ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 9 de noviembre de 2011

Santa Sede

La ley es un don que nos hace libres

Antes que nada es necesario dejarse fascinar por Cristo

Mundo

El cardenal Rouco invitó a hablar de Cristo en las movidas

Monseñor Arancedo presidirá a los obispos argentinos

La Santa Sede apuesta por las nuevas tecnologías

Hablar de Dios en la vida pública

Flash

Es más cómodo ser monaguillo que protagonista

Vivir la grandeza de los amores que aquí se respiran

Cuatro millones de niños en peligro de muerte

Documentación

El Señor, la mejor heredad

María, clave en la cascada de luz que iluminó Madrid en la JMJ


Santa Sede


La ley es un don que nos hace libres
Benedicto XVI llamó en la catequesis a vivir la radicalidad del Evangelio
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- Este miércoles, Benedicto XVI ha dirigido a los fieles y peregrinos venidos a la Audiencia, de Italia y de todo el mundo, una catequesis, comentando el salmo 119, que forma parte del ciclo que está dedicando a la oración.

Tras explicar la técnica poética del salmista, Benedicto XVI ha enseñado que el tema central del salmo es “un imponente y solemne canto sobre la Torah del Señor, es decir sobre la Ley, término que, en su acepción más amplia y completa, hay que entender como enseñanza, instrucción, directiva de vida”.

“Porque la Ley divina –ha dicho el papa- no es un yugo pesado de esclavitud, sino don de gracia que nos hace libres y que nos lleva a la felicidad”.

De la fidelidad a la ley a la Palabra del salmista, Benedicto XVI ha pasado a comentar la actitud de la madre del Señor: “que 'custodiaba, meditándolas en su corazón' las palabras que le habían sido dirigidas y los sucesos maravillosos en los que Dios se revelaba, pidiendo su sí”.

“Es Ella, de hecho, la verdadera 'beata', proclamada como tal por Isabel por 'haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor'”, y “es de Ella y de su fe de quien el mismo Jesús da testimonio cuando, a la mujer que gritaba 'Bendito el seno que te ha llevado', responde: 'Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican'”.

“La ley divina, objeto del amor apasionado del salmista y de todo creyente, es fuente de vida –añadió Benedicto XVI--. El deseo de comprenderla, de observarla, de orientar hacia ella todo el propio ser es la característica del hombre justo y fiel al Señor, que la 'medita día y noche'”.

El papa se detuvo en el versículo 57: “El Señor es mi herencia:yo he decidido cumplir tus palabras”. Y a este propósito recordó dos textos del Pentateuco que utilizan el término herencia: “Y el Señor dijo a Aarón: 'Tú no recibirás una herencia en el territorio de los israelitas ni tendrás una parte entre ellos: yo soy tu parte y tu herencia'”, Libro de los Números (18,20), y el Deuteronomio afirma: “Por eso Leví no tiene parte ni herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él mismo se lo ha declarado(Dt 10,9; cfr. Dt 18,2; Gs 13,33; Ez 44,28)”.

Es decir –explicó el papa- los levitas, mediadores de lo sagrado y de la bendición divina, no pueden poseer, como otros israelitas, este signo exterior de la bendición y esta fuente de subsistencia”. Estos versos, subrayó Benedicto XVI, “son de gran importancia para todos nosotros también hoy. Antes que nada para los sacerdotes, llamados a vivir sólo del Señor y de su Palabra, sin otras seguridades, teniéndolo a Él como único bien y única fuente de verdadera vida. Desde esta perspectiva se entiende la libre elección del celibato por el Reino de los cielos, a redescubrir en su belleza y en su fuerza”.

Y estos versículos son importantes, también, “para todos los fieles, pueblo de Dios perteneciente a Él sólo, 'reino de sacerdotes' para el Señor, llamados a la radicalidad del Evangelio, testigos de la vida llevada por Cristo nuevo y definitivo 'Sumo sacerdote' que se ha ofrecido en sacrificio para la salvación del mundo”. “El Señor y su Palabra: estos son nuestra “tierra”, en la que vivir en la comunión y en la alegría”.

“Dejemos, por tanto que el Señor nos introduzca en el corazón este amor por su Palabra y nos dé el tener siempre en el centro de nuestra existencia a Él y a su santa voluntad”, exhortó.

“Y que María, que ha acogido y generado la Palabra, sea guía y consuelo, estrella polar que indica el camino de la felicidad”, concluyó el papa.

Ver texto completo de la catequesis papal en: http://www.zenit.org/article-40861?l=spanish

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Antes que nada es necesario dejarse fascinar por Cristo
Tres consejos del Papa a los sacerdotes
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- Para que los sacerdotes puedan crecer en conformidad con Jesús, según el papa Benedicto XVI, deben ser respetadas, al menos, tres condiciones: la primera es la de dejarse fascinar por Él, por sus palabras, por sus gestos y por su misma persona.

El Pontífice hizo estas tres sugerencias durante las vísperas celebradas el pasado viernes 4 de noviembre, con ocasión de la apertura del Año Académico de las Universidades Pontificias.

Recordando el 70 aniversario de la institución, por el papa Pío XII, de la Obra Pontificia para las Vocaciones Sacerdotales, Benedicto XVI centró su reflexión sobre el ministerio sacerdotal, observando que sus palabras se pueden aplicar a otros, desde el momento en que “es importante para todos, de hecho, aprender cada vez más a 'permanecer' con el Señor”.

“Hay algunas condiciones para que haya una creciente consonancia con Cristo en la vida del sacerdote --afirmó el Papa--: la aspiración a colaborar con Jesús en la difusión del Reino de Dios, la gratuidad del compromiso pastoral y la actitud de servicio”.

El obispo de Roma afirmó que en el sacerdocio “está el encuentro con Jesús y el sentirse fascinados, tocados por sus palabras, por sus gestos y por su misma persona. Significa reconocer, en medio de tantas voces, su Voz. Es como ser alcanzados por la irradiación del Bien y del Amor que provienen de Él, sentirse implicados y partícipes hasta el punto de desear permanecer con Él como los dos discípulos de Emaús”.

El ministro del Evangelio es el que se ha dejado tomar por Cristo, continuó el Santo Padre, “que sabe 'permanecer' con Él, que entra en sintonía, en amistad íntima con Él, para que todo se haga 'como a Dios le gusta'”.

Después, Benedicto XVI habló de la vocación sacerdotal de “ser administradores de los Misterios de Dios, no por interés vergonzoso sino con ánimo generoso”.

“La llamada del Señor al ministerio no es fruto de méritos particulares, sino que es un don que acoger, y al que corresponder dedicándose no a un proyecto propio sino al de Dios, de un modo generoso y desinteresado”, destacó el papa.

“Nunca debemos olvidar --como sacerdotes- que el único ascenso legítimo hacia el ministerio de pastor no es la del éxito sino el de la Cruz”.

Finalmente, exhortó a los sacerdotes a que viviesen como siervos, ya sea en el sentido de ser modelos para los fieles, como en el de ser siervos de los sacramentos.

“Es una vida, por tanto, marcada profundamente por este servicio: por el cuidado atento del rebaño, por la celebración fiel de la liturgia y por la atención solícita hacia todos los hermanos, especialmente hacia los más pobres y necesitados”, dijo Benedicto XVI, y concluyó: “En el vivir esta 'caridad pastoral' en el modelo de Cristo y con Cristo, donde el Señor lo llame, todo sacerdote podrá realizarse a sí mismo y a su vocación”.

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Mundo


El cardenal Rouco invitó a hablar de Cristo en las movidas
El arzobispo de Madrid honró a la Virgen de la Almudena
MADRID, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Con María, ¡Siempre Sí!, es el lema con el que se celebran este año los actos en honor a la patrona de la Archidiócesis de Madrid, Santa María la Real de la Almudena. En la vigilia de la fiesta, ante numerosos jóvenes, el cardenal de Madrid invitó a hablar de Cristo hasta en las “movidas” del fin de semana.

Este miércoles, el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco, presidió la misa solemne en la Plaza Mayor de la capital de España. Durante la eucaristía, el alcalde de Madrid José María Ruiz Gallardón renovó el Voto de la Villa. Luego, la imagen de la Virgen fue llevada en procesión por las calles del centro de la ciudad.

En su homilía el cardenal Rouco recordó la historia de la patrona de Madrid y se detuvo en recordar la Jornada Mundial de la Juventud, celebrada este verano en la capital. Dijo que María fue una de las claves de la "cascada de luz" que iluminó estas inolvidables jornadas en las que la juventud invadió pacíficamente las calles (ver texto completo de la homilía en: http://www.zenit.org/article-40858?l=spanish). 

La Plaza de la Almudena acogió durante varios días la tradicional ofrenda floral en honor a la Virgen que se prolongó hasta este miércoles, a las 21,00 horas.

Por la tarde, la catedral de la Almudena acogió un concierto en honor a la Virgen, a cargo del Orfeón de Madrid.

Tanto la cripta como la catedral permanecieron abiertas todo el día y los fieles pudieron subir a venerar la imagen de la Virgen de la Almudena en su altar.

Con motivo de la celebración del centenario de la cripta de la catedral, Benedicto XVI concedió un año jubilar con indulgencia plenaria, que concluirá el 31 de diciembre de 2011.

Este martes, se celebró la vigilia de la fiesta en una catedral llena de jóvenes. “En esta vigilia de la Almudena hay nuevas caras”, así empezó la homilía el cardenal Rouco, según informa hoy el diario La Razón. “Es una muestra de que las Jornadas de la Juventud han tocado el corazón de muchos”, subrayó.

El arzobispo de Madrid resumió en cuatro puntos las lecciones de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) celebrada este verano en la capital, presidida por el papa: escuchar la Palabra de Dios, recordando el catecismo joven YouCat que definió como un gran instrumento para conocer a Cristo; integrarse en una comunidad; vivir el servicio; y, por último, evangelizar.

El cardenal animó a los jóvenes a hablar de Cristo “en la escuela, con los amigos, y no sé yo si se podrá hacer donde las 'movidas' nocturnas de los viernes y los sábados, pero quizá sí, porque la gente está muy 'tocada' y se les puede dar testimonio de Cristo”.

El cardenal anunció que está pensando en otro proyecto juvenil: “Hace ocho años hicimos una misión universitaria, y a lo mejor deberíamos organizar otra”.

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Monseñor Arancedo presidirá a los obispos argentinos
Elegida la nueva Ejecutiva de la Conferencia Episcopal
BUENOS AIRES, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz José María Arancedo, fue elegido este martes nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), en la asamblea electiva que se inició este 7 de noviembre.

Alrededor de 90 obispos eligieron este martes la nueva Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal, en el marco de la 102 Asamblea Plenaria que hasta el sábado 12 de noviembre se desarrolla en la casa de ejercicios El Cenáculo-La Montonera, de Pilar.

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz José María Arancedo, fue elegido nuevo presidente de los obispos argentinos, cargo que ejercerá en el trienio 2011-2014.

El prelado santafesino será secundado por el obispo de Neuquén, monseñor Virginio Bressanelli, y por el arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, en las vicepresidencias primera y segunda, respectivamente, mientras que el auxiliar de Buenos Aires Enrique Eguía Seguí fue reelecto como secretario general.

La reunión episcopal se inició con una eucaristía presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio. El cardenal reivindicó la maternidad de la Virgen María y se refirió a la relación entre lo temporal y lo divino.

“La mediación de María a la que nos referimos hoy; mediación de mujer que no reniega de su maternidad, la asume desde el principio; maternidad con doble parto, uno en Belén y otro en el Calvario; maternidad que contiene y acompaña a los amigos de su Hijo el cual es la única referencia hasta el fin de los días”, destacó al reflexionar sobre el evangelio de las Bodas de Caná.

Monseñor José María Arancedo nació en Buenos Aires en 1940; ordenado sacerdote en 1967, en Lomas de Zamora, por monseñor Alejandro Schell, obispo de Lomas de Zamora; ordenado obispo, en 1988, en la catedral de Lomas de Zamora por monseñor Desidero Elso Collino, obispo de la diócesis; trasladado como obispo de Mar del Plata, tomó posesión de esta sede en 1991; promovido a arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, tomó posesión de esta sede e inició su ministerio pastoral como cuarto arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, en 2003.

Monseñor Virginio Domingo Bressanelli nació en la ciudad de Beravebú, Santa Fe, en 1942; ordenado sacerdote en 1966 en Roma, en el Instituto de Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús (Dehonianos); ordenado obispo de Comodoro Rivadavia, en 2005, por monseñor Pedro Ronchino obispo emérito de Comodoro Rivadavia; fue trasladado como obispo coadjutor de Neuquén en 2010 y confirmado este 8 de noviembre como nuevo obispo de Neuquén, al aceptarle el papa Benedicto XVI la renuncia a su antecesor, monseñor Marcelo Melani.

Monseñor Mario Antonio Cargnello nació en San Fernando del Valle de Catamarca, en 1952; ordenado sacerdote en 1975; ordenado obispo de Orán en 1994 por monseñor Elmer Osmar Ramón Miani, obispo de Catamarca; promovido a arzobispo coadjutor de Salta en 1998; es arzobispo de Salta por sucesión desde 1999.

Monseñor Enrique Eguía Seguí nació en Buenos Aires, en 1962; ordenado sacerdote en 1988 en Buenos Aires por el cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires; elegido obispo titular de Cissi y auxiliar de Buenos Aires en 2008 por Benedicto XVI, ordenado obispo el mismo años, en la catedral de Buenos Aires, por el cardenal Jorge Mario Bergoglio SJ, arzobispo de Buenos Aires.

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La Santa Sede apuesta por las nuevas tecnologías
Curso on-line para profesores de religión de la Universidad de Deusto
BILBAO, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- La Congregación para la Educación Católica de la Santa Sede ha aprobado el plan presentado por la Universidad de Deusto para la formación teológica en modalidad on-line, que se imparte desde este curso 2011-2012.

Según informa esta universidad, “es un reconocimiento a la innovación docente realizada por la Facultad de Teología, que se enmarca en el esfuerzo de adaptación de sus titulaciones al establecimiento del Proceso Bolonia desarrollado por la Universidad de Deusto, y ha sido valorado muy positivamente por el Vaticano”.

Para impartir esta modalidad on-line se utiliza una plataforma multimedia para el desarrollo de las asignaturas, y se apoya en otros recursos como la participación en sesiones presenciales programadas para cada asignatura; tutorías y trabajos personales.

Las titulaciones universitarias de Teología (Bachiller, Licenciado y Doctor) tendrán todos los efectos civiles correspondientes a los niveles académicos universitarios de Grado, Máster y Doctor respectivamente.

Las titulaciones de Teología, además de complementar cualquier otra formación de grado superior, capacitan por sí mismas, no sólo para el desempeño de los ministerios ordenados en la Iglesia sino también para otras tareas como agente de pastoral al servicio de la diócesis, de congregaciones religiosas y sociedades de vida apostólica a desarrollar en áreas de juventud, animación del tiempo libre, pastoral de la salud, familiar u otros ámbitos, o medios de comunicación entre otros muchos y también en tareas educativas ya que capacitan a sus titulados para enseñar Religión en Primaria, Secundaria y Bachillerato, con una formación de rango y nivel universitario.

“Los estudiantes son, en su mayoría, personas que trabajan y quieren sacar el título para dar clases de Religión”, explica el decano de la facultad de Teología Vicente Vide a elcorreo.com. El decano opina que refleja también “la apuesta de la Santa Sede por las nuevas tecnologías”. “En Deusto, además, hemos ajustado estas titulaciones a los requisitos del Ministerio de Educación”, concluye.

Para saber más: www.deusto.es.

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Hablar de Dios en la vida pública
Congreso sobre Libertad Religiosa y Nueva Evangelización
MADRID, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Del 18 al 20 de noviembre, en Madrid, España, tendrá lugar el XIII Congreso Católicos y Vida Pública con el lema Libertad religiosa y Nueva Evangelización. Asisten destacadas personalidades nacionales e internacionales de la actividad política y la fe, en un evento organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (AcdP).

“Somos conscientes de que ambos temas forman parte de la preocupación pastoral de la Iglesia. Recientemente, el santo padre nos ha recordado la necesidad de la libertad religiosa como garantía de las demás libertades”, afirman en su página web los organizadores sobre el lema del evento.

“Por este motivo --añaden--, pensamos que ante el reto de la Nueva Evangelización, es necesario recordar el marco político adecuado donde ésta es posible” y “no podemos perder de vista la necesidad de poder hablar de Dios en la vida pública”.

La Defensora del Pueblo María Luisa Cava, el vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) José Peña, el exalcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano y el diplomático Francisco Javier Rupérez, entre otros, intervendrán en este congreso.

El presidente de la ACdP y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU Carlos Romero, abrirá los trabajos del encuentro, organizado por la Universidad CEU San Pablo y la ACdP.

También estarán presentes el nuncio apostólico monseñor Renzo Fratini, el obispo auxiliar de Madrid César Franco, el vicepresidente de la AcdP Emilio Navarro. El director del congreso es José Francisco Serrano.

Iniciará el turno de ponencias el profesor de Filosofía del Derecho y presidente de la Unión de Juristas Católicos Italianos Francesco D'Agostino, que será introducido por Álvarez del Manzano. Hablará sobre Libertad religiosa, Dignidad Humana y Derechos Humanos.

El sábado 19, tendrá lugar la ponencia Desafíos y Esperanzas de la Libertad en un Mundo Globalizado por el profesor de Oxford Mathew Fforde.

Este día intervendrá también la directora de Proyectos Internacionales de la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) Regina Lynch, que abordará el tema Libertad, Religión y Espacio Público.

Diversos temas se tratrán también en meses redondas, distribuídas a lo largo de la programación del congreso.

El domingo 20, el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española Antonio María Rouco, presidirá la eucaristía de clausura.
El Congreso Católicos y Vida Pública es hoy un referente dentro del catolicismo social español. El congreso, dicen los organizadores, “quiere hacer visible este deseo y contribuir a la presencia de Dios en la vida pública mediante el testimonio cristiano”.

Desde hace unas cuantas ediciones los niños son también los protagonistas del congreso: “En el congreso puede participar toda la familia. De hecho, el congreso Infantil, no es un anexo del congreso, sino que es el Congreso. En él, los más pequeños se forman para ser capaces de discernir lo bueno de lo malo y sentirse protagonistas”.

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Flash


Es más cómodo ser monaguillo que protagonista
El cardenal Bergoglio se despide de la presidencia
BUENOS AIRES, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Jorge Bergoglio se despidió de la presidencia de los obispos argentinos con una larga entrevista. En la misma, hace un repaso por la situación de la Iglesia. Sobre los laicos, afirma que corren peligro de “clericalización” y que es más fácil ser monaguillo que protagonista.

Sobre Buenos Aires, afirma –en una larga entrevista concedida a la agencia AICA- que hay muchas cosas por hacer: “Hay que seguir caminando e ir haciéndolas de a poco. Ésta es una ciudad que de noche tiene tres millones de habitantes y de día ocho”.

En este sentido, se refirió a la pastoral urbana y el congreso celebrado hacia fines de agosto en la región de Buenos Aires, que “nos hizo mucho bien”. “Nos hizo caer en la cuenta de que lo monocultural no corre. Decían en el Congreso que hay 6 o 7 ciudades imaginarias en Buenos Aires. El gran esfuerzo no solamente es inculturarnos --que siempre hay que hacerlo- sino comprender los lenguajes que van llegando que son totalmente distintos. Aparecida tiene unas consideraciones muy fuertes sobre la pastoral urbana”.

¿Cómo ve a los laicos en la Argentina? “Hay un problema, lo dije otras veces: la tentación de la clericalización. Los curas tendemos a clericalizar a los laicos. No nos damos cuenta pero es como contagiar lo nuestro. Y los laicos --no todos pero muchos- nos piden de rodillas que los clericalicemos porque es más cómodo ser monaguillo que protagonista de un camino laical. No tenemos que entrar en esa trampa, es una complicidad pecadora. Ni clericalizar ni pedir ser clericalizado. El laico es laico y tiene que vivir como laico con la fuerza del bautismo, lo cual lo habilita para ser fermento del amor de Dios en la misma sociedad, para crear y sembrar esperanza, para proclamar la fe, no desde un púlpito sino desde su vida cotidiana. Y llevando su cruz cotidiana como la llevamos todos. Y la cruz del laico, no la del cura. La del cura que la lleve el cura que bastante hombro le dio Dios para eso”.

¿Qué opina del concepto del papa Benedicto XVI que habla de la "belleza tecnológica"?
“Sí, las instituciones eclesiásticas siempre se han entendido más con la categoría "verdad" y no con la de "bondad" y la de "belleza". La comunicación supone las tres. Comunicarse supone decir una cosa que uno entiende que es verdad, decirla con bondad y con belleza. Las tres juntas. Las instituciones eclesiásticas todavía no desarrollaron sobre todo la dimensión de la belleza. Creo que hay que trabajar mucho en eso. La belleza en el mensaje, en la transmisión, la vida misma, la captación de las cosas, las cosas son verdaderas, buenas y bellas. Y si le falta algo le falta algo de las tres. Una verdad que no es buena termina siendo una bondad no verdadera. Van juntas. Lo mismo con la belleza. O sea, que la relación tiene que ir por esos carriles. Y tenemos que hacer un esfuerzo por que eso madure y progrese. [Recomienda la lectura del documento conciliar Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social.]”.

¿Cuál es su mirada sobre el CELAM? “Que ha crecido, va madurando. De algo meramente funcional, porque tenía que ser así cuando empezó, se ha transformado en algo inspirativo. La última Conferencia del Episcopado en Aparecida es levadura de inspiración más que bajada de línea funcional. Es un llamado a la creatividad, marca líneas de misionalidad, no termina con un documento como las anteriores conferencias sino que termina con una misión. Eso es muy importante”.

Sobre Aparecida. Sus luces, sus sombras, afirma: “La inspiración del Espíritu es la gran luz que hubo ahí. Sombras son las mil y una cositas que trababan y tuvimos que superar. Pero no me atrevería a decir que la mayor luz fue ésta. Creo que todo fue un complejo de luces y sombras y que ganó la luz. Es la primera conferencia general del episcopado que se hace en un santuario mariano que tiene capacidad para 35.000 personas. Todos los días concelebrábamos los 200 y pico de obispos con gente. Los días de semana había poquita gente: 200, 300 personas, poquitas… Sábado y domingo, 30.000. Y las sesiones se hacían debajo del santuario, en instalaciones que hay ahí para los peregrinos. De manera que nuestra música de fondo eran los cantos del santuario. La voz del pueblo de Dios. Ésa fue una de las grandes luces de Aparecida: el pueblo de Dios metido en la conferencia, en un santuario mariano, la casa de la Madre”.

Entrevista completa en: http://www.aica.org/index.php?module=displaystory&story_id=29236&format=html&fech=2011-11-09.

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Vivir la grandeza de los amores que aquí se respiran
Clausura del Año Santo de Gracia-Poveda
GUADIX, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- Con una solemne eucaristía, se clausuró en Guadix, España, el 30 de octubre el Año Jubilar celebrado por el cincuenta aniversario de la coronación canónica de la Virgen de Gracia y los cien años de la fundación de la Institución Teresiana en Covadonga por san Pedro Poveda, que inició aquí su ministerio sacerdotal. 

Las palabras del obispo de la diócesis Ginés García Beltrán introdujeron a los participantes en el acto: “A Cristo lo adoramos en la eucaristía, lo veneramos en sus imágenes y en tres signos habituales: el altar, el evangelio y el cirio pascual. Muy raramente, en un cuarto signo lleno de profundidad:la Puerta Santa, que abre y cierra cada Jubileo en las basílicas romanas y en muy pocos y escogidos templos de la cristiandad”.

Recordó el pastor que, en el capítulo 10 del Evangelio de san Juan, Cristo dice: “Yo soy la Puerta”. “Cada Puerta Santa Jubilar es el signo de Cristo que quiere hacernos entrar en Él”, dijo.

Fue el obispo el último de los peregrinos en arrodillarse a orar, acompañado por los sacerdotes concelebrantes.

Cada gesto litúrgico de la celebración, escondía tras de sí una significación llena de la hondura más hermosa de la fe cristiana. En la procesión de ofrendas, un ramo de rosas de múltiples colores, quiso significar la diversidad de personas que, durante 365 días ha ido desfilando sucesivamente por la iglesia jubilar. Todavía en la celebración de la clausura estaban presentes distintos  grupo de peregrinos.

Se leyó una carta de Loreto Ballester, directora general de la Institución Teresiana, fundada por san Pedro Poveda, que inició su acción evangelizadora y socioeducativa en las cuevas de Guadix.

Los asistentes se fueron con las palabras del obispo que eran un llamamiento: “Se ha cerrado la Puerta Santa pero Cristo bendito, puerta de toda santidad, continúa abierto para todos los fieles que se acercan a esta ‘cueva excavada como un pozo inagotable de la misericordia de la Virgende Gracia’. Este santuario os sigue convocando a vivir la grandeza de los amores que aquí se respiran, María Santísima y san Pedro Poveda como referentes inequívocos del amor de Cristo que nos mira desde los brazos de su Madre”.

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Cuatro millones de niños en peligro de muerte
Voz de alarma de UNICEF sobre Corea del Norte
ROMA, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que financie programas de nutrición en la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte), para socorrer a los millones de personas vulnerables, especialmente los niños malnutridos, las mujeres encintas y las madres lactantes.

En una declaración hecha pública la semana pasada, Bijaya Rajbhandari, representante de UNICEF en Corea del Norte, afirmó: “Si la financiación no llega y si no podemos mantener nuestros programas alimentarios para tratar a los niños afectados de malnutrición severa, sufrirán consecuencias irreversibles en su crecimiento y su capacidad de desarrollo”.

Explicó que la intervención de urgencia necesita 20,4 millones de dólares pero que UNICEF sólo ha recibido hasta la fecha 4,6 millones de dólares. Subrayó que las otras instituciones que actúan en el país afrontan igual escasez de fondos.

“Un niño menor de cinco años sufre ya malnutrición leve que puede causar retardo en el crecimiento y afectar a su desarrollo cognitivo”, declaró por su parte el portavoz de UNICEF a la agencia Reuters, citando un sondeo de 2010. Según el mismo, 88.400 niños no comen lo suficiente y están considerados en riesgo de grave desnutrición. Estimó que 11.400 niños mueren cada año ante de cumplir los cinco años.

Según datos de UNICEF, en torno a un 28 % de las mujeres norcoreanas, de entre 15 y 49 años, están subalimentadas.

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Documentación


El Señor, la mejor heredad
El salmo 119 comentado en la catequesis papal de hoy
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 9 de noviembre de 2011 (ZENIT.org).- A continuación les ofrecemos la catequesis que Benedicto XVI ha dirigido a los fieles y peregrinos congregados para la Audiencia de este miércoles, provenientes de Italia y de todas las partes del mundo. La catequesis forma parte del ciclo que el papa dedica a la oración.

* * * * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

En catequesis pasadas hemos meditado sobre algunos salmos que son ejemplos de los géneros típicos de la oración: lamento, confianza, alabanza. En la catequesis de hoy querría detenerme en el salmo 119 según la tradición judía, 118 según la tradición grecolatina: un salmo muy particular, único en su género. Antes que nada lo es por su extensión: está compuesto, de hecho, por 176 versos divididos en 22 estrofas de 8 versos cada una.

Después tiene la particularidad de ser un “acróstico alfabético”: está construido según el alfabeto hebreo que está compuesto de 22 letras. Cada estrofa corresponde a una letra de este alfabeto y con esta letra comienza la primera palabra de los ocho versos de la estrofa. Se trata de una construcción literaria original y muy difícil, en la que el autor del salmo tuvo que desplegar todo su ingenio. Pero lo que para nosotros es importante es el tema central del salmo: es un imponente y solemne canto sobre la Torah del Señor, es decir sobre la Ley, término que, en su acepción más amplia y completa, hay que entender como enseñanza, instrucción, directiva de vida; la Torah es revelación, es la Palabra de Dios que interpela al hombre y que provoca en él la respuesta de obediencia confiada y de amor generoso. Y de amor por la Palabra de Dios de lo que esta impregnado todo este salmo, que celebra la belleza, la fuerza salvífica, la capacidad de dar alegría y vida. Porque la Ley divina no es un yugo pesado de esclavitud, sino don de gracia que nos hace libres y que nos lleva a la felicidad. “Mi alegría está en tus preceptos: no me olvidaré de tu palabra” (v.16), afirma el Salmista; y después: “Condúceme por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo puesta mi alegría” (v.35); y de nuevo: “¡Cuánto amo tu ley, todo el día la medito!” (v.97). La ley del Señor, su Palabra, es el centro de la vida del orante; en ella encuentra el consuelo, la medita, la conserva en su corazón: “Conservo tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti” (v.11), y este es el secreto de la felicidad del salmista; y aún más: “Los orgullosos traman engaños contra mí: pero yo observo tus preceptos” (v.69).

La fidelidad del salmista nace de la escucha de la Palabra, de custodiarla en lo más íntimo, meditándola y amándola, como María, que “custodiaba, meditándolas en su corazón” las palabras que le habían sido dirigidas y los sucesos maravillosos en los que Dios se revelaba, pidiendo su sí(cfr Lc 2,19.51). Y si nuestro salmo comienza con los primeros versos proclamando “beato” a “quien camina en la Ley del Señor” (v.1b) y a “quien custodia sus enseñanzas” (v.2a), es también la Virgen María la que lleva a cumplimiento la perfecta figura del creyente descrito por el salmista. Es Ella, de hecho, la verdadera “beata”, proclamada como tal por Isabel por “haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”(Lc 1,45), y es de Ella y de su fe de quien el mismo Jesús da testimonio cuando, a la mujer que gritaba “Bendito el seno que te ha llevado”, responde: “Felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”(Lc 11,27-28). Cierto, María es bendita porque en su seno llevó al Salvador, pero sobre todo porque acogió el anuncio de Dios, porque fue una guardiana atenta y amorosa de su Palabra.

El salmo 119 está, por tanto, tejido en torno a esta Palabra de vida y de bendición. Siendo su tema central la “Palabra” y la “Ley” del Señor, aparecen en casi todos los versos, sinónimos como “preceptos”, “decretos”, “mandatos”, “enseñanzas”, “promesa”, “juicio” y muchos verbos relacionados como observar, comprender, conocer, amar, meditar, vivir.

Todo el alfabeto se desarrolla a través de las 22 estrofas de este Salmo, y también en el vocabulario de la relación confiada del creyente con Dios; en él encontramos la alabanza, la acción de gracias, la confianza, aunque también la súplica y el lamento, siempre impregnado de la certeza de la gracia divina y de la potencia de la Palabra de Dios.

Incluso los versículos más marcados por el dolor y por la sensación de oscuridad permanecen abiertos a la esperanza y están impregnados de fe. “Mi alma está postrada en el polvo:

devuélveme la vida conforme a tu palabra” (v.25), ora confiado el Salmista; “Soy como un odre expuesto al humo, no me olvido de tus preceptos” (v.83) es el grito del creyente. Su fidelidad, aunque puesta a prueba, encuentra la fuerza en la Palabra del Señor: “Así responderé a los que me insultan, porque confío en tu palabra” (v.42), afirma con firmeza; y también ante una perspectiva angustiosa de la muerte, los mandatos del Señor son su punto de referencia y su esperanza de victoria: “Por poco me hacen desaparecer de la tierra; pero no abandono tus preceptos(v. 87).

La ley divina, objeto del amor apasionado del salmista y de todo creyente, es fuente de vida. El deseo de comprenderla, de observarla, de orientar hacia ella todo el propio ser es la característica del hombre justo y fiel al Señor, que la “medita día y noche”, como recita el Salmo 1 (v.2); es una ley, la de Dios, que hay que tener “en el corazón” como dice el conocido texto del Shemá en el Deuteronomio. Dice: “Escucha, Israel: ...Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte” (6, 4.6-7). Centro de la existencia, la Ley de Dios exige la escucha del corazón, una escucha hecha de obediencia no servil, sino filial, confiada, consciente. La escucha de la Palabra es un encuentro personal con el Señor de la vida, un encuentro que debe traducirse en elecciones concretas y convertirse en camino y estela. Cuando a Jesús se le preguntaba qué hay que hacer para tener la vida eterna, Jesús menciona siempre el camino de la observancia de la Ley, pero indicando qué hacer para llevarla a plenitud, dice: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”(Mc 10,21 y par.).

El cumplimiento de la Ley es seguir a Jesús, ir por el camino de Jesús, en compañía de Jesús. El salmo 119 nos lleva, por tanto al encuentro con el Señor y nos dirige hacia el Evangelio. Hay en este un versículo en el que me gustaría detenerme: es el v.57: “El Señor es mi herencia:yo he decidido cumplir tus palabras”. También en otros salmos, el orante afirma que el Señor es su “parte”, su herencia: “El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz”, recita el Salmo 16 (v.5a). “Dios es la roca de mi corazón, mi parte para siempre” es la proclamación del fiel en el Salmo 73 (v.23b), y de nuevo, en el salmo 142, el salmista grita al Señor: “Sé tú mi refugio, sé tu mi heredad en la tierra de los vivos” (v.6b). Este término “parte” evoca el evento de la repartición de la tierra prometida entre las tribus de Israel, cuando a los levitas no les fue asignada ninguna porción del terreno, porque su “parte” era el Señor mismo.

Dos textos del Pentateuco son muy explícitos a este respecto utilizando el término en cuestión: “Y el Señor dijo a Aarón: 'Tú no recibirás una herencia en el territorio de los israelitas ni tendrás una parte entre ellos: yo soy tu parte y tu herencia'”, así dice el Libro de los Números (18,20), y el Deuteronomio afirma: “Por eso Leví no tiene parte ni herencia entre sus hermanos: el Señor es su herencia, como él mismo se lo ha declarado(Dt 10,9; cfr. Dt 18,2; Gs 13,33; Ez 44,28). Los sacerdotes, pertenecientes a la tribu de Leví, no pueden ser propietarios de tierras en el país que Dios daba en heredad a su pueblo, llevando a cumplimiento la promesa hecha a su padre Abrahám(cfr. Gen12,1-7). La posesión de la tierra, elemento fundamental de estabilidad y de posibilidad de supervivencia, era signo de bendición, porque implicaba la posibilidad de construir una casa, hacer crecer a los hijos, cultivar los campos y vivir de los frutos del suelo. Es decir los levitas, mediadores de lo sagrado y de la bendición divina, no pueden poseer, como otros israelitas, este signo exterior de la bendición y esta fuente de subsistencia. Totalmente donados al Señor, deben vivir de Él sólo, abandonados a su amor que provee y a la generosidad de los hermanos, sin tener herencia porque Dios es la parte de su herencia, Dios es su tierra, que le hace vivir el plenitud. Y ahora, el orante del salmo 119 aplica a sí mismo esta realidad: “Mi parte es el Señor”. Su amor por Dios y por su Palabra lo lleva a hacer la elección radical de tener al Señor como único bien y también a guardar sus palabras como don precioso, más preciado que toda herencia y que toda posesión terrena. Nuestro versículo, de hecho, tiene la posibilidad de una doble traducción y podría ser traducido de otro modo: “Mi parte, Señor, he dicho, es custodiar tus palabras”. Las dos traducciones no se contradicen, sino que se completan la una a la otra: el salmista está afirmando que su parte es el Señor pero también que custodiar las palabras divinas es su herencia, como dirá después en el v.111: “tus prescripciones son mi herencia para siempre,porque alegran mi corazón”.Y esta es la felicidad del salmista que, como a los levitas, se le ha dado como porción de herencia la Palabra de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, estos versos son de gran importancia para todos nosotros también hoy. Antes que nada para los sacerdotes, llamados a vivir sólo del Señor y de su Palabra, sin otras seguridades, teniéndolo a Él como único bien y única fuente de verdadera vida. Desde esta perspectiva se entiende la libre elección del celibato por el Reino de los cielos, a redescubrir en su belleza y en su fuerza. Estos versículos son importantes, también, para todos los fieles, pueblo de Dios perteneciente a Él sólo, “reino de sacerdotes” para el Señor (cfr. 1Pt 2,9; Ap 1,6; 5,10), llamados a la radicalidad del Evangelio, testigos de la vida llevada por Cristo nuevo y definitivo “Sumo sacerdote” que se ha ofrecido en sacrificio para la salvación del mundo (cfr. Ebr 2,17; 4,14-16; 5,5-10; 9,11ss).

El Señor y su Palabra: estos son nuestra “tierra”, en la que vivir en la comunión y en la alegría. Dejemos, por tanto que el Señor nos introduzca en el corazón este amor por su Palabra y nos dé el tener siempre en el centro de nuestra existencia a Él y a su santa voluntad. Pidamos que nuestra oración y toda nuestra vida sean iluminadas por la Palabra de Dios, lámpara de nuestros pasos y luz para nuestro camino, como dice el Salmo 119 (cfr v. 105), de manera que nuestro caminar sea seguro, en la tierra de los hombres. Y que María, que ha acogido y generado la Palabra, sea guía y consuelo, estrella polar que indica el camino de la felicidad. Entonces, también nosotros podremos alegrarnos en nuestra oración, como el orante del salmo 16, por los dones inesperados del Señor y por la inmerecida herencia que nos ha tocado en suerte: “El Señor es la parte de mi herencia y mi cáliz...Me ha tocado un lugar de delicias, estoy contento con mi herencia” (Sal 16, 5.6) ¡Gracias!

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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María, clave en la cascada de luz que iluminó Madrid en la JMJ
Homilía del cardenal Rouco en la fiesta de Nuestra Señora de la Almudena
MADRID, miércoles 9 noviembre 2011 (ZENIT.org).- El cardenal arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela presidió este miércoles la eucaristía de celebración de la festividad de la patrona de Madrid, Nuestra Señora de la Almudena. Ofrecemos aquí el texto íntegro de la homilía, en la que recuerda que María fue clave en la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.

*****

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor: 

1. El día de la Patrona de Madrid, Nuestra Señora de La Almudena, nos invita un nuevo año a hacer memoria agradecida de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, por la especial protección y cercanía maternal con la que ha acompañado desde tiempo inmemorial a los hijos e hijas de Madrid; sin fallarles nunca, ni en los tiempos y horas de bonanza, ni en los momentos y en la coyunturas más difíciles y dramáticas. Esa es la experiencia de los madrileños de todos los tiempos: de cada madrileño y de sus familias; pero, también, de la propia ciudad y del pueblo de Madrid. En los momentos más cruciales de su historia allí ha estado Ella ofreciendo y asegurando su amparo maternal. Basta recordar lo acontecido en 1645, cuando graves inundaciones amenazaban angustiosamente a la población; el recurso a Santa María de La Almudena fue decisivo. Así lo reconocieron los Regidores de la Villa el 8 de septiembre del año siguiente, 1646, haciendo el Voto solemne de celebrar anualmente su Fiesta: “Esta Villa −rezaba el acuerdo municipal− vota la asistencia a la festividad de Nuestra Señora de La Almudena… perpetuamente para siempre jamás, esperando que este servicio le será muy agradable a la Virgen Santísima… y para el bien público de esta Villa”. Voto mantenido hasta el día de hoy a pesar y a través de las variadísimas y contradictorias vicisitudes por las que atravesó la Capital del Reino y de las interrupciones que sufrió. Pero es, sobre todo, la Iglesia Diocesana de Madrid la que está llamada a hacer esa memoria con un acento del todo propio y singular, porque de la Archidiócesis de Madrid −de sus pastores y fieles− la Santísima Virgen de La Almudena sí es Madre en un sentido inigualable como Madre de Jesucristo y Madre de la Iglesia. Nuestra Archidiócesis, de muy joven historia, ha experimentado su maternidad espiritual desde su creación en 1885 con una intensidad creciente en frutos de gracia y de santidad. La historia de los Santos de Madrid de los siglos XIX y XX es sencillamente prodigiosa. La lista de los santos y beatos −hombres y mujeres, sacerdotes, consagrados y laicos, mártires, confesores y vírgenes− que enriquecen nuestro santoral ha ido creciendo en la misma medida como nuestra Comunidad Diocesana iba practicando cada vez más una profunda y tierna devoción hacia la que sería declarada su Patrona por S.S. Pablo VI el 1 de junio de 1977: Nuestra Señora de La Almudena. “Almudena” será el nombre que recibirá un numero cada vez mayor de niñas madrileñas en el día de su Bautismo. 

2. El último de los grandes favores que de ella, Santa María la Real de La Almudena −por llamarla con toda la exactitud de su nombre−, hemos recibido la Iglesia y el pueblo de Madrid, muy recientemente, ha sido la Jornada Mundial de la Juventud − 2011 presidida por el Santo Padre y que celebramos desde el día 16 al 21 de agosto pasado. La Santísima Virgen María −“La Almudena”− fue una de las claves espirituales principales que explican “la cascada de luz” −en palabras de Benedicto XVI− que inundó a Madrid en esos días inolvidables, escritos ya para su mejor historia con caracteres indelebles. La espontánea y fresca manifestación de la fe de los jóvenes peregrinos, la alegría limpia y esperanzada que irradiaban, la actitud de servicio generoso, de ayuda pronta y cordial y de apertura de alma, dispuestos siempre a darse e intercambiarse entre sí y con las familias, grupos y comunidades que les acogían; en una palabra, la sensibilidad, exquisitamente mostrada, para ser artífices de un maravilloso clima de amor fraterno… todo eso, y más, constituyó un testimonio excelente de la verdad de Jesucristo con una fuerza de convicción y de conversión extraordinaria: ¡única! En esos días, Madrid se presentó al mundo como la Capital de la esperanza. Esperanza capaz de transformar la experiencia de un presente −para tantos jóvenes, difícil, oscuro y dramático− en una vivencia del gozo de haber encontrado el camino del futuro. Enraizados y edificados en Cristo y firmes en la fe, el horizonte de la vida les quedaba despejado de las peores incertidumbres: las que tienen que ver con las preguntas por el sentido de la vida y de la muerte, del pecado y de la justicia, del odio y del amor, de la felicidad y de la paz. A la vista estaba: las crisis podían ser vencidas como puede ser vencido el pecado. Y, por supuesto, también puede y debe serlo la crisis que hoy nos aflige a todos. No sólo a ellos, que contemplan cómo sus expectativas de empleo, de fundar una familia, de crecer y progresar humana y espiritualmente, se encuentran seriamente dañadas, sino, también, a toda la sociedad. 

3. Sí, la Fiesta de Nuestra Señora de La Almudena, en este año tan abundante y copioso de gracia −de la gracia de su Hijo, nuestro Hermano, nuestro Amigo, nuestro Señor ¡el Salvador del mundo!−, es día ciertamente de correspondencia por nuestra parte −de acción de gracias−, pero, no menos, un día para una ferviente oración de súplica a Dios por los frutos de la JMJ-Madrid 2011: por sus frutos espirituales y temporales en bien de la Iglesia y de la sociedad, para las personas y las familias que las vertebran. Súplica confiada y encomendada a su amor maternal. La Palabra de Dios, que hemos proclamado, nos indica la buena dirección, si queremos que nuestra plegaria se llene de contenido y sentido, profundo y concreto a la vez, y pueda ser introducida creíblemente en la Gran Plegaria Eucarística que culmina nuestra celebración. 

4. En la Profecía de Zacarías se habla de la alegría y del gozo al que es invitada la “hija de Sión”: “Alégrate y goza, hija de Sión que yo vengo a habitar dentro de ti” −dice el Señor−. Ese es el anuncio del Profeta, que añadirá: “el Señor tomará posesión de Judá sobre la tierra santa y elegirá de nuevo a Jerusalén”. Se terminará el destierro y se consumará la liberación, cuando Dios vuelva a habitar en medio de su pueblo: en la ciudad santa. Ni entonces era posible edificar la vida −la vida de las personas y la vida de la sociedad− con futuro, un futuro de eternidad, contra Dios y al margen de Dios; ni tampoco lo es ahora. Israel lo pudo comprobar en propia carne, en medio de la terrible desgracia y del dolor de su destrucción y del destierro de sus habitantes. ¿Se diferencia mucho esta experiencia del pueblo elegido de la que hemos vivido en nuestra historia contemporánea? ¿De lo que sucedió, y sucede hoy, en España, en Europa y en el mundo? En el seno de María, la Virgen pura y doncella humilde de Israel, Dios escogió el modo, sitio y momento histórico para realizar definitivamente su designio de habitar para siempre entre los hijos de los hombres: ¡en el corazón de la humanidad! Es preciso acudir a Ella, Madre de misericordia, para que nos ayude a abrir las puertas del alma a Dios, a quien el mundo necesita de nuevo con una urgencia no menor que en cualquier otra época de la historia pasada y reciente. “La decadencia del hombre”, de la que ha hablado el Santo Padre −como siempre, luminosamente− el 27 de octubre en el encuentro mundial de los representantes de las religiones, que tuvo lugar en Asís, es consecuencia de “la ausencia de Dios”. Ausencia en el pensamiento, olvido de Él en la formulación y fundamentación de las normas morales y en la concepción y proyección del bien personal y del bien común. ¿Qué se puede esperar de un futuro en el que sólo cuenten el tener y el poder, el placer y el beneficio personal? ¡Nada bueno! 

Los jóvenes de la JMJ- 2011 nos han dejado una lección inolvidable de cómo vivir y de cómo afrontar positivamente el futuro. Afirmando la presencia de Dios en la propia intimidad y en los ámbitos de la cultura y de la sociedad. Proponiendo, dialogando e intercambiando experiencias de verdadera humanidad, sin imposiciones verbales y menos violentas, antes al contrario, con la amable sonrisa de la caridad fraterna. El que ese testimonio arraigue y de frutos duraderos en la comunidad eclesial y en la comunidad civil de Madrid y de toda España, depende del Sí firme y valiente de la fe, puesto que solo por la fe se abre la puerta de nuestro corazón al paso y a la estancia de Dios en nosotros. 

5. La antigua profecía de Zacarías se cumplió inicialmente en María, siendo el punto de partida histórico-salvífico, elegido por Dios Padre en el Espíritu Santo para su posterior y plena realización en el futuro de la humanidad por medio del Hijo, hijo también de María, de Jesucristo, a través del Misterio de su encarnación, vida, muerte y resurrección. Pues, como enseña el Concilio Vaticano II, “el Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre” (GSp 22), y viviendo, muriendo y resucitando por su salvación, le acompaña y asiste en el camino de la historia con los dones de su gracia y del Espíritu Santo para que pueda alcanzar definitivamente la “morada de Dios con los hombres” y habitar en ella, como el libro del Apocalipsis predice para los que le han sido fieles en la tierra: Dios “acampará entre ellos. …Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado”. Hay ya espacio y tiempo firme e indestructible para la esperanza: el espacio y el tiempo que Dios nos ha revelado y donado en Jesucristo, el hijo de María la Virgen, hasta límites que sobrepasan toda capacidad humana. La victoria sobre el mal moral y físico se ha iniciado irreversiblemente con su gracia. Nos la ofrece en su Iglesia. Es posible y verdaderamente accesible para nosotros. ¡Para esa victoria hemos sido llamados! Los jóvenes de la JMJ-2011 han probado y demostrado con su conducta evangélica de vencer el mal con la fuerza del bien, que esa victoria es ya realidad alcanzable y verificable en la tensa coyuntura de la hora actual. A ellos se les puede aplicar con toda justicia lo que el Señor decía en el Sermón del Monte: “¡Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra!” (Mt 5,4). 

La mejor esperanza, la esperanza de verdad, ha vuelto a alumbrar sobre Madrid: la vida de la Iglesia diocesana y de la sociedad madrileña. Si oramos a la Virgen, la Madre de Jesucristo y de la Iglesia, insistentemente, por los frutos de la JMJ-2011, podremos mantener viva la esperanza, y acrecentarla. 

6. La esperanza se vive y se afianza al pie de la Cruz, junto a María, la Madre de Jesús. Ese es el espacio y el tiempo propio de la esperanza, dispuesto y habilitado por el amor misericordioso de Dios para alcanzar el corazón del hombre. Allí, al pie de la Cruz, con María, debemos estar nosotros siempre; y, hoy, en este día de la Fiesta de la Patrona de Madrid del año 2011, muy especialmente. Jesús nos da a su Madre −“Mujer ahí tienes a tu hijo”− como nuestra, para que la recibamos con Juan en “nuestra casa”; de modo que la acojamos como madre suya para que sea madre nuestra: “Ahí tienes a tu Madre”, le dijo al discípulo amado. Si la dejamos entrar a Ella en lo más íntimo y hondo de nuestro ser −de lo que somos y vivimos−, entrará infaliblemente Él. Tendremos a Dios en nuestro corazón. Dios habitará verdaderamente en nosotros: ¡Dios que es el Amor! El tiempo del amor pleno y verdadero ha llegado. Ese amor es la razón, la fuerza, la norma y el don supremo que dan sentido y futuro a la vida. Comprender y vivir el amor del Corazón de Cristo se hace fácil y viable a través del Corazón Inmaculado de su Madre. Los jóvenes de la JMJ-2011 han sabido practicarlo y difundirlo como un buen y suave “aroma” y “sabor” de Cristo, que impregnó el ambiente y la vida de todos los madrileños en aquellos días memorables. Vivir en la gracia −amor de Jesucristo debe ser nuestra respuesta a fin de que se cumpla y logre lo que esperamos: la victoria sobre el pecado y el triunfo de la nueva vida. Significa apostar certeramente por el instrumento decisivo −en el fondo el único eficaz− que nos hace capaces de avanzar por la senda de la nueva evangelización, venciendo las crisis de esta hora tan difícil y dolorosa de la humanidad.

A María Santísima, Virgen de La Almudena, Patrona de Madrid, “Madre de Gracia y de Misericordia, Reina del Cielo”, confiamos hoy con renovado amor y veneración filial nuestras plegarias por todos sus hijos e hijas de Madrid: los sanos y los enfermos, los que sufren por cualquier causa y los que saben y quieren curar y consolar. ¡Que permanezcan firmes en la fe, pacientes y alegres en la esperanza, bien despiertos y generosos en la caridad! En la fe, en la esperanza y en el amor de Cristo. ¡La más preciosa herencia de sus mayores! 
Amén.

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