27.12.11

¿La “rehabilitación” de José María Morelos?

A las 10:13 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Iglesia en América, Iglesia en Europa
 

José María Morelos y Pavón es un prócer de México, un personaje de luces y sombras. Sacerdote católico, se convirtió en uno de los líderes del movimiento que condujo a la independencia de su país. Como insurgente fue censurado por la jerarquía eclesiástica, excomulgado, procesado por el tribunal de la Inquisición y fusilado. El pasado 12 de diciembre algunas de sus palabras fueron citadas en la Basílica de San Pedro del Vaticano. Un gesto inédito. ¿Una “rehabilitación?

Ese día, en la festividad de la Virgen de Guadalupe, Benedicto XVI presidió una misa en honor a esa aparición mariana y en recuerdo del bicentenario de la emancipación de las naciones latinoamericanas. Una celebración que hizo historia por su gran carga simbólica. Por primera vez las banderas de los países de esa región desfilaron en la cuna de la cristiandad, donde sonaron las melodías sacras de la “misa criolla” de Ariel Ramírez.

El Papa quedó encantado, lo atestiguó uno de sus cercanos colaboradores. El ambiente festivo de aquel día no estaba descontado, porque la celebración estuvo presidida de algunas polémicas no sólo en la Curia Romana sino también en España y América.

Cuando se anunció el deseo de Joseph Ratzinger de recordar las independencias latinoamericanas los disensos no se hicieron esperar. Para algunos el pontífice pretendía ensalzar a una parva de herejes y masones que hicieron una revolución contra la Santa Madre Iglesia, para otros la ceremonia buscaba convertirse en un insulto a la vocación histórica de España. Finalmente nada de eso ocurrió.

Por desgracia pervive todavía, a ambas partes del Océano Atlántico, un inútil maniqueísmo historicista. En realidad se trata de dos maniqueísmos, según sean las visiones con las cuales se pretenden realizar lecturas extremistas del proceso de conquista y evangelización del Continente Americano, a saber “hispanista” e “indigenista”.

América Latina hoy no se puede comprender sin los pueblos precolombinos, sin los viajes de Cristóbal Colón, las gestas de Hernán Cortés y Francisco Pizarro. Tampoco es posible concebir esa tierra de claroscuros demonizando las independencias de sus naciones y censurando a quienes las provocaron. Pero, sobre todo, no pueden desligarse sus pueblos de la fe cristiana sembrada primero por la” Madre Patria” y germinada después gracias, en parte, al episodio guadalupano.

En este contexto se debe comprender por qué -en los momentos previos a la misa del 12 de diciembre- el presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, Guzmán Carriquiry, dio lectura a algunas citas de personajes emblemáticos: entre ellos Simón Bolivar y José María Morelos.

Morelos no destacó en su tiempo por su fama de santidad. No fue esa la razón por la cual sus palabras se leyeron en San Pedro. Más bien se debió al reconocimiento de un hecho innegable: muchos sacerdotes y católicos de gran fe lucharon por la independencia. Una comisión establecida por la arquidiócesis de México llegó a contabilizar al menos unos 120 curas entre los insurgentes pero no sólo, también identificó 20 presbíteros que combatieron con los realistas.

El tema ha sido bien documentado por la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en el texto: “Conmemorar Nuestra Historia desde la Fe, para Comprometernos Hoy con Nuestra Patria” (leer completo aquí). Abajo compartimos algunos extractos donde queda claro que las independencias latinoamericanas no se hicieron contra la Iglesia en sí misma, ni contra el Papa. Eso no justifica los crímenes cometidos por ambos bandos. Sólo sirve para reflexionar sobre un capítulo de la historia que vale la pena repensar. Una vez más.

CONMEMORAR NUESTRA HISTORIA
Carta pastoral de los obispos de México / 2010

Acusaciones contra José María Morelos

37. En cuanto a Morelos y otros, se les acusó de herejes por haber firmado la Constitución de Apatzingán, la cual previamente había sido condenada por contener supuestas herejías. Sin embargo, la prioritaria declaración del decreto constitucional sobre la religión católica, excluye esa interpretación. De manera particular la Inquisición dijo que el levantamiento estaba condenado por un Concilio Ecuménico, el de Constanza. Pero eso era un abuso interpretativo, pues el Concilio lo que condena es que el pueblo a su solo capricho, sin atender a ningún derecho, ni el natural, corrija a sus gobernantes; y por otra parte también condena el tiranicidio perpetrado por una autoridad meramente privada, no pública.

Finalmente, la ceremonia de degradación impuesta a Hidalgo, Morelos y otros sacerdotes insurgentes, no fue sino una formalidad para despojarlos del fuero eclesiástico y así poder ejecutarlos.

La excomunión de José María Morelos

38. José María Morelos e Ignacio López Rayón, principales caudillos continuadores de Hidalgo, se apartaron de tales crímenes. No obstante, el mismo Abad y Queipo los declaró nominalmente excomulgados, así como a otros insurgentes, porque supuestamente no reconocieron la potestad de los obispos, ya que independientemente nombraban vicarios generales que ejercían en territorio insurgente actos de jurisdicción eclesiástica y dispensaban impedimentos matrimoniales.

Sin embargo, los insurgentes también consideraban inválida tal excomunión pues, sin negar la potestad de los obispos, conforme a la doctrina moral y canónica, en las circunstancias de guerra, la Iglesia suple la jurisdicción. Morelos, en manos de sus verdugos, también se reconcilió sacramentalmente varias veces, y aún cuando tuviera por inválida aquella excomunión, le fue levantada.

Mezcla y confusión

39. Todo lo dicho nos lleva a reflexionar cómo lamentablemente un sector de la Iglesia hizo que sus intereses políticos privaran sobre otro sector de la misma Iglesia. El origen de esto se hallaba principalmente en la injerencia del Estado, o mejor dicho de la Corona española sobre la Iglesia, que usando y abusando del Patronato, se servía de él para mantener la sujeción y explotación de sus dominios de Ultramar. De ahí la mezcla y confusión de motivaciones políticas con religiosas. Por ello, los insurgentes buscaban una relación directa con la Santa Sede, así como el nombramiento de obispos nacionales. De esta misma manera debemos entender la eliminación de la Inquisición, planteada por José María Morelos, quien buscaba restituir al Papa y a los Obispos su autoridad para velar por la verdadera fe. La Iglesia reclama sin cesar la libertad como un derecho.