14.10.11

 

Da igual que HO o cualquier otra organización cívica provida y profamilia se movilice para pedir al PP que defienda los valores en los que se supone que cree un amplio sector de su base social. Da lo mismo que en esta legislatura la derecha social, junto con el pequeñísimo sector provida de la izquierda, se haya tirado a la calle en contra del aborto. En todo lo relacionado con la ingeniería social, el partido de Mariano Rajoy mantiene una clara postura de tibieza, de falta de compromiso, de dejación absoluta de su responsabilidad de explicar ante la sociedad qué piensa hacer para acabar con lo que ellos llaman lacra del aborto.

HO había pedido al PP que derogara la ley Aído. Algunos dirigentes populares aseguraron que al menos cambiarían la ley. Pero Ana Mato, vicesecretaria de organización del partido y nº 3 en las listas por Madrid, acaba de decir que piensan esperar a que el Tribunal Constitucional se pronuncie para decidir lo que van a hacer. Dado que son conscientes de que el TC, organo politizado hasta extremos vergonzosos, cuenta hoy con una mayoría progresista, saben que lo más seguro es que la sentencia sea favorable a la constitucionalidad del derecho al aborto y de la norma que permite pisotear los derechos de los padres al no requerirse su autorización para que sus hijas menores aborten.

En realidad lo que hace el PP es quitarse ese “marrón de encima". Que decidan los jueces y luego, ya veremos. Y si eso lo hacen en relación al aborto, también lo harán con el matrimonio homosexual. El PP sabe que el voto católico no existe en España. Me refiero al voto que tiene en cuenta los principios no negociables marcados por Benedicto XVI. Gador Goya, de Derecho a Vivir, dijo ayer que los españoles están pendientes de lo que diga el PP sobre el aborto para decidir a quién votar. Qué más quisiéramos que eso fuera así. Pero no, la realidad es muy diferente. Dudo que haya más de cien mil españoles que voten pensando en el aborto. E incluso es posible que el PP haya llegado a la conclusión de que perdería más votos de los que ganaría en caso de que se mostrara firme contra ese crimen.

¿Por qué hemos llegado a esta situación? Básicamente es el resultado de la secularización interna de la Iglesia en España. La misma ha renunciado a formar las conciencias de sus fieles a la hora de votar. O, lo que es peor, ha favorecido de forma más o menos velada la idea del mal menor. Es decir, el PP es malo pero como es más malo el PSOE, votad al PP. No hay un solo obispo que lo diga abiertamente, pero salvo en una ocasión, no ha habido uno solo que recomendara no votar a partidos abortistas y sí hacerlo a opciones políticas minoritarias pero provida y profamilia. Y en eso se diferencian, y no poco, de lo que hacen otros obispos en países hispanoamericanos. Por ejemplo, al portavoz de la archidiócesis de México le han condenado por pedir a los fieles que no voten al PRD por su apoyo al aborto. Y hemos visto a muchos otros prelados de países hermanos advirtiendo a sus fieles de la gravedad que supone apoyar con el aborto a opiciones políticas contrarias a la dignidad de la vida humana. Aquí, como mucho, la CEE publicará otra nota calcada a notas anteriores en la que se repetirán lugares comunes. Mucho hablar de la necesidad de que la fe ocupe su lugar en la arena pública y luego no se hace NADA, literalmente NADA, para que los cristianos tengan una opción viable a la que votar.

Por otra parte, los movimientos cívicos, cuya labor es encomiable siquiera sea por lo que hacen para concienciar a la sociedad, tampoco parece que vayan a romper del todo amarras con una clase política que masivamente ignora sus peticiones. He dicho, y repito, que un movimiento cívico debe mantenerse independiente de cualquier partido político, pero no tendría nada de particular que esos movimientos fueran caldo de cultivo de plataformas de electores e incluso partidos que realmente defiendan la vida y la familia. Una vez que está claro que el PP no sirve a esos valores, es hora de buscar la forma de que los mismos sean defendidos allá donde se legisla. De lo contrario, los movimientos cívicos corren el peligro de convertirse en una especie de Pepito Grillo al que nadie hace caso.

Yo, por mi parte, no votaré nunca a un PP tibio y cobarde, que hace depender sus valores del resultado de encuestas y estudios sociológicos. Si me quedaba alguna duda, me la ha despejado el hecho de que Ángel Pintado no encabece las listas del PP por huesca. Pintado era uno de los escasísimos diputados realmente provida en el Congreso. Parece que ahora le van a premiar enviándole al Senado, esa cámara que no sirve absolutamente para nada. Nueva señal de lo mucho que el PP aprecia a su electorado provida. Si nos hicieran un corte de mangas no sería tan evidente. Prefiero votar en blanco que mancharme las manos dando mi voto a un partido sin conciencia y sin el coraje necesario para defender a los más inocentes.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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