22.10.11

 

La Comisión Permanente de la CEE publicó ayer la típica nota que siempre sacan nuestros obispos antes de cualquier elección en las urnas. La misma se divide en diez puntos, que paso a comentar uno por uno:

1. El próximo día 20 de noviembre estamos todos convocados a las urnas. Con este motivo, los obispos ofrecemos a los católicos y a cuantos deseen escucharnos algunas consideraciones que ayuden al ejercicio responsable del deber de votar. Es nuestra obligación de pastores de la Iglesia orientar el discernimiento moral para la justa toma de decisiones que afectan a la realización del bien común y al reconocimiento y la tutela de los derechos fundamentales, como es el caso de las elecciones generales.

¿Deber de votar? ¿De verdad nuestros obispos creen que votar es un deber? ¿No es legítima la abstención? Porque imagínense que tras leer el resto de la nota uno llega a la conclusión de que lo mejor es no votar. ¿Dónde estaría el problema?

2. En su discurso sobre los fundamentos del derecho, pronunciado el mes pasado ante el Parlamento federal de Alemania, el Papa recordaba que “el cristianismo nunca ha impuesto al Estado y a la sociedad un derecho revelado, un ordenamiento jurídico derivado de una revelación. Se ha referido, en cambio, a la naturaleza y a la razón como verdaderas fuentes del derecho […], la razón abierta al lenguaje del ser”. Nosotros hacemos nuestras consideraciones desde ese horizonte de los fundamentos prepolíticos del derecho, sin entrar en opciones de partido y sin pretender imponer a nadie ningún programa político. Cada uno deberá sopesar, en conciencia, a quién debe votar para obtener, en conjunto, el mayor bien posible en este momento.

Es bueno y necesario que los obispos recuerden que existen valores prepolíticos que no deben ser alterados o anulados por la acción política. Ahora bien, nótese que los pastores hablan de votar para conseguir el mayor bien posible y no el mal menor. No es lo mismo.

3. No se podría hablar de decisiones políticas morales o inmorales, justas o injustas, si el criterio exclusivo o determinante para su calificación fuera el del éxito electoral o el del beneficio material. Esto supondría la subordinación del derecho al poder. Las decisiones políticas deben ser morales y justas, no sólo consensuadas o eficaces; por tanto, deben fundamentarse en la razón acorde con la naturaleza del ser humano. No es cierto que las disposiciones legales sean siempre morales y justas por el mero hecho de que emanen de organismos políticamente legítimos.

Ese punto convierte en inmoral e injusto el actual sistema democrático en España. Más que nada porque desde el mismo se han practicado y se seguirán practicando políticas inmorales e injutas. Siendo así, lo lógico, por no decir que es un deber, es que los católicos usemos todos los medios que nos permite el evangelio y el magisterio para combatir dicho sistema. No es plan ahora de señalarlos. Basta con que quede constancia de que esa posibilidad queda abierta.

4. En concreto, como ha señalado el Papa en agosto, aquí en Madrid, la recta razón reconoce que hemos sido creados libres y para la libertad, pero que no actúan de modo conforme con la verdadera libertad quienes “creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces y cimientos que ellos mismos; desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias; dar a cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento”

Bien, en España tenemos a un partido todavía gobernante, el PSOE, que encaja a la perfección con esa descripción del Papa. Y tenemos al partido que puede gobernar, el PP, que encaja en un 90%, dejando el otro 10% en manos de lo que decidan unos jueces politizados que están mayoritariamente al servicio de la ideología del PSOE. Conmovedor.

5. Por todo ello, hemos de llamar de nuevo la atención sobre el peligro que suponen determinadas opciones legislativas que no tutelan adecuadamente el derecho fundamental a la vida de cada ser humano, desde su concepción hasta su muerte natural, o que incluso llegan a tratar como un derecho lo que en realidad constituye un atentado contra el derecho a la vida. Son también peligrosos y nocivos para el bien común ordenamientos legales que no reconocen al matrimonio en su ser propio y específico, en cuanto unión firme de un varón y una mujer ordenada al bien de los esposos y de los hijos. Es necesario promover nuevas leyes que reconozcan y tutelen mejor el derecho de todos a la vida, así como el derecho de los españoles a ser tratados por la ley específicamente como “esposo” y “esposa”, en un matrimonio estable, que no quede a disposición de la voluntad de las partes ni, menos aún, de una sola de las partes.

Ni uno solo de los partidos con representación parlamentaria cumplen esas condiciones. Y las pocas opciones política minoritarias que sí las cumplen no han podido o no han querido presentarse. ¿Qué hacemos pues, señores obispos? ¿Dónde está el “mayor bien posible” si todo lo que se nos ofrece es un gran mal? ¿Cómo puede hablarse de un deber de votar ante semejante panorama?

6. La grave crisis económica actual reclama políticas sociales y económicas responsables y promotoras de la dignidad de las personas, que propicien el trabajo para todos. Pensamos en tantas familias, carentes de los medios necesarios para subvenir a sus necesidades más básicas. Pensamos también en el altísimo porcentaje de jóvenes que nunca han podido trabajar o que han perdido el trabajo y que, con razón, demandan condiciones más favorables para su presente y su futuro. Son necesarias políticas que favorezcan la libre iniciativa social en la producción y que incentiven el trabajo bien hecho, así como una justa distribución de las rentas; que corrijan los errores y desvíos cometidos en la administración de la hacienda pública y en las finanzas; que atiendan a las necesidades de los más vulnerables, como son los ancianos, los enfermos y los inmigrantes.

Ni que decir tiene que resulta obvio qué partido ha gestionado mejor la economía cuando ha gobernado la nación. Ahora bien, el margen de actuación para marcar la politica económica a seguir que tiene hoy cualquier gobierno español es muy escaso. Dicha política viene marcada por las exigencias de la Unión Europea.

7. El ordenamiento jurídico debe facilitar el ejercicio efectivo del derecho que asiste a los niños y jóvenes a ser educados de modo que puedan desarrollar lo más posible todas sus capacidades. Debe evitar imposiciones ideológicas del Estado que lesionen el derecho de los padres a elegir la educación filosófica, moral y religiosa que deseen para sus hijos. En cambio, ha de ser facilitada la justa iniciativa social en este campo. La presencia de la enseñanza de la religión y moral católica en la escuela estatal - como asignatura fundamental opcional - es un modo de asegurar los derechos de la sociedad y de los padres que exige hoy una regulación más adecuada para que esos derechos sean efectivamente tutelados.

Creo que con el PP hay más posibilidades de que la asignatura de religión no sea finalmente aniquilada. Pero en relación a la EpC, el dirigente popular González Pons acaba de decir que “si ganan, la posición del partido respecto a la asignatura de Educación para la Ciudadanía será la misma que han mantenido hasta ahora en las comunidades gobernadas por el PP". Pregunten ustedes a los padres objetores cómo les han tratado los populares en esas comunidades. Y luego, saquen las conclusiones pertinentes.

8. Recordamos de nuevo que se reconoce la legitimidad moral de los nacionalismos o regionalismos que, por métodos pacíficos, desean una nueva configuración de la unidad del estado español. Y también, que es necesario tutelar el bien común de la nación española en su conjunto, evitando los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública por causa de pretensiones separatistas o ideológicas de cualquier tipo.

Este punto, junto con el siguiente, me parece acertadísimo. La totalidad de los partidos separatistas parten de una manipulación evidente de la historia de España. Los obispos vuelven a recordar que la unidad de la nación es un bien común. Ya lo hicieron en el año 2006, en el documento “Orientaciones morales ante la situación actual de España". Obviamente la unidad de España no es un dogma de fe. Pero sí es doctrina católica que la verdad no debe ser violentada. Y los que desean el quebranto de este país lo hacen usando argumentos que faltan a la verdad. El problema que tenemos es que la práctica totalidad de los partidos nacionalistas son, en esencia, separatistas. Difieren unos de otros en la manera y los tiempos en que quieren acceder a la independiencia de sus regiones, pero la meta final es la misma.

Si yo tuviera que decidir mi voto atendiendo a ese punto, no tendría dudas: votaría UPyD.

9. Una sociedad que quiera ser libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una organización terrorista como representante político de ningún sector de la población, dado que el terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión justa y razonable de la vida.

Basta aplicar ese punto de la nota de la CEE para que quede claro que gran parte del último comunicado de ETA no puede ser asumido, de ninguna de las maneras, desde de la Iglesia. Como ya escribí ayer sobre el tema, sólo me toca recordar que ETA sigue existiendo y sigue pretendiendo ser representante político del pueblo vasco. Y el que no se crea esa parte del mensaje, que tampoco se crea la parte en la que anuncian que van a dejar de asesinar a inocentes.

10. Ante los desafíos que se presentan a la comunidad internacional, son necesarias políticas guiadas por la búsqueda sincera de la paz, basadas en el respeto al derecho, nacional e internacional, así como en la promoción del entendimiento y de la solidaridad entre los pueblos y las culturas.

No estaría de más hablar de la necesidad de la búsqueda de la justicia. Más que nada porque no está claro que el derecho nacional e internacional amparen siempre ese valor tan importante. A veces la paz, entendida como ausencia de conflicto bélico, se sostiene sobre el mantenimiento de situaciones claramente injustas. En ese caso, la paz no es un bien, sino la excusa para no combatir el mal. Y con esto no digo que la guerra sea la solución deseable, pero tampoco olvidemos que la guerra justa es doctrina católica.

Pedimos al Señor de la paz y a su Madre santísima que iluminen a quienes vamos a votar, para que lo hagamos de manera verdaderamente libre y responsable.

Amén. Falta nos hace. Ahora bien, tras leer esta nota mi conciencia me dicta que no debo votar o, si lo hago, mi voto ha de ser en blanco o nulo. Dudo mucho que cambie de opinión de aquí al 20 de noviembre. Eso sí, al decir esto no pretendo juzgar la conciencia de quienes hayan llegado a una conclusión diferente de la mía. Eso es cosa de cada cual delante de Dios.

Luis Fernando Pérez Bustamante