El Papa imparte la bendición Urbi et Orbi

«Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro»

 

«Cristo nos ha nacido. Gloria a Dios en el cielo, y paz a los hombres que él ama». Con estas palabras el Papa Benedicto XVI, este mediodía, desde el balcón central de la Basílica Vaticana, inició su mensaje de Navidad, para Roma y el mundo donde puso de relieve el clamor de una humanidad que ante las dificultades y peligros necesita la mano de Dios, para salir del pecado, pide la fuerza de la verdad y del amor para salvarnos del mal. Un mal que se traduce en orgullo presuntuoso, ese que compite con Dios para ocupar su puesto y decidir sobre el bien y el mal. Un mal que nuevamente se traduce en violencia y conflicto entre los pueblos.

25/12/11 1:43 PM


 

(RV) El Papa pidió en su mensaje la reanudación del diálogo entre israelíes y palestinos, el fin de la violencia en Siria, la edificación del bien común en los países norteafricanos y en todo el Oriente medio, la ayuda internacional para los países del Cuerno de África sometidos al hambre, la miseria y la Inseguridad. También invocó el auxilio del Señor por el consuelo a los golpeados por las calamidades naturales en Filipinas y Tailandia, por la estabilidad y reconciliación en Irak y Afganistán, por el diálogo y colaboración en Myanmar y por el respeto de la dignidad y los derechos de los ciudadanos en Sudan del Sur.

“Ven a salvarnos, Señor Dios nuestro”. Este es el clamor del hombre de todos los tiempos –afirmó Benedicto XVI- que siente no saber superar por sí solo las dificultades y peligros. Que necesita poner su mano en otra más grande y fuerte, una mano tendida hacia él desde lo alto. Cristo es la mano que Dios ha tendido a la humanidad. Hombres y mujeres que claman por una solidaridad tal, que no puede ser sólo humana, sino divina, el Dios amor que salva, que es verdad y camino de reconciliación, diálogo y colaboración.

“Volvamos la vista a la gruta de Belén –concluyó el Papa- el niño que contemplamos es nuestra salvación. Él ha traído al mundo un mensaje universal de reconciliación y de paz”.

Al concluir su mensaje de Navidad, como es tradición, el Papa expresó su deseo de una Feliz Navidad a todos en 75 idiomas. Por último, Benedicto XVI impartió su Bendición Urbi et Orbi, para Roma y el mundo.