23.10.11

Cabrejos Vidarte, preguntas sin respuestas

A las 1:21 PM, por Andrés Beltramo
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Gran polémica suscitó en Lima y en Roma el artículo del autor de estas líneas “Perú: obispo abre camino al gobierno pro-aborto”, publicado en el sitio Vatican Insider y también en este espacio de Sacro&Profano. El primero en reaccionar fue el directo interesado, Miguel Cabrejos Vidarte, presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP). Sobre todo porque la publicación coincidió con uno de sus múltiples viajes al Vaticano de los últimos meses.

Según el arzobispo de Trujillo habríamos difundido “informaciones falsas y malintencionadas”, le habríamos “acusado de defender las políticas anti-vida” del presidente electo del Perú, Ollanta Humala, en un artículo “arbitrario y gratuito”. Para sostener sus dichos difundió una “nota aclaratoria” que no aclaró en lo absoluto el contenido de nuestro texto y distrajo la atención de los asuntos planteados en el mismo, sustentados tanto en hechos como en documentos.

Por eso y como el derecho de réplica es sacrosanto, le ofrecimos -por diversos canales- una entrevista en formato pregunta-respuesta para que, ahora sí, pudiese responder a las “falsedades” que se nos imputan. Declinó hacerlo. Bueno, más bien no respondió. El que calla, otorga.

Como lo importante del periodismo es reportar la verdad sin hacer cálculos políticos ni defender intereses de grupo, consignamos a continuación las preguntas que Cabrejos Vidarte prefirió no contestar y las cuales constituyen el núcleo de nuestro artículo. Graves interrogantes que aún permanecen sin respuesta.

Porque el presidente de la CEP aún no explica las razones que lo llevaron a conceder una larga entrevista (se puede leer completa aquí) a uno de los periódicos más anticatólicos del Perú, La República, publicada en portada tres días antes de la segunda vuelta electoral del 5 de junio. Tampoco ha dado cuenta del por qué, en ese momento, se pronunció contra uno de los candidatos, Keiko Fujimori y, para hacerlo, criticó ásperamente al cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani.

¿Pensó Cabrejos que sus palabras pasarían desapercibidas? ¿No cayó en la cuenta que, al pronunciarlas, estaba apoyando tácitamente al candidato Ollanta Humala? ¿Desconocía que, a ese aspirante a la presidencia, lo sostenían las más duras activistas pro-aborto de su país?

Según el Código de Derecho Canónico, la ley fundamental de la Iglesia católica, en su número 455 “ni la conferencia (episcopal) ni su presidente pueden actuar en nombre de todos los Obispos a no ser que todos y cada uno hubieran dado su propio consentimiento”. ¿Recordaba monseñor Cabrejos Vidarte esta norma al momento de declarar públicamente que él y solo él es el representante de los obispos del Perú? ¿Pretendía dejar en claro que, siendo el “único representante” episcopal, su opinión contra Fujimori era la opinión de todos los prelados del país? ¿No se dio cuenta que, actuando así, favorecía al candidato Humala?

Y más ¿no le parece un contrasentido haber acusado públicamente a uno de sus hermanos en el episcopado de apoyar un proyecto político contra la vida y, como resultado de tal acusación, haber impulsado la llegada al poder de un gobierno plagado de las más rancias activistas pro-aborto? ¿No tenía conocimiento entonces que la introducción en el debate electoral del tema de las esterilizaciones forzadas en la época del presidente Alberto Fujimori (padre de Keiko) era parte de un plan orquestado por el equipo de campaña de Humala para ganar votos? ¿Era prudente prestarse a una estrategia política de una facción, cuando la Iglesia y sus pastores deben mostrarse por encima de las partes?

Si el presidente no tenía conciencia sobre las repercusiones de sus dichos, un grupo de nueve fieles laicos “notables” le hicieron notar su magnitud en una carta en la cual expresaron desconcierto. No se trata de católicos cualquiera, sino de asesores de la comisión de familia de la conferencia episcopal. Colaboradores del mismo Cabrejos a quienes tuvo a bien no responder, como tampoco contestó a otras solicitudes de explicaciones (por escrito y verbalmente) avanzadas por diversos obispos del país.

¿Por qué ignoró el texto de los “notables” en el cual se le advirtió que su crítica a Cipriani y Fujimori sería tomada como un alineamiento con Humala y que, de ganar ese candidato, llegaría al poder el peor grupo de activistas feministas? El arzobispo de Trujillo tuvo la posibilidad de aclarar su posición y decidió no hacerlo.

Sus acciones (conscientes) favorecieron de hecho a Ollanta. Si no quería dar esa impresión, ¿por qué se reunió con el presidente electo apenas 30 días después de los comicios? ¿Tenía en mente que dicho encuentro significaría mucho más que un simple acto protocolario? ¿No era más prudente esperar que el mandatario asumiese el puesto? Siendo –como lo declaró antes- el “único representante” del episcopado ¿quiso, con su visita, dar legitimidad al nuevo gobierno? ¿Por qué no tocó con Humala la preocupación de la Iglesia por la defensa de la vida, si en ese momento ya tenía certeza de la llegada al poder de numerosas feministas como, por ejemplo, la presidenta de las “Católicas por el Derecho a Decidir”? (un video de ese episodio puede verse aquí).

Todos los hechos que dieron origen al discutido artículo son fácilmente comprobables, fueron difundidos por la prensa. Nada de informaciones falsas entonces. Resulta claro que nuestra investigación no se refería a la defensa o menos de la vida humana de parte de Cabrejos, sino a sus actos con respecto a un gobierno que, se da el caso, es declaradamente pro-aborto. Por eso su “nota aclaratoria” no aclara nada.

El texto, huelga decir, no es oficial de la conferencia episcopal aunque esté redactado en papel con el logo de la misma. Simplemente porque ningún obispo lo votó ni aprobó, por eso tampoco aparece en el sitio web de ese organismo. Se trata de la defensa personal del presidente hecha pasar por declaración institucional.

De todas maneras el arzobispo estaba en todo su derecho de dejar sentada su posición con respecto a la defensa de la vida. Pero, al hacerlo, no respondió al nudo del asunto y, mucho menos, demostró las acusaciones lanzadas contra la profesionalidad de este periodista. Porque, es importante repetir, el artículo nunca versó sobre la adhesión de Cabrejos a la doctrina de la Iglesia, conocida y comprobada, sino al desconcierto de los fieles peruanos ante las posiciones públicas de uno de sus pastores más relevantes.

Si el presidente de la Conferencia Episcopal del Perú quiere replicar debería responder estas sencillas preguntas, interrogantes que aún permanecen sin respuesta. Porque el interés de todos es que prevalezca la verdad y, en su búsqueda, ningún ejercicio periodístico resulta “arbitrario y gratuito”.