“Los nativos no son dueños de sus reservas y les explotan”, dice la religiosa Maribel Egiluz, misionera en el Congo


 

La Franciscana Misionera de María, Maribel Egiluz, ha finalizado una etapa de su misión en el Congo. Ha recalado en la diócesis de Bilbao pero con la idea de proseguir su labor en uno de los países más pobres del mundo. Su idea es la de volver en agosto.

La arratiana, Maribel Egiluz, ha vuelto de tierras congoleñas. Está alojada en casa de unos familiares, “para reciclarse, discernir y afrontar con nuevos aires” su próxima misión. No sabe qué le deparará el futuro cercano pero intuye que proseguirá su labor en el Congo. “Es muy raro, que a estas alturas me envíen a otro país”- matiza, recordando que están obligadas a la obediencia. “Por lo tanto iré, allí donde me envíen”, subraya.

Explica con gran sentimiento lo vivido, durante los últimos 32 años, en la República Democrática del Congo. Realizó los estudios de enfermería, por lo que la mayor parte del tiempo de su misión, ha transcurrido en centros de salud. “Lo que peor llevo es ver a los niños morir de hambre”, dice. Siente, además, una gran impotencia cuando muchas mujeres siguen falleciendo por “parir en sus casas o por complicaciones en los partos”.

El Congo es un país rico en minerales y piedras preciosas pero los gobernantes no han “sabido o querido” repartir los recursos entre los ciudadanos. El país es el principal productor de coltán, el mineral con el que se fabrican los teléfonos móviles, las videoconsolas y los ordenadores. En el Congo se concentra cerca del 80% de las reservas mundiales estimadas. El coltán, está en el origen de una de las guerras más cruentas de los últimos años y que ha causado millones de muertos. “Los nativos no son dueños de sus reservas y les explotan”, explica Maribel.

Desafíos

En la República Democrática del Congo hay más de 800.000 repatriados. En 2011 continuaron también las agresiones tanto de las agrupaciones armadas como de las fuerzas armadas del país, y en esos ataques se ejerció la violencia sexual en escala. Un gran número de niños y niñas ha carecido de acceso a la educación o ha sufrido la interrupción de su instrucción escolar.

La prestación de ayuda humanitaria presenta un grave desafío debido a los problemas de seguridad y las dificultades para llegar a las comunidades que necesitan servicios. Sin embargo, añade Maribel Egiluz, “hemos conseguido que en algunos suburbios tengan agua y hasta luz eléctrica”. Pero para la religiosa de Igorre, uno de los logros más importantes ha sido “garantizar la atención sanitaria a un gran número de personas construyendo dispensarios médicos, en diferentes lugares”.

Maribel ha sido la responsable de las once casas que las Franciscanas Misioneras de María tienen en el Congo. Su ilusión es la de volver en agosto, “a realizar otra misión”.