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Servicio diario - 2 de marzo de 2012

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Santa Sede

Llamamiento a la oración y a la caridad en favor de Tierra Santa
El cardenal Sandri envía una carta a todos los pastores de la Iglesia

Mundo

Perú: alumnos de la Católica piden a las autoridades decir sí a la Santa Sede
Denuncian campaña de manipulación contra la Iglesia

Los obispos de Europa se confrontan con el Consejo de Europa
Derechos humanos, bioética, crisis económica, entre otros temas

Colombia: Renuncia del vicario apostólico de Puerto Gaitán
Monseñor José Alberto Rozo, por razones de edad

Entrevista

Cardenal Sarah: La corrección fraterna es difícil pero factible
El presidente del Consejo Pontificio Cor Unum veneró a santa Rosa de Lima desde niño

En la escuela de san Pablo...

Abrazarnos al Cristo que, en la Pascua, muere y resucita por nosotros (Cuaresma 2º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Análisis

África y la Doctrina Social
Reflexión sobre la exhortación postsinodal 'Africae munus'

Foro

Sinceridad de corazón
Los valores de la Cuaresma

Flash

Desaparece el cantautor Lucio Dalla, profundo hombre de fe
Actuó ante los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI


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Santa Sede


Llamamiento a la oración y a la caridad en favor de Tierra Santa
El cardenal Sandri envía una carta a todos los pastores de la Iglesia
ROMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- El momento histórico actual pide que se rece con más empeño e intensidad en favor de Tierra Santa. Lo indicó el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, en una carta enviada a todos los pastores de la Iglesia.

“La espera cuaresmal de la Pascua del Señor --indicó Sandri- es una ocasión propicia para sensibilizar a toda la Iglesia católica sobre la Tierra Santa, promoviendo particulares iniciativas de oración y de caridad fraterna”.

Porque Jesucristo se inmoló por toda la humanidad en la ciudad santa de Jerusalén y desde ese momento “cada cristiano encuentra a sí mismo en aquella ciudad y aquella Tierra”, añadió el purpurado.

El cardenal Sandri además recordó el “pedido constante de Benedicto XVI para que sea sostenida generosamente la misión de la Iglesia en los lugares santos”. Se trata de una misión “específicamente pastoral”, sin olvidar “el estimable servicio social” que ofrece.

Este apostolado permite el crecimiento de aquella “fraternidad” capaz de abatir “las divisiones y discriminaciones”,y “que permite inaugurar siempre un nuevo diálogo ecuménico y la colaboración interreligiosa”. Su Eminencia prosiguió recordando la aprensión del santo padre en modo particular por Tierra Santa y Siria, así como su apelo para el cese del fuego en esta última nación.

El prefecto de la Congregación de las Iglesias Orientales, recordó además que el viernes santo es también el día de la Collecta pro Terra Sancta y que este año dicha fecha “parece interpretar aún más las necesidades de los pastores y de los fieles, que están incluidos en los sufrimientos de todo el Medio Oriente”.

El odio que los cristianos tienen que sufrir es el “pan cotidiano que alimenta la fe” y hace “resonar el eco del martirio en toda su actualidad”. Por ello su emigrar agravado por la “falta de paz”.

La generosidad de los cristianos de Tierra Santa, como el evangélico “grano de levadura” (cfr Gv12,24)  ha dado mucho fruto y “prepara sin lugar a dudas un mañana de bien”. Deben de todos modos ser sostenidas hoy “escuelas, asistencia médica, necesidad de alojamientos, lugares de agregación”.  

Conforta, indicó Sandri, tomar acto de la fe robusta de los jóvenes “deseosos de dar testimonio de las beatitudes, amando sus países, en el empeño por la justicia y por la paz con los medios de la no violencia evangélica”. Una fe cuyo testimonio llega de “quien profiere palabras de reconciliación y perdón, sabiendo responder así a la violencia y a veces a la prepotencia”.

“Tenemos el deber de restituir --prosiguió el purpurado- el patrimonio espiritual que hemos recibido de su milenaria fidelidad a las verdades de la fe cristiana. Lo podemos y debemos hacer con nuestra oración, ayuda concreta y con las peregrinaciones”.

El Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI, representará por lo tanto la ocasión “para mover nuestros pasos hacia aquella Tierra, peregrinando antes con el corazón entre los misterios de Cristo, en compañía de la Santa Madre del Señor”.

“El próximo viernes santo --prosiguió Sandri- en torno a la cruz de Cristo, nos sentiremos junto a nuestros hermanos y hermanas: la soledad que a veces se asoma fuertemente en la existencia de ellos, sea vencida por nuestra fraternidad”.

Al concluir, el cardenal declaró que la Congregación que preside “se hace portavoz de la gratitud que el papa Benedicto XVI expresa a pastores, sacerdotes, religiosos, jóvenes y todos los que se prodigan por la Tierra de Jesús. Segura de interpretar el gracias de la diócesis patriarcal de Jerusalén, de la Custodia franciscana y de los locales e Iglesias orientales católicas.

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Mundo


Perú: alumnos de la Católica piden a las autoridades decir sí a la Santa Sede
Denuncian campaña de manipulación contra la Iglesia
LIMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Un numeroso grupo de estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) solicitaron a las autoridades de dicha casa de estudios aceptar el pedido de la Santa Sede de adecuar los estatutos de acuerdo a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae y de esta manera entrar en comunión con Roma, garantizando la identidad católica de la institución.

Para Juan Tello Mendoza –informa la Oficina de Comunicación del Arzobispado de Lima--, estudiante de Derecho de la PUCP y presidente de la Agrupación Universitaria Riva Agüero, el pedido de la Santa Sede es perfectamente compatible con las leyes peruanas.

“Nosotros expresamos una total conformidad con el pedido de la Santa Sede justamente porque estas modificaciones van a permitir que se resguarde la identidad católica en la universidad y consideramos que no debe haber algún temor en nuestros compañeros y la comunidad universitaria en general de aceptar este pedido”, explicó.

“La universidad ha nacido desde la fundación que hizo la Iglesia en 1917, quien revisa los documentos históricos puede leerlos con total claridad”, prosiguió.

En ese sentido recalcó que “es falso decir que al ser una universidad plenamente católica vaya a perder su autonomía”.

Por su parte, Claudia Cayetano, también estudiante de Derecho de la PUCP, e integrante de la Agrupación Riva Agüero, recordó que la universidad como católica debe regirse por las leyes peruanas; así como el derecho canónico, la Ex Corde Ecclesiae y el Concordato suscrito entre el Estado peruano y la Santa Sede.

En otro momento, señaló que las opiniones mediáticas de Sigrid Bazán, presidenta de la Federación de Estudiantes (FEPUC) no expresan el pensamiento de todos los alumnos de la PUCP.

“Sus expresiones no son acordes a lo que pensamos la totalidad de los estudiantes. La agrupación Riva Agüero es un claro ejemplo de que no todos los estudiantes pensamos que la PUCP deba mantenerse al margen de lo que indica la Santa Sede. Nosotros sí creemos que la PUCP debe adecuar sus estatutos a lo que nos dice la Santa Sede y eso lo tenemos respaldado de parte de muchos documentos. Incluso en ley orgánica fundacional de la PUCP”, expresó. 

Campaña de manipulación

Finalmente Cayetano reveló que en los últimos años, al interior de la PUCP, los estudiantes han recibido constantes comunicaciones donde se les menciona que la Iglesia va a quitarles su autonomía.

“Nos han dicho en la universidad que si entra la Iglesia nos van quitar nuestra autonomía, nuestra libertad, incluso en nuestra manera de vestir de las mujeres. Si es que alguien viene con ese discurso, pues yo también me hubiese levantado, creo que los estudiantes hemos sido manipulados”, lamentó.

“De cierta manera, en los alumnos debería existir la responsabilidad de la información, porque no se reducirá la autonomía, porque la Santa Sede tiene relación con 157 países, donde hay mil universidades católicas y 200 pontificias. Si esas universidades se vieran disminuidas en su autonomía, pues se hubieran levantado. En el Perú también se hubiesen levantado las nueve universidades católicas que existen, porque de todas, la PUCP es la única que se opone a estos cambios de los estatutos”, explicó.

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Los obispos de Europa se confrontan con el Consejo de Europa
Derechos humanos, bioética, crisis económica, entre otros temas
ESTRASBURGO, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Tendrá lugar en Estrasburgo, en el Centro Cultural St. Thomas, del 5 al 8 de marzo, el encuentro anual de los presidentes de las conferencias episcopales del sudeste de Europa. El encuentro, el 12 de la serie, que concluye un ciclo de profundización de las realidades sociales y eclesiales de los países del sudeste de Europa, está organizado por el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) en colaboración con la Misión Permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa.

Nueve serán las conferencias episcopales representadas por su presidentes: Albania, Bosnia Herzegovina, Bulgaria, Chipre, Grecia, Moldavia, Rumanía, Conferencia Episcopal Internacional Santos Cirilo y Metodio y Turquía.

“Pienso que este encuentro es muy significativo para ambas realidades, en particular para la misión de promover y proteger los derechos humanos, el estado de derecho y la democracia que está en la base del Consejo de Europa”, afirma monseñor Aldo Giordano, observador permanente de la Santa Sede ante el Consejo de Europa.

“Basta dar una ojeada a algunos de los temas afrontados a nivel europeo para darnos cuenta de su actualidad para los países del sudeste de Europa y sus Iglesias. En Estrasburgo, se discute de libertad religiosa: la presencia de los símbolos religiosos en el espacio público, la discriminación por motivos religiosos, los derechos de las minorías, la dimensión religiosa del diálogo intercultural... Hay un debate fundamental, muy delicado e incluso peligroso sobre la realidad de la familia, sobre los derechos de los niños, sobre la responsabilidad de los padres. La velocidad de la ciencia y de la técnica impone cada vez más grandes problemáticas en el campo de la bioética y de la protección de la vida. Hay una Europa que se interroga sobre la gravedad de la crisis económica y financiera; sobre las relaciones con los 'vecinos de casa': Medio Oriente, norte de África. Vivimos en una Europa donde la cuestión del respeto de los derechos humanos está lejos de ser una realidad obvia: continuamente en el Consejo se afronta la situación de los migrantes, refugiados, gitanos, personas con minusvalía... Por tanto es urgente que los cristianos y las Iglesias se hagan cada vez más conscientes y competentes en las cuestiones que se afrontan a nivel europeo y sean protagonistas en los lugares donde se toman las decisiones”.

En Estrasburgo, los obispos participantes podrán afrontar los temas en agenda del Consejo de Europa a través de una serie de encuentros con responsables del Consejo, entre los cuales la directora general de programas Gabriella Battaini-Dragoni; el juez Jean-Paul Costa, expresidente del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el presidente de la Comisión de Venecia Gianni Buquicchio.

“La decisión de concluir este primer ciclo de profundización de nuestras realidades eclesiales y sociales este año en Estrasburgo con una confrontación-diálogo con algunos representantes del Consejo de Europa, surgió de modo muy natural porque esta realidad europea es la primera organización internacional intergubernamental en la que todos nuestros gobiernos son miembros --subraya monseñor Franjo Komarica, presidente de la Conferencia Episcopal de Bosnia Herzegovina--. Al mismo tiempo, sabemos en qué medida el trabajo hecho en los despachos de Estrasburgo tiene un impacto muy importante no sólo en términos políticos, sino sobre todo social y cultural. En este común empeño de edificación de la fraternidad europea y del trabajo por el bien de nuestros pueblos, la Iglesia católica, nuestras Iglesias locales se sienten interpeladas a dar su aportación específica y su apoyo. Por este motivo, pensamos encontrar a algunos representantes de esta institución, para profundizar en nuestro mutuo conocimiento, para llevar la voz de nuestras realidades eclesiales y para verificar juntos que pueden ser reconocidas y valorizadas en su realidad de Iglesia de estos países miembros y contribuir así al bien de nuestro continente”.

Un momento especialmente importante para los presidentes de las conferencias episcopales será la Misa por Europa, programada para el 7 de marzo, en la catedral.

A la celebración, presidida por el arzobispo local Jean-Pierre Grallet, están invitadas numerosas personas empeñadas en las instituciones europeas: eurodiputados, embajadores y funcionarios del Consejo de Europa, jueces del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y también miembros de comunidades y organismos eclesiales que participan de cerca en el camino europeo.

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Colombia: Renuncia del vicario apostólico de Puerto Gaitán
Monseñor José Alberto Rozo, por razones de edad
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- El papa Benedicto XVI ha aceptado la renuncia al gobierno del Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán, Colombia, presentada por monseñor José Alberto Rozo Gutiérrez SMM, en conformidad con lo que establece el cánon 401 § 1 del Código de Derecho Canónico, por motivos de edad.

El Vicariato Apostólico de Puerto Gaitán fue creado por bula de Juan Pablo II, del 22 de diciembre de 1999. Segregado de parte del territorio de la antigua Prefectura Apostólica del Vichada y de cesión territorial de la Diócesis de Villavicencio en el Municipio de Puerto Gaitán. 

Desde hace más de 50 años este territorio ha sido pastoreado por los padres montfortianos quienes han creado espacios de evangelización. 

Su primer obispo, monseñor José Alberto Rozo Gutiérrez, fue consagrado el 19 de marzo de 2000 en la iglesia catedral de Villavicencio por el nuncio apostólico Beniamino Stella. El nuevo obispo tomó posesión canónica el 20 de marzo de 2000 en la catedral de Puerto Gaitán, sede episcopal de esta jurisdicción. 

En los años de existencia del Vicariato se ha iniciado un proceso de consecuencialización del Vaticano II, haciendo opción por un proyecto pastoral que ayude a la atención tanto de indígenas como de no indígenas. La mayoría de la población, el 70%, es de orígen guahibo, piacopos, sálibas, entre otros; un 20% son colonos y un 10% restante es catira o llanero criollo. 

Con los indígenas se ha adelantado un proceso de planes de vida, que fundamentados en la legislación nacional, han permitido que los resguardos tengan la posibilidad, desde el Evangelio, de contar con un plan que les ayude a su superación integral.  

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Entrevista


Cardenal Sarah: La corrección fraterna es difícil pero factible
El presidente del Consejo Pontificio Cor Unum veneró a santa Rosa de Lima desde niño
ROMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- El cardenal Robert Sarah tiene a su cargo casi toda la obra social de la Santa Sede a favor de las personas más desfavorecidas, y desde donde el papa ejerce directamente la caridad. El origen del nombre de su dicasterio,“Cor Unum”, es muy significativo, porque del corazón es de donde parten las verdaderas obras.

Hombre también de gran corazón, conocido desde su trabajo cercano a los lugares de misión, mientras fue secretario de Propaganda Fide, en esta entrevista a ZENIT da pautas para vivir la Cuaresma y poner más atención a lo que escribió el papa en su mensaje de este año, donde pide tres cosas concretas: ver más por el otro, salir de la ‘anestesia’ de la indiferencia y ejercer una auténtica corrección fraterna.

Y explica también por qué la parroquia de su pueblo en Guinea, donde se bautizó y naciera su vocación, tiene una relación de casi cien años con Santa Rosa de Lima, a la que fue a visitar hace poco en su santuario de la capital peruana, en una peregrinación que soñaba desde niño…

El mensaje del papa para la Cuaresma de este año nos dice que debemos poner más atención los unos a los otros. ¿De qué sector nos olvidamos hoy?

--Cardenal Sarah: La frase que toma el mensaje es de la Carta a los Hebreos: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”. Y el ser cristiano lleva consigo este fijarse, saber mirar con ojos de fe y de caridad. Es ir al encuentro del otro antes que el otro te pida, porque un cristiano es alguien que sabe ver los problemas del prójimo antes que el prójimo te lo diga. Esto es importante porque muchas veces nuestros programas y proyectos son muy valiosos, pero si no tienen esta mirada que da la fe, este fijarse para ayudar en lo material y espiritual, entonces nos falta algo. Los que pagan por esto son los pobres, los pequeños, los que olvidamos, quienes están sufriendo. Creo que este es el reto y el llamado de este mensaje de Cuaresma.

El papa dice también que los espíritus se han “anestesiado” ante el sufrimiento de los demás. ¿Qué es lo que ha generado este fenómeno?

--Cardenal Sarah: La riqueza, el construir nuestras vidas con nuestras fuerzas solamente. Por eso la Cuaresma es un tiempo en que la Iglesia nos invita a la limosna, a desprendernos de nuestras cosas. Porque el hombre en la prosperidad no comprende, “es como los animales que perecen”, dice el salmo. El hombre en la prosperidad, en la vida que se construye a sí mismo, se olvida no solo de Dios que es el autor de la vida y el que lleva la historia, sino que se olvida de los demás y esta es otra forma de anestesia. Por eso el tiempo de Cuaresma nos invita a llevar una vida más cerca al Señor a través de la limosna, de la oración y del ayuno. Vivir más cerca de Él significa tener esa mirada que ve el problema del otro.

A muchos les ha alentado esa parte del mensaje que habla de la “corrección fraterna”, pero a veces el otro no escucha…

--Cardenal Sarah: Debemos distinguir claramente lo que es la corrección fraterna y lo que es el juicio. Lo dice el papa y me parece de una profundidad extraordinaria, que la corrección fraterna solamente funciona cuando tu ves en el otro su salvación eterna. Si corriges a tu hermano porque ves que está en peligro de salvarse, es decir, si está en peligro su fe, su esperanza y caridad, entonces la corrección en esa perspectiva sí funciona. De otro modo la corrección fraterna no es sino un juicio, una acusación que hacemos a nuestro hermano y por eso muchas veces viene rechazada. Lo que nos falta es mirar al otro con los ojos de Dios, que nos mira y quiere que nos salvemos. Esta es una de las joyas de este mensaje del papa.

La Iglesia siempre ha tenido una tarea profética, ¿no?

--Cardenal Sarah: La Iglesia tiene la misión profética de poner a la luz las injusticias: los atropellos a los pobres, a los que sufren, a los emigrantes, a los niños abandonados por la separación de los padres, la violencia familiar… Y la iglesia siempre tiene que ponerlo a la luz. Pero el papa nos dice ¡cuidado!, no es un simple denunciar, porque la corrección en clave cristiana lleva este añadido de pensar en el otro como un ser amado por Dios, como un alma necesitada de salvación. Y en este sentido, la corrección fraterna adquiere una dimensión mucho más grande de lo que es la simple denuncia social o política. Aquella tiene un añadido que le da una dimensión completamente distinta.

En menos de un mes el papa estará en la América Latina y la gente espera la voz de su pastor, también con referencia a los problemas sociales que allí existen…

--Cardenal Sarah: Pienso que la palabra del santo padre es siempre una palabra propia del mensaje del evangelio. Recuerdo que la primera vez que el beato Juan Pablo II visitó el Perú, leyó en un cartel: “¡Tenemos hambre de Dios, tenemos hambre de pan!”. Por lo tanto, el santo padre dará una palabra que alimente a las personas y también expresará su solidaridad a las preocupaciones de la gente, como son la pobreza, la justicia, la paz. Seguramente tocará problemas como la educación, la salud, una vivienda digna, comida, trabajo y así... La palabra del papa será una palabra inspirada en el evangelio.

¿El papa sigue de cerca la situación de América Latina?

--Cardenal Sarah: Mucho. Y por esta razón ha preparado este viaje a México y Cuba. Por otra parte, el papa Juan Pablo II creó la fundación Populorum Progressio para ayudar a las poblaciones indígenas, afroamericanas y campesinas de América Latina, así como otra dirigida al África llamada Juan Pablo II para el Sahel, a favor de los países que sufren la sequía y la hambruna que provoca este avanzar del desierto. El papa Benedicto XVI sigue a la América Latina en el campo social y también en el campo espiritual. Fruto de esta preocupación fue su viaje a Aparecida en 2007 y el documento final, que constituye la hoja de ruta para la Iglesia en ese continente.

¿Cómo se llevan a cabo las intervenciones de la Iglesia? ¿Cómo se coordinan?

--Cardenal Sarah: Las Caritas locales dependen de las diócesis y del episcopado de cada nación y realizan una labor excepcional, en coordinación con otras instituciones eclesiales, como la Sociedad de San Vicente de Paúl, Manos Unidas, Orden de Malta y muchas otras. Todas ellas tienen en el Pontificio Consejo Cor Unum un punto de referencia y de ayuda. Cada institución tiene su personalidad y sus responsabilidades geográficas, pero las relaciones son muchas cuando los problemas superan las fronteras. Por ejemplo, en el drama del Cuerno de África se están haciendo esfuerzos conjuntos para ayudar a la población de un modo eficaz, tratando de coordinar los conocimientos de muchísimas personas que ya están trabajando en esa región con las ayudas alimentarias y económicas gestionadas por otros organismos.

Al respecto, en los últimos meses se ha hablado de los nuevos estatutos de la Caritas Internationalis...

--Cardenal Sarah: Efectivamente, después de la asamblea general celebrada en mayo de 2011, la Santa Sede encargó a los dirigentes de Caritas Internationalis y a los organismos vaticanos competentes continuar el proceso de revisión de los estatutos. Caritas había pedido adaptarlos de acuerdo a las características canónicas que posee una personalidad jurídica pública de la Iglesia. El proceso de adaptación continúa, siguiendo el camino recorrido por otras instituciones eclesiales en los últimos años, precisamente para hacer más eficaz la intervención en graves situaciones. También en los países europeos, donde la desocupación y la crisis están poniendo en serias dificultades a millones de familias, la solidaridad es conjunta.

Usted mencionó antes al Perú, y sabemos que hace dos meses visitó Lima... ¿Cómo ha encontrado el trabajo que se hace allá?

--Cardenal Sarah: Mi permanencia ha sido breve pero he quedado muy impresionado del tremendo trabajo que hace la Iglesia peruana. Visité el distrito de Manchay en Lima, donde me impresionó el trabajo del párroco, no sólo para ayudar a la gente pobre y darles comida o educación, sino porque también se preocupa de las almas. Y por eso su labor pastoral tiene una doble dimensión: atender al hombre en cuerpo y alma; porque la misión del evangelio y de la Iglesia es salvar al hombre integralmente. También he visitado Cañete y he visto que el obispo tiene un hospital que atiende a niños discapacitados física y mentalmente, apoyado por la fundación Populorum Progressio. Quedé muy impresionado por este trabajo pastoral y social.

Algunos lectores no saben que usted siempre quiso visitar la ciudad, en especial porque algo lo une desde su infancia con santa Rosa de Lima…

--Cardenal Sarah: De niño conocía a santa Rosa pero no había visto nunca una estatua suya, aunque sabía que era una santa muy humilde, que hacía penitencia y que unía su vida a la oración. Esto me ha marcado mucho de niño y siempre soñaba con visitar el lugar donde había vivido esta santa. Por eso, como el 1 de febrero la parroquia donde nací y fui bautizado --que lleva como patrona a santa Rosa--, celebró 100 años de fundación, viajé antes a Lima para hacer esta peregrinación en nombre de todos los hermanos de mi pueblo.

Quedé muy impresionado al comprobar que es una santa muy amada no solo por los peruanos, sino por toda la América Latina. He visitado también a uno de sus compañeros, san Martín de Porres, que es muy amado y fue contemporáneo de santa Rosa. Esta visita también me ha ayudado a acrecentar mi vida espiritual, sobre todo a ser humilde, a buscar la penitencia tal como nos invita la Cuaresma. Toda nuestra vida debe ser una penitencia, una purificación continua; y también orar, que es una comunión con Dios.

¿Cómo invocaría a nuestros lectores a vivir la Cuaresma?

--Cardenal Sarah: Les recomiendo leer el mensaje de Cuaresma del 2012 del santo padre, que verdaderamente es un mensaje profundo, que nos invita a poner atención unos a otros y a estimularnos a vivir la caridad y las buenas obras. Y el papa nos insiste en la corrección fraterna, que es difícil pero factible. Porque ayudando al otro, no solo a vivir cristianamente, podemos ayudarle a ver sus culpas, sus errores y así caminar juntos hacia la resurreción, hacia la Pascua...
 

Por José Antonio Varela Vidal

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En la escuela de san Pablo...


Abrazarnos al Cristo que, en la Pascua, muere y resucita por nosotros (Cuaresma 2º, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Nuestra columna "En la escuela de san Pablo..." ofrece el comentario y la aplicación correspondiente para el 2º domingo de Cuaresma.

*****
Pedro Mendoza LC

"Si Dios está por nosotros ¿quién contra nosotros? El que no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él graciosamente todas las cosas? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? Dios es quien justifica. ¿Quién condenará? ¿Acaso Cristo Jesús, el que murió; más aún el que resucitó, el que está a la diestra de Dios, y que intercede por nosotros?". Rom 8,31b-34
 

Comentario

La primera parte del cap. 8 de la carta a los Romanos concluye con un llamamiento de san Pablo a los fieles para que sean conscientes de su nueva dignidad de hijos de Dios poniendo delante la promesa de que los que ahora "padecemos" "seremos glorificados" en el futuro (v.17). Con ello apunta ya el tema que domina la parte siguiente del cap. 8, a saber: la esperanza futura de los cristianos (vv.18-30). Como señala el Apóstol, la promesa cristiana del futuro tiene su fundamento en Dios y en su acción liberadora por medio de la muerte y resurrección de Jesús. A continuación de esta segunda parte del cap. 8 prorrumpe el Apóstol en una especie de himno al amor de Dios que se ha manifestado en Cristo Jesús (vv.31-39). De la primera parte de este himno está tomada la lectura de este domingo.

En este himno de júbilo y exaltación al amor de Dios en Cristo Jesús, san Pablo declara que para la humanidad ha sido obtenida la victoria de todas las realidades que se contraponen a ella. Y lo hace remontándose a la causa primera de todo cuanto Cristo ha hecho por ella: el amor que procede de Dios. Por este motivo, como afirmará en la segunda parte de este himno (vv.35-39), tiene la certeza de que ninguna creatura nunca podrá separar de Dios a los cristianos justificados, pues su unión con Él está totalmente firme y asegurada, gracias a este amor.

El tono de este pasaje recuerda el de las aulas tribunales. Pero a diferencia de la sombra de incertidumbre que acompaña los procesos judiciales, aquí resplandece la garantía de la obtención de un veredicto favorable, pues el abogado defensor ante los eventuales acusadores es Dios mismo. Así san Pablo lo afirma con contundencia desde el inicio, con una certeza que proviene de la fe y de la esperanza: "¡Dios está por nosotros!". Es un grito de júbilo ante la realidad de un Dios que toma la iniciativa del plan de salvación. A nuestro favor, en nuestra defensa está por tanto ese mismo Dios que no dudó en ofrecer a su mismo Hijo para realizar la redención del género humano: "lo entregó por todos nosotros" (v.32).

Ahora bien, el grito de gozo que brota de la certeza de la presencia amorosa y benéfica de Dios en nuestra vida de creyentes en Cristo no necesariamente niega los "sufrimientos del tiempo presente" (v.18) y las exigencias de una vida en esperanza. De hecho ambas cosas no se excluyen. Pues el que nosotros amemos a Dios y respondamos así a la llamada que nos ha dirigido, no se puede concebir y menos llevar a efecto sin Dios, sin el Dios que precisamente se ha manifestado como un "Dios por nosotros" y que por amor ha entregado a su Hijo por todos nosotros. Por otra parte, conviene recordar que el "Dios por nosotros" de este grito de victoria es el Dios de quienes esperan con paciencia (v.25).

Cuando san Pablo interpela con una pregunta retórica a quienes pretendieran asumir el papel de acusadores contra los "elegidos de Dios", ya conoce la respuesta, que es nula. El único que tendría el derecho de hacerlo, Dios, es quien realiza lo contrario, ofreciéndoles la salvación. Sus "elegidos" han obtenido de hecho la salvación, han recibido el "espíritu de adopción" (v.15) y ahora son "hijos de Dios", disponen de la promesa de la gloria futura. A ellos Dios se "lo dará también todo" en el Cristo muerto y resucitado por ellos.
Con otra pregunta retórica, san Pablo plantea la cuestión de la posibilidad de ser condenados por el juez, en quien esta vez reclama a Cristo Jesús. De nuevo su respuesta no puede ser sino negativa. Ha sido Cristo quien ha sumido la forma humana "en vistas del pecado" (8,3), quien ha sacrificado a sí mismo en la muerte por nosotros (4,25), quien ha resucitado e intercede por nosotros ante el Padre (8,33). El Apóstol coloca en Cristo el fundamento de nuestra certeza sobre la salvación, la obra justificante de Dios, que supera la acción destructora del pecado.

Ante esta pregunta el interlocutor que podría intentar formular una querella condenatoria permanece en silencio. Pero san Pablo rompe ese silencio con el grito de "¡Jesucristo!", quien con su vida ha puesto punto final a la palabra condenación. Y es éste un grito de socorro, la llamada al redentor frente a la acusación condenatoria del enemigo de la salvación. Jesucristo, es decir, el que ha muerto por nosotros, el que ha resucitado, está sentado a la derecha de Dios e intercede en favor nuestro. Jesucristo no es, por ende, un pasado, sino el presente y el futuro para nosotros.
 

Aplicación

Abrazarnos al Cristo que, en la Pascua, muere y resucita por nosotros.

La liturgia de este segundo domingo de Cuaresma está estratégicamente colocada como una etapa fundamental de la preparación a la celebración del misterio pascual. Toda ella nos recuerda los dos elementos esenciales de la Pascua: el sacrificio y la resurrección. La primera lectura nos presenta el sacrificio de Abrahán; luego la segunda lectura nos habla del sacrificio de Cristo. Finalmente, el Evangelio con el relato de la transfiguración nos presenta la contraparte de este misterio pascual, mostrándonos por anticipado la glorificación de Cristo que se realiza con su resurrección.

La primera lectura, tomada del libro del Génesis (22,1-9a.10-13.15-18), nos refiere el episodio en que Dios pone a prueba la fe de Abrahán, pidiéndole sacrificar a su hijo en holocausto. Pero el relato insiste más que en el sacrificio de la víctima, en el del patriarca que debe llevar a cumplimiento tal mandato: se trata de su único hijo predilecto. Abrahán responde con total docilidad y confianza en Dios que es fiel y que no le abandonará en esa prueba tanto sufrida: "Dios proveerá..." (v.8). Dios por medio del Ángel detiene la mano de Abrahán a punto de sacrificar a su hijo y alaba su fe y lo colma de bendiciones. Dios también en nuestras vidas nos invita a abrazar el sacrificio en diverso modo, demostrando así que nuestra fe y amor a Él son auténticas. Nunca desconfiemos de Dios por más duras y difíciles que sean las pruebas que su amor nos invite a abrazar. Sólo así alcanzaremos todas las bendiciones que Él ha unido al sufrimiento redentor.
Ante el sacrificio de Cristo, recordado en la segunda lectura, y prefigurado en el de Abrahán, el evangelista pone como contraparte el anuncio del evento de glorificación que lo acompañará con su resurrección. Para ello se sirve del relato de la transfiguración (Mc 9,2-10), que es una glorificación anticipada que tiene lugar previamente al sacrificio de Cristo. De este modo todo el misterio pascual (pasión, muerte y resurrección) de Cristo adquiere nueva luz y sentido: es el mismo Hijo de Dios quien lo lleva a cumplimiento. Incrementemos nuestra fe en Él para descubrir que quien sufre y quien resucita en la Pascua no es un hombre cualquiera sino el mismo Hijo de Dios, quien se encarnó para salvarnos.

En la segunda lectura (Rom 8,31b-34), san Pablo muestra el sacrificio que Dios mismo ha hecho por nosotros: "no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien lo entregó por todos nosotros". Estas palabras, a la luz del sacrificio de Abrahán, hacen resplandecer hasta dónde llegó el sacrificio abrazado por Dios Padre, en la realización del misterio pascual. Cristo se sacrificó, en completa adhesión a esa misma generosidad del Padre, que entregó a su propio Hijo. Esta extraordinaria generosidad de Dios nos debe llenar de confianza y de gratitud. Como dirá el Apóstol poco más adelante: nada ni nadie nos puede separar de Cristo que así nos ha amado (vv.38-39). Conscientes de todo lo que implica este sacrificio de amor, abracémonos al Cristo que, en la Pascua, muere y resucita por nosotros.

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Análisis


África y la Doctrina Social
Reflexión sobre la exhortación postsinodal 'Africae munus'
ROMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos un artículo de Omar Ebrahime publicado por el Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan sobre Doctrina Social de la Iglesia, en el que aborda la exhortación postsinodal para África.

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Omar Ebrahime

Tal como el Observatorio documentó, en el curso del viaje a Benín, el pasado mes de noviembre, el Papa Benedicto XVI promulgó la segunda exhortación apostólica postsinodal dedicada totalmente al África (luego de la Ecclesia in Africa del beato Juan Pablo II, en 1995).

El documento pontificio, dirigido al episcopado, al clero, a las personas consagradas y a los laicos, esta vez tiene por objetivo “la Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz”.

La publicación sigue, en efecto, recogiendo y sintetizando magisterialmente, los trabajos de la Segunda Asamblea Especial para el África del Sínodo de los Obispos, llevada a cabo en el Vaticano, del 4 al 25 de octubre de 2009, y dedicada específicamente a analizar los desafíos que la comunidad cristiana vive hoy en un Continente siempre desgarrado por conflictos étnicos, tribales y también religiosos.

Articulada en una introducción general y dos partes temáticas (la primera dedicada al servicio de la Iglesia a la causa de la justicia y la paz, la segunda para perseguir concretamente el bien común) se presenta la exhortación, y el Pontífice lo subraya, en plena continuidad con el documento del Papa Juan Pablo II, que se movía por la exigencia fundamental de la nueva evangelización.

También hoy, para resolver las necesidades más urgentes del África, es necesario primero que todo una Iglesia que descubra su dimensión nativa, auténticamente misionera, y que funde su acción en el primado de Dios sobre el mundo, o en la profundización consciente de las virtudes teologales de la fe y la esperanza.

Es significativo que el pontífice retenga oportuno retomar el legado del Papa Juan Pablo II y retornar a las fuentes de la fe: es una indicación no sólo de forma sino también de esencia, en un momento en el cual la pastoral de la Iglesia en África es considerada frecuentemente a la stregua de una sociedad de ayuda.

No es que esto no sea importante, sino que sin una clara jerarquía de prioridades, el riesgo es de seguir - o mejor, 'estar de acuerdo' – a las varias corrientes del mundo del cual lo menos que se pueda decir es que no tienen ciertamente a Cristo por Señor. Para evitar equívocos, la Doctrina social vuelve a entrar plenamente en esta prioridad.

El documento pontificio sobresale, en efecto, por las continuas referencias al Magisterio social de la Iglesia que es considerado “momento singular del anuncio [misionero]: es servicio a la verdad que libera” (p. 22).

A pié de página el Papa hace referencia a la Caritas in Veritate, por decir casi que ésta es el prólogo indispensable del documento de estudio dedicado al África. A un ojo no distraído se muestra así la intrínseca circularidad del Magisterio de Pedro en el cual se tiene todo y cada pronunciamiento vuelve a hacer referencia lógicamente a otro, de acuerdo a una metodología pedagógica significativa, que no busca hacer 'audiencias' sino que busca la verdad aún cuando esfuerzo para explicarla y hacerla accesible a la humanidad contemporánea.

Volviendo a África, para el Papa Benedicto XVI no es más tiempo de conformarse con la mentalidad del mundo, el Pontífice lo escribe claramente: “la contribución de los cristianos en África será decisivo solamente si la inteligencia de la fe llega a ser inteligencia de la realidad” (p. 32) , o sea, si las pequeñas comunidades locales estarán en grado de llegar a hacer educación, cultura, moral, hasta política compartida, el Evangelio de liberación anunciado y llevado a cumplimiento por el Señor de vez para siempre en el Gólgota.

Así, si de una parte no se da vida cristiana sin sacramentos (para los cristianos la reconciliación social – escribe el pontífice – que nace primero que todo por la reconciliación sacramental), de otra parte “no necesita olvidar la tarea, ello también esencial, de la evangelización del mundo de la cultura contemporánea africana” (p. 37).

Y el primer lugar donde se aprenda a evangelizar es la familia, en el cual se viva aquello que se es recibido y se haga concretamente experiencia, en lo cotidiano, que incluso un tema extraordinariamente complejo y articulado como 'la paz' en realidad es apreciado en los muros de la casa: “en una sana vida familiar se hace experiencia de algunos componentes fundamentales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad expresada por los progenitores, el servicio amoroso a los miembros más débiles ya sean pequeños o enfermos o ancianos, la ayuda recíproca en las necesidades de la vida, la disponibilidad a acoger al otro y, si es necesario, perdonarlo. Por esto la familia es la primera e insustituible educadora de la paz” (p. 43).

En la segunda parte de la exhortación, el papa Benedicto XVI se dirige a las categorías particulares de personas que componen la sociedad africana y en cada una de estas se detiene sobre la importancia de aprender y divulgar la Doctrina social de la Iglesia.

Así, por ejemplo, a las misere el Papa recomienda “[formarse] en el catecismo y en la Doctrina social de la Iglesia para poseer los principios que les ayudarán a actuar como verdaderas discípulas” (p. 59) mientras relativamente a los jóvenes (que en África, contrariamente a Europa, son la mayoría) Benedicto XVI les invita a “poner a Jesucristo al centro de toda su vida mediante la oración, pero también a través [...] de la formación en la Doctrina social de la Iglesia” (p. 63) y esto porque la Doctrina social es primero que todo materia de los laicos y de cuantos tienen la entusiasta misión de ordenar las realidades temporales al reino de Cristo.

A quien ve tentaciones de fundamentalismo, el Pontífice responde que el primado de la Doctrina social no es otro que el fruto de aquella concepción del  desarrollo humano integral que ya el Papa Pablo VI había anunciado en la Populorum Progressio: la Iglesia, en resumen, diversamente de las ideologías políticas o sociales, se preocupa de todo el hombre, no solamente de una parte (ya que es importante), y es sólo a la luz de este criterio de juicio que evalúa de vez en cuando la portada real del así llamado 'progreso'.

Por esto, para hacer un ejemplo particularmente iluminador, si aparece laudable el proyecto de eliminar la pena de muerte para 'los vivos' en África y en cada parte del mundo, no se puede decir ciertamente otro tanto del tentativo (frecuente patrocinado por los mismos sujetos) de introducirla, o agravarla, para los no nacidos. Para citar todavía al Papa Pablo VI (retomado también por la Caritas in Veritate), la Iglesia cultiva la preocupación constante del desarrollo “de cada hombre y de todo el hombre” (p. 70).

Del mismo modo, también epidemias como el sida necesitan una aproximación sobre todo ética y moral que actualmente no parece señaló en muchos de los estudiosos y de los trabajadores del sector, prisioneros de una visión materialista de la persona: abstinencia sexual, rechazo del antivalor de la promiscuidad y fidelidad conyugal entran en efecto en el mismo desarrollo humano integral que reside, en último análisis, “sobre una antropología anclada al derecho natural e iluminada por la Palabra de Dios y por la enseñanza de la Iglesia” (p. 72). Aquí se puede observar bien como la crisis que invierte la humanidad contemporánea – europea como la africana – sea en definitiva “una crisis de la educación” (p. 75).

Para poder decir al hombre como actuar hace falta primero saber quién es el hombre y de dónde provenga. Así, incluso una cuestión juzgada a veces con suficiencia 'ociosa' en el mundo occidental como aquella de la existencia de Dios (o del alma) puede contribuir de manera determinante a orientar una sociedad y una economía que sean de verdad amigas del hombre y a su servicio.

E, insiste el papa, también esta es una parte relevante de la Doctrina social de la Iglesia. Llegados a este punto, no sorprende entonces que a la Iglesia africana (obispos, sacerdotes y laicos) el Papa Benedicto XVI recomienda leer, estudiar siempre mejor y define en particular el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, como “instrumento pastoral de primer orden” (p. 91).

En este sentido, el papa auspicia que los sacerdotes profundicen “el conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia” (p. 110) y los laicos - al mismo tiempo - “se llenen de un sólido conocimiento de la Doctrina social de la Iglesia que ofrezca los principios de la acción conforme al Evangelio” (p. 118).

A la base de la exhortación pontificia parece nota, obviamente, una concepción alta del Magisterio social que tiene dignidad y valor en cuanto tal, independientemente de las escuelas de economía o de mercado que van por la mayoría, desde el momento que radica sus palabras de verdad en aquel que es la verdad encarnada, esto es Jesús de Nazaret.

No es otra cosa que el señorío de Cristo en el mundo, dicho de otra manera Reino social, donde el adjetivo connota no una dimensión clasista o particular sino propiamente universal, entonces naturaliter interclasista, refiriéndose al entero diseño de la creación. Se diría que el papa vuela alto. Pero la dimensión propia del Cristianismo, desde el nacimiento, es ésta. Por menos de esto, dirían los Padres de la Iglesia, tan queridos por el papa Benedicto XVI, no se habría dado ni siquiera la encarnación.

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Foro


Sinceridad de corazón
Los valores de la Cuaresma
MADRID, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos a nuestros lectores, en nuestro espacio Foro, la colaboración habitual de monseñor Juan del Río Martín, arzobispo castrense de España. En este caso sobre los valores a cultivar especialmente en este tiempo de Cuaresma.

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+ Juan del Río Martín

Las llamadas coloquialmente “virtudes domésticas” son aquellos valores que muchas veces se dan por supuestos y que en otras ocasiones están un tanto arrinconados. Sin embargo, sin ellos la convivencia familiar, social y religiosa se hace imposible. Benedicto XVI en múltiples ocasiones ha insistido en la necesidad de la sinceridad en la vida cristiana, porque “solo la conversión es posible desde la sinceridad, desde el examen de conciencia sincero y arrepentido”. Por eso mismo, viene bien que en este tiempo de Cuaresma nos examinemos de cómo andamos en la sinceridad, porque sin ella no infundimos confianza a los demás, no creamos un clima de cordialidad y familiaridad a nuestro alrededor.

Decimos que una persona es sincera cuando tiene aprecio por la verdad y sus acciones están marcadas por el amor (cf. Rom 12,9). No es casual que en una sociedad donde no se valora el “esplendor de la verdad” y la misma caridad se ha cosificado, la sinceridad con Dios, con uno mismo y con los demás, sea un “bien escaso”. Parece prevalecer más la mentira, la artificialidad, el fingimiento etc., que la rectitud de intención en lo que pensamos, hablamos y hacemos, de tal manera que como diría Maugham: “en tiempos de hipocresía cualquier sinceridad parece cinismo”. Pero la necedad de los farsantes es creer que aquello que se habla en secreto no será descubierto (cf. Lc 12,2-3), y ahí tenemos el dicho popular: “Antes se coge al mentiroso que al cojo”. Así pues, terminadas las ferias de las vanidades de este mundo pasajero, sólo quedará de la persona su claridad sencilla y sus obras edificadas en el amor.

Ahora bien, conseguir un corazón sincero supone: la renuncia a la mentira y medias verdades; la constancia del empeño de cada día por mantener la verdad en la caridad; y la prudencia que nos libera de confundir la sinceridad con la ingenuidad inconsciente.

La sinceridad con uno mismo se asienta en el conocimiento de las cualidades y defectos de cada uno. Ello motiva un doble sentimiento, por un lado de gratitud por los dones recibido del Altísimo, por otro de aceptación y superación de los defectos propios de la naturaleza humana y aquellos procedentes de los errores personales. El saber situarse en el espejo de uno mismo, sin extremismos de ningún tipo, demanda una buena dosis de humildad.

Para la persona creyente, la sinceridad con Dios reside en la toma de conciencia de su dependencia radical con Aquel que le ha dado el ser y lo sostiene. De igual forma, el no creyente, si quiere ser sincero consigo mismo, tendrá que preguntarse alguna vez: “¿Qué tienes que no lo hayas recibido?, ¿de qué te jactas, como si no lo hubieses recibido?” (1Cor 4,7). Hay todo un mundo que nos precede y del cual no podemos prescindir, por ello también somos seres dependientes de los otros, en cuanto: vida, ambiente, cultura y tantas otras cosas que nos vienen dadas. Si aceptamos esa dependencia directa e indirecta, llegaremos a ser sinceros con Dios, con los demás y nos habremos encontrado a nosotros mismos.

La sinceridad tiene un rostro que refleja sencillez, naturalidad, franqueza. La persona sincera no se enreda ni se complica por dentro, no busca lo aparatoso en lo exterior, sino que hace de lo ordinario de cada momento algo extraordinario tocado por la bondad de su corazón. El reverso de este semblante es la afectación, el glamour, la pedantería, la jactancia que tanto nos aleja de los demás y crea un envolvente vacío existencial.

La raíz de la falta de sinceridad se halla en la soberbia. A aquel que cree que todo lo puede conseguir por sus muchas cualidades y esfuerzos, le será muy difícil reconocer el misterio en su vida y a la vez descubrir lo positivo que poseen los demás. Esa ceguera le hace perder objetividad ante su propia historia, la culpa de sus fallos siempre la tendrán los demás, será incapaz de someterse a la verdad, de valorar el amor y la amistad. Por eso, el soberbio intentará desplazar a Dios, ignorar a sus semejantes y sus labios no proferirán una palabra veraz.

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Flash


Desaparece el cantautor Lucio Dalla, profundo hombre de fe
Actuó ante los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI
ROMA, viernes 2 marzo 2012 (ZENIT.org).- Desaparecido a los 69 años, durante una gira por Suiza, el célebra cantautor Lucio Dalla, un hombre de profunda fe, había actuado en el Congreso Eucarístico de Bolonia ante Juan Pablo II, y en el Ágora de los Jóvenes de Loreto en 2007, ante Benedicto XVI.

“Coge el cielo con las manos, vuela más alto que los aeroplanos, no te detengas”. Hoy se le puede imaginar así, mientras aumentan las muestras de dolor por su repentina desaparición, el 1 de marzo, por un ataque cardíaco mientras se encontraba en Montreaux, Suiza, donde el día anterior había dado un concierto.

Músico de muchos registros, su carrera de casi 50 años es memorable sobre todo por las canciones que compuso, entre las que se pueden citar Piazza grande, Caruso, Attenti al lupo, Anna e Marco, Caro amico ti scrivo.

En cambio, Un angolo di cielo,fue el título de un programa que fue en onda en Sky Uno, a finales de 2009, ideado y dirigido por el mismo cantautor boloñés, que, a partir del diseño de su cerebro, imaginaba que salieran de él recuerdos, imágenes e historias que eran el bagaje de referencia de sus canciones.

Lucio Dalla era también un profundo hombre de fe y se le puede recordar por haber cantado en 1997, en el Congreso Eucarístico de Bolonia, ante Juan Pablo II, junto, entre otros, a Bob Dylan, y luego en el Ágora de los Jóvenes de Loreto en 2007, esta vez ante Benedicto XVI.

De su fe –recuerda Concita De Simone en RomaSette- “hablé directamente con él en 2003, cuando lo entrevisté para la Radio Vaticana con motivo de la promoción del álbum Lucio, aquél que contenía Amore disperato, cantada con Mina. Con un álbum que tenía su nombre, fue inevitable hablar también de su intimidad y me reveló lo cercano que sentía a Dios, incluso cuando componía sus canciones. Hoy, para él, por consiguiente, un retorno al Padre”.

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