4.11.11

Eppur si muove - ¿Por qué no se entiende la doctrina católica?

A las 12:20 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
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Es comprensible que, para algunas personas, resulta complicado e, incluso, imposible de entender, ciertos aspectos de la teología católica. Teniendo en cuenta que no todo creyente tiene el conocimiento y la formación suficientes como para ser capaz de discernir entre varias opciones ante una determinada realidad, tampoco vamos a pedir lo que no puede ser y que, además, es imposible.

Muchas veces sucede, por ejemplo, que hay católicos que siéndolo y reconociéndose como tales por la práctica, no llegan a comprender que, por ejemplo, quien así se diga que es no puede hacerle el juego a festividades paganas (como, por ejemplo, Halloween) ni tampoco faltar al primer mandamiento de la Ley de Dios (“Amarás a Dios sobre todas las cosas”) olvidando la Providencia del Creador y entregándose, es un decir, a prácticas quirománticas, tarotistas o cosas por el estilo e, incluso, olvidar que es conveniente recibir la comunión de rodillas y en la boca porque es la forma ordinaria de hacerlo y no, como se ha difundido (aún siendo excepción) hacerlo de pie y en la mano.

A esto se le puede achacar que la formación católica es bastante escasa y que, en realidad, poco más se puede pedir que no sea insistir en la necesidad de dar explicación, como diría San Pedro, de la “razón de nuestra esperanza” haciendo hincapié en el hecho de que la misma tiene una razón de ser, un espíritu y un sentido.

Y, sin embargo, hay algo que es mucho peor porque en todo, aquí también, hay quien supera el nivel de manipulación de la doctrina católica de tal forma que nos hace preguntarnos si es que no se entiende, por quien debería (repito “por quien debería”) lo que dice la misma y si es que es imposible atenderla y no saltarse a la torera su contenido y, por eso mismo, su verdad.

Alguien dirá que ya estamos con de siempre pero es que lo que pasa es, precisamente, lo de siempre y nunca debemos cansarnos de poner negro sobre blanco para que se vea lo que es y lo que no es.

Podemos poner muchos ejemplos que podían servir de formas de manifestar que, en determinadas ocasiones, quien no entiende, sabiendo que sabe, es porque no quiere entender y porque no le conviene entender y, en fin, porque tiene otro proyecto para la Iglesia católica que no es, precisamente, el que es.

Aborto

Sobre este tema hay mucho escrito como para que nadie pueda dudar acerca de la ilicitud e ilegitimidad del mismo y, aunque el Concilio Vaticano II no pueda ser considerado como uno que lo fuera dogmático sino pastoral no es poco cierto que en la Constitución Pastoral Gaudium et spes (51) se dejó dicho que “de esta cooperación de Dios en la procreación del hombre viene la inviolable dignidad de la persona humana, y por eso ‘la vida, desde su concepción, ha de ser custodiada con el máximo cuidado. El aborto y el infanticidio son crímenes abominables”.

Pero cualquier creyente avisado de la doctrina que respeta sabe que hay demasiado dicho sobre la aborto como para mirar para otro lado y, por ejemplo, amparar como sea (por acción o por omisión) crimen tan horrible como es el de matar a un ser humano que se encuentra en el seno materno.

Celibato

Sobre este tema debería ser suficiente esto:

Exhortación apostólica Pastores dabo vobis (29), del beato Juan Pablo II: “Es particularmente importante que el sacerdote comprenda la motivación teológica de la ley eclesiástica sobre el celibato. En cuanto ley, ella expresa la voluntad de la Iglesia antes aún que la voluntad que el sujeto manifiesta con su disponibilidad, pero esta voluntad de la Iglesia encuentra su motivación última en la relación que el celibato tiene con su ordenación sagrada, que configura al sacerdote con Jesucristo, Cabeza y Esposo de la Iglesia. La Iglesia, como Esposa de Jesucristo, desea ser amada por el sacerdote de modo total y exclusivo, como Jesucristo Cabeza y Esposo la ha amado. Por eso el celibato sacerdotal es un don de sí mismo en y con Cristo a su Iglesia, y expresa el servicio del sacerdote a la Iglesia en y con el Señor.

Aquí sobre cualquier tipo de comentario.

Sacerdocio femenino

Sobre este tema debería hacer pensar a más de uno, que parece no entender, lo que sigue y que consta en la Carta Apostólica del beato Juan Pablo II (1988) “Mulieris dignitatem”. Dice el Papa polaco que el hecho de que la mujer “no recibiera la misión propia de los Apóstoles ni el sacerdocio ministerial muestra claramente que la no admisión de las mujeres a la ordenación sacerdotal no puede significar una menor dignidad ni una discriminación hacia ellas”.

Y es que, además de lo apuntado arriba, como no podía ser menos dado lo peliagudo del tema, la Esposa de Cristo ha dicho más que suficiente al respecto, al menos, en dos documentos que son, a saber, la Declaración sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial de título Inter insigniores de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (1976) y la Carta Ordinatio Sacerdotalis, del beato Juan Pablo II, relativa a la “ordenación sacerdotal reservada sólo a los hombres”.

Parece, sin embargo, que resulta imposible entender la doctrina católica en estos temas que son de los que más llaman la atención a los creyentes (allá los que no lo sean) que procuran meter el dedo en el ojo siempre que pueden sin entender, esto sí es posible, que las cosas, estando como están son como están.

Eleuterio Fernández Guzmán