17.11.11

 

Los enfangadores profesionales de la progre-iglesia andan empeñados en montarle un pollo al obispo de Bilbao, Mons. Mario Iceta. La razón es que el prelado vasco ha “osado” vetar un curso del teólogo gallego Andrés Torres-Queiruga en el Instituto diocesano de Teología y Pastoral de Bilbao (IDTP).

El problema de fondo tiene mucho que ver, como ya dije en otro artículo, con el concepto de Iglesia que tienen unos y otros. Desde el IDTP estaban acostumbrados a presentar a los obispos sus programas y actividades sin que los pastores intervinieran lo más mínimo. Actuaban de facto como si fueran autónomos de la autoridad episcopal. Con Mons. Iceta eso se acabó. Y así ha de ser porque no tiene sentido que el obispo de una diócesis no tenga el control sobre lo que se enseña desde un órgano académico teológico diocesano.

Sobre Torres Queiruga todavía no pesa ninguna nota doctrinal de la CEE ni de Roma. Digo todavía, porque esa es una situación que puede -yo creo que debe- cambiar en cualquier momento. Sin embargo, nadie duda que, como poco, es un teólogo controvertido. Mons. Iceta es consciente de ello y eso es, por sí solo, motivo más que suficiente para no admitirle como ponente en el IDTP. De hecho, si don Mario ha leído libros del teólogo gallego, no necesita ninguna nota de Añastro para hacerse un juicio sobre su ortodoxia o heterodoxia. Él, como obispo, tiene la autoridad e incluso el deber de juzgar magisterialmente la obra de cualquier teólogo que vaya a dar clase en su diócesis. Y si alguien tiene alguna duda sobre su juicio, que apele a Roma.

Mis fuentes en la diócesis de Bilbao me aseguran que el obispo no ha censurado completamente a Queiruga. No se opone, por ejemplo, a que participe en una mesa de debate con otros teólogos sobre la temática que se crea oportuna. Pero lógicamente, en dicha mesa deberían de estar teólogos sobre cuya ortodoxia no haya el más mínimo asomo de duda. Así estaría asegurada la defensa de la fe católica desde la fidelidad plena al Magisterio. El obispo no se opone al debate teológico -donde pueden estar presentes incluso miembros de otras comuniones eclesiales no católicas- y sí a que el IDTP sea instrumento de difusión de una forma de hacer teología que, según su parecer, no es conforme al magisterio.

Esas mismas fuentes me confirman que Mons. Iceta ya ha explicado su proceder en los órganos competentes de la diócesis y que hace lo mismo con cualquier sacerdote que le pregunte por lo que está ocurriendo. Es decir, no se esconde. Sabe lo que quiere, lo hace y lo explica.

Desde Religión Digital se habla de “indignación contenida entre la amplia mayoría del clero de Bilbao por el caso IDTP“. Se califica la decisión del obispo de “grave error, que hiere la comunión y quiebra la confianza en el prelado“. En otras palabras, como don Mario no hace lo que ellos quieren, entonces rompe la Iglesia y quiebra la confianza de los curas hacia él. Lo que esta gente -que no es tanta como parece- pretende se resume de la siguiente manera: Si el obispo quiere paz eclesial, tiene que seguir el ejemplo de sus predecesores y olvidarse de ejercer su autoridad pastoral sobre el IDTP y, de paso, sobre cualquier otro ámbito diocesano. Él debe limitarse a decir sí y amén a lo que unos cuantos marcamos.

Pues miren, va a ser que no. Don Mario no quiere romper nada pero él no ha llegado a Bilbao para que todo siga como antes. Se tomará el tiempo que crea oportuno, actuará conforme a la prudencia necesaria y tendrá sumo cuidado de que no se produzca un cisma -no tienen valor para ello, advierto-, pero no es prisionero de nadie salvo de Cristo y de la fe de la Iglesia, a la que debe servir como el primero de todos los fieles en Bilbao. Primero en servicio y primero en autoridad.

Y ya de paso, ¿le queda de una vez por todas claro a quien le tiene que quedar claro que no es conveniente parar notas doctrinales que ayuden a TODOS los obispos a desempeñar su labor pastoral? Porque es evidente que Mns. Iceta no habría tenigo que dar explicación alguna sobre lo de Queiruga si se hubieran hecho bien las cosas. Lo que no se haga aquí, se hará desde Roma. Pero Roma prefiere que los obispos lleven a cabo en las diócesis de sus respectivos países lo que tienen que hacer sin esperar a que sea la Santa Sede quien lo haga. Y así debe de ser.

Luis Fernando Pérez Bustamante