16.11.11

Benetton, el Papa y el imán de la discordia

A las 11:34 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : El Vaticano
 

¿Estrategia orquestada? ¿Mera superficialidad? Resulta obvio que los publicistas del grupo italiano Benetton eran totalmente conscientes del impacto que tendría su campaña “UnHate” (anti-odio) que, entre otras cosas, incluía un fotomontaje del Papa Benedicto XVI besando en la boca a un líder musulmán egipcio. Y lograron su objetivo: posicionar a su producto. Cayeron en la tentación del escándalo, un viejo truco. Patético, pero efectivo.

La campaña tuvo un lanzamiento mundial este miércoles 16 de noviembre. Para mayor provocación la compañía decidió montar un cartel gigante con el beso del pontífice a unos metros del Vaticano, en plena Roma. Las reacciones de indignación del mundo católico no se hicieron esperar. Por la tarde el director de la sala de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, emitió el siguiente comunicado:

Es necesario expresar una decidida protesta por un uso del todo inaceptable de la imagen del Santo Padre, manipulada e instrumentalizada en el cuadro de una campaña publicitaria con finalidad comercial.

Se trata de una grave falta de respeto para el Papa, de una ofensa a los sentimientos de los fieles, de una demostración evidente de cómo, en el ámbito de la publicidad, se pueden violar las reglas elementales del respeto de las personas para llamar la atención por medio de la provocación

La Secretaría de Estado está evaluando los pasos necesarios ante las autoridades competentes para garantizar una justa defensa del respeto de la figura del Santo Padre.

Los comentarios sobran. Sólo algunas anotaciones al margen. Quienes diseñaron la campaña de Benetton sabían bien lo que hacían porque, al planearla, no eligieron a un musulmán cualquiera sino al imán de la mezquita de Al-Azhar en el Cairo, Ahmed Mohamed el-Tayeb. Se trata de uno de los líderes más representativos del islamismo egipcio porque Al-Azar no es sólo un templo, sino un centro cultural de relevancia. Dicha institución mantiene actualmente rotas sus relaciones con la Sede Apostólica tras un altercado diplomático de inicios de este año 2011.

Todo surgió del mensaje de año nuevo de Benedicto XVI, en el cual el Papa instó a las autoridades políticas de Egipto –entonces liderado por Hosni Mubarak- a ofrecer protección a la minoría cristiana copta. Esto luego que, en la Navidad anterior, una bomba explotó en una iglesia matando a varios feligreses.

El imán el-Tayeb reaccionó inmediatamente calificando de “inaceptables” las palabras del pontífice y anunciando que Al-Azhar congelaba sus relaciones institucionales con El Vaticano. Esto tenía un significado particular porque ese vínculo no era ocasional, cada año los musulmanes egipcios se reunían con representantes del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Tras aquel altercado dicho encuentro se suspendió y todos los contactos se cancelaron, así se mantienen hasta la fecha.

Originalmente se había dado la culpa del atentado con bomba a grupos islámicos radicales, el tiempo demostró que las cosas eran distintas. Hace apenas unos días pude conversar en Roma con un amigo egipcio, sacerdote cristiano copto originario de El Menia. En una interesantísima conversación me reveló que aquel artefacto explosivo había sido colocado por agentes al servicio del presidente Mubarak. ¿Su objetivo? Distraer la atención en un ambiente político enrarecido. El ataque tuvo lugar en plena gestación de la “primavera árabe”, el movimiento que provocaría el derrocamiento del presidente, apenas unas semanas después.

Cayó Mubarak, triunfó la revolución, los militares llegaron al poder y nada cambió. Hoy controlan la política los mismos que estaban con el dictador y las persecuciones contra la minoría cristiana se han endurecido. En este contexto el imán de Al-Azhar no cambió de opinión. El diálogo con El Vaticano se mantiene congelado.

Un episodio embarazoso protagonizó este mismo líder musulmán hace apenas unos días. Con motivo de la festividad islámica del sacrificio (Eid el Adha) el nuncio apostólico en El Cairo, Michael Fitzgerald, decidió ir personalmente a saludar a Ahmed Mohamed el-Tayeb en lugar de enviarle la tradicional carta de felicitación. La respuesta del imán fue: “acepto tus saludos personales pero no los de la Santa Sede”.

Obviamente los publicistas de Benetton este contexto lo conocían bien. En lo personal me resisto a ver en su fotomontaje un “complot” político internacional contra la Iglesia católica. Me disocio de las interpretaciones apocalípticas. Pero el cartel tenía un sentido muy preciso. Ellos eran conscientes de la realidad. Vieron de cerca la tentación del escándalo y cayeron. Insisto, patético.