24.10.11

 

Sabrán ustedes, y si no lo saben se lo digo, que en la diócesis de Bilbao existe un foro de cura abertzales que cuenta con una web en la que suelen compartir sus anhelos, sus opiniones, su espiritualidad de altos vuelos, etc. No está claro cuántos sacerdotes forman parte de ese foro. Mis fuentes me dicen que son una minoría no excesivamente numerosa pero sí ruidosa. La diócesis vizcaína no tiene el mismo problema que su vecina guipuzcoana en cuanto al número y la influencia del clero batasuno/filo-batasuno, pero no hay que ir muy lejos para encontrarse ni más ni menos que un párroco de Bilbao que hace no mucho dijo que “Eta, cuantos más militantes, mejor”.

El caso es que a esos curas no les ha gustado nada, lo que se dice nada, el cartel de la Campaña del Domund de este año. Dicen en la web que dicho cartel “nos ha indignado a muchos y hemos decidido enviar íntegramente la colecta que se haga ese fin de semana, a través de CARITAS, a Somalia, con la intención de paliar la hambruna de aquel territorio“.

Y ustedes se preguntarán si se puede saber qué hay en dicho cartel que les moleste tanto a estos presbíteros. Pues muy fácil. Aparece el mapa de España y en el mismo están las vascongadas y Navarra. Y claro, para quien pone por delante de Cristo, de la Iglesia, del Domund y de cualquier otra cosa su idolatría hacia la causa nacionalista separatista, un cartel así es toda una ofensa, un “intento claro de españolización“.

Cuando ayer comenté este tema con un sacerdote amigo, su reacción fue inmediata: “están enfermos, están locos“. Ojalá fuera una enfermedad mental la que provocara semejantes actitudes impropias de sacerdotes católicos. De ser así, su responsabilidad moral estaría disminuida o incluso anulada. Pero no, su enfermedad no es de orden psicológico o psiquiátrico. Es una enfermedad del alma. Y mortal. El problema es que no solo enferman ellos, sino que son como células cancerígenas que se extienden por todo el Cuerpo de Cristo en la Iglesia del País Vasco.

Actitudes como esa demuestran que el drama que se vive en esa tierra no desaparecerá con un mero comunicado de la banda terrorista. La violencia no es otra cosa que la consecuencia final de un odio -en este caso a España- que vemos presente en ese foro de curas de Vizcaya. Y si está presente dentro de la Iglesia, ¿cómo no lo va a estar en medio de quienes no tienen como referente a Cristo?

Mucho camino tienen por delante los obispos de las diócesis vascas. Su labor es muy compleja. Debemos tener paciencia y confiar en que el Señor les ayudará a tomar las medidas oportunas en el tiempo oportuno. Nadie piense que en 2-3 años se puede solucionar un mal que lleva instalado décadas. Pero nadie piense tampoco que ese mal va a desaparecer por sí solo por el método “biológico". Una de las claves del futuro de esas diócesis está en sus seminarios. Y eso lo saben todos. Por eso hay que ser optimistas. Se empiezan a hacer las cosas bien. Antes o después, se recogerán los frutos.

Luis Fernando Pérez Bustamante