SOS - ¡ZENIT está sin dinero! ... ¡Pero están Ustedes!

Como pasa todos los años al comienzo de la campaña anual de donativos, se están acabando los fondos: sólo tenemos disponibles en este momento US$63,000 (cuando los gastos de la Agencia sumando todos los idiomas llegan a unos US$130,000 mensuales).

¡Contamos con el apoyo de todos los lectores en la campaña de donativos que acabamos de lanzar, a fin de que ZENIT reciba los fondos necesarios para ir adelante otro año!

Como ya saben, ¡ZENIT vive de su generosidad!

Envíe su donativo ahora: http://www.zenit.org/spanish/donativos.html

 

¡Muchas gracias!

 


ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de diciembre de 2011

Santa Sede

Las enseñanzas de la Jornada de la Juventud, según Benedicto XVI

Monseñor Follo: la razón de ser de la presencia de la Iglesia en la UNESCO

Mundo

Se reabre el caso de las esterilizaciones forzosas en Perú

Encuentro Mundial de las Familias

Cien mil milaneses tendrán la oportunidad de acoger a familias del mundo

Flash

Cuba: Recuperados algunos objetos robados en la catedral de Bayamo

Documentación

Cómo anunciar el Evangelio hoy centró la felicitación papal a la Curia


Santa Sede


Las enseñanzas de la Jornada de la Juventud, según Benedicto XVI
El papa hizo balance del año eclesial ante la Curia Romana
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 22 diciembre 2011 (ZENIT.org).- A las 11 de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, Benedicto XVI recibe en audiencia a los cardenales, los miembros de la Curia Romana y de la Casa de Gobierno de la Ciudad del Vaticano para la presentación de los augurios natalicios. En el encuentro, tras las palabras de saludo al santo padre del cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, el papa dirigió a los presentes un discurso en el que hizo balance del año eclesial. Se detuvo especialmente en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid este verano.

“Vivimos hoy en un momento especialmente intenso. La santa Navidad está ya muy cerca y lleva a la gran familia de la Curia romana a reunirse para este hermoso intercambio de felicitaciones, que conllevan el deseo recíproco de vivir con alegría y auténtico fruto espiritual la fiesta de Dios que se hizo carne y puso su morada entre nosotros”, inició su discurso el papa.

Tras agradecer a los presentes su dedicación a la Iglesia, afrontó la crisis económica y financiera que vive especialmente Europa. Una crisis, dijo, que, en última instancia, “se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente”.

“Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad –añadió--, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios”.

De esta crisis, dijo, “surgen preguntas muy fundamentales: ¿Dónde está la luz que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos? ¿Dónde está la fuerza que lleva hacia lo alto nuestra voluntad? Estas son preguntas a las que debe responder nuestro anuncio del Evangelio, la nueva evangelización, para que el mensaje llegue a ser acontecimiento, el anuncio se convierta en vida”.

Para el papa, el gran tema de este año, como también de los siguientes, es “cómo anunciar el Evangelio”.

“¿De qué manera la fe, en cuanto fuerza viva y vital, puede llegar a ser hoy realidad?, se preguntó, afirmando que “todos los acontecimientos eclesiales del año que está por concluir han estado relacionados en definitiva con este tema”.

Recordó los viajes a Croacia, a España, a Alemania, y a Benín. Califcó también de “inolvidables” los viajes a Venecia, San Marino, Ancona y Calabria. Sin olvidar el encuentro entre las religiones y entre las personas en búsqueda de verdad y de paz en Asís: “Una jornada concebida como un nuevo impulso en la peregrinación hacia la verdad y la paz”.

La institución del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, dijo, “nos remite anticipadamente al Sínodo que sobre el mismo tema tendrá lugar en el próximo año”. “También tiene que ver con ello el Año de la Fe, en recuerdo del comienzo del Concilio, hace cincuenta años”, añadió.

Tuvo palabras llenas de afecto para los africanos: “...el encuentro en África con la gozosa pasión por la fe ha sido de gran aliento. Allí no se percibía ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. Con tantos problemas, sufrimientos y penas como hay ciertamente en África, siempre se experimentaba sin embargo la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar. Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y precisamente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa”.

Y calificó de “magnífica experiencia” la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, otra “medicina contra el cansancio de creer”. “Ha sido una nueva evangelización vivida”, afirmó.

“Cada vez con más claridad se perfila en las Jornadas Mundiales de la Juventud un modo nuevo, rejuvenecido, de ser cristiano”, un modo de ser que sintetizó en cinco puntos.

Primero, “hay una nueva experiencia de la catolicidad, la universalidad de la Iglesia. Esto es lo que ha impresionado de inmediato a los jóvenes y a todos los presentes: venimos de todos los continentes y, aunque nunca nos hemos visto antes, nos conocemos”.

Segundo: “De aquí nace después un modo nuevo de vivir el ser hombres, el ser cristianos. Una de las experiencias más importantes de aquellos días ha sido para mí el encuentro con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud”, “Al final, estos jóvenes estaban visible y 'tangiblemente' llenos de una gran sensación de felicidad”, “Estos jóvenes han hecho el bien –aun cuando ese hacer haya sido costoso, aunque haya supuesto sacrificios– simplemente porque hacer el bien es algo hermoso, es hermoso ser para los demás”.

Tercero: La adoración. Recordó momento de adoración en sus viajes Hyde Park, Zagreb y Madrid, “tras el temporal que amenazaba con estropear todo el encuentro nocturno, al no funcionar los micrófonos”.

“Dios es omnipresente, sí. Pero la presencia corpórea de Cristo resucitado es otra cosa, algo nuevo. El Resucitado viene en medio de nosotros. Y entonces no podemos sino decir con el apóstol Tomás: 'Señor mío y Dios mío'. La adoración es ante todo un acto de fe: el acto de fe como tal. Dios no es una hipótesis cualquiera, posible o imposible, sobre el origen del universo. Él está allí. Y si él está presente, yo me inclino ante él. Entonces, razón, voluntad y corazón se abren hacia él, a partir de él”.

Cuarto: la presencia del Sacramento de la Penitencia que, de modo cada vez más natural, forma parte del conjunto. “Con eso reconocemos que tenemos continuamente necesidad de perdón y que perdón significa responsabilidad”.

Quinto: la alegría. “¿De dónde viene? ¿Cómo se explica?”, se preguntó. Y respondió: “Seguramente hay muchos factores que intervienen a la vez. Pero, según mi parecer, lo decisivo es la certeza que proviene de la fe: yo soy amado. Tengo un cometido en la historia. Soy aceptado, soy querido”. “La fe alegra desde dentro. Ésta es una de las experiencias maravillosas de las Jornadas Mundiales de la Juventud”.

Sin tiempo para detenerse en el encuentro de Asís “como merecería la importancia del acontecimiento”, invitó a agradecer “sencillamente a Dios porque nosotros --representantes de las religiones del mundo y también representantes del pensamiento en búsqueda de la verdad– pudimos encontrarnos aquel día en un clima de amistad y de respeto recíproco, en el amor por la verdad y en la responsabilidad común por la paz”.

“Podemos esperar que de este encuentro haya nacido una nueva disponibilidad para servir la paz, la reconciliación y la justicia”, señaló.

Y concluyó agradeciendo “de corazón a todos vosotros por el apoyo para llevar adelante la misión que el Señor nos ha confiado como testigos de su verdad, y os deseo a todos la alegría que Dios, en la encarnación de su Hijo, nos ha querido dar. Feliz Navidad a todos vosotros”. 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Monseñor Follo: la razón de ser de la presencia de la Iglesia en la UNESCO
Entrevista al embajador vaticano ante la agencia de la ONU para la Cultura
ROMA, jueves 22 diciembre 2011 (ZENIT.org).- El observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en París, monseñor Francesco Follo, quien acaba de publicar La mission du Saint-Siège à l'Unesco: La paix en question, editorial Parole et silence, 2011, aceptó contar a los lectores de ZENIT un recuerdo, una historia de Navidad relacionada con su vocación sacerdotal y su ministerio poco común.

¿Nos podría contar algún recuerdo de juventud para ayudarnos a celebrar la Navidad?

--Mons. Follo: Me acuerdo de una Navidad particular de mi juventud: me encontraba en Lourdes cuando escuché un canto que hablaba de la visita de los Reyes Magos a Jesús. La canción decía que los tres sabios habían llegado a la gruta con amor aportando sus dones: el oro, el incienso y la mirra, y que estaban acompañados por muchos servidores entre los cuales un payaso. Este hombre, pequeño y vestido ridículamente había sido juzgado indigno de ser presentado a la Sagrada Familia. Se había por lo tanto quedado atrás y un muro de personas se levantaba entre él y el Niño Jesús. Como era pequeño de tamaño, no veía nada y daba saltos para poder ver Jesús. Su agitación hacía sonar las sonajas enganchadas al disfraz de bufón. Sintiendo el tintineo y temiendo que despertara al recién nacido, la Virgen preguntó quien era el responsable. El muro de gente se abrió y alguno señaló al el payaso como el responsable del ruido. La Madre del Salvador sonrió y una vez recibidos los regalos de los Reyes Magos, le preguntó a este pobre hombre qué regalo le había traído a Jesús. El payaso tenía las manos vacías, pero respondió rápidamente : «le traigo mi capacidad de maravillarme».

Después de escuchar esta historia busqué vivir la Santa Navidad cultivando la capacidad de maravillarme con gratitud porque Dios me ama, al punto venir en medio de nosotros. Yo trato de verme también como Él me ve, en la luz de su santidad y en el amor de su corazón que se da a nosotros. Y es con esta mirada en los ojos y en el corazón, que intento mirar los demás que están conmigo, delante del nacimiento.
 

¿Pero dónde celebrar la Navidad ?

--Mons. Follo: Si se trata de maravillarse delante de Dios que se hace pequeño, el lugar para hacerlo es la casa: la de familia, la de Dios. Si no se vive en comunión con los demás, a comenzar por aquellos de nuestra familia, esta no es una vida común, y no hay una verdadera vida comunitaria, si no en la alabanza de Dios que nos hace contemplar el nacimiento.
 

¿Por qué eligió el sacerdocio?

--Mons. Follo: Más bien por quién lo he hecho. Este ‘por quién” es Cristo. Me ha fascinado siempre, lo he estimado siempre y cada vez lo he amado más y lo he percibido como mi amigo.
 

¿Cómo es que Cristo le ha llamado a esta vocación?

--Mons. Follo: A través de las personas, entre las cuales la santa figura del cura de mi parroquia. Cuando era pequeño influyó el amor, el ejemplo y la sensatez de mis padres, cuya fe simple y sólida (mi padre era obrero y mi madre peluquera) me ha hecho encontrar a Cristo en lo concreto de la vida cotidiana y en medio de la familia y del pueblo.
Pero debo añadir también al vicario que gestionaba el patrocinio, cuando estaba en la escuela primaria. Su devoción sacerdotal me ha hecho apreciar la vida del sacerdote. Finalmente, mi padre espiritual, que ha muerto, pero que ha hecho mi vocación sólida, ayudándome a hacer una experiencia inteligente y enamorada de la iglesia en cuanto comunión. Este sacerdote me ha hecho comprender entre otras cosas, que no hay vida verdadera si no es en comunión con nuestros hermanos y hermanas de la humanidad, pero que no existe vida en comunión a no ser en la alabanza de Dios.
A partir de este momento mi principal deseo ha sido de llenar la Iglesia de fieles. Y si me piden: ¿Qué oración haría ahora sin pensarlo dos veces? , Yo respondería inmediatamente: Que venga tu reino. Y la iglesia es el signo sacramental de esta realeza de Dios sobre el mundo. La iglesia no está contra el mundo, o fuera del mundo. La iglesia esta a de la parte del mundo salvado.
 

¿Otras personas le han ayudado a arraigar su vocación?

--Mons. Follo: Seguramente. Una de ellas ha sido la beata Teresa de Calcuta, que me ha enseñado a servir a Dios reconociéndolo en los pobres, y que fue, cito: “de una pobreza angélica” para ver a Dios en el prójimo. Después de estar treinta años en Roma, y ahora en París, trabajo con las Misioneras de la Caridad [nombre oficial de las hermanas de Teresa de Calcuta]. Otra persona que me ha ayudado mucho es el beato Juan Pablo II, que he tenido la suerte de encontrar gracias a mi trabajo en la Secretaría de Estado de la Santa Sede.
Me ha enseñado cómo ser maestro y guía hacia la verdad para las personas que fueron confiadas a mi ministerio de sacerdote : al ser un padre fuerte porque “hombre de Dios”, y rezando, porque la oración es el alma de todo apostolado (en el confesionario o en el despacho). Y se trabaja por la Iglesia allí donde la obediencia nos pone.
 

¿Cómo es ser sacerdote en la UNESCO?

--Mons. Follo: La UNESCO es una agencia especializada de las Naciones Unidas que se ocupa de educación, ciencias (naturales y humanas), cultura, comunicación y la información. Su objetivo central es contribuir al mantenimiento de la paz y de la seguridad justamente a través de la educación, la ciencia y la cultura, la comunicación y la información, la colaboración entre naciones, para asegurar el respeto universal de la justicia, de la ley, de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales para todos, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión, que la Carta de las Naciones Unidas se reconoce a todos los pueblos.

La Santa Sede está presente debido a la soberanía específica, pero principalmente debido “al vínculo orgánico y constitutivo que existe entre la religión en general y el cristianismo en particular, por un lado, y la cultura, por otro lado» (Discurso de Juan Pablo II en su visita a la UNESCO, 2 de junio 1980), y “para ser parte de la reflexión y del compromiso” de la UNESCO (Mensaje de Benedicto XVI para el XXV aniversario de la visita de Juan Pablo II a la UNESCO, 2 de junio 2005).

La presencia de un sacerdote --con un estatus diplomático- representa al Vaticano en un ente con 193 estados miembros, y es querida y considerada útil para un diálogo con el mundo y para que la Iglesia pueda aportar su contribución a un ente que ha sido creado en favor de la paz, porque, como dice el preámbulo del acto de fundación de la UNESCO : "Las guerras nacen en el espíritu de los hombres, y es en el espíritu de los hombres donde tienen que ser levantadas las defensas de la paz".

Dicho de otro modo y de manera breve, la Santa sede está en la UNESCO por cuatro motivos principales. Primero para hacer sentir la voz de la Iglesia católica en materia de educación, ciencias naturales y sociales, cultura y comunicación.

Segundo, para ser una conexión entre los estados miembros de la UNESCO y la Santa Sede, que coordina sus actividades en el conjunto de las organizaciones internacionales.
Tercero, para reforzar la cooperación internacional de la UNESCO con las miembros de la familia UNESCO pero también con los organismos de la sociedad civil como las ONG.
Y finalmente, para contribuir a construir una civilización del amor como a menudo afirmó el papa Juan Pablo II y como Benedicto XVI ha reiterado con fuerza en su enseñanza.
Personalmente, intento realiza mi tarea siendo maestro porque soy padre, un feliz padre en el Espíritu para el mayor número posible de hilos e hijas.

Por Anita S. Bourdin, traducido del francés por H. Sergio Mora

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Mundo


Se reabre el caso de las esterilizaciones forzosas en Perú
Declaraciones de las víctimas recogidas por La Croix
ROMA, jueves 22 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Por iniciativa de un grupo de mujeres que sufrieron esterilizaciones forzadas, el actual presidente Ollanta Humala ha pedido al fiscal de la nación que reabra la investigación sobre las esterilizaciones forzadas realizadas por el gobierno del expresidente Alberto Fujimori, en los años 90.

El diario católico francés La Croix publica este miércoles un artículo basado en reportajes e informaciones recogidas por un enviado especial del matutino en la zona andina del Cuzco.
Fujimori, al gobierno del 1990 al 2000, fue condenado a 25 años de prisión por violación de los derechos humanos, en dos masacres de civiles perpetradas por un “escuadrón de la muerte”, en la guerra sucia contra el grupo terrorista Sendero Luminoso.

En dicha condena no entran los casos de esterilizaciones forzadas o realizadas con engaño a más de trescientas mil mujeres y veinte mil hombres, a través de un programa de esterilización nacional.

La motivación de la campaña del expresidente ahora preso, era la de bajar la tasa de natalidad como un medio para bajara la pobreza. O sea, ironiza La Croix, bajar la pobreza eliminando a los pobres.

Entre las víctimas está Yony Qquellón, de una aldea cercana a la ciudad de Cuzco, que junto a otras doce mujeres levantó su voz contra el abuso sufrido.

En 1997 Yony tenía 23 años y estaba encinta de su cuarto niño. En el centro de Salud, le dijeron que le iban a hacer una limpieza y al despertar se enteró que le habían esterilizado. “Tendrías que agradecerle a Fujimori --le dijo la enfermera- pues aquí las mujeres hacen niños como los conejos”. La campaña fue lanzada en 1995 por el gobierno de Fujimori, llegando a trescientas esterilizaciones al día con el objetivo de llegar a ciento cincuenta mil al año.

La abogada del Instituto de defensa legal, Silvia Romero indicó que “se habla de una política de Estado que ha transformado la esterilización quirúrgica supuestamente voluntaria en una técnica única de control de la natalidad”, y añadió que “los informes hablan de chantajes, raptos, amenazas a las mujeres en particular en el interior del país”. Y les amenazaban que “serían llevadas a la cárcel, no recibirían ayuda alimentaria si tenían más de dos niños”.

La futura diputada Hilaria Supa, que en esa época organizaba clubes de deporte para las mujeres locales, explicó: “He descubierto un día que varias de mis jugadoras habían sido esterilizadas y tenían vergüenza de decírmelo”. Ella invita a las doce mujeres llamadas “heroínas de Anta” a sostener la demanda.

Otra de las mujeres es Hilaria Huaman, fue esterilizada a los 42 años, después de 12 partos. “Mi marido no lo ha aceptado nunca” reporta La Croix, pues “me dice que quería salir con otros hombres y me pega”. Maximiliana Quillayaman, otra de las víctimas fue al puesto sanitario de su pueblo, el personal le hizo firmar un papel cuyo contenido no entendía y le hicieron la ligadura.

El presidente de la Asociación nacional de los médicos del Ministerio de la Salud, Jesús Bonilla, indicó: “ Si no se alcanzaban las cuotas de esterilización, el personal era sancionado”. A tal punto que “una enfermera, para llenar su cuota de dos o tres esterilizaciones por meses y conservar su trabajo, se presentó como voluntaria para esterilizarse”.

Eugenia Fernán, especialista de los derechos de la mujer, indicó “Las autoridades han fijado objetivos precisos de esterilizaciones para cada hospital, cada centro de curación. Han creado un tipo de competición para saber quien iba a esterilizar más”. Y la publicidad incluso se realizaba en las ferias populares.

El ministro de Salud del gobierno de entonces Alejandro Aguinaga sostiene todavía que “no han existido esterilizaciones forzosas” si bien reconoce errores aislados, donde efectivamente no se no han encontrado los documentos de aceptación de las mujeres operadas”.

Otro caso fue el de Victoria Vigo que perdió a su bebé prematuro durante un parto difícil. “He caído en depresión –dijo--, y el doctor intentaba consolarme indicándome: “Eres todavía joven, puedes tener otro niño”, cuando otro operador me dijo que no era posible porque había sido esterilizada”.

Después de siete años de batalla legal, Victoria Vigo es la única mujer que logró obtener una condena contra el médico que la había esterilizado sin informarla.

La justicia no llega tampoco a las familias de las diecisiete mujeres que murieron por complicaciones postoperatorias. Solamente la familia de una de ellas, Mamérita Mestanza, ha obtenido una compensación estatal peruana gracias a la intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Todos los demás casos de muertes por complicaciones postoperatorias fueron archivados.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Encuentro Mundial de las Familias


Cien mil milaneses tendrán la oportunidad de acoger a familias del mundo
La Archidiócesis de Milán hace un llamamiento a la generosidad
MILÁN, jueves 22 diciembre 2011 (ZENIT.org).- “Buscamos familias que acojan a otras familias. Se necesita una hospitalidad física y una hospitalidad del corazón”. Es la invitación difundida por monseñor Erminio De Scalzi, obispo auxiliar de la Archidiócesis de Milán y presidente de la Fundación Milano Familia 2012, con motivo del VII Encuentro Mundial de las Familias que se realizará en Milán del 29 de mayo al 3 de junio del 2012 y que será clausurado con la presencia de Benedicto XVI. En rueda de prensa, este 20 de diciembre, dijo que se necesitan cien mil familias para dar hospitalidad a las provenientes de otras partes de Italia y de todo el mundo.

La organización quiere garantizar a todos un espacio para hospedarse gratuitamente, de tal modo que se favorezca también a aquel que llega de los países más pobres. “Quien ofrezca hospedaje terminará por dejarse interpelar de los estilos de vida personales y familiares diferentes de los nuestros, así como para descubrir virtudes familiares como la simplicidad y la sobriedad, que hemos perdido en Europa. A esto, Monseñor De Scalzi ha añadido que “Milán es una ciudad con tantos habitantes sin casa y de tantas casas sin habitantes; me gustaría que el Encuentro mundial de las familias fuera una ocasión para abrir estas casas”.

“Nos hemos sumado al llamado de la hospitalidad”, subrayó el padre Virginio Colmegna, presidente de la fundación Casa de la Caridad, --desde donde se hizo el llamado--, “porque nosotros vivimos de la hospitalidad”. “Daremos nuestra contribución”, explica el padre Colmegna, “hospedando en esos días a una familia proveniente del extranjero. Es la cultura de la hospitalidad la que origina familia. La categoría de la hospitalidad no es una actividad asistencial: es un trabajo de carácter formativo”. Hemos abierto la Casa de la Caridad para las parroquias del distrito, para sensibilizar a las familias de la zona a que ofrezcan hospitalidad, y ya se han conseguido algunas adhesiones. Los organizadores invitan a todas las parroquias y organizaciones de nuestro territorio a hacer lo mismo.

“También el Ayuntamiento de Milánse está preparando a acoger a los participantes del VII Encuentro Mundial de las Familias”, explicó la teniente de alcalde María Grazia Guida. “La administración, desde los primeros días del acuerdo, se ha puesto al servicio de la Fundación Milano Familia 2012 y del Prefecto, quien es el comisario extraordinario para el evento, a fin de que la compleja máquina organizativa esté en disposición de acoger al mayor número de personas posible. Ahora lanzamos el llamado a la ciudad para que se abran a las familias que llegarán”. Entre las iniciativas anunciadas por la segunda edil están la participación de la empresa Milano Ristorazione,para la preparación de las comidas, en especial para los niños, así como la disposición de las estructuras de los jardines de infancia para la animación y la acogida; también se contará con la presencia de tutores, quienes podrán asistir a los ancianos que están solos y que pongan a disposición sus casas.

El plazo máximo para que las familias milanesas ofrezcan su disponibilidad a la acogida se ha fijado en el 31 de marzo, ha explicado el padre Luca Violoni, secretario general de la Fundación Milano Familia 2012. Se puede ofrecer la propia hospitalidad escribiendo a la dirección accoglienza@family2012.com.

En enero se han programado ocho fechas en diversas ciudades de la Archidiócesis de Milán, para sensibilizar y animar a la hospitalidad y clarificar mejor las modalidades de participación en esta cumbre mundial de las familias católicas a la que asistirá Benedicto XVI.

Texto facilitado por el departamento de medios del Encuentro Mundial, traducido del italiano por José Antonio Varela Vidal

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Flash


Cuba: Recuperados algunos objetos robados en la catedral de Bayamo
Se desconoce el paradero del Santísimo Sacramento
BAYAMO, jueves 22 diciembre 2011 (ZENIT.org).- Este 15 de diciembre, el Obispado de Bayamo-Manzanillo, Cuba, hizo pública una nota en la que daba cuenta de la recuperación de algunos de los objetos robados el 1 de diciembre pasado.

Como ya informó ZENIT, se produjo un sacrilegio en la catedral, con el robo del Santísimo (ver: http://www.zenit.org/article-41095?l=spanish).

La nota del Obispado afirma: “En horas de la tarde de hoy, las autoridades policiales entregaron a la Santa Iglesia Catedral del Santísimo Salvador de Bayamo, en la Diócesis de Bayamo-Manzanillo, la mayor parte de los objetos que habían sido robados de dicho templo el primero de diciembre último”.

“Entre las piezas recuperadas se hallan un jarrón de porcelana del siglo XIX, perteneciente a
la Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, anexa a la catedral; y los objetos litúrgicos.
Solo se desconoce aún el paradero del Santísimo Sacramento”, añade.

La nota informa también de que las autoridades competentes continúan las investigaciones.

“Monseñor Álvaro Beyra Luarca, obispo de Bayamo-Manzanillo, los sacerdotes, religiosas y
fieles de la diócesis, agradecen profundamente a quienes desde diversas partes de Cuba y
el mundo han manifestado su oración y cercanía”, concluye la nota firmada por Raynor Rivera Licea, portavoz de la diócesis de Bayamo-Manzanillo.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Documentación


Cómo anunciar el Evangelio hoy centró la felicitación papal a la Curia
Enseñanzas que Benedicto XVI extrae de la JMJ de Madrid
A las 11 de esta mañana, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, Benedicto XVI recibe en audiencia a los cardenales, los miembros de la Curia Romana y de la Casa de Gobierno de la Ciudad del Vaticano para la presentación de los augurios natalicios. En el encuentro, tras las palabras de saludo al santo padre del cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, el papa dirigió a los presentes el discurso que sigue a continuación.

*****

Señores Cardenales,
Venerados Hermanos en el Episcopado y en el Presbiterado,
queridos hermanos y hermanas

Vivimos hoy en un momento especialmente intenso. La santa Navidad está ya muy cerca y lleva a la gran familia de la Curia romana a reunirse para este hermoso intercambio de felicitaciones, que conllevan el deseo recíproco de vivir con alegría y auténtico fruto espiritual la fiesta de Dios que se hizo carne y puso su morada entre nosotros (cf. Jn 1,14). Esta es para mí una ocasión no sólo para expresar mi felicitación personal, sino también para manifestar a cada uno de vosotros mi agradecimiento y el de la Iglesia por vuestro generoso servicio; os ruego que lo transmitáis también a todos los colaboradores de nuestra gran familia. Doy las gracias de modo particular al cardenal decano Angelo Sodano que se ha hecho portavoz de los sentimientos de todos los presentes y de los que trabajan en las diferentes oficinas de la Curia, del Gobierno de la Ciudad del Vaticano, incluidos los que desempeñan su ministerio en las representaciones pontificias repartidas por todo el mundo. Todos estamos comprometidos en que el anuncio que los ángeles proclamaron en la noche de Belén, «Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc 2,14), resuene en toda la tierra para llevar gozo y esperanza.

En este final del año, Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente. Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios. El conocimiento y la voluntad no siguen siempre la misma pauta. La voluntad que defiende el interés personal oscurece el conocimiento, y el conocimiento debilitado no es capaz de fortalecer la voluntad. Por eso, de esta crisis surgen preguntas muy fundamentales: ¿Dónde está la luz que pueda iluminar nuestro conocimiento, no sólo con ideas generales, sino con imperativos concretos? ¿Dónde está la fuerza que lleva hacia lo alto nuestra voluntad? Estas son preguntas a las que debe responder nuestro anuncio del Evangelio, la nueva evangelización, para que el mensaje llegue a ser acontecimiento, el anuncio se convierta en vida.

En efecto, el gran tema de este año, como también de los siguientes, es cómo anunciar el Evangelio. ¿De qué manera la fe, en cuanto fuerza viva y vital, puede llegar a ser hoy realidad? Todos los acontecimientos eclesiales del año que está por concluir han estado relacionados en definitiva con este tema. Se han realizado viajes a Croacia, a España, para la Jornada Mundial de la Juventud, a mi Patria, Alemania, y finalmente a África, Benín, para la entrega del documento postsinodal sobre justicia, paz y reconciliación; un documento del que ha de nacer una realidad concreta en las diversas Iglesias particulares. Han sido inolvidables también los viajes a Venecia, a San Marino, a Ancona, para elCongreso Eucarístico, y a Calabria. Y ha tenido lugar, en fin, la importante jornada del encuentro entre las religiones y entre las personas en búsqueda de verdad y de paz en Asís; una jornada concebida como un nuevo impulso en la peregrinación hacia la verdad y la paz. La institución del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización nos remite anticipadamente al Sínodo que sobre el mismo tema tendrá lugar en el próximo año. También tiene que ver con ello el Año de la Fe, en recuerdo del comienzo del Concilio, hace cincuenta años. Cada uno de estos acontecimientos ha tenido su propio matiz. En Alemania, el país de origen de la Reforma, la cuestión ecuménica, con todas sus dificultades y esperanzas, ha tenido naturalmente una importancia particular. Indisolublemente unida a esto, hay siempre en el centro de las discusiones una pregunta: ¿Qué es una reforma de la Iglesia? ¿Cómo sucede? ¿Cuáles son sus caminos y sus objetivos? No sólo los fieles creyentes, sino también otros ajenos, observan con preocupación cómo los que van regularmente a la iglesia son cada vez más ancianos y su número disminuye continuamente; cómo hay un estancamiento de las vocaciones al sacerdocio; cómo crecen el escepticismo y la incredulidad. ¿Qué debemos hacer entonces? Hay una infinidad de discusiones sobre lo que se debe hacer para invertir la tendencia. Y, ciertamente, es necesario hacer muchas cosas. Pero el hacer, por sí solo, no resuelve el problema. El núcleo de la crisis de la Iglesia en Europa es la crisis de fe. Si no encontramos una respuesta para ella, si la fe no adquiere nueva vitalidad, con una convicción profunda y una fuerza real gracias al encuentro con Jesucristo, todas las demás reformas serán ineficaces.

En este sentido, el encuentro en África con la gozosa pasión por la fe ha sido de gran aliento. Allí no se percibía ninguna señal del cansancio de la fe, tan difundido entre nosotros, ningún tedio de ser cristianos, como se percibe cada vez más en nosotros. Con tantos problemas, sufrimientos y penas como hay ciertamente en África, siempre se experimentaba sin embargo la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia. De esta alegría nacen también las energías para servir a Cristo en las situaciones agobiantes de sufrimiento humano, para ponerse a su disposición, sin replegarse en el propio bienestar. Encontrar esta fe dispuesta al sacrificio, y precisamente alegre en ello, es una gran medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa.

La magnífica experiencia de la Jornada Mundial de la Juventud, en Madrid, ha sido también una medicina contra el cansancio de creer. Ha sido una nueva evangelización vivida. Cada vez con más claridad se perfila en las Jornadas Mundiales de la Juventud un modo nuevo, rejuvenecido, de ser cristiano, que quisiera intentar caracterizar en cinco puntos.

1. Primero, hay una nueva experiencia de la catolicidad, la universalidad de la Iglesia. Esto es lo que ha impresionado de inmediato a los jóvenes y a todos los presentes: venimos de todos los continentes y, aunque nunca nos hemos visto antes, nos conocemos. Hablamos lenguas diversas y tenemos diferentes hábitos de vida, diferentes formas culturales y, sin embargo, nos encontramos de inmediato unidos, juntos como una gran familia. Se relativiza la separación y la diversidad exterior. Todos quedamos tocados por el único Señor Jesucristo, en el cual se nos ha manifestado el verdadero ser del hombre y, a la vez, el rostro mismo de Dios. Nuestras oraciones son las mismas. En virtud del encuentro interior con Jesucristo, hemos recibido en nuestro interior la misma formación de la razón, de la voluntad y del corazón. Y, en fin, la liturgia común constituye una especie de patria del corazón y nos une en una gran familia. El hecho de que todos los seres humanos sean hermanos y hermanas no es sólo una idea, sino que aquí se convierte en una experiencia real y común que produce alegría. Y, así, hemos comprendido también de manera muy concreta que, no obstante todas las fatigas y la oscuridad, es hermoso pertenecer a la Iglesia universal, a la Iglesia católica, que el Señor nos ha dado.

2. De aquí nace después un modo nuevo de vivir el ser hombres, el ser cristianos. Una de las experiencias más importantes de aquellos días ha sido para mí el encuentro con los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud: eran alrededor de 20.000 jóvenes que, sin excepción, habían puesto a disposición semanas o meses de su vida para colaborar en los preparativos técnicos, organizativos y de contenido de la JMJ, y precisamente así habían hecho posible el desarrollo ordenado de todo el conjunto. Al dar su tiempo, el hombre da siempre una parte de la propia vida. Al final, estos jóvenes estaban visible y «tangiblemente» llenos de una gran sensación de felicidad: su tiempo que habían entregado tenía un sentido; precisamente en el dar su tiempo y su fuerza laboral habían encontrado el tiempo, la vida. Y entonces, algo fundamental se me ha hecho evidente: estos jóvenes habían ofrecido en la fe un trozo de vida, no porque se les había mandado o porque con ello se ganaba el cielo; ni siquiera porque así se evita el peligro del infierno. No lo habían hecho porque querían ser perfectos. No miraban atrás, a sí mismos. Me vino a la mente la imagen de la mujer de Lot que, mirando hacia atrás, se convirtió en una estatua de sal. Cuántas veces la vida de los cristianos se caracteriza por mirar sobre todo a sí mismos; hacen el bien, por decirlo así, para sí mismos. Y qué grande es la tentación de todos los hombres de preocuparse sobre todo de sí mismos, de mirar hacia atrás a sí mismos, convirtiéndose así interiormente en algo vacío, «estatuas de sal». Aquí, en cambio, no se trataba de perfeccionarse a sí mismos o de querer tener la propia vida para sí mismos. Estos jóvenes han hecho el bien –aun cuando ese hacer haya sido costoso, aunque haya supuesto sacrificios– simplemente porque hacer el bien es algo hermoso, es hermoso ser para los demás. Sólo se necesita atreverse a dar el salto. Todo eso ha estado precedido por el encuentro con Jesucristo, un encuentro que enciende en nosotros el amor por Dios y por los demás, y nos libera de la búsqueda de nuestro propio «yo». Una oración atribuida a san Francisco Javier dice: «Hago el bien no porque a cambio entraré en el cielo y ni siquiera porque, de lo contrario, me podrías enviar al infierno. Lo hago porque Tú eres Tú, mi Rey y mi Señor». También en África encontré esta misma actitud, por ejemplo en las religiosas de Madre Teresa que cuidan de los niños abandonados, enfermos, pobres y que sufren, sin preguntarse por sí mismas y, precisamente así, se hacen interiormente ricas y libres. Esta es la actitud propiamente cristiana. También ha sido inolvidable para mí el encuentro con los jóvenes discapacitados en la fundación San José, de Madrid, encontré de nuevo la misma generosidad de ponerse a disposición de los demás; una generosidad en el darse que, en definitiva, nace del encuentro con Cristo que se ha entregado a sí mismo por nosotros.

3. Un tercer elemento, que de manera cada vez más natural y central forma parte de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y de la espiritualidad que proviene de ellas, es la adoración. Fue inolvidable para mí, durante mi viaje en el Reino Unido, el momento en Hyde Park, en que decenas de miles de personas, en su mayoría jóvenes, respondieron con un intenso silencio a la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, adorándolo. Lo mismo sucedió, de modo más reducido, en Zagreb, y de nuevo en Madrid, tras el temporal que amenazaba con estropear todo el encuentro nocturno, al no funcionar los micrófonos. Dios es omnipresente, sí. Pero la presencia corpórea de Cristo resucitado es otra cosa, algo nuevo. El Resucitado viene en medio de nosotros. Y entonces no podemos sino decir con el apóstol Tomás: «Señor mío y Dios mío». La adoración es ante todo un acto de fe: el acto de fe como tal. Dios no es una hipótesis cualquiera, posible o imposible, sobre el origen del universo. Él está allí. Y si él está presente, yo me inclino ante él. Entonces, razón, voluntad y corazón se abren hacia él, a partir de él. En Cristo resucitado está presente el Dios que se ha hecho hombre, que sufrió por nosotros porque nos ama. Entramos en esta certeza del amor corpóreo de Dios por nosotros, y lo hacemos amando con él. Esto es adoración, y esto marcará después mi vida. Sólo así puedo celebrar también la Eucaristía de modo adecuado y recibir rectamente el Cuerpo del Señor.

4. Otro elemento importante de las Jornadas Mundiales de la Juventud es la presencia del Sacramento de la Penitencia que, de modo cada vez más natural, forma parte del conjunto. Con eso reconocemos que tenemos continuamente necesidad de perdón y que perdón significa responsabilidad. Existe en el hombre, proveniente del Creador, la disponibilidad a amar y la capacidad de responder a Dios en la fe. Pero, proveniente de la historia pecaminosa del hombre (la doctrina de la Iglesia habla del pecado original), existe también la tendencia contraria al amor: la tendencia al egoísmo, al encerrarse en sí mismo, más aún, al mal. Mi alma se mancha una y otra vez por esta fuerza de gravedad que hay en mí, que me atrae hacia abajo. Por eso necesitamos la humildad que siempre pide de nuevo perdón a Dios; que se deja purificar y que despierta en nosotros la fuerza contraria, la fuerza positiva del Creador, que nos atrae hacia lo alto.

5. Finalmente, como última característica que no hay que descuidar en la espiritualidad de las Jornadas Mundiales de la Juventud, quisiera mencionar la alegría. ¿De dónde viene? ¿Cómo se explica? Seguramente hay muchos factores que intervienen a la vez. Pero, según mi parecer, lo decisivo es la certeza que proviene de la fe: yo soy amado. Tengo un cometido en la historia. Soy aceptado, soy querido. Josef Pieper, en su libro sobre el amor, ha mostrado que el hombre puede aceptarse a sí mismo sólo si es aceptado por algún otro. Tiene necesidad de que haya otro que le diga, y no sólo de palabra: «Es bueno que tú existas». Sólo a partir de un «tú», el «yo» puede encontrarse a sí mismo. Sólo si es aceptado, el «yo» puede aceptarse a sí mismo. Quien no es amado ni siquiera puede amarse a sí mismo. Este ser acogido proviene sobre todo de otra persona. Pero toda acogida humana es frágil. A fin de cuentas, tenemos necesidad de una acogida incondicionada. Sólo si Dios me acoge, y estoy seguro de ello, sabré definitivamente: «Es bueno que yo exista». Es bueno ser una persona humana. Allí donde falta la percepción del hombre de ser acogido por parte de Dios, de ser amado por él, la pregunta sobre si es verdaderamente bueno existir como persona humana, ya no encuentra respuesta alguna. La duda acerca de la existencia humana se hace cada vez más insuperable. Cuando llega a ser dominante la duda sobre Dios, surge inevitablemente la duda sobre el mismo ser hombres. Hoy vemos cómo esta duda se difunde. Lo vemos en la falta de alegría, en la tristeza interior que se puede leer en tantos rostros humanos. Sólo la fe me da la certeza: «Es bueno que yo exista». Es bueno existir como persona humana, incluso en tiempos difíciles. La fe alegra desde dentro. Ésta es una de las experiencias maravillosas de las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Nos llevaría muy lejos hablar ahora también del encuentro de Asís de manera detallada, como merecería la importancia del acontecimiento. Agradezcamos sencillamente a Dios porque nosotros --representantes de las religiones del mundo y también representantes del pensamiento en búsqueda de la verdad– pudimos encontrarnos aquel día en un clima de amistad y de respeto recíproco, en el amor por la verdad y en la responsabilidad común por la paz. Podemos esperar que de este encuentro haya nacido una nueva disponibilidad para servir la paz, la reconciliación y la justicia.

Por último, quisiera agradecer de corazón a todos vosotros por el apoyo para llevar adelante la misión que el Señor nos ha confiado como testigos de su verdad, y os deseo a todos la alegría que Dios, en la encarnación de su Hijo, nos ha querido dar. Feliz Navidad a todos vosotros. Gracias.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela Vidal

©Librería Editorial Vaticana

Envìa esta noticia a un amigo

arriba