guerra a su marido y vivía con los hijos, dos varones y una mujer. No dudó en acogerlo. Mi padre Giuseppe, cuando realizaban las redadas, lo llevaba con él a esconderse en los campos”.

Para don Antonio Ziliotto, párroco de la Iglesia de San Zenone, el reconocimiento del Yad Vashem “es un honor adecuado para una obra de gran valor. El amor de Dios es siempre el mismo: dar la vida por sus amigos. El amor de monseñor Stocco y de las familias de San Zenone estamos llamados a vivirlo con las misma intensidad de hoy: nuestro compromiso será todavía más grande a la luz de este reconocimiento”.

Las medallas de los Justos se han asignado gracias sobre todo al testimonio escrito de tres judíos polacos salvados, Kalman, Abraham Gredinger y Shlomo Rakower, que ya han muerto en Sao Paolo de Brasil, Sidney y Tel Aviv.

Contribuyeron también otras personas salvadas. Entre estas, tres viven todavía: Renzo Franco (Venecia), Haia Luigia Huberman (Génova) y Paolina Schilkmann Gredinger (Sidney).

Con la colaboración de 22 familias de su Comunidad, don Oddo acogió a 53 personas de fe judía: de estas 30 han sido identificadas con nombre y apellido, 4 sólo con el nombre y 2 sólo con el apellido. De 17 personas se han perdido las identidades anagráficas.

El alcalde San Zenone, Luigi Mazzaro, recordó además las veinte familias sanzenoneses que aunque no obtuvieron el reconocimiento israelí arriesgaron su propia vida para salvar a los judíos.

Las tres medallas de los justos de San Zenone se añaden a las 11 ya entregadas en la provincia de Treviso: cinco ciudadanos de Possagno, Ferdinando Isotton, Domenica De Biasio Isotton, Elvira Furlan Isotton (1990), Alessandro Bastianon y Fausto Cunial (1997), el notario Elio Gallina de Treviso (2007), Clelia Caligiuri De Gregorio de Piavon di Oderzo (1966) y los cuatro sacerdotes trevisanos: los padres Dalla Torre, De Zotti, Simeoni (1965) y Pasin (1999).

Presentes en la ceremonia estaban los alumnos de las escuelas primarias y secundarias de San Zenone que han querido hacer un homenaje a los premiados con una cita sacada de “Si esto es un hombre” de Primo Levi y con el canto"Auschwitz" de Francesco Guccini. Al final de la ceremonia, autoridades y participantes se trasladaron frente a la iglesia de San Zenone donde se le ha dedicado una calle en honor a monseñor Oddo Stocco.

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Iraq: Ankawa, donde el cristianismo florece
Gran aumento de los cristianos en el norte de Iraq relativamente seguro
ROMA, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Hay un lugar de Iraq donde los cristianos se han triplicado los últimos quince años, según un obispo que tiene que hacer frente a una gran afluencia de personas que huyen de la persecución y de la opresión.

Los cristianos de Ankawa, un suburbio de la capital kurda Erbil, pasó de 8.500 en la mitad de los años '90 a los más de 25.500 actuales. De estos, 1.500 llegaron en el curso del último año.

Muchos de ellos huyeron después del ataque del 31 de octubre de 2010 a la catedral siro-católica de Baghdad, en la que 58 personas fueron asesinadas y más de 70 resultaron heridas, en un ataque durante la misa del domingo por la noche.

Los cristianos que llegan a Ankawa no llegan sólo de la capital iraquí, sino de todo el país: Mosul al norte, Kirkuk al nordeste y finalmente Basra, al extremo sur, a centenares de km de distancia.

El arzobispo Bashar Warda de Erbil comentó a la asociación caritativa internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) el gran desafío de ayudar a los que llegan a Ankawa.

“Muchos cristianos llegan a Ankawa muy pobres. Necesitan trabajo, asistencia sanitaria y alojamiento”, afirmó, indicando que se sienten muy atraídos por la relativa seguridad del norte kurdo y llegan a Ankawa por los muchos cristianos que viven allí.

“La gente pide mucho a la Iglesia”, añadió. “Estamos haciéndolo lo mejor posible para ayudarlos. Son nuestro pueblo amado y ayudarlo es nuestra misión, pero a veces la presión es muy fuerte”.

Muchos cristianos que llegan a Ankawa, reveló el arzobispo, la ven como una etapa en vista de una eventual emigración hacia Turquía, Líbano o Jordania.

En los últimos diez años, los cristianos en Iraq han disminuido drásticamente, pasando de 800.000 a 150.000. Muchos han huido después de una serie de homicidios, raptos, violencias físicas o verbales, ataques a negocios y a casas de cristianos.

Monseñor Warda destacó también que la Iglesia quiere animar a los cristianos a permanecer en Iraq.

“Es el deseo de todos que la gente se quede en nuestro país”, comentó. “Todos nuestros esfuerzos y nuestras estrategias están dirigidas a reducir el fenómeno de la emigración”.

Describiendo a los fieles como “muy firmes en la fe”, el prelado recordó la exigencia pastoral de hacer frente a una situación que ve poquísimas iglesias y una gran carencia de sacerdotes y catequistas.

“En este momento tenemos sólo tres iglesias en la zona de Ankawa”, indicó. “A veces las iglesias están tan llenas que la gente se ve obligada a quedarse fuera”.

Por esta razón, el arzobispo quiere una nueva iglesia en Ankawa, ciudad en la que Ayuda a la Iglesia Necesitada ha ayudado a evacuar a los seminaristas que estudiaban en el distrito de Dora en Baghdad, castigado por los homicidios y raptos de cristianos sucedidos entre el 2004 y el 2007. En Ankawa los seminaristas han vivido durante un cierto periodo en alojamientos metálicos.

AIN ha asegurado también el apoyo por lo sacerdotes, material educativo y recursos alimentarios para las familias cristianas, provistas por las religiosas que viajan de pueblo en pueblo.

“Los benefactores nos recuerdan que no hemos sido olvidado”, dijo el arzobispo alabando a la asociación caritativa al participar como huésped especial en el lanzamiento en Gran Bretaña e Irlanda de la edición 2011 de la publicación “¿Perseguidos y Olvidados?” de AIN sobre los cristianos oprimidos.

“Merecen un gran gracias por su espléndida actuación, pensando, orando y actuando en nuestro apoyo con gran premura”.

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Análisis


Kerala y el control de natalidad
La Iglesia rechaza un proyecto anti-natalista
Por Paul De Maeyer

ROMA, viernes 7 de octubre de 2001 (ZENIT.org).- Por ahora es sólo un proyecto de ley, pero está levantando gran polvareda en el estado indio de Kerala. Estamos hablando del Kerala Women's Code Bill 2011, consignada recientemente al ministro-presidente del estado meridional, Oommen Chandy. En el panorama actual, la propuesta preparada por una comisión gubernamental dirigida por Vaidyanathapura Rama Krishna Iyer, ex juez del Tribunal Supremo de Nueva Delhi y oriundo de Kerala, tiene una clara intención antinatalista que pretende limitar a dos el número de hijos que las familias puedan tener.

El organismo en cuestión -la Commission on Rights and Welfare of Women and Children,creada en el verano de 2010- propone, por ejemplo, sancionar con una multa de 10.000 rupias (poco más de 150 €) o una pena de tres meses de cárcel al padre que ha procreado un tercer hijo. Las familias que tienen más de dos hijos serán excluidas de ciertos beneficios o servicios sociales y perderán el derecho de presentarse a las elecciones locales, por ejemplo para los consejos del pueblo o “Panchayat”. Incluso serán consideradas “personas no cualificadas legalmente” (The Times of India, 25 de septiembre).

Como recuerda el National Catholic Register (3 de octubre), desde hace cuarenta años (justo en 1971) India ha legalizado el aborto para controlar los nacimientos, las autoridades no dejan de promover, con diversas iniciativas, las familias pequeñas, o sea las compuestas por los padres y dos hijos como máximo. En el transcurso de los últimos años, varios estados de la Unión India han introducido leyes que niegan a las familias numerosas el acceso a préstamos baratos para la adquisición de una casa o becas de estudio.

Mientras que la futura ley sugiere más facilidades para el acceso a los anticonceptivos y al aborto gratuito a las parejas casadas, y prevé además incentivos financieros para las parejas que deciden aplazar su matrimonio y el nacimiento del primer hijo, con la propuesta inédita de sancionar plenamente a las familias que tienen tres hijos o más, Kerala supera a cualquier otro estado indio según la web Eglises d'Asie (27 de septiembre). La iniciativa toma como objetivo a las religiones, cuyos líderes no podrán incentivar los nacimientos. “Ninguna persona o ente utilizará la religión, región, secta, casta, culto, u otros incentivos para tener más hijos”, se lee en las recomendaciones de la comisión Iyer (The Times of India, 25 de septiembre).

El proyecto de ley -definido como “draconiano” por el padre Shenan J. Boquet, presidente de Human Life International (LifeNews.com, 29 de septiembre)- ha suscitado una ola de reacciones negativas, en particular por parte de los jefes musulmanes y cristianos de Kerala. “Es un intento de limitar la libertad y la fe religiosa. Nos opondremos”, declaró Abdul Samad Pukkottur, de la Sunni Youth Federation de Kerala (UCA News, 27 de septiembre). “Viola el derecho fundamental de las personas”, afirmó a su vez el presidente de la sección local de la Indian Union Muslim League, Sayyid Hyderali Shihab Thangal (LifeSiteNews.com, 1 de octubre). Según el exponente musulmán, el proyecto de ley promueve el aborto en nombre del control de la población y podría llevar al aborto selectivo de las mujeres, un fenómeno muy difundido en la India pero limitado en Kerala. Como recuerda Eglises d'Asie (27 de septiembre), el estado es, de hecho, el único de toda la India con una “sex ratio” o una relación numérica favorable a las mujeres.

Claro ha sido también el “no” por parte de la minoría cristiana del Kerala, la más importante del país. Según el portavoz de la Conferencia Episcopal de Kerala (KCBC), el padre Stephen Alathara, la propuesta es un intento de “minar los valores de la familia y de dividir la sociedad (UCA News, 27 de septiembre), además de ser “antidemocrática y una violación de los derechos de los progenitores”. Más aún, para la Iglesia el gobierno no tiene necesidad de reducir los nacimientos, ya que en el estado han disminuido por debajo del “umbral de sustitución” (igual a casi 2'1 hijos por mujer), como recordó al National Catholic Register (3 de octubre) monseñor Mathew Anikuzhikattil, obispo de la diócesis de Idukki y presidente de la Comisión Episcopal para la familia de la KCBC.

Incluso, la Iglesia católica de Kerala ha lanzado una serie de iniciativas de apoyo a los nacimientos y a las familias con más de dos hijos, como tasas escolares más reducidas para el tercer hijo y la educación gratuita a partir del cuarto (la Iglesia gestiona una cuarta parte de las 14.000 escuelas de Kerala). En el pasado agosto, se puso en marcha un nuevo programa que prevé, con la ayuda del Sion Prolife Movement, la entrega de 10.000 rupias bajo la forma de un certificado de depósito a plazo fijo por cada quinto hijo o hija que nace en una familia.

Según las informaciones de la agencia UCA News (31 de agosto), la parroquia de St. Vincent Forane, en Kalpetta, diócesis de Mananthavady, fue la primera en entregar, a finales de agosto, los dos primeros certificados de depósito. Pronto una segunda parroquia seguirá este ejemplo, signo de que la campaña está cogiendo empuje. “Estamos trabajando para difundir la campaña en todas las parroquias de la diócesis”, declaró el coordinador regional de Sion, Salu Mecheril.

Que la Iglesia de Kerala se lo está tomando en serio lo demuestra también el hecho de que, este invierno, la archidiocesis de Tellicherry invitó a una familia numerosa suiza para promover los nacimientos en las familias católicas de Kerala. “Estoy muy triste por haber limitado el número de hijos a uno”, afirmó una mujer, Bincy Parasseril, después de haber escuchado al matrimonio Francisca e Pietro Anthonini y a sus ocho hijos, que durante el periodo natalicio han visitado las distintas parroquias de la archidiócesis (UCA News, 11 de enero).

En este reto abierto con el gobierno local, la KCBC organizará el próximo 14 de noviembre, en la ciudad de Kochi (o Cochin), una gran reunión de familias numerosas católicas. “El objetivo principal de la manifestación es el de difundir el mensaje de la vida y de que una familia grande es una (familia) feliz”, dijo un portavoz, Sabu Jose Chekkontheyil (UCA News, 3 de octubre). “Más de 5.000 familias numerosas provenientes de las diócesis de todo el estado y de tres ritos distintos participarán en el evento”, anticipó. “Será la primera vez que organizamos un evento de esta magnitud para transmitir el mensaje de que una familia numerosa es una bendición y no un peso”.

La Iglesia tiene buenos motivos para incentivar los nacimientos. El porcentaje de cristianos en Kerala ha sufrido, en el curso de las últimas décadas, una disminución lenta pero continua, como demuestran los censos de la población india de 1991 y de 2001. Mientras que en el año 1991 representaban todavía el 19'5% de la población de Kerala, una década después esta proporción disminuyó al 19%. Según las estimaciones de monseñor Anikuzhikattil, el porcentaje de cristianos se mueve en torno al 17%.

“En una situación como esta, la Iglesia no puede convertirse en un espectador silencioso”, dijo el prelado al National Catholic Register (3 de octubre). Como afirmó, este desarrollo “tendrá un gran impacto sobre la vida de la Iglesia”. “Cuando haya sólo dos niños por familia, el número de vocaciones descenderá seguramente”, declaró, refiriéndose al hecho de que con un sacerdote o una religiosa por cada 60 católicos Kerala es un auténtico “jardín vocacional” de la Iglesia hindú.

Preocupa a la comunidad cristiana el crecimiento demográfico de la minoría musulmana de Kerala. La tasa de fecundidad entre los musulmanes del estado es de 2,97 hijos por mujer, respecto a los 1'66 de las mujeres hindúes y el 1'78 de las cristianas. Mientras que los musulmanes constituyen, con 140 millones de personas, el casi 13% de la población india, los cristianos representan menos del 3%. “Dentro de 15 años, Kerala se convertirá en un estado de mayoría musulmana, ya que sólo los hindúes y los cristianos siguen las severas normas de la planificación familiar. Es algo peligroso”, advirtió, ya en 2005 el entonces arzobispo mayor de Ernakulam-Angamaly de los siro-malabareses de Kerala, el cardenal Varkey Vithayathil, fallecido el pasado 1 de abril (Daily News & Analysis, 28 de septiembre).

Para el director del Indian Institute of Christian Studies, en Palai (o Pala), la propuesta de la Comisión Iyer es “una controversia y recomendación no deseada”. “Si el gobierno quiere el control de la población en el estado, debería realizarlo a través de un programa de sensibilización y de educación”, dijo a Daily News & Analysis, aunque no acepta las iniciativas d ella Iglesia para incentivar los nacimientos. También el escritor y columnista Paul Zachariah sostiene que el gobierno de Kerala debería ignorar las conclusiones de la comisión. “No es otra cosa que una infame violación de los derechos fundamentales. Si se quiere reducir la tasa de natalidad existen otros modos”.

Lacónica ha sido, sin embargo, la reacción del ministro-presidente de Kerala, Oommen Chandy a la reacción del “no”. “El gobierno tomará su decisión después de haber consultado a todos los grupos. Hemos tomado nota de las protestas”, declaró escuetamente (UCA News, 27 de septiembre).

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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Documentación


Discurso del Papa a los obispos de Indonesia
Con motivo de su visita “ad Limina Apostolorum”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los obispos de Indonesia, a quienes recibió en el Palacio Apostólico con motivo de su visita ad Limina Apostolorum.

* * * * *

Queridos hermanos obispos,

Estoy contento de ofreceros una cálida bienvenida con ocasión de vuestra visita ad Limina Apostolorum, una oportunidad privilegiada de dar gracias a Dios por el don de la comunión que existe en la única Iglesia de Cristo, y un momento para profundizar nuestros vínculos de unidad en la fe apostólica. Quiero dar las gracias a monseñor Situmorang por sus amables palabras ofrecidas en vuestro nombre y en el de aquellos que están confiados a vuestro cuidado pastoral. Mis cordiales agradecimientos también a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, y a los laicos a los que pastoreáis. Por favor aseguradles mis oraciones por su santificación y su bienestar.

El mensaje de salvación, perdón y amor de Cristo ha sido predicado en vuestro país durante siglos. De hecho, el impulso misionero sigue siendo esencial en la vida de la Iglesia, y encuentra expresión no sólo en la predicación del Evangelio, sino también en el testimonio de la caridad cristiana (cf. Ad Gentes, 2). En este sentido, aprecio los intensos esfuerzos hechos por numerosas personas y agencias en nombre de la Iglesia para llevar la tierna compasión de Dios a muchos miembros de la sociedad indonesia. Este es el sello de todo movimiento, acción y expresión de la Iglesia, en todos sus esfuerzos sacramentales, caritativos, educativos y sociales, de forma que, en todo, sus miembros luchan para que el Dios Trino sea amado y conocido a través de Jesucristo. Esto no sólo contribuye a la vitalidad de la Iglesia, que crece en confianza a través de un testimonio humilde pero valiente: también refuerza a la sociedad indonesia promoviendo esos valores que son queridos a vuestros conciudadanos: tolerancia, unidad y justicia para todos los ciudadanos. Oportunamente, la Constitución de Indonesia garantiza el derecho humano fundamental de la libertad de practicar la propia religión. La libertad de vivir y de predicar el Evangelio nunca debe darse por garantizada, sino que debe siempre ser defendida de modo correcto y paciente. Tampoco la libertad religiosa es meramente un derecho a ser libre de presiones externas. También es un derecho a ser auténtica y plenamente católico, a practicar la fe, a construir la Iglesia y a contribuir al bien común, proclamando el Evangelio y la Nueva Noticia a todos, e invitando a todos a la intimidad con el Dios de la misericordia y la compasión manifestado en Jesucristo.

Una significativa cantidad de trabajo caritativo y educativo en vuestras diócesis se hace bajo la tutela de los religiosos y las religiosas. Su consagración a Cristo y sus vidas de oración profunda y sacrificio genuino siguen enriqueciendo a la Iglesia y haciendo la presencia de Dios visible y activa en vuestra nación. Deseo expresar mi gratitud a los muchos sacerdotes y a los religiosos y religiosas que dan gloria al Señor a través de incontables buenas obras que benefician a sus hermanos y hermanas indonesios. Sus labores son una expresión indispensable del compromiso de la Iglesia hacia la humanidad, y en particular hacia los más necesitados. Por esta razón, os pido, queridos hermanos obispos, que sigáis asegurando que la formación y la educación que reciben los seminaristas y los religiosos y religiosas sea siempre adecuada a la misión que se les confía. Entre las crecientes complejidades de nuestro mundo y la rápida transformación de la sociedad indonesia, la necesidad de religiosos y religiosas bien preparados es lo más urgente de todo. En acuerdo con sus Superiores locales, aseguraos de que han recibido lo necesario para vivir una vida llena de sabiduría espiritual y comprensión, y que fructifiquen en toda obra buena (cf. Col 1:9,10). Sólo puedo alentaros a continuar vuestros esfuerzos para promover y apoyar el diálogo interreligioso en vuestra nación. Vuestro país, tan rico en su diversidad cultural y en posesión de una población grande, es el hogar de un número significativo de seguidores de diversas tradiciones religiosas. Así, el pueblo de Indonesia está bien situado para hacer importantes contribuciones a la búsqueda de la paz y la comprensión entre los pueblos del mundo. Vuestra participación en esta gran empresa es decisiva, y por ello os insto, queridos hermanos, a asegurar que aquellos a quienes pastoreáis saben que ellos, como cristianos, deben ser agentes de paz, perseverancia y caridad. La Iglesia está llamada a seguir a su Divino Maestro, que une todas las cosas en sí mismo, y a dar testimonio de esa paz que solo él puede dar. Este es el precioso fruto de caridad en él que, sufriendo injustamente, nos dio su vida y nos enseñó a responder en toda situación con perdón, misericordia y amor en la verdad. Los creyentes en Cristo, arraigados en la caridad, deben comprometerse en el diálogo con las demás religiones, respetando sus mutuas diferencias. Las iniciativas comunes para la construcción de la sociedad serán de gran valor cuando refuercen amistades y superen los malentendidos o las desconfianzas. Confío en que vosotros y los sacerdotes, religiosos y laicos de vuestras diócesis seguirán dando testimonio de la imagen y semejanza de Dios en cada hombre, mujer y niño, sin tener en cuenta su fe, animando a todos a estar abiertos al diálogo al servicio de la paz y la armonía. Haciendo todo lo posible para asegurar que los derechos de las minorías en vuestro país son respetados, favorecéis la causa de la tolerancia y la armonía mutua en vuestro país y más allá.

Con estos pensamientos, queridos hermanos obispos, os renuevo mis sentimientos de afecto y estima. Vuestro país está compuesto por miles de islas; así también la Iglesia en Indonesia está formada por miles de comunidades cristianas, “islas de la presencia de Cristo”. Que siempre estéis unidos en la fe, la esperanza y el amor y con el Sucesor de Pedro. Os encomiendo a todos a la intercesión de María, Madre de la Iglesia. Asegurándoos mis oraciones por vosotros y por quienes están confiados a vuestro cuidado pastoral, os imparto de buen grado mi Bendición Apostólica como prenda de gracia y de paz en el Señor.

[Traducción del inglés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Conferencia del cardenal Piacenza sobre la Palabra y el sacerdocio
A los sacerdotes de lengua española de Estados Unidos
LOS ANGELES, viernes 7 de octubre de 2011 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos a nuestros lectores la conferencia impartida por el cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero, con el tema “La Palabra de Dios en la vida del sacerdote”, durante un encuentro de sacerdotes de lengua española con trabajo pastoral en Estados Unidos, reunidos esta semana en Los Angeles.

* * * * *

“La Palabra de Dios en la vida del sacerdote”

Acerca de la recepción de la Exhortación apostólica postsinodal

Verbum Domini de Benedicto XVI

Querido Señor Arzobispo:

Queridos sacerdotes y amigos:

La Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini representa un paso fundamental en el camino de recepción de la Constitución apostólica Dei Verbum del Concilio ecuménico Vaticano II.

En ese sentido, siempre es bueno recordar que la única auténtica hermenéutica del gran acontecimiento conciliar es la de la continuidad y de la reforma.

Lo recordó explícitamente el Santo Padre en el Discurso para el intercambio de felicitaciones con ocasión de la Navidad a la Curia Romana del 22 de diciembre de 2005, dando de ese modo, precisamente al principio de Su Pontificado, la indicación de un gran tema que hay que afrontar siempre.

No existen dos Iglesias católicas, una preconciliar y una postconciliar; ¡si así fuera, la segunda sería ilegítima!

En la única Iglesia católica, instituida por Nuestro Señor Jesucristo sobre la roca de Pedro y sobre el fundamento de los Apóstoles, es necesario reconocer una profunda unidad histórica, doctrinal y teológica.

Para que una doctrina pueda ser acogida no debe representar una ruptura con el pasado o con todo el cuerpo doctrinal, sino que debe ser su desarrollo natural, orgánico.

Aunque cambien las circunstancias históricas y culturales y cambien —a veces— los modos de expresarse, ¡el eterno Evangelio de Cristo no puede cambiar! Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. ¡No cambia el Verbum Domini! Esta estabilidad de Cristo, de la verdad y de la Iglesia no es sino la traducción histórica de la Teología del Cuerpo Místico de San Pablo. Al igual que un cuerpo no puede tener órganos incompatibles o partes desarrolladas de manera no armónica, así sucede con la Iglesia de Cristo.

Queridos amigos, es siempre importante, pues, sentirse hijos de la única Iglesia, la de Jesús, de la Santísima Virgen María, de los Apóstoles, de los Padres y de todos los Santos que, a lo largo de dos mil años, ha suscitado el Espíritu.

El mismo Espíritu que, en la Iglesia, al comienzo de la era cristiana, inspiró los escritos del Nuevo Testamento y que, misteriosamente, en la relación entre Dios y el pueblo de Israel, nos ha entregado todo el patrimonio veterotestamentario.

1. La Palabra de Dios: una Persona

¡Verbum Domini! ¡Palabra de Dios! ¿Qué es la Palabra de Dios? ¿Qué papel tiene en la vida de un sacerdote?

En el n. 11 de la Exhortación apostólica, el Santo Padre afirma: «La Palabra eterna, que se expresa en la creación y se comunica en la historia de la salvación, en Cristo se ha convertido en un hombre «nacido de una mujer» (Ga 4, 4). La Palabra aquí no se expresa principalmente mediante un discurso, con conceptos o normas. Aquí nos encontramos ante la persona misma de Jesús. Su historia única y singular es la palabra definitiva que Dios dice a la humanidad».

La Palabra de Dios, el Verbo de Dios, por lo tanto, es ante todo Su Hijo Unigénito, Aquel del cual, en el Credo, decimos: «Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero del Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre».

¡Por consiguiente, Su Palabra es una Persona, no un libro!

Es necesario reconocer que el Cristianismo mantiene, respecto a los escritos en los cuales se inspira, una relación única, que ninguna otra tradición religiosa puede tener.

La Palabra de Dios, que es la Persona del Hijo Eterno, que el Padre pronunció antes de todos los siglos, se hizo carne, entró en el tiempo y en la historia de los hombres. «Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1, 14).

Este hecho marcó y marca, definitivamente, la historia humana, que, desde la Encarnación en adelante, es la historia del Enmanuel, el Dios-con-nosotros.

El Hijo de Dios hecho hombre nos ha revelado los secretos del Padre, nos libró de la condición servil, causada por el pecado, y nos introdujo en una amistad nueva e inesperada con Dios. «No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15, 15).

Sí, el Señor Jesús nos ha dado a conocer todo lo que ha “oído del Padre”; por lo tanto, en Cristo Único Salvador, hemos recibido la Revelación definitiva de Dios, es más, a Dios mismo.

La experiencia de Dios en medio de los hombres, lo que Él nos ha revelado del Padre, lo que Él nos ha enseñado para la vida, y lo que Él ha instituido, ya sea eterno o transitorio, todo está contenido en las Sagradas Escrituras divinamente inspiradas. En efecto, el Santo Padre escribe en el n. 17 de la Verbum Domini: «Aunque el Verbo de Dios precede y trasciende la Sagrada Escritura, en cuanto inspirada por Dios, contiene la palabra divina (cf. 2 Tm 3, 16) “en modo muy singular”». Por esta razón, las Sagradas Escrituras son Palabra de Dios y, al mismo tiempo, la Palabra de Dios es “más grande” de las Sagradas Escrituras, porque es la Persona misma de Jesús.

2. Dimensión neumática y eclesial de la Palabra de Dios

Como católicos, además, sabemos muy bien que la Revelación no consiste, únicamente, en lo que está materialmente contenido en las Sagradas Escrituras, sino que es el conjunto inseparable de Sagrada Escritura y de la ininterrumpida Tradición eclesial, autorizadamente interpretadas por el Magisterio.

Nunca es lícito separar la Escritura de la Tradición; como tampoco es lícito separarlas de la interpretación que de ellas ha dado y da el Magisterio de la Iglesia. Separaciones de este tipo conllevan siempre gravísimas consecuencias espirituales y pastorales.

Una Escritura sin Tradición sería un libro histórico y la historia nos habla del pensamiento de los demás, mientras que la Teología quiere hablar de Dios (cf. A. Schökel, Salvezza e liberazione: l’Esodo, 1997, EDB, p. 10).

Del mismo modo, una Tradición desvinculada de la relación constitutiva con la Sagrada Escritura, correría el riesgo de abrazar, en su seno, elementos espurios o ilegítimos.

Asimismo, siempre es útil recordar que los textos del Nuevo Testamento nacieron en el seno de la Tradición eclesial y que, por menos en las primeras décadas de la Era cristiana, la Iglesia vivió de la Eucaristía, de la oración, de la memoria viva del acontecimiento de Cristo y de la guía de los Apóstoles.

Por consiguiente, el tríptico Escritura-Tradición-Magisterio, en realidad, desde el punto de vista estrictamente histórico, debería configurarse como: Tradición, entendida como lugar en el cual la Escritura nace, Escritura y Tradición vinculada a la Escritura; todo, autorizadamente interpretado por el Magisterio, es decir, por los legítimos Sucesores de los Apóstoles.

Lo que hemos dicho hasta aquí pertenece al patrimonio común de la Iglesia y se enseña con autoridad en la Constitución dogmática Dei Verbum del Concilio ecuménico Vaticano II. Aunque, de parte de algunos, ha habido en estas décadas otras interpretaciones, estas no son fieles a la interpretación correcta del Concilio y, también por esta razón, los Padres, junto con el Romano Pontífice, dedicaron un Sínodo a la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia, para reconocer su justo lugar y evitar prudentemente algunas unilateralidades ilegítimas.

Otro aspecto de fundamental importancia, que subraya ampliamente la Verbum Domini, es la dimensión neumática de la Revelación, en su conjunto y en los varios aspectos-momentos que la constituyen. En efecto, se lee en el n. 15 de la Exhortación: «No se comprende auténticamente la Revelación cristiana sin tener en cuenta la acción del Paráclito», y también, en el número siguiente: «Puesto que la Palabra de Dios llega a nosotros en el cuerpo de Cristo, en el cuerpo eucarístico y en el cuerpo de las Escrituras, mediante la acción del Espíritu Santo, sólo puede ser acogida y comprendida verdaderamente gracias al mismo Espíritu».

Ante todo, siempre es necesario recordar la relación íntima e insustituible entre Jesucristo y el Espíritu: toda la vida del Señor es una vida en el Espíritu, de la Anunciación a la Ascensión, y el Espíritu no es algo vago e indefinido para nosotros, los cristianos, sino que es siempre el Espíritu de Cristo.

Este “de Cristo” es un genitivo posesivo, que nos dice que el Espíritu es Suyo, al igual que es del Padre; y es el mismo Espíritu Suyo que se nos da a nosotros, en el Bautismo, en la Confirmación y, con el poder de transmitirlo a los hermanos, sobre todo en la Ordenación sacerdotal.

Si Cristo es la plenitud de la Revelación y toda la existencia de Cristo está en el Espíritu, entonces la misma Revelación es un evento neumático: la Tradición la anima el Espíritu, la Escritura la inspira el Espíritu y el Magisterio, en la tarea de interpretar autorizadamente Escritura y Tradición, la guía el Espíritu.

De ello deriva que la misma relación del Sacerdote con la Palabra de Dios debe ser una relación neumática. Es decir, se debe evitar todo enfoque meramente positivista o limitado al historicismo, que no permita la comprensión del significado real del texto. Las Escrituras, si nos acercamos a ellas prescindiendo de su dimensión neumática, se quedan como mudas y, en lugar de hablar de Dios y hacer que escuchemos Su Voz, narran simplemente una historia.

3. Palabra de Dios y Ministerio ordenado

Como afirma el gran San Jerónimo: «Quien ignora las Escrituras, ignora a Cristo». No podemos, por tanto, ignorar las Escrituras, y el primer elemento para que haya una relación entre el sacerdote y la Sagrada Escritura, es conocer su contenido: leerlas, conocer su estructura, tener en la mente los nexos entre las distintas partes y, sobre todo, conocer la Escritura en su globalidad, sin los excesos de parcelación que, con demasiada frecuencia, caracterizan el conocimiento de la realidad en la época, del relativismo y del cientificismo.

Esta obra de conocimiento de las Escrituras, lejos de consistir en una mera memorización, se convierte en uno de los principales factores para favorecer en el sacerdote el conocimiento y la consiguiente identificación con el pensamiento de Cristo: «[al sacerdote] no le basta conocer su aspecto lingüístico o exegético, que es también necesario —afirma el Santo Padre en el n. 80—; necesita acercarse a la Palabra con un corazón dócil y orante, para que ella penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de sí una mentalidad nueva: “la mente de Cristo” (1 Co 2, 16)».

Leer y releer los episodios de los que el Señor es protagonista, las respuestas que Él da en las diferentes circunstancias y la actitud que asume ante los pobres, los pequeños, los débiles, los pecadores, las mujeres, etc. determina la progresiva asimilación de Su pensamiento y de Su modo de actuar.

En este sentido, la obligada fidelidad a la Liturgia de las Horas, en su integridad, es maestra fundamental para permanecer establemente en contacto con la Palabra de Dios, especialmente en el Oficio de las Lecturas, que nos la da abundantemente, junto a ese momento de autorizada Tradición eclesial que representan los Padres de la Iglesia.

Así hacemos experiencia progresivamente de que la Palabra de Dios narra nuestra vida; narrando las vicisitudes del pueblo de Israel y las de quien se encontró con Jesús, nuestro Señor, narra el camino de fe de todo hombre y, por tanto, de todo sacerdote.

Por otra parte, por el ministerio que se nos ha encomendado, no somos solamente, con todos nuestros hermanos, oyentes de la Palabra, sino también autorizados anunciadores e intérpretes de esta. Todo bautizado, en virtud la inmersión en el Misterio pascual de la muerte y Resurrección está llamado a dar testimonio de Cristo y a anunciar la Palabra. El sacerdote, además de participar de este mandato común a todo cristiano, recibe otro específico y ministerial, y su anuncio, sobre todo en la predicación y en la catequesis, participa, en cierto modo, de la autoridad del mismo Magisterio eclesial.

Se cae por su propio peso que no podemos anunciar lo que no conocemos y no hemos hecho nuestro; por tanto, la posibilidad del anuncio está estructuralmente vinculada al conocimiento de las Escrituras y a la familiaridad e identificación con el pensamiento de Cristo.

No es así, en cambio, para la eficacia del anuncio, que, contrariamente a cuanto se piensa habitualmente, no depende del conocimiento sino de la vida y del testimonio. Además la eficacia es totalmente dependiente de la acción poderosa de la gracia y del insondable misterio de la libertad humana. En ese sentido, no existe, en la dinámica del anuncio, ningún mecanicismo. También esto nos ayuda, como ministros de la Palabra, a purificarnos del funcionalismo y a encomendar totalmente al Señor, en la oración, la acción de la Palabra en el corazón de los hombres.

En la tarea de anunciadores es necesario tener constantemente presente la unidad de Sagrada Escritura, Tradición y Magisterio, de la que hemos hablado. No es posible anunciar la Palabra, olvidando o —peor— reprobando la Tradición que la ha generado. Igualmente ineficaz resultará el anuncio separado o —peor— en contraste con el Magisterio eclesial.

Con la fuerza que nos da la experiencia de que la Palabra de Dios describe nuestra vida, es necesario anunciarla, acompañando también a los fieles a la misma conciencia. En este sentido, en la evangelización pueden coexistir dos dinámicas diferentes, ambas legítimas. Es posible que del anuncio de la Palabra nazca la fe y la renovación de la vida, y es igualmente posible que la experiencia de una vida nueva, que se da de modo imprevisto y gratuito mediante un encuentro, abra a la fe y, sucesivamente, sea reconocida en el encuentro con las Sagradas Escrituras.

¡No os escondo mi propensión y mi simpatía humana por esta segunda dinámica, que, como creo comprender leyendo los textos de las Sagradas Escrituras, fue también la de Andrés y Juan, cuando esa tarde, alrededor de las cuatro, se encontraron con Jesús!

El núcleo de la relación entre el sacerdote y la Palabra de Dios, por lo tanto, está representado por esa “Palabra de Dios en acto” que es su propia existencia y la de los fieles. Estos, mediante el anuncio y el ministerio de los sacerdotes, encuentran al Señor.

En este sentido, el Cristianismo no es “religión del libro” sino que es un hecho, un Acontecimiento que sucedió en la historia, del cual, en la actualidad, es posible hacer experiencia vital y esta experiencia es contagiosa, misionera en sí misma, es más, ¡es el elemento más eficazmente misionero con el que el Espíritu ha dotado a Su Iglesia!

Esta claridad de juicio en la relación con las Sagradas Escrituras, las sitúa en su  justo lugar, insustituible, también en la vida de la Iglesia, la cual vive de la eficacia de la Palabra, también y sobre todo en la administración de los Sacramentos. Sin Palabra, no sólo no tendríamos el anuncio, sino que no tendríamos tampoco los Sacramentos.

4. Palabra de Dios y cultura

Ser personas que escuchan y anuncian la Palabra de Dios hace de los sacerdotes hombres necesariamente capaces de incidir en la cultura. En ese sentido, es bueno recuperar una noción amplia del término "cultura", no relegada a los simples conocimientos, sino capaz de imprimir un estilo, plasmar una mentalidad, generar una civilización.

Nada, como el anuncio de la Palabra, genera cultura. Es decir, genera un modo nuevo de concebir la vida, las relaciones, la sociedad e incluso la política. Un modo que, cuanto más evangélico es, más se descubre profunda y sorprendentemente correspondiente al corazón humano.

Es urgente y necesario, en ese sentido, superar todo complejo de inferioridad respecto de la cultura; la Palabra de Dios, y nosotros con ella, es portadora de un significado, que ninguna cultura sólo humana posee.

Como recuerda la Verbum Domini: «Dios no se revela al hombre en abstracto, sino asumiendo lenguajes, imágenes y expresiones vinculadas a las diferentes culturas. Es una relación fecunda, atestiguada ampliamente en la historia de la Iglesia» (n. 109).

Relación que, por un lado, ve como normativos los datos culturales a través de los cuales aconteció la Revelación y, por otro, requiere nuestra aportación continua, creativa y sobre todo misionera.

En una cultura relativista, hedonista, consumista e individualista, la Palabra de Dios, y nosotros con ella, está llamada a poner de nuevo al hombre en relación con Dios y con sus hermanos, en relación auténtica con la realidad y con la razón, abriéndole continuamente a la verdad.

Los fieles esperan oír la Palabra de Dios de los labios del sacerdote; buscan el pensamiento de Dios en las valoraciones del sacerdote; los caminos de Dios en los caminos que indica y recorre el sacerdote.

Debemos ser conscientes de que, contrariamente a cuanto algunos poderes fuertes tienden a insinuar, el Cristianismo representa el mayor movimiento de desarrollo y de civilización que la historia humana haya conocido jamás.

Nos recuerda la Exhortación apostólica al respecto: «[La Palabra de Dios] nunca destruye la verdadera cultura, sino que representa un estímulo constante en la búsqueda de expresiones humanas cada vez más apropiadas y significativas. Toda auténtica cultura, si quiere ser realmente para el hombre, ha de estar abierta a la transcendencia, en último término, a Dios» (n. 109).

¡Toda cultura, incluida la contemporánea, queridísimos hermanos, necesita siempre esta transcendencia! Y nosotros debemos ser portadores de ella.

Que nos sostenga en esta obra la Santísima Virgen María, primera portadora de la Palabra hecha carne en Ella, que se convirtió en su "cultura", porque era su horizonte.

[Original en español]

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