16.11.11

Darwin a juicio (5)

A las 10:31 AM, por Daniel Iglesias
Categorías : Existencia de Dios, Creación y Evolución, Libros
 

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el post anterior, comentando el Capítulo 3 de este libro (titulado “Mutaciones grandes y pequeñas”), presenté las principales dificultades del darwinismo ortodoxo, que se adhiere rígidamente al gradualismo de Darwin, es decir a su visión de que la evolución consiste en una enorme sucesión de micro-mutaciones. En este post presentaré brevemente las principales dificultades del darwinismo “saltacionista” (heterodoxo) de Goldschmidt, que concibe una evolución basada en macro-mutaciones.

2. Tribulaciones del darwinismo saltacionista

A mediados del siglo XX, el Profesor Richard Goldschmidt desafió a los neodarwinistas invitándolos a explicar cómo una serie de estructuras complejas, incluyendo por ejemplo el pelo de los mamíferos y la hemoglobina, pudo haberse producido por acumulación y selección de mutaciones pequeñas, cosa que él juzgó imposible. Goldschmidt concluyó que la evolución darwinista no podía dar cuenta más que de variaciones dentro de la frontera de la especie y que la evolución más allá de ese punto debe de haber ocurrido a grandes saltos, a través de macro-mutaciones. Él reconoció que las mutaciones a gran escala producirían en casi todos los casos monstruos mal adaptados, pero pensaba que en raras ocasiones un accidente afortunado podría producir un miembro de una nueva especie con capacidad de sobrevivir y propagarse. Sus adversarios llamaron a estas ideas la teoría del “monstruo esperanzado” (“hopeful monster”).

Darwin había rechazado enfáticamente cualquier teoría de la evolución que incluyera la aparición súbita de un órgano complejo. Por ejemplo, él escribió lo siguiente: “Si me convenciera de que la teoría de la selección natural requiere de tales adiciones, yo la rechazaría como basura… Yo no daría nada por la teoría de la selección natural si ésta requiriera adiciones milagrosas en cualquier etapa de la descendencia.” (p. 54).

En sintonía con esta postura de Darwin, los darwinistas ridiculizaron groseramente la teoría del “monstruo esperanzado”. “Como lo expresó Goldschmidt, “Esta vez yo no sólo estaba loco sino que era casi un criminal.” Gould ha comparado incluso el tratamiento dado a Goldschmidt en los círculos darwinistas con los “Dos Minutos de Odio” cotidianos dirigidos contra “Emmanuel Goldstein, enemigo del pueblo” en la novela 1984 de George Orwell.” (p. 58).

La mayoría de los científicos cree que las macro-mutaciones sistémicas postuladas por Goldschmidt, capaces de reformar en una sola generación todas las partes complejas e interrelacionadas de un animal de modo de producir una nueva especie viable, son imposibles. La teoría del “monstruo esperanzado” postula algo virtualmente equivalente a un milagro, y no tiene bases ni en la evidencia experimental ni en la teoría genética. Johnson comenta que suponer que una macro-mutación genética aleatoria puede reconstruir un órgano como un hígado o un riñón es más o menos tan razonable como suponer que se puede producir un reloj mejorado arrojando un viejo reloj contra una pared.

En este punto Johnson nos pone en guardia contra una importante falacia: que la evolución por macro-mutaciones aleatorias sea imposible no prueba que la macro-evolución por micro-mutaciones aleatorias sea probable o incluso posible. Es probable que, desde el punto de vista estadístico, el gradualismo darwinista sea tan poco plausible como el saltacionismo de Goldschmidt.

Daniel Iglesias Grèzes


Nota: Los textos citados han sido traducidos por mí.