15.12.11

 

A Nuestro Señor Jesucristo no le gustaba mucho que el Templo de su Padre estuviera tomado por gente que hacía negocios con la espiritualidad del pueblo de Dios. Todos saben cómo se encargó de hacer manifiesto su descontento con dicha situación. Y en base a dicha actitud, podemos hacernos una idea de cómo le habrá sentado que unos cristianos hayan entregado un templo católico en manos de una empresa de galletas para que una actriz se haga fotos eróticas al lado de una imagen de su Madre.

Dijo el Señor que no debemos dar lo que es santo a los perros, ni echar “perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra vosotros para destrozaros” (Mateo 7,6). En este caso, hemos visto un cumplimiento literal de ese versículo, pero en el sentido contrario. Es decir, los responsables de la Hermandad de Nta. Sra. de la Encarnación han entregado lo más sagrado de la Iglesia -un templo y una imagen de nuestra Madre- a unos perros y a unos cerdos que han hecho un uso blasfemo de ello.

¿Y qué dice la archidiócesis de Sevilla ante semejante afrenta? Pues que reprueba lo ocurrido -¡menos mal!-, que ella no sabía nada -¡pío, pío, que yo no he sío!- y que la ley canónica no admite esas cosas tan feas. Ah, y que exhorta “a las personas y entidades que tienen encomendadas la custodia y mantenimiento de los lugares y bienes sagrados, a que extremen la diligencia en este cometido, evitando en lo posible ser objeto de engaño o manipulación por parte de terceros, como parece que ha ocurrido” en este caso.

Es decir, una señorita vende su cuerpo para el “disfrute visual” del personal y además lo hace, con el consentimiento de una hermandad católica, usando como adorno a la Inmaculada, Purísima y Siempre Virgen… y todo lo que hace la archidiócesis donde se comete semejante blasfemia es emitir un comunicado para salir del paso, para quitarse el marrón de encima y para dar un levísimo tironcillo de orejas a los responsables.

Yo esperaría algo más de celo santo por las cosas sagradas.

Dios te salve María,
Llena eres de gracia,
Bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús

Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros pecadores
ahora y en la hora de nuestra muerte,
Amén.

Luis Fernando Pérez Bustamante