8.01.12

Biblia

7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.» 9 Y sucedió que por aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán. 10 En cuanto salió del agua vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba a él. 11 Y se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco.»

COMENTARIO

Cristo, predilecto de Dios.

El Bautista anunciaba a Quien tenía que venir a redimir al mundo. Sabía, Juan, hijo de Zacarías e Isabel, que él no era el Mesías sino que tan sólo era quien lo anunciaba. Y por eso decía realidades espirituales tan importantes.

No era digno

No se sentía digno Juan ni siquiera de hacer eso tan humilde como desatarle la correa de sus sandalias. Y eso era así porque, al lado de Cristo, nada era Juan ni nada somos nosotros sino simples hermanos que han de tratar de imitar al Maestro.

 

Bautizaba con agua.

Juan limpiaba los pecados con bautismo de agua. En el Jordán introducía a los que se querían convertir a una fe en Dios para que, de tal manera, vinieran a tener una vida nueva alejada del pecado. Limpiaba el corazón para que el mismo deviniera nuevo, sanado, mejor.

Bautizaría con Espíritu Santo y fuego.

Quien tenía que venir llevaría a cabo un bautizo de fuego, purificador Espíritu Santo que introduciría en la vida eterna a quien aceptase tal bautizo y, en efecto, se convirtiera y aceptara el Evangelio Nuevo, Buena Noticia de la llegada del Hijo de Dios.

Y Jesús llega para ser bautizado por aquel que se decía indigno de hacer, ni siquiera, algo tan poca cosa como desatarle las sandalias. Pero sabía Cristo cuál era su destino y tenía que cumplir, palabra por palabra, la voluntad de su Padre.

Y llega y se bautiza y, al salir del agua, el Espíritu Santo, al igual que sobrevolaba las aguas durante la Creación, de posa sobre el predilecto de Dios que clama, lleno de gozo que Aquel es su hijo amado y que en Él se complace. Y lo hace para que sigamos a Quien nos ama más que nada nadie o a nada en el mundo y para que hagamos lo propio con su ejemplo.

¡Alabado sea Jesucristo que vino al mundo para salvarnos del pecado y para dar su vida por nosotros!

¡Alabado sea Dios que quiso enviarnos a su hijo engendrado para ser hermano nuestro!

¡Alabado sea el Predilecto de Dios!

PRECES

Por aquellos que no quieren ver a Cristo en sus vidas.

Roguemos al Señor

Por aquellos que miran para otro lado cuando pasa ante su corazón el Hijo predilecto de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a comprender que tu Hijo es, también, hermano nuestro y a seguirle y a amarle.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán