29.11.11

 

El señor que aparece a la derecha de la fotografía no es otro que el Rvdo. Antoni Matabosch Soler, amigo personal de toda la vida de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach, que junto con el Rvdo. Josep Maria Turull son los hombres de máxima confianza de nuestro arzobispo en Barcelona, también comparten el abusivo número de cargos eclesiásticos que acaparan tanto el uno como el otro, como muestra clara de la confianza que el cardenal tiene en sus personas. Entre estos cargos y responsabilidades otorgados al Rvdo. Matabosch últimamente ha destacado el de responsable de la exposición sobre Gaudí en Roma, cargo compartido con el expresidente del parlamento catalán (CiU) Joan Rigol (en la fotografía entre Matabosch y Sistach). Aunque en Roma se ha visto al Rvdo. Matabosch vistiendo como sacerdote, es sabido que en Barcelona jamás utiliza vestimenta eclesiástica, incluso en ruedas de prensa y en actos oficiales de la diócesis aparece con traje y corbata (de marca, tiene que notarse que es de buena familia). Una forma de vestir que también ha impuesto a su segundo de a bordo en la delegación de economía, el también sacerdote Rvdo. Ramon Batlle.

Pero la hipocresía de Matabosch en Roma a la hora de vestir no es el principal problema. Es evidente que Matabosch tiene que "sacrificarse" (para él es un verdadero sacrificio vestir como lo que es), para no dejar mal parado a su amigo el cardenal, ya que sería muy mal visto en Roma un cardenal acompañado de uno de sus hombres de confianza vestido de seglar, pero lo peor de este hombre no son sus vestimentas sino sus ideas.

Ayer nos informaba mi buen amigo Oriolt del esfuerzo del cardenal Sistach por encontrar un milagro que pueda hacer posible la beatificación del arquitecto de Dios Antonio Gaudí, se le ha oído gritar a nuestro prelado "un miracle, un miracle!" (¡un milagro, un milagro!) para que la mina de oro en que se ha convertido la Sagrada Familia para nuestro arzobispo tenga otro capítulo de gloria para él, la beatificación de su arquitecto, otro acto que llenaría de orgullo y prestigio a nuestro pastor, pues sabe perfectamente el interés y admiración que Gaudí despertó en el Santo Padre, además del eco mediático universal que un hecho así tendría.

Pero en cambio la cabra tira al monte, y Matabosch que no es Sistach, por muy amigos que sean, no ha podido ocultar su falta total de interés por tal beatificación, y no sólo eso sino que ha intentado convertir la exposición en una cuestión meramente artística sin ninguna referencia a la vida ejemplar del arquitecto, muy en la linea que nos tiene acostumbrados Matabosch (como ya demostró cuando fue presidente de la Fundación Joan Maragall), es decir organizar actos desde la Iglesia pero totalmente seculares, sin referencias religiosas ni espirituales, especialmente si son de una visión espiritual clásica y tradicional como la que tenía en su mente el genial arquitecto.

En un escrito impagable, en la web "Periodista digital", el blogger Josep Maria Tarragona explica con todo detalle las afirmaciones del Rvdo Matabosch en contra de la beatificación de Gaudí, e incluso las acciones especificas para evitar cualquier referencia a las virtudes heroicas del Siervo de Dios en todos los materiales de la exposición, hasta llegar a molestarse e indignarse por la presencia de miembros que defienden la beatificación en la inauguración, algo que ha sorprendido enormemente a periodistas y a miembros de la Curia, que sencillamente no entienden nada.

El cardenal Sistach ha tenido que ir haciendo giros y quiebros sobre la marcha para adaptarse a las exigencias que Roma y el Santo Padre iban pidiendo a la Iglesia, por ejemplo pasar de decir "El Papa va a bendecir una basílica y nosotros no sabemos que hacer con ella" a que esa basílica se convierta en el motor de su última etapa de pontificado. Pero sus amigos y colaboradores no piensan lo mismo, ellos ya no se juegan nada, son de la misma quinta que el arzobispo y saben que su carrera eclesiástica se acaba en breve, toda la vida han sido unos "progres" y "protestones" y no van a cambiar ahora a su vejez y menos por el poco tiempo que les queda en el convento.

Antoninus Pius