21.12.11

Desvelado y revelado el contenido de la respuesta de la FSSPX

A las 4:33 PM, por Juanjo Romero
Categorías : General

Vizzini, Buttercup y el Enmascarado

Desde ayer se sabe que la FSSPX «respondió» al Preámbulo propuesto por la Santa Sede, con toda probabilidad el 10 de diciembre. El resto pura especulación, por no saberse no se conoce ni el Preámbulo.

Hoy los «análisis» de varios periodistas me han recordado a la lucha de Vizzini contra el «hombre de negro» mientras retenía a la bella Buttercup. ¿Recordáis? El enmascarado acaba de derrotar a Fezzik y a Íñigo de Montoya.

 

–¿Tan inteligente sois?

–No hay palabras que logren expresar toda mi sabiduría. Soy tan astuto, listo y sagaz, conozco infinidad de engaños, ardides y trapacerías, soy un bellaco. Y soy tan perspicaz, tan cauteloso como calculador, tan diabólico como ladino, tan artero y poco digno de confianza que… en fin, ya os he dicho que no se han inventado aún las palabras que logren explicar la grandeza de mi cerebro, pero dejadme expresarlo de este modo: el mundo tiene ya varios millones de años, y en un momento u otro varias decenas de millones de personas han hollado su suelo; pero hablando con todo candor y modestia, yo, Vizzini, el siciliano, soy el hombre más hábil, más embaucador, más artificioso y más zorro que jamás haya existido.

–En ese caso –dijo el hombre de negro–, os reto a una batalla de ingenio.[…]. ¿Dónde está el veneno?

–¿Adivinar? –gritó Vizzini–. Yo no adivino. Pienso. Discurro. Deduzco. Y luego decido. Pero nunca adivino.

–La batalla de ingenios ha comenzado –anunció el hombre de negro–. […]

–Es todo tan simple –dijo el jorobado–. Lo único que debo hacer es deducir, por lo que conozco de vos, cómo funciona vuestra mente. ¿Sois de la clase de hombres que pondrían el veneno en su propia copa o en la del enemigo?

[…]

El siciliano sonrió, y mirando fijamente las copas de vino dijo:

–Sólo un perfecto tonto pondría el veneno en su propia copa, porque sabría que sólo otro perfecto tonto escogería la copa que le fue asignada. Está claro que yo no soy un perfecto tonto, de manera que también está claro que no escogeré vuestro vino.

–¿Es vuestra última decisión?

–No. Porque vos sabíais que no soy un perfecto tonto, de modo que también sabíais que yo jamás me tragaría semejante treta. Habríais contado con ello. De manera que también está claro que tampoco voy a escoger mi copa.

–Continuad –le pidió el hombre de negro.

–Eso pienso hacer. –El siciliano hizo una pausa para reflexionar–. Hemos decidido ya que lo más probable es que la copa envenenada sea la que tenéis vos delante. Pero el veneno es un polvo hecho con iocaína, y ésta sólo proviene de Australia, y este país, como todo el mundo sabe, está poblado de criminales, y los criminales están acostumbrados a que nadie se fíe de ellos, igual que yo no me fío de vos, lo cual indica claramente que no puedo escoger el vino que tenéis delante.

El hombre de negro comenzaba a impacientarse.

–Aunque, una vez más, debéis de haber sospechado que yo conocía los orígenes de la iocaína, de manera que sabíais que también conocía a los criminales y su comportamiento; por lo tanto, está claro que no puedo escoger el vino que tengo delante de mí.

–A decir verdad, poseéis un intelecto mareante –susurró el hombre de negro.

–Habéis derrotado a mi turco, lo cual significa que sois excepcionalmente fuerte, y los hombres así están convencidos de que son demasiado poderosos para morir, demasiado poderosos incluso para un veneno como la iocaína; de manera que es posible que lo hayáis puesto en vuestra copa, en la confianza de que vuestra fortaleza os salvaría de la muerte; por lo tanto, está claro que no puedo escoger el vino que tenéis delante.

El hombre de negro ya estaba muy nervioso.

–Pero, además, habéis vencido a mi español, lo cual significa que debéis de haber estudiado, porque él se pasó muchos años estudiando para alcanzar la excelencia, y si podéis estudiar, está claro que no sólo sois fuerte. Tenéis plena consciencia de lo mortales que somos todos y no deseáis morir, de manera que habríais mantenido el veneno lo más alejado de vos; por lo tanto, está claro que no puedo escoger el vino que tengo delante de mí.

–Lo único que pretendéis con tanta charla es que me delate –le dijo enfadado el hombre de negro–. Pues no os dará resultado. Os juro que de mí no sabréis nada.

–Ya lo sé todo de vos –replicó el siciliano–. Ya sé dónde está el veneno.

–Sólo un genio habría sido capaz de deducirlo.

–Es una suerte para mí que yo sea un genio –dijo el jorobado cada vez más divertido.

–No podéis asustarme –dijo el hombre de negro, pero el miedo resonó en su voz.

–¿Bebemos entonces?

[…]

Bebieron.

—«La Princesa Prometida», William Goldman, 1973

Qui potest capere capiat. Supongo que a pesar de lo singular que se creía Vizzini, no sólo abunda su ‘talento‘ entre los vaticanistas y lefebvristas, también su prudencia y su éxito.

También se han cubierto de gloria con la noticia de la compra del dominio .xxx por el Vaticano.