3.11.11

Es bueno y necesario protestar por la exhibición de las obras blasfemas

A las 6:17 PM, por Milenko
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Hace pocos días en París han presentado una obra de lo más borde, irrespetuoso, ofensivo con el cristianismo. Ofensa a Dios y a hombre, porque… ¡anda que el estilo!… En una palabra, una obra diabólica. Inspirada por el enemigo eterno. Nada menos que dejando excrementos delante de una imagen de Cristo. Unos cinco mil cristianos protestaron frente al lugar de exhibición de… de eso. Resulta que unos cuantos de los que protestaron lanzaron huevos a los que vinieron a ver “eso”. ¿Cuántos? No sé, supongo que unos cuantos querrá decir 3, o 4, o tal vez 10. ¿Y qué? ¿Vamos a hablar de esa cuestión realmente nimia comparada con lo que ocurre a diestro y siniestro? Si hubiesen tirado las piedras o cuchillos, bueno. Pero huevos, no es para tanto. Desde luego yo no lo haría, ¿qué gano con eso?, pero sí que estaría allí. Y 10 de 5.000 sencillamente no es nada.

Máxime cuando en los sacrosantos lugares del laicismo europeo están surgiendo ya, mucho antes de lo que me podía imaginar, las zonas sencillamente controlada por la Sharia:

Ni muchísimo menos quiero que los cristianos reproduzcan ataques violentos que llevaron a cabo estos días determinados musulmanes en Francia por la publicación de esta viñeta:

Pero que por otro lado, los cristianos tenemos muchísimos más motivos para denunciar imágenes como esta:

utilizada como portada por la misma revista francesa. No solamente denunciar, sino pedir su retirada y el castigo, aplicado por el estado de derecho, a sus autores. Porque estas ofensas no están cubiertas por la libertad de expresión. Yo no necesito, ni debo, burlarme de Mahoma para decir que no es mi profeta. No soy un musulmán, soy un cristiano, y por lo tanto creo y afirmo que Jesucristo es el Hijo de Dios y punto, no admito pues que Mahoma sea un profeta. Y allí termina el asunto.
Lo sucedido pocos días después de la protesta de estos 5.000 cristianos deja al descubierto, por enésima vez, la hipocresía del Occidente actual. Su bajeza moral. Pero la mencionada protesta muestra la necesidad de unión de cristianos en defensa de su fe, de lo que les es sagrado.
Leo estos días la entrevista con el cardenal húngaro Ergö. Comenta, respecto al diálogo con los ortodoxos, que ellos no llevan el tema teológico (lo lleva la Santa Sede), pero sí práctico. Se unen en defensa de los valores que les son comunes, porque coinciden en tantas cosas frente a este mundo tan secularizado.
¿Por qué digo esto? Porque resulta que el “fallo” de la protesta de París, según algunos círculos eclesiásticos, es que ha sido convocada por alguna asociación de la órbita de la FSSPX. ¿Y qué? ¿Les vamos a prohibir acaso hablar en nombre de Cristo al no estar con nosotros? Vive Dios que por cosas como estas no tardaré ni un segundo de unirme y a los protestantes y a los ortodoxos y a quién sea para exigir el cese de la ofensa a Dios. No entro en los debates teológicos. El que algunos de la FSSPX no acepten el Novus Ordo me sienta como el tiro en el alma. “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Y por eso los papas, todos y cada uno, no se equivocan al defender y explicar la fe porque Cristo no se puede equivocar. Porque Él ha dicho “todos los días”.Y estamos aquí por Cristo, por nuestro bienamado Jesús, el nombre más dulce de los que hay, estando en los labios de tantos santos en la hora de la muerte o martirio.
¿Pero va a impedir esto que proteste en contra de la blasfemia? ¡Por favor! Es más, la unión tiene que verse, tiene que palparse, tiene que promoverse desde abajo, no solamente desde arriba. El Papa hace lo que le corresponde y yo debo hacer lo que me corresponde a mí.
Sigo leyendo al Cardenal , porque esta sí que es buena. Resulta que tan sonado cambio constitucional húngaro ha sido fundamentalmente obra de los protestantes (¡?). Esto ya es el colmo. Desde luego, los católicos “en regla” nos parecemos a aquellos indios que vendían oro por un par de baratijas de cristal. No valoramos lo que tenemos, al juzgar de nuestras reivindicaciones y nuestros reclamos y empuje en la comunidad humana.
En fin, todo un camino que recorrer y deberes por hacer.