Solemne «Te Deum» y Bendición con el Santísimo

«Jesucristo es la clave, el centro y el fin de toda la historia humana», recuerda el Papa al comenzar el Año 2012

 

El Papa Benedicto XVI presidió ayer las Primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima, con el canto del «Te Deum» y la solemne Bendición Eucarística. Explicó que en la historia «irrumpe de manera sorprendente la novedad gozosa y liberadora de Cristo Salvador, que en el misterio de su Encarnación y de su Nacimiento nos hace contemplar la bondad y la ternura de Dios», y que «no hay tarea más importante para nosotros que la de estar totalmente al servicio del proyecto divino».

01/01/12 7:33 AM


 

(RV/InfoCatólica) En el último día del año las Primeras Vísperas de la Solemnidad de María Santísima, con la entonación del Te Deum y la Bendición con el Santísimo, celebrada en la Basílica vaticana, con la posterior visita al Pesebre colocado en la Plaza de San Pedro, Benedicto XVI, Obispo de Roma cerró el año civil en la vida de su Diócesis.

El Papa explicó el significado del himno «Te Deum laudamus!», con el que “la Iglesia nos sugiere terminar el año dirigiendo al Señor nuestro agradecimiento por todos sus beneficios” porque “nuestra última hora, la última hora del tiempo y de la historia, termina en Dios” y olvidarlo “significaría caer en el vacío, vivir sin sentido”. En cambio, añadió, “desde que Dios envió a su Hijo unigénito para que obtuviésemos la filiación adoptiva, no hay tarea más importante para nosotros que la de estar totalmente al servicio del proyecto divino”.

En su homilía Su Santidad ha recordado que la fe en el Verbo hecho hombre es el corazón de la misión de la Iglesia: “En el tejido de la humanidad lacerado por tantas injusticias, maldades y violencias, irrumpe de manera sorprendente la novedad gozosa y liberadora de Cristo Salvador, que en el misterio de su Encarnación y de su Nacimiento nos hace contemplar la bondad y la ternura de Dios”. 

Los discípulos de Cristo están llamados a reavivar en sí mismos y en los demás la nostalgia de Dios y la alegría de vivirlo y testimoniarlo, partiendo de la pregunta siempre tan personal: ¿Por qué creo? Hay que dar el primado a la verdad, acreditar la alianza entre fe y razón como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva a la contemplación de la Verdad; hacer fecundo el diálogo entre cristianismo y cultura moderna; hacer descubrir de nuevo la belleza y actualidad de la fe, no como acto en sí, aislado, que atañe a algún momento de la vida, sino como orientación constante, también de las opciones más simples, que lleva a la unidad profunda de la persona haciéndola justa, laboriosa, benéfica, buena.

Con el canto del Te deum atravesamos el umbral del 2012 para colocar en las manos del Señor “las tragedias de este mundo y las esperanzas en un futuro mejor”. Benedicto XVI explicó este último del año la intensidad de este himno después de haber recordado la espera confiada de un nuevo año que nos hace pensar una pregunta: “¿Cuál es el sentido que debemos dar a nuestros días, en particular a los que son dolorosos? La respuesta está escrita en el rostro de un Niño que hace dos mil años nació en Belén y que hoy es el Viviente”. “Jesucristo es la clave el centro y el fin de toda la historia humana”.

El corazón de la misión de la Iglesia

En sus palabras el Obispo de Roma ha subrayado la necesidad de sostener a los padres de familia definiéndolos los “primeros educadores a la fe de sus hijos”, por ello ha exhortado a “promover itinerarios dirigidos a acompañar a las comunidades parroquiales y las realidades eclesiales en la mejor comprensión de los Sacramentos mediante los cuales el hombre se hace partícipe de la vida misma de Dios”.

Animo pues a las comunidades parroquiales y a las demás realidades eclesiales a seguir reflexionando para promover una mejor comprensión y recepción de los sacramentos, a través de los cuales el hombre se hace partícipe de la vida misma de Dios. Que la Iglesia de Roma pueda contar siempre con fieles laicos dispuestos a ofrecer su propia aportación en la edificación de comunidades vivas, que hagan posible el que la Palabra de Dios irrumpa en el corazón de los que todavía no han conocido al Señor o se han alejado de él.