14.01.12

La caja negra de Darwin (8)

A las 12:54 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Existencia de Dios, Creación y Evolución, Libros
 

Comentario de: Michael J. Behe, Darwin’s black box: the biochemical challenge to evolution, Free Press, New York 2006; 10th anniversary edition, with a new afterword.

El autor se pregunta lo siguiente: si los sistemas bioquímicos complejos, como los ejemplos analizados en los Capítulos 3-7, no han sido explicados por nadie, ¿qué tipos de trabajos bioquímicos han sido publicados bajo el rótulo de “evolución”? En el Capítulo 8 (“Publica o perece”), Behe muestra qué ha sido estudiado en esta área y qué no.

El autor comienza su relevamiento por una revista especializada de mucho prestigio, el Journal of Molecular Evolution (JME), dedicada exclusivamente a la investigación orientada a explicar el origen de la vida en el nivel molecular. Durante la década anterior, el JME había publicado alrededor de mil artículos científicos. Esos artículos pueden ser clasificados fácilmente de la siguiente manera:

• Más del 80% corresponde a comparaciones de secuencias de ADN o de proteínas.
• Alrededor del 10% corresponde a la síntesis química de moléculas consideradas necesarias para el origen de la vida.
• Alrededor del 5% corresponde a modelos matemáticos de la evolución molecular o métodos matemáticos para comparar e interpretar datos de secuencias.

Una comparación de secuencias es una comparación de dos proteínas diferentes, aminoácido por aminoácido; o una comparación de dos porciones diferentes de ADN, nucleótido por nucleótido. Aunque útil para determinar posibles líneas de descendencia, lo cual es una cuestión interesante por sí misma, comparar secuencias no puede mostrarnos cómo un sistema bioquímico complejo logró su función, la cuestión principal tratada en este libro. Behe explica esto con una analogía: los manuales de dos modelos diferentes de computadoras producidos por la misma compañía pueden tener muchas palabras, frases o incluso párrafos idénticos, sugiriendo un origen común (quizás el mismo autor escribió los dos manuales), pero comparar las secuencias de letras de los manuales nunca nos dirá si una computadora puede ser producida paso a paso comenzando con una máquina de escribir (y, agrego yo, cambiando piezas en forma aleatoria).

Por otra parte, los modelos matemáticos de la evolución molecular, aunque útiles para entender cómo los procesos graduales se comportan en el tiempo, asumen como hipótesis que la evolución en el mundo real es un proceso gradual y aleatorio; no lo demuestran ni pueden demostrarlo.

 

En cuanto a la investigación sobre el origen de la vida, se ha desvanecido el optimismo prevalente en los años 1950 después de los famosos experimentos de Stanley Miller. Behe cita la siguiente evaluación global de Klaus Dose, un científico prominente en esta área: “Más de 30 años de experimentación sobre el origen la vida en los campos de la evolución química y molecular han conducido a una mejor percepción de la inmensidad del problema del origen de la vida en la Tierra más que a su solución. En la actualidad todas las discusiones sobre las teorías y experimentos principales en este campo terminan en un estancamiento o en una confesión de ignorancia.” (p. 168).

Behe sostiene que los artículos publicados en el JME incluyen muchos artículos valiosos e interesantes, pero ninguno que contradiga el mensaje de su libro. Este mensaje no consiste en negar la existencia de la evolución por mutaciones aleatorias y selección natural, sino en negar que esa clase de evolución pueda explicar todo en el ámbito de la biología. Behe se pronuncia así: “Como los analistas de secuencias, yo creo que la evidencia apoya fuertemente el origen común. Pero la pregunta radical sigue sin respuesta: ¿Qué ha causado la formación de los sistemas complejos? Nadie ha explicado jamás de un modo detallado y científico cómo la mutación y la selección natural podrían construir las estructuras complejas e intrincadas discutidas en este libro.” (p. 176).

A continuación Behe presenta los resultados de su relevamiento de los 400 artículos sobre evolución molecular publicados entre 1984 y 1994 por otra revista prestigiosa: Proceedings of the Nacional Academy of Sciences (PNAS). Este relevamiento arroja un resultado muy similar al del JME. Luego el autor recurre a los libros y a las reuniones científicas. Behe afirma: “La búsqueda puede ser extendida, pero los resultados son los mismos. Nunca ha habido una reunión, ni un libro, ni un artículo sobre detalles de la evolución de sistemas bioquímicos complejos.” (p. 179).

Finalmente, Behe presenta un relevamiento de treinta libros de texto de bioquímica publicados entre 1970 y 1995 y usados en universidades importantes. Este relevamiento muestra que muchos libros de texto ignoran completamente la evolución, mientras que el resto le dedica muy poca atención. Por ejemplo, uno de esos libros de texto (Conn et al., 1987, John Wiley & Sons) tiene una sola referencia a la evolución en su índice temático, que tiene en total unas 2.500 referencias. Se refiere a una frase de la página 4: “Los organismos han evolucionado y se han adaptado a las condiciones cambiantes en una escala de tiempo geológica y continúan haciéndolo.” No dice nada más. (p. 183).

Behe concluye: ““Publica o perece” es un proverbio que los académicos toman en serio… La teoría de la evolución molecular darwinista no ha publicado, y por lo tanto debería perecer.” (p. 186). (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes

Nota: Las citas han sido traducidas por mí.