8.10.11

En los altares - San Vicente Ferrer

A las 12:42 AM, por Eleuterio
Categorías : General, En los altares
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Vicente Ferrer nació en Valencia. Corría el año 1350 (el 23 de enero) del matrimonio entre Guillem Ferrer y Constanza Miquel que, desde muy pequeño, pusieron en su corazón un gran amor y devoción hacia Jesucristo y hacia su Santísima Madre, la Virgen María. Por tal causa le enseñaron a mortificarse cada viernes en recuerdo de la Pasión de Nuestro Señor y cada sábado en honor a la Madre de Cristo.

No olvidaron, además, hacerle ver que los pobres merecían, como prójimos, todo el amor del que fuera capaz de darles.

A Vicente le tenía reservada Dios una vida muy especial.

A los siete años recibe la tonsura clerical y a los once era Beneficiado de la parroquia de Santo Tomás. Unos años más tarde, a los diecisiete, era postulante dominico en el convento de la Plaza de Tetuán de Valencia (España), muy cerca de su casa.

Fue enviado a estudiar a Barcelona y, a su regreso en 1379 fue elegido prior del Convento de los Dominicos, pero tuvo que renunciar a dicho cargo pocos meses después por las disputas que había en el convento a causa del Cisma de occidente.

La labor que Vicente Ferrer lleva a cabo a lo largo de su vida y que como tal se le conoce mejor, independientemente del papel que jugó en el citado cisma de occidente que, acerca del papado, vivió la Iglesia católica a finales de aquel siglo XIV, fue la de predicador.

Vicente tiene, en su predicación, unos temas a los que se refiere con predilección. Así, tanto la renovación como la conversión interior, la reforma de las instituciones y, sobre todo, la unidad de la Iglesia católica, destacan sobre los demás. A este respecto, y refiriéndose a las bíblicas plagas de Egipto (recogidas en el Éxodo) dirá que “La novena son las tinieblas: durante tres días estuvieron los hombres y las mujeres que no se veían el uno al otro; y significaba el tiempo del cisma. ¡Oh, qué tinieblas tan fuertes! Los tres días significan los tres Papas que ahora son: el Papa Juan, el Papa Gregorio y el Papa Benedicto; y cada uno tiene grandes doctores y personas santas que tienen a cada uno como realmente Papa y no conocen cual es el verdadero“.

Al respecto de su labor de predicador recoge Fages, en su “Historia de San Vicente Ferrer” que “Viaja a pie, apoyado en un bordón rematado en cruz, a la que mira con frecuencia devotamente. Con los años, enfermo de una pierna, se valdrá de un jumentillo… Sobre la modesta cabalgadura con albarda y estribos de madera, llevaba su ajuar: sus vestidos, una Biblia, un breviario y recado para escribir. Y un duro colchón para dormir. De cabecera le sirve una piedra o la Biblia. Mientras va de camino, medita o prepara los sermones. Y predica en todos los lugares y villas y hasta en las más pobres aldeas“.

A Vicente Ferrer, canonizado por Calixto III, Alfonso Borja (a quien le profetizó “Serás Papa y me canonizarás”) se le conocen gracias interminables dadas de parte de Dios y se le tiene, por ejemplo, como discípulo y maestro en las aulas de Teología o como pacificador entre bandos rivales o como consejero de Benedicto XIII (en el palacio de Avignon, Corte de la que se retiró el 22 de noviembre de 1399 para dar comienzo a sus viajes de predicación) o como Ángel de la Paz al solucionar el compromiso de Caspe (problema sucesorio en la Corona de Aragón, en España)

Se le atribuyen numerosos milagros pero no después de la subida a la Casa del Padre, que también, sino ¡en vida!, recogiéndose, además, en el expediente de canonización, hasta 872 milagros.

Y, para que no olvidemos con facilidad a tan buen cristiano y a tan gran santo de la Iglesia de Cristo, dirijámonos al santo valenciano con la siguiente:

Oración a San Vicente Ferrer

“Amantísimo Padre y Protector mío, San Vicente Ferrer. Alcánzame una fe viva y sincera para valorar debidamente las cosas divinas, rectitud y pureza de costumbres como la que tú predicabas, y caridad ardiente para amar a Dios y al prójimo. Tú, que nunca dejaste sin consuelo a los que confían en ti, no me olvides en mis tribulaciones. Dame la salud del alma y la salud del cuerpo. Remedia todos mis males. Y dame la perseverancia en el bien para que pueda acompañarte en la gloria por toda la eternidad. Amén.

Tres Padrenuestros a San Vicente Ferrer pidiendo por las necesidades de todos sus devotos.”

Eleuterio Fernández Guzmán