8.11.11

El testimonio de un cristiano (de verdad)

A las 10:49 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América, Diplomacia y Política
 

Era un católico comprometido, de oración diaria y misa cotidiana. Padre de familia, casado y con tres hijos. Un feligrés “de a pié”. Hombre recto y honesto, nunca hizo de su testimonio cristiano una bandera política. Por eso cuando un comando armado lo asesinó vilmente, el pasado 2 de noviembre en la ciudad mexicana que gobernaba, se habló más de su trayectoria en la administración pública que de su religiosidad. Se llamaba Ricardo Guzmán Romero.

Era el edil de La Piedad, municipio del Estado mexicano de Michoacán. Pese a su juventud, apenas 42 años, tenía una larga carrera tanto en la administración pública como en el sector privado. Destacaba por su dinamismo y su entrega, virtudes que le granjearon la estima de todos los niveles sociales. Un espíritu que forjó desde su paso por los movimientos juveniles católicos, su escuela de compromiso y liderazgo.

Por eso su fallecimiento conmocionó a la sociedad michoacana y a México todo. Especialmente por la violencia con la cual se perpetró el homicidio. Le dispararon a plena luz del día, desde un coche en movimiento, un tiro que le dio a la altura del corazón. El cobarde asesino empuñó su arma a una distancia estrechísima, prácticamente un fusilamiento.

Guzmán Romero pudo dedicarse a la iniciativa privada en un país donde, tristemente, ser político y honesto resulta demasiado difícil. Decidió trabajar por la comunidad, administrar la cosa pública en una región totalmente copada por el crimen organizado. Él lo sabía y se lo confesó a un sacerdote amigo de la juventud: “Aquí gobierna el narcopoder” le dijo desesperado algunos meses atrás, mientras le pedía oraciones por su familia. Refirió que todos estaban amenazados.

Demasiado peligroso seguir así. Por eso había decidido alejarse un tiempo de la política rechazando una candidatura a diputado. Los criminales se lo impidieron. Su honestidad le costó demasiado caro. Un hijo de la Iglesia que voló a la casa del padre. El testimonio de un cristiano, de verdad.

Serafines susurran.- Que finalmente llegó el adiós para el “obispo feminista” de Argentina: Marcelo Angiolo Melani. Este día el Papa Benedicto XVI aceptó su renuncia anticipada al puesto de pastor de la diócesis de Neuquén, ratificando como su sucesor a Virginio Domingo Bressanelli.

La triste historia de Melani la reportamos ya en este espacio, tanto su inexplicable oposición a un grupo de jóvenes que decidieron defender su catedral ante el embate de una horda de feministas que pretendían profanarla (aquí) como sus problemas con la Santa Sede a causa de sus “abusos litúrgicos” e “imprecisiones teológicas” (aquí).

Este clérigo rebelde, autoproclamado “progresista”, tiene dos peculiaridades: es nacido en Italia y miembro de la congregación de los Salesianos de Don Bosco. Eso resulta importante porque todavía mantiene vigencia en la Congregación para los Obispos del Vaticano el errado criterio según el cual se privilegia a los europeos emigrados a América Latina a la hora de elegir pastores para esa región.

Existe el extraño pensamiento que por ser españoles, alemanes o italianos serán “automáticamente” de buena y sana doctrina, mientras los latinoamericanos –siempre de acuerdo con ese aldeano presupuesto- tendrían una natural tendencia a la teología de la liberación y al progresismo.

Luego, especialmente en el actual pontificado, se agrega el peso de ser miembro de la congregación salesiana. Desde que el cardenal salesiano Tarcisio Bertone es secretario de Estado de la Sede Apostólica se ha elevado sensiblemente el número de obispos provenientes de esa congregación religiosa, de manera especial en las diócesis latinoamericanas.

Pero el caso Melani demuestra que ni ser europeo, ni ser salesiano, asegura una adhesión a la correcta doctrina de la Iglesia católica. Una idea reforzada –por ejemplo- por el caso del prelado español Gonzalo López Marañón, antiguo obispo de Sucumbíos en Ecuador, que no se caracterizó exactamente por adherir a las indicaciones del Vaticano.

Por lo pronto y para seguir con la costumbre, en el mismo comunicado que informó de la renuncia de Melani la Santa Sede anunció este día el nombramiento de otro salesiano: Edmundo Ponziano Valenzuela Mellid, como obispo coadjutor de la arquidiócesis de Asunción en Paraguay. Uno más.