28.11.11

La Iglesia de los paños calientes

A las 7:42 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

El asunto del jesuita Novoa, justificado entre comillas, como una “posición personal”, por su superior jerárquico, el también jesuita rector de la Pontificia Universidad Javeriana de Colombia, es sintomático de algo profundo que está pasando en la Iglesia.

En la Iglesia de Hispanoamérica hoy está ocurriendo lo que en España sucedía durante los años setenta, ochenta y noventa. Las “posiciones personales” eran respetadas y tapadas por obispos, arzobispos y cardenales con paños calientes, como algo sin importancia, como una anécdota sin trascendencia.

Con paños calientes se tapan cánceres rabiosos de comerse el cuerpo entero del enfermo. Con paños calientes se tapan heridas abiertas en órganos esenciales y vitales del cuerpo del herido. Con paños calientes se tapan hasta los mismos cadáveres, diciendo que están durmiendo la siesta.

Las “posiciones personales” sobre la vida de los seres humanos concebidos dentro del seno materno, aceptando el aborto con la boca pequeña, no tienen ninguna justificación. Nadie, en su sano juicio, debe y puede estar contra la doctrina de la Iglesia Católica sobre la defensa de la vida humana desde la cuna a la tumba

Las “posiciones personales” dentro de la Iglesia Católica se podrían permitir en los círculos menores de estudio y debate universitario interdisciplinar como contraste de pareceres y búsqueda de una mejor reformulación de la doctrina eclesial. Pero nada más.

Quien saque esas “posiciones personales” a la luz pública y las haga públicas, como doctrina segura, en una materia tan sensible y clara como la defensa de la vida humana, está escupiendo al cielo, está regando fuera del tiesto, está pisando al mismo Magisterio de la Iglesia.

Si un superior jerárquico, en lugar de tirar del reglamento universitario y sancionar a ese profesor, pone paños calientes deseando tapar el olor a podrido y suelta una conversación pretendiendo justificar a ese mal docente, se hace cómplice con él y quien debe sancionar a ambos, según se merezcan, son los superiores mayores de la Compañía de Jesús.

Pero si estos colocan, a la vez, paños calientes sobre la situación para evitar la escandalera que ya está montada en los medios de comunicación sobre este asunto, llegamos a confundir al Pueblo de Dios, a cuya cabeza se le pide que actúe más rápido ante situaciones similares.

Es el mismo sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI, quien debe tomar cartas en el asunto, llamando a capítulo a este jesuíta para que cambie de opinión. En caso contrario y de contumacia en su posición, con el Código de Derecho Canónico delante, se le sanciona según marquen los cánones correspondientes.

Entonces, habremos acabado de poner paños calientes a situaciones inmorales dentro de la Iglesia Católica.

Tomás de la Torre Lendínez