10.01.12

 

El pasado 30 de diciembre, el teólogo Benjamín Forcano publicó un artículo en Religión Digital -y supongo que en otros medios de la izquierda religiosa- en el que arremetía contra la Misa de las Familias que se lleva celebrando desde hace años en la madrileña plaza de Colón. El título del artículo ya lo decía todo: “Colón, pensamiento integrista sobre la familia cristiana".

Cualquier católico practicante medianamente formado sabe que lo que en Colón se celebra es ni más ni menos que la institución familiar tal y como la enseña la Iglesia Católica desde hace siglos. Quien acusa a los obispos y fieles de Colón de integristas, en realidad está acusando a la Iglesia entera, pues es de todo punto imposible ser católico sin aceptar el modelo de familia cristiana que la Iglesia Católica enseña y defiende. Este punto es más importante de lo que parece. La discusión no se plantea dentro de la comunión eclesial, ni dentro de la Iglesia Católica. Es una discusión entre quienes son fieles a Cristo y su Iglesia y los que de forma notoria y pertinaz se situan fuera del catolicismo.

Algunas de las tesis de Forcano son las siguientes:

- La indisolubilidad no es un valor absoluto sino un ideal al que hay que tender. Por tanto, es admisible el divorcio y el recasamiento.

- La cuestión del aborto, con determinación del momento en que hay vida en el proceso de la concepción, no pertenece al dogma ni a la fe.

- La homosexualidad es también un problema humano, sobre el que no hay normas cristianas específicas.

- Es una abstracción partir de que, en la educación de los hijos, el derecho pertenece en exclusiva a los padres.

Como he dicho mil y una veces, y lo volveré a decir mil y una veces más, el ciudadano o teólogo liberal Benjamín Forcano puede defender lo que le apetezca. Lo que no puede es pretender tomarnos el pelo asegurando que su teología es católica. Y sin embargo, señalar algo tan evidente pone de los nervios a los que comparten con Forcano su anticatolicidad. Por eso, cuando Carmen Bellver -luz en medio de un antro de tinieblas heréticas- escribió un excelente artículo denunciando las heterodoxias de ese teólogo, la reacción de los pseudo-católicos fue inmediata. Una ex-monja famosa por arremeter contra el cardenal Rouco ha escrito una carta abierta a Bellver en la que defiende “la gran labor apostólica de Benjamín Forcano". Y Carmen ha dado cumplida respuesta en su blog.

Si Carmen escribiera en InfoCatólica, Religión en Libertad o Intereconomía, los herejes la habrían ignorado. La considerarían un miembro más de lo que ellos llaman caverna. Pero ella les dice las cosas a la cara en su propia casa, en el medio de comunicación más importante de la ultra-izquierda religiosa. Y eso les pone de los nervios. Pero la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero, y se diga en el palacio del Rey o revolcándose entre cerdos en una charca apestosa.

Bellver da testimonio de la verdad y defiende la doctrina católica lo mejor que sabe allá ambas son vejadas de forma constante. Pero a pesar de ello, nadie que ha seguido su trayectoria puede decir de ella que sea muy conservadora. Es decir, para que se me entienda, Carmen no es Paco Pepe ni Luis Fernando. No se caracteriza por meterse en estos berenjenales. Lo que ocurre es que los herejes, los progresistas de la nada, son tan rabiosamente antieclesiales que logran escandalizar hasta a una católica “moderada".

No puedo por menos que hacer una reflexión final. Lo verdaderamente vergonzoso no es que Benjamín Forcano escriba y diga lo que escribe y dice. Lo verdaderamente escandaloso no es que haya gente que defienda que sus tesis tienen encaje en la Iglesia Católica. No, la vergüenza y el escándalo estriban en que ese señor siga siendo sacerdote católico. Que no haya habido nadie en la Iglesia capaz de ponerle espiritual, eclesial y canónicamente en el lugar que se merece por sus ataques constantes a la doctina y moral católicas. La vergüenza es que seglares como Carmen o como yo tengamos que salir a defender la fe de la Iglesia mientras muchos pastores -no todos- y la práctica totalidad de los teólogos ortodoxos miran para otro lado y hacen como si la cosa no fuera con ellos. Y menos mal que lo hacemos, dirán muchos. Pues sí, pero que nosotros cumplamos con nuestro deber como seglares católicos no exime a quienes están en una posición de autoridad en la Iglesia de hacer aquello a lo que obliga el sentido común, el bien de los fieles y el amor a la verdad y al Señor.

Luis Fernando Pérez Bustamante