23.12.11

 

Cualquier católico que tenga interés en el papel que la ley natural y la fe católica puede y debe jugar en la arena política sabe que el Papa Benedicto XVI indicó una serie de principios no negociables. Los leemos en la Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis:

Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.

Si el Papa dice que esos valores no son negociables, es de sentido común que cualquier católico que se dedique a la política o al activismo social debe de defenderlos y hacer todo lo posible para que estén presentes en la legislación del país propio. Dado que en España las leyes son radicalmente contrarias a esos puntos, lo lógico es que haya partidos políticos y organizaciones cívicas que propongan los cambios necesarios. De entre esos partidos, claramente minoritarios, no hay ninguno en el Parlamento. Y no es previsible que lo haya en un futuro a corto-medio plazo. A lo sumo nos encontramos con algún diputado suelto que es claramente provida y profamilia. Pero en España sí existen movimientos cívicos fuertes que defienden esos valores y han demostrado su capacidad de movilizar a millones de españoles.

Pues bien, desde el portal de información religiosa que presume de ser el más leído, hoy se califica a dichos movimientos como parte de la ultraderecha católica. Su redactor jefe, Jesús Bastante, que además trabaja para Público -su lugar natural-, escribe lo siguiente:

“Recelo y cierta sensación de frustración. Con estos sentimientos se ha recibido en el seno de algunos grupos pertenecientes a la ultraderecha católica española (Derecho a Vivir, Hazte Oir o el Instituto de Política Familiar) algunos de los nombramientos ministeriales decididos por el nuevo presidente, Mariano Rajoy".

En privado, algunos de sus responsables temen que tanto Gallardón como Mato “no pongan toda la carne en el asador” para derogar la actual ley del Aborto y, especialmente, la cuestión de las bodas gay.

Ya lo ven ustedes. Aquellos que osan defender lo que el Papa plantea como principios mínimos en la acción política son calificados como ultraderecha católica. Y en este país sabemos que los que son de ultraderecha se les llama fachas. Fachas católicos, si ustedes quieren, pero fachas.

Pues bien, yo soy un facha católico. Pero el Papa también lo es. Y cualquier obispo que se precie de estar en comunión con el Vicario de Cristo, debe serlo. Y con los obispos, todos los sacerdotes, religiosos y fieles. Es posible que, como ocurre en ese medio de comunicación, haya muchos ciudadanos que están cómodos e incluso conformes con la ley del aborto, la del matrimonio gay, la del repudio (divorcio express) y con la asignatura de EpC. Pero entonces no pueden llamarse católicos. Un católico jamás puede estar a favor de todas esas leyes. Ni siquiera debe mirar para otro lado.

Es cosa buena que todo el mundo se retrate. Incluso en los medios de comunicación. Unos estamos con el Papa. Otros desprecian a los que estamos con el Papa. Es bueno que la Iglesia en España lo tenga en cuenta. Es bueno que determinadas instituciones católicas se den cuenta de quien les apoya en contra de esos grupos cívicos que se limitan a intentar llevar a cabo lo que Benedicto XVI quiere. No vaya a ser que se les diga “mira quién te apoya y te diré quién eres".

Luis Fernando Pérez Bustamante