7.12.11

Cardenal Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara (México)

A las 11:40 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en México
 

El plazo se cumplió. El Papa Benedicto XVI aceptó hoy la renuncia del cardenal Juan Sandoval Iñiguez como arzobispo de Guadalajara, una de las demarcaciones eclesiásticas con mayor tradición católica en México, y designó en su lugar al también purpurado Francisco Robles Ortega, pastor de Monterrey.

Como estaba previsto el cambio en la iglesia tapatía salió antes del final de este año 2011, aunque en los últimos días se habló de un “impasse” en el proceso de selección del sustituto para Sandoval. Esto porque se pospuso hasta el 2012 un homenaje que un grupo de empresarios harán al ahora arzobispo emérito. Ese cambio de última hora hizo pensar que la designación de su sucesor se dejaría para las primeras semanas del próximo año.

No hubo tal “impasse”. El nuncio apostólico, Christophe Pierre, se tomó todo el tiempo necesario para sacar quizás el nombramiento más importante de su gestión como embajador en tierras mexicanas. Extendió las consultas y analizó todos los casos, hasta dar con un perfil adecuado. Por eso entregó en Roma la terna con los candidatos al puesto apenas en septiembre pasado.

La Congregación para los Obispos del Vaticano comenzó entonces a trabajar en la designación y elaboró la propuesta en tiempos normales. La sometió al Papa Benedicto XVI que eligió a Robles Ortega.

Llamó la atención el tiempo transcurrido desde que Sandoval Iñiguez presentó su renuncia, el 28 de marzo de 2008, hasta que el Papa se la recibió formalmente este día. Casi cuatro años. Una prórroga más allá de cualquier expectativa. Baste sólo pensar que al último cardenal de Milán, Dionigi Tettamanzi, sólo le dejaron en su puesto dos años después de su dimisión. En ambos casos se trató de renuncias obligatorias, presentadas al cumplir los 75 años como lo marca el Código de Derecho Canónico, la ley fundamental de la Iglesia católica.

Así las cosas a Guadalajara llegará un arzobispo joven, de 62 años. Originario de la localidad de Mascota, en el estado de Jalisco. Con una importante carrera eclesiástica que incluye estudios en tres seminarios de la región del Bajío: el menor de Autlán, los mayores de Guadalajara (donde cursó la filosofía) y de Zamora (en el cual estudió teología).

Tiene experiencia en Roma gracias a su estancia en el Pontificio Colegio Mexicano, en el cual se hospedó mientras estudiaba teología dogmática en la Universidad Gregoriana, entre 1976 y 1979. De regreso en su país se desempeñó como vicario parroquial, capellán de religiosas además de ocupar diversos puestos en el Seminario Menor de Autlán: prefecto de estudios y de disciplina, director espiritual y rector.

Justamente Autlán vio sus primeros años de ministerio hasta que en 1991 Juan Pablo II lo designó obispo auxiliar de Toluca, en el Estado de México, diócesis de la cual se convirtió en pastor titular el 15 de julio de 1996. En 1997 formó parte de la delegación de 12 prelados que participaron, representando a México, en la asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para América, celebrada en el Vaticano del 16 de noviembre al 12 de diciembre de aquel año.

En el seno de la Conferencia del Episcopado Mexicano presidió el Departamento de Pastoral de Santuarios, por dos trienios. También fue Presidente de la Comisión de Educación y Cultura por un trienio y Vocal de algunas otras comisiones episcopales. El 25 de enero del 2003 fue nombrado arzobispo de Monterrey y el 24 de noviembre de 2007 recibió, de manos de Benedicto XVI, el birrete colorado que lo elevó a la dignidad de cardenal de la Iglesia católica.

Con la salida de escena de Juan Sandoval Iñiguez terminó una época para Guadalajara, signo también del final de una era en la Iglesia mexicana. Se avecinan tiempos de cambio, no sólo para la “catoliquísima” perla tapatía. A comenzar por Monterrey, donde se deberá nombrar pronto un nuevo arzobispo. Se trata de una sede cardenalicia, nada menos. Quien la ocupe se hará acreedor del birrete colorado y el candidato natural es Carlos Aguiar Retes, un obispo con carisma y buena estrella. No por nada es presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano y del Conejo Episcopal Latinoamericano. La púrpura sería la “cereza en el pastel” de un recorrido eclesiástico perfecto. El tiempo dirá.