Diócesis
10/11/2011

En la festividad de la Almudena, Rouco habla del regalo que supuso la JMJ de Madrid para los jóvenes de todo el mundo

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha presidido este miércoles una solemne celebración de la Eucaristía en la Plaza Mayor de Madrid con motivo de la festividad litúrgica de la Patrona de la Diócesis, Santa María la Real de la Almudena.  En su homilía, ha recordado y agradecido a Nuestra Señora de la Almudena el especial regalo que supuso la JMJ para nuestro país y para todo el mundo.


 

Jornada Mundial de la Juventud

Para el Cardenal, “el último de los grandes favores que de ella, Santa María la Real de La Almudena -por llamarla con toda la exactitud de su nombre-, hemos recibido la Iglesia y el pueblo de Madrid, muy recientemente, ha sido la Jornada Mundial de la Juventud − 2011 presidida por el Santo Padre y que celebramos desde el día 16 al 21 de agosto pasado. La Santísima Virgen María -“La Almudena”− fue una de las claves espirituales principales que explican “la cascada de luz” −en palabras de Benedicto XVI− que inundó a Madrid en esos días inolvidables”.

El cardenal ha dicho:  “Así, la espontánea y fresca manifestación de la fe de los jóvenes peregrinos, la alegría limpia y esperanzada que irradiaban, la actitud de servicio generoso, de ayuda pronta y cordial y de apertura de alma, dispuestos siempre a darse e intercambiarse entre sí y con las familias, grupos y comunidades que les acogían; en una palabra, la sensibilidad, exquisitamente mostrada, para ser artífices de un maravilloso clima de amor fraterno… todo eso, y más, constituyó un testimonio excelente de la verdad de Jesucristo con una fuerza de convicción y de conversión extraordinaria: ¡única! En esos días, Madrid se presentó al mundo como la Capital de la esperanza. Esperanza capaz de transformar la experiencia de un presente −para tantos jóvenes, difícil, oscuro y dramático− en una vivencia del gozo de haber encontrado el camino del futuro. Enraizados y edificados en Cristo y firmes en la fe, el horizonte de la vida les quedaba despejado de las peores incertidumbres: las que tienen que ver con las preguntas por el sentido de la vida y de la muerte, del pecado y de la justicia, del odio y del amor, de la felicidad y de la paz. A la vista estaba: las crisis podían ser vencidas como puede ser vencido el pecado. Y, por supuesto, también puede y debe serlo la crisis que hoy nos aflige a todos. No sólo a ellos, que contemplan cómo sus expectativas de empleo, de fundar una familia, de crecer y progresar humana y espiritualmente, se encuentran seriamente dañadas, sino, también, a toda la sociedad”.

Acción de gracias

Monseñor Rouco Varela ha querido recordar que la festividad de Nuestra Señora de la Almudena debe ser un día de acción de gracias a Dios “por los frutos de la JMJ-Madrid 2011: por sus frutos espirituales y temporales en bien de la Iglesia y de la sociedad, para las personas y las familias que las vertebran”. Y ha asegurado que “es preciso acudir a Ella, Madre de misericordia, para que nos ayude a abrir las puertas del alma a Dios, a quien el mundo necesita de nuevo con una urgencia no menor que en cualquier otra época de la historia pasada y reciente”.

“Los jóvenes de la JMJ- 2011 nos han dejado una lección inolvidable de cómo vivir y de cómo afrontar positivamente el futuro. Afirmando la presencia de Dios en la propia intimidad y en los ámbitos de la cultura y de la sociedad. Proponiendo, dialogando e intercambiando experiencias de verdadera humanidad, sin imposiciones verbales y menos violentas, antes al contrario, con la amable sonrisa de la caridad fraterna. El que ese testimonio arraigue y de frutos duraderos en la comunidad eclesial y en la comunidad civil de Madrid y de toda España, depende del Sí firme y valiente de la fe, puesto que solo por la fe se abre la puerta de nuestro corazón al paso y a la estancia de Dios en nosotros”.

“Hay ya espacio y tiempo firme e indestructible para la esperanza: el espacio y el tiempo que Dios nos ha revelado y donado en Jesucristo, el hijo de María la Virgen, hasta límites que sobrepasan toda capacidad humana. La victoria sobre el mal moral y físico se ha iniciado irreversiblemente con su gracia. Nos la ofrece en su Iglesia. Es posible y verdaderamente accesible para nosotros. ¡Para esa victoria hemos sido llamados! Los jóvenes de la JMJ-2011 han probado y demostrado con su conducta evangélica de vencer el mal con la fuerza del bien, que esa victoria es ya realidad alcanzable y verificable en la tensa coyuntura de la hora actual”.

El cardenal ha concluido pidiendo a la Virgen “por todos sus hijos e hijas de Madrid: los sanos y los enfermos, los que sufren por cualquier causa y los que saben y quieren curar y consolar. ¡Que permanezcan firmes en la fe, pacientes y alegres en la esperanza, bien despiertos y generosos en la caridad! En la fe, en la esperanza y en el amor de Cristo. ¡La más preciosa herencia de sus mayores!”.