27.12.11

Los testigos de Jehová, contra la Navidad (1)

A las 8:33 AM, por Luis Santamaría
Categorías : Testigos de Jehová

 

“Jehová santificará su gran nombre en Armagedón”. Éste era el título de la conferencia que se pronunció en la asamblea de circuito de los testigos de Jehová que tuvo lugar en Jaén… ¡el pasado 25 de diciembre! Desde luego, no es lo más navideño. Los miembros de este movimiento destacan –entre otras muchas cosas de las que presumen– por no celebrar el nacimiento de Cristo. Ni en esta fecha ni en ninguna. Como escribía el ex-adepto Antonio Carrera en uno de sus variados libros sobre la secta, “en su propósito de aparentar ser puros y no contaminarse con nada de origen pagano, alegan que siendo Navidad una fiesta que no está señalada en la Biblia, no debe celebrarse”. En el número de la revista ¡Despertad! correspondiente a este mes de diciembre de 2011 han publicado un artículo sobre la tradición del árbol de Navidad, que achacan al paganismo. Pero será bueno que nos acerquemos a lo que han publicado en estos últimos años sobre las fiestas navideñas para descubrir la razón de su rechazo y de su militancia.

En sus revistas suelen iniciar el tratamiento de este tema con una constatación de las degeneraciones a las que está llevando la celebración de la Navidad, vaciándose de su contenido originalmente religioso. No les falta razón en sus críticas aunque, como siempre, sólo ven el lado negativo del asunto para, como dice la expresión castellana, ir llevando el agua a su molino, y lograr así el asentimiento del lector. “¿Espera usted con ilusión la Navidad, o se inquieta cuando se va acercando?”, comienza preguntándose uno de estos artículos demoledores con el “espíritu navideño”, que destaca los aspectos comerciales de estas celebraciones.

El grueso de su discurso lo integran los relatos de los evangelios de la infancia de Jesús (“el apóstol Mateo” y “el discípulo Lucas”). Hasta aquí, todo bien. O eso parece. Porque se trata de su propia traducción, la llamada Versión del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, cuyas muchas manipulaciones y falsificaciones han sido expuestas por los expertos. Para un católico que lea los textos citados por los testigos de Jehová en torno al nacimiento de Cristo llama la atención, por ejemplo, la expresión “hemos venido a rendirle homenaje” en labios de los magos de Oriente al llegar a Jerusalén (Mt 2, 2). Si uno va a los textos originales, se encuentra con la forma verbal “proskynesai”. Expresión que se repite en el versículo 11 (“prosekynesan”, adoraron), y cuya frase omite, curiosamente, el repaso bíblico que hace la revista ¡Despertad! en su número de diciembre de 2010.

Si bien es verdad que es un término empleado en muchos textos de la Antigüedad para referirse al trato al soberano, también es cierto que a aquellos reyes se los adoraba como dioses o semidioses. No es casualidad que la Vulgata traduzca al latín la frase evangélica así: “venimus adorare eum”, con un sentido claro de adoración. Sentido que la secta quiere dejar lo más lejos posible, dado su rechazo radical de la divinidad de Cristo. Un verbo, “proskyneo”, que aparece 54 veces en el Nuevo Testamento, y que si bien puede entenderse como un simple “rendir homenaje”, en el contexto bíblico se utiliza con un claro sentido de adoración, algo subrayado por el hecho de que casi la mitad de las referencias sean del libro del Apocalipsis, dirigidas tanto a Dios como al Cordero (y a los ídolos). En el cristianismo oriental, sin ir más lejos, el término “proskynesis” se refiere a la veneración debida a los iconos, superior a la simple veneración, aunque sin llegar a la verdadera adoración (“latreia”) que sólo puede tributarse a Dios.

Hecho este excursus sobre un término ciertamente importante, continuemos con nuestra revisión de la deconstrucción jehovista de la celebración de la Navidad. El asunto más importante para la teología del grupo es la fecha, centro de sus obsesiones. “¿Nació Jesús realmente un 25 de diciembre?” es la cuestión que se repite en torno a este tema crucial. Y la respuesta es: “podemos estar seguros de que no nació un 25 de diciembre”. Hasta aquí, nada que sea un problema para la fe cristiana, a la que poco importa la fecha del nacimiento del Salvador. En Oriente se celebra el 6 de enero y no pasa nada. Sin embargo, el razonamiento seguido es el típico de una crítica poco documentada y escasamente puesta al día. Parten del razonamiento ampliamente aceptado de que en diciembre los pastores no podrían haber estado con los rebaños al aire libre, pero enseguida lo mezclan con la tesis del origen pagano de la fecha establecida para la Navidad.

Este tema precisaría de mucho espacio, del que aquí no dispongo, así que lo resumiré en lo posible. De todos es sabido que el 25 de diciembre coincide con el final de la celebración pagana, ampliamente difundida en la antigua Roma, de las fiestas del solsticio de invierno, las denominadas Saturnales, según el calendario juliano, anterior al nuestro (gregoriano). Es la época en la que terminan esos días tan cortos y se pasaba a saludar a un sol renacido y más potente, que el día 25 se veía personificado en el dios oriental Mitra, asumido en el panteón imperial y de culto muy difundido. Según esta tesis, la Navidad no sería más que una cristianización de esta importante conmemoración romana, aprovechando además la calificación de Jesús como el Sol invicto y el Sol de justicia. Ya que no pudieron acabar con la “fiesta enemiga”, los cristianos, en un momento de progresivo ascenso social, la habrían asumido y transformado.

Me he referido a todo esto como una “tesis” porque muchos estudiosos han puesto en duda este origen pagano reconvertido que tendría la Navidad (o al menos como único motivo), sobre todo en torno a varias teorías que se basan en tradiciones muy antiguas del cristianismo. La primera la podemos ver ejemplificada por Joseph Ratzinger, quien como teólogo explicó en El espíritu de la liturgia la elección de determinadas conmemoraciones judías y cristianas por su conexión con momentos cósmicos importantes. Según decía en su libro, los judíos consideraban que Dios hizo la creación del mundo un 25 de marzo (equinoccio de primavera), y los cristianos también comenzaron a celebrar ese día el nacimiento de Cristo. Pero en el siglo III la Iglesia decidió conmemorar ese día mejor la anunciación a María. Un simple cálculo matemático del embarazo colocaría el alumbramiento el 25 de diciembre. Por esto, afirmaba Ratzinger, no se sostiene la tesis de la reconversión de una fiesta pagana.

Una segunda teoría que ha cobrado fuerza es la que se basa en una antiquísima tradición que afirmaba que Jesús habría muerto el mismo día del año en el que fue concebido: el 25 de marzo. Sumándole 9 meses de gestación, llegamos de nuevo al 25 de diciembre. Apoyando esta teoría, los autores observan cómo en Oriente, tomando pie en otro calendario diferente, que situaba la pasión de Cristo el 6 de abril y la identificaba también con la fecha de la encarnación en el seno de María, la Navidad se traslada al 6 de enero.

Para no dejarnos ninguna de estas teorías tan interesantes, la última importante que señalan los historiadores es la que se basa en la espiritualidad judía y que ha recordado recientemente Luis Antequera: Cristo habría nacido el mismo día que Adán. Según explica este autor, citando a un importante rabino de la Antigüedad, el primer hombre habría sido creado el 25 del duodécimo mes del año hebreo. Algo que casaría con el paralelismo que se estableció desde un principio en la teología cristiana entre ambas figuras, y que resume muy bien Pablo al llamar a Cristo el “nuevo Adán”.

Este excursus ha sido mucho más largo que el primero. Pero creo que ha valido la pena. ¿Para qué ha servido? Fundamentalmente, para poner en duda la tan extendida tesis de la cristianización de la fiesta pagana que supondría, en un ejercicio de hábil sincretismo eclesial, la Navidad. Una tesis asumida acríticamente por unos testigos de Jehová empeñados en rechazar la celebración cristiana del nacimiento de Cristo. Como no hemos hecho más que empezar, continuaré en un artículo posterior.

Luis Santamaría del Río
En Acción Digital, 27/12/11