21.12.11

Antón Montesinos

Hoy, exactamente hoy, hace 500 años que Fray Antón de Montesinos, O.P. pronunciaba un sermón (conocido, por eso como el Sermón de Antón Montesinos) que supuso mucho al respecto de la consideración de aquellas gentes con las que se habían encontrado los conquistadores españoles.

El tal Sermón dice lo siguiente:


Para daros a conocer estas verdades me he subido aquí yo, que soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla. Y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual voz os será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír.

Esta voz os dice que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.

Decid: ¿Con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes, que estaban en sus tierras mansas y pacíficas donde tan infinitas de ellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos en sus enfermedades en que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? Y ¿qué cuidado tenéis de quien los adoctrine y que conozcan a su Dios y creador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos?

Sermón de Antón Montesinos

¿Éstos no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto que en el estado en que estáis no os podéis más salvar que los que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.

 

No es muy extenso pero sí es clarificador del sentido que, entonces, se podía tener acerca del descubrimiento de aquellas tierras nuevas que Colón encontró, seguramente, sin saber lo que encontraba.

Este sermón es muy anterior a lo que Fray Bartolomé de las Casas dijo al respecto de los mismos temas porque éste fue ordenado sacerdote en 1506 en Roma y, por lo tanto, aún faltaban unos años para denunciara lo que veía como esclavitud de los indios. Años después, como escribe el P. Iraburu en su “Hechos de los apóstoles de América” en 1515 “Cisneros le encarga que, con el padre Montesinos y el doctor Palacios Rubios, prepare un memorial sobre los problemas de las Antillas, y le nombra protector de los indios” por lo que el autor del Sermón aquí traído y De las Casas trabajaron juntos en tal labor.

Volvamos, sin embargo, al Sermón.

Las palabras de Montesinos eran duras. No lo eran porque quisieran decir algo que podía ser visto por cualquiera que no tuviera visión cegada por la codicia o la avaricia sino que lo eran porque denunciaban la actitud de muchos cristianos que, aún así diciéndose, no actuaban como debía hacer un discípulo de Cristo.

Es bien cierto, por otra parte, que el siglo XVI no es el XXI y que, entonces, ciertas actitudes se tenían como propias de aquellas épocas y tampoco resulta muy útil decir lo que se hacía entonces aplicando criterios de ahora mismo. Sin embargo, es objetivamente cierto que la dignidad de las personas (de aquellos indígenas) era zaherida por muchos conquistadores ávidos de las riquezas que allí encontraron. Y, aunque, las cifras puedan haber sido exageradas no es falso sostener que hubo esclavitud y que la misma era sostenida por hijos de Dios seguros de que hacían lo correcto. Y eso era lo que denunciaba Fray Antón de Montesinos. Aquello era algo que los frailes dominicos, que fueron a América a evangelizar, no podían callar.

Evangelización americana

Y es que la dignidad de la persona era el tema fundamental sobre el que Montesinos predicó aquel día. Y no una dignidad capitidisminuida sino una que ha de ser considerada como lo que es: donada por Dios a cada hijo suyo y que, atendiendo a lo dicho por Santo Tomás de Aquino, es persona todo “ser subsistente en naturaleza racional” que recuerda más que mucho aquello que dijera Boecio acerca de la “substancia individual de naturaleza racional” con la que definía a la persona. Y con aquel Sermón se criticaba determinadas situaciones que entonces se daban entre unos y otros.

Sin embargo, la respuesta desde la corte española no se hizo esperar y Fernando el Católico dirigió una carta a Diego Colón el 20 de marzo de 1512 diciendo, entre otras cosas que

“Me ha mucho maravillado de decir lo que dijo (el fraile Montesinos) porque para decirlo ningún buen fundamento de teología, ni de cánones ni de leyes tendría, según dicen los letrados, y yo así lo creo (…) Todos los de nuestro Consejo y muchos otros letrados, teólogos y canonistas y vista la gracia y donación que nuestro muy santa Padre, Alejandro VI, nos hizo de todas las islas y tierra firme (…) acordaron en presencia y parecer del Arzobispo de Sevilla, que se debían de dar (los indios a los españoles) y que era conforme a derecho humano y divino, pues por la razón, que los legos pueden alcanzar y vosotros veis cuán necesario está ordenado como está en cuanto a la servidumbre que los indios hacen a los cristianos”.

Para intentar “corregir” lo que se decía en el Sermón hacía ver que

“si aceptan no seguir hablando de esa materia en público y privado y se disculpan diciendo que no conocían los documentos, que les deje estar. Siempre aprecié mucho a la orden y no quiero que reciban agravio. Pero, si no aceptan desdecirse, remítelos en el primer barco a su superior para que reciban el castigo que merecen”.

No se había entendido el verdadero sentido de lo que el fraile dominico quería dar a entender con su sermón del 21 de diciembre de 1511: el cristiano no puede llevar a cabo determinadas actuaciones si, en verdad, es tan cristiano como dice que es.

Tal forma de actuar, sin embargo, obtuvo sus frutos porque si bien había sido enviada una comisión a la corte española para contradecir lo que había dicho Montesinos y que fue el origen de la carta citada arriba de Fernando el Católico, lo bien cierto es que el propio fraile dominico acudió a la misma corte y, no sin problemas, se hizo escuchar, de rodillas hizo su exposición, por el Rey. El mismo, convencido de que tenía razón aquel fraile que denunció lo denunciable, mandó nueva carta a Diego Colón, el 18 de septiembre de 1512 diciendo que

“Ya sabéis cómo por mi mandato hicisteis venir al Vicario de los frailes de Santo Domingo con otros tres frailes que estaban en la Isla. Y porque, sobre las dudas y escrúpulos que tenía, está acá determinado lo que se ha de hacer; de que ellos están satisfechos y contentos, yo les he mandado volver a esa Isla para que sirvan a nuestro Señor (…) y ellos van con mucha voluntad de hacer según lo hacen otros religiosos de su orden en estos Reinos. Por ende yo vos mando que los recibáis con todo amor y les hagáis el más buen tratamiento que ser pueda y yo espero en nuestro Señor que su ida hará mucho fruto según las personas que son y la voluntad que llevan”.

Y no queda aquí la cosa porque de aquel sermón que un fraile dominico se atreviera a pronunciar y que acabara modificando, en mucho, las leyes que sobre los indios se habían dictado hasta entonces, otro fraile dominico Francisco de Vitoria, en la Universidad de Salamanca, trató el tema del citado sermón en tres dimensiones relativas a los derechos de los indios, a la negación de la potestad del Papa en asuntos terrenos y, por último, a la negación de la potestad del Rey de Castilla sobre las Indias, de las cuales, por cierto, nacería el derecho internacional.

Y es que, cuando un sermón se predica un domingo de Adviento, el 4º que cayó entonces el 21 de diciembre, y el mismo va referido a la que hizo Juan el Bautista acerca de la necesidad de enderezar las sendas que llevan a Dios, a lo mejor alguno se molesta porque se le diga que debe mirar para otro lado que no sea el de el tener y el de acaparar. Pero eso, para algunos, es cosa de este mundo y no del otro.

El caso es que Fray Antón Montesinos no se vino abajo ante las críticas que allí mismo tuvo que escuchar y que los poderosos de entonces hicieron llegar al superior de los dominicos, entonces fray Pedro de Alcántara que les comunicó, como era de esperar, que el predicador, al domingo siguiente, “diría lo que mejor le pareciese”.

Y lo dijo:

“Tornaré a referir desde su principio mi sciencia y verdad, que el domingo pasado os prediqué, y aquellas mis palabras, que así os amargaron, mostraré ser verdaderas”.

Por eso recordamos que hace exactamente 500 años Fray Antón Montesinos utilizó la predicación para lo que se debe utilizar y que no es otra cosa que para evangelizar. Y el Evangelio tiene, por desgracia para muchos, la verdad en sus palabras.

Eleuterio Fernández Guzmán