29.11.11

 

“Es cierto que este preámbulo doctrinal no puede recibir nuestro respaldo". Lo puede decir más alto pero no más claro. Mons. Fellay avanzó ayer la negativa de la FSSPX al texto que Roma les pidió que aceptaran para darles una solución canónica dentro de la Iglesia. Ahora bien, el obispo lefebvrista asegura que la nota que acompañaba al preámbulo indica que no es un texto definitivo y puede ser modificado y clarificado. O sea, otra vez a dar vueltas a la noria para ver si llegamos a algún lado.

Como no hay que dudar de las palabras de Mons. Fellay, es bastante probable que nos encontremos con un nuevo ir y venir de reuniones, de notas, etc. Tampoco tiene nada de particular el hecho. Si hay cosas “discutibles” del Concilio Vaticano II, tanto más las habrá en un preámbulo doctrinal. El superior de la FSSPX dice que si se va a exigir un texto para que alguien sea considerado como católico, ahí está el Credo. Lo cual es curiosísimo, porque si hablamos del Credo niceno-constantinopolitano, el mismo es aceptado por un buen número de protestantes y, salvo por la cuestión del filioque -añadido posterior-, por los ortodoxos. O sea, lo mismo Mons. Fellay nos ha descubierto el camino más directo hacia el éxito del ecumenismo. Tendría guasa la cosa.

Bromas aparte, “don Bernardo” repite lo que viene diciendo la Fraternidad desde el principio. El señalar que el CVII es pastoral y no dogmático no es nuevo. Aunque yo siempre he dicho que algo de dogmático debe de tener un concilio entre cuyos textos está la Constitución dogmática Dei Verbum y la Constitución dogmática Lumen Gentium. No creo que la palabra “dogmática” esté ahí de adorno, señores míos.

Los “hijos espirituales del Arzobispo Lefebvre” (Fellay dixit), siguen considerándose a sí mismos como leales guardianes de la enseñanza tradicional de la Roma eterna. Ya sabemos que para ellos el término Roma eterna no es exactamente lo mismo que la Roma actual, a la que llevan acusando, velada o abiertamente, de ser una Roma modernista.

Mons. Fellay adelanta que en breve darán una respuesta en la que dejarán constancia de las cuestiones doctrinales que consideran irrenunciables. Puede que haya alguien que crea que en un debate doctrinal con Roma, la parte que no está de acuerdo con la Sede Apostólica está en condiciones de pretender ser plenamente católica al mismo tiempo que plantea exigencias irrenunciables de tipo doctrinal. Yo siempre he pensado que ser católico es otra cosa. No consiste en decirle a la Iglesia lo que tiene que aceptar sino en aceptar lo que la Iglesia te dice que aceptes. Y si eso no lo entienden los lefebvristas, no vamos a ningún lado. Con todo, debemos seguir pidiendo al Señor que obre el milagro de la conversión en sus corazones para que regresen a la comunión plena con la Iglesia.

Hay algo con lo que estoy plenamente de acuerdo con la FSSPX. Mientras no exista un acuerdo total sobre las cuestiones doctrinales, no tiene sentido el que se les dé un estatus canónico. Es una cuestión de coherencia. Una coherencia que no abunda en estos momentos de la historia de la Iglesia. No hay más que ver la cantidad de verdaderos herejes -cosa que no son los lefebvristas- que hay dentro de la comunión eclesial católica.

Luis Fernando Pérez Bustamante