18.11.11

Darwin a juicio (6) – El problema fósil

A las 12:36 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Existencia de Dios, Creación y Evolución, Libros
 

Comentario de: Phillip E. Johnson, Darwin on Trial, InterVarsity Press, Downers Grove – Illinois, 2010, 3rd edition; foreword by Michael Behe.

En el Capítulo 4 de este libro (titulado “El problema fósil”) el autor muestra que el registro fósil se aleja muchísimo de lo que cabría esperar según la teoría darwinista de la evolución. El propio Darwin concedió que el estado de la evidencia fósil era “la más obvia y grave objeción que puede ser instada contra mi teoría” y que esto explicaba el hecho de que “todos los más eminentes paleontólogos… y todos nuestros más grandes geólogos… han mantenido de forma unánime, y a menudo vehemente, la inmutabilidad de las especies.” (pp. 68-69).

A continuación describiré cuatro características del registro fósil que son inconsistentes con el darwinismo.

1. Aparición súbita

Los fósiles muestran un patrón consistente de aparición súbita de las especies. En palabras de Gould: “En cualquier área local, una especie no surge gradualmente por la transformación constante de sus ancestros; aparece súbitamente y “completamente formada”.” (p. 73). Los darwinistas ortodoxos generalmente pretenden explicar esta aparición súbita ateniéndose a la tesis tradicional de Darwin: la existencia de brechas en un registro fósil incompleto. Pero a medida que transcurre el tiempo y se descubren más y más fósiles sin que el patrón básico cambie, este problema se hace cada vez más grave para el darwinismo.

2. Stasis

Además, la aparición súbita de una especie es seguida generalmente por un largo período de estabilidad (esta característica es llamada stasis). Escuchemos de nuevo a Gould: “La mayoría de las especies no exhiben un cambio direccional durante su permanencia en la tierra. Ellas aparecen en el registro fósil luciendo muy similares a cuando desaparecen; el cambio morfológico es usualmente limitado y sin dirección.” (p. 73). En este punto los neodarwinistas recurren a la “selección estabilizadora”, una forma de selección natural que impide el cambio eliminando todas las innovaciones, a veces durante millones de años y a pesar de condiciones ambientales cambiantes. Johnson comenta: “La selección natural aparece aquí en su formulación como una tautología con demasiado poder explicatorio, una explicación invisible para todo propósito, para cualquier cambio o falta de cambio que haya ocurrido.” (pp. 75-76).

 

3. Extinciones masivas

La extinción de las especies ha sido causada predominantemente por catástrofes, más que por la obsolescencia gradual. Este último era el modelo sostenido por Darwin: “Si miramos a cada especie como descendiente de alguna otra forma desconocida, tanto la progenitora como las variaciones de transición habrán sido generalmente exterminadas por el propio proceso de formación y perfección de la nueva forma.” (p. 68). Dos catástrofes en particular sobresalen entre las varias extinciones masivas ocurridas en la historia de la tierra: la extinción pérmica, que hace 245 millones de años acabó con más del 90% de las especies, y la famosa extinción K-T, que al final de la era cretácea (hace 65 millones de años) exterminó a los dinosaurios y a muchas otras especies. Las actuales explicaciones de las extinciones con base en catástrofes guardan cierta semejanza con el catastrofismo de Cuvier, la teoría científica reinante antes de la obra de Darwin.

4. Discontinuidades mayores

En general, la historia de la vida es una historia de variaciones alrededor de un conjunto de diseños básicos, no de mejoras acumulativas. El patrón básico de aparición súbita seguida por stasis no se da sólo en el nivel de las especies, sino en todas las divisiones del mundo biológico (reinos, phyla, clases, órdenes, etc.). En todos los niveles predomina la discontinuidad, con muy pocos tipos intermedios.

El mayor problema singular que el registro fósil plantea al darwinismo es la “explosión cámbrica”, ocurrida hace unos 600 millones de años durante un período relativamente breve, en términos geológicos. Casi todos los phyla animales aparecieron en ese período, sin ninguna traza de los ancestros evolutivos que el darwinismo requiere. Como lo expresó Richard Dawkins: “Es como si hubieran sido simplemente plantados allí, sin una historia evolutiva.” (p. 77). La imagen general de la historia animal es así una explosión de planes corporales básicos seguida por algunas extinciones. Ningún nuevo phylum evolucionó después. Esto contradice totalmente el modelo darwinista de la evolución, que Gould llama “el cono de la diversidad creciente”. Gracias a la explosión cámbrica, la diversificación mayor ocurre casi al principio, no al final. La explicación darwinista tradicional de la ausencia de ancestros precámbricos es la llamada “teoría del artefacto”: ellos existieron, pero el registro fósil no los ha preservado. Gould describió la reclasificación de los fósiles de Burgess como “el toque de difuntos de la teoría del artefacto” (p. 78).

Para resumir la cuestión, citaré a dos paleontólogos darwinistas. Gould describió “la extrema rareza de las formas transicionales en el registro fósil” como “el secreto profesional de la paleontología” (p. 82). Su colega Niles Eldredge fue aún más revelador: “Nosotros los paleontólogos hemos dicho que la historia de la vida apoya (la historia del cambio adaptativo gradual), sabiendo realmente todo el tiempo que no lo hace” (p. 82). Esta sorprendente situación ha sucedido porque el darwinismo disfruta del status de una verdad a priori. Así, la franca oposición de la evidencia fósil a las predicciones darwinistas se convierte en el problema de cómo la evolución darwinista ocurrió generalmente de una manera que escapa a la detección. (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes


Nota: Los textos citados han sido traducidos por mí.