13.11.11

Benedicto XVI en el “corazón” de México

A las 5:30 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América, Iglesia en México
 

En 2012 Benedicto XVI viajará a México, pero ¿a qué ciudad? El vocero del Vaticano, Federico Lombardi, al anunciar el “serio estudio” de parte del Papa de una gira apostólica a ese país y a Cuba para la próxima primavera, prácticamente descartó a la capital azteca. Y ofreció algunas claves a tomar en cuenta para la definición de dónde finalmente será hospedado el líder católico. La mejor alternativa parece ser el céntrico estado de Guanajuato.

En Roma la noticia fue una sorpresa. Apenas 15 días atrás pocos apostaban por una visita papal a América Latina para el próximo año, pese a las gestiones realizadas directamente con el pontífice desde diversas partes, invitaciones oficiales incluidas. El presidente mexicano, Felipe Calderón Hinojosa, pidió personalmente al Papa visitar su país cuando lo saludó tras la beatificación de Juan Pablo II, el pasado 1 de mayo.

La solicitud fue ratificada por la cúpula del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam) el 7 de octubre. En esa oportunidad, según reveló el presidente del organismo Carlos Aguiar Retes, Joseph Ratzinger no dijo sí a la propuesta de visitar un país de habla hispana en el Continente, pero “sonrió positivamente”.

De todas maneras y hasta la semana pasada la respuesta definitiva no llegaba, aunque los responsables de organizar los viajes papales habían ya viajado a México semanas atrás para realizar un primer análisis del panorama.

 

Cuando todo parecía empantanado, la situación se desbloqueó en cosa de días. Se debió exclusivamente a Benedicto XVI, quien con su decisión final desencadenó un mecanismo que aceleró todos los tiempos.

El viaje es seguro, entonces ¿por qué la nota de Lombardi indicó que el Papa está “estudiando un proyecto concreto” y que “tomará la decisión final en las próximas semanas”? Simple y sencillamente porque -como portavoz- no puede adelantarse a su jefe, quien está reservando el anuncio oficial para el próximo 12 de diciembre, cuando celebre una misa en la Basílica de San Pedro por el bicentenario de las independencias de América Latina.

La Santa Sede no se expondría a informar sobre el estudio de una invitación de este tipo para luego desecharla, desatando un episodio vergonzoso y provocando un incidente diplomático grave.

Así las cosas, la interrogante permanece: ¿en qué ciudad de México la estancia del Papa? En las últimas horas se han multiplicado los rumores y las especulaciones. El traslado de un pontífice de casi 85 años presenta exigencias particulares, algunas de las cuales fueron advertidas por el mismo Federico Lombardi en su nota.

Ante todo será un viaje largo (transoceánico) y de “poquísimas etapas”. Resulta plausible pensar en apenas dos ciudades: La Habana en Cuba y una en México. Para esta segunda, aún no confirmada, se perfila con fuerza la hipótesis de León, capital del Estado de Guanajuato.

De entrada, por su altitud y los problemas de presión arterial de Ratzinger, la Ciudad de México está descartada. La opciones alternativas no podrían ser muchas, por obvias razones: la primera de ellas la infraestructura. La elegida deberá ser una localidad de fácil acceso para un gran número de fieles, que se trasladarían desde diversas partes del país.

Ese motivo dejaría fuera a la costa, pero no sólo. En su nota el portavoz habló de etapas de “gran valor simbólico y pastoral”. Ni Yucatán ni otro estado costero cuentan con sitios de particular interés para el mundo católico. Algo que el Bajío si ostenta, esa céntrica región mexicana donde se gestó el movimiento Cristero (1936-1939), donde se luchó por la libertad religiosa contra el gobierno anti-cristiano y donde derramaron su sangre decenas de mártires.

Dos metrópolis destacan en esta zona: Guadalajara y León. La primera ya fue visitada por el Papa Juan Pablo II quien, pese a haber estado cinco veces en tierras mexicanas, nunca pisó la segunda. Y como ya se dijo en una conferencia de prensa de la última asamblea del episcopado de México, se va a privilegiar el lugar todavía no visitado por un pontífice.

Por eso no resulta extraño que Antonio Gutiérrez Montaño, vocero de la arquidiócesis tapatía, haya declarado que existen pocas posibilidades de ver otra vez a un Papa en Guadalajara, al menos en esta ocasión.

Guanajuato se presenta, entonces, como el lugar ideal para la visita apostólica. Entre otras cosas porque cuenta con un gobernador abiertamente católico, Juan Manuel Oliva, quien invitó personalmente al Papa en diciembre de 2010 cuando lo saludó con motivo de la manifestación “Navidad Mexicana en El Vaticano”, patrocinada entonces por su estado.

De concretarse Benedicto XVI tendría la oportunidad de visitar un santuario de gran sentido pastoral: el Cerro del Cubilete, en cuya cumbre se levanta una gran estatua de Cristo Rey, muy similar a la de Río de Janeiro (Brasil). Se trata de un escenario donde se podrían congregar fácilmente cientos de miles de personas y que es ya meta de peregrinaciones anuales juveniles, verdaderas manifestaciones de la religiosidad popular. Un templo de enorme valor simbólico, entre otras cosas porque -geográficamente- se encuentra en el “corazón” de México.