9.03.12

 

La Comisión Teológica Internacional (CTI) publicó ayer jueves el documento “Teología hoy: Perspectivas, principios y criterios". El texto en inglés puede consultarse en la web del Vaticano y está previsto que en próximas fechas sea traducido a otros idiomas. Lo cual es criticable. No sé cuál puede ser la razón por la que los organismos que dependen de la Santa Sede no publican los textos con su correspondiente traducción a los idiomas más usados por los católicos de todo el mundo. ¿Es que no hay un equipo de traductores al servicio del Vaticano?

Me he leído a matacaballo sus dos primeros capítulos. Como quiera que mi dominio de la lengua de Shakespeare no es todo lo perfecto que me gustaría, prefiero esperar a la traducción al español antes de leerlo entero. Pero por lo que he visto, se puede decir que “no hay nada nuevo bajo el sol". Es decir, nadie espere encontrar en el texto ninguna teoría revolucionaria que vaya a marcar la forma de hacer teología en los próximos años. Lo cual no quiere decir que estemos ante un documento “soso” o poco importante.

Un medio de comunicación tituló ayer la noticia de la siguiente manera: El Vaticano recuerda a los teólogos que “la auténtica interpretación de la fe se encuentra en el magisterio de los obispos". ¿Qué tiene de noticioso que el Vaticano diga algo obvio? ¿sería noticia el que el Vaticano recordara a los teólogos que Dios es trino? ¿o que la Madre del Señor concibió siendo virgen? ¿o que el Papa es el Sucesor de San Pedro y el Vicario de Cristo?

Ciertamente el texto señala el papel del magisterio -vuelve a recordar que hay diferentes grados en el mismo-, pero no como contraposición al papel de los teólogos. La clave es que unos y otros sepan el lugar que les corresponde y que colaboren estrechamente para así servir mejor a los fieles, y al resto del mundo, que es lo que en verdad importa. La CTI reconoce que “inevitablemente, a veces habrá tensiones en las relaciones entre teólogos y obispos” pero advierte que tal hecho no debe contemplarse como un ejemplo de hostilidad o de oposición real sino como una oportunidad para que, mediante el diálogo, cada cual desempeñe mejor su labor. Me parece importante que se diga que mientras que el disenso no puede tener lugar en la teología católica, los teólogos sí deben investigar, cuestionar y profundizar en todo aquello que crean oportuno.

Me parece especialmente importante que, en relación a la libertad de los teólogos, la CTI considere inadecuada la existencia de una especie de dicotomía entre la teología “científica”, libre de cualquier atadura dogmática o eclesial, y la “confesional”, elaborada por una confesión religiosa. En relación a la teología católica, la Comisión es clara al señalar que la adhesión al magisterio en sus diversos grados es una de sus características esenciales. En otras palabras, el teólogo católico no puede apelar a su condición de teólogo para ir por libre.

Muy interesante es el apartado dedicado al sensus fidelium. Sobre todo porque explica lo que no es: “El sensus fidelium no consiste en la opinión mayoritaria prevalente en determinada época o cultura ni es solo una afirmación secundaria de lo que ha sido enseñado primeramente por el magisterio“.

Acabo este artículo señalando algo que la CTI apunta como fundamental para la teología pero que hoy apenas se da. Dice el documento: “Uno de los servicios más valiosos que los teólogos se hacen los unos a los otros es el cuestionamiento y la corrección mútua, siguiendo la práctica medieval de la “disputatio” y la actual revisión de los escritos de los demás“. Que los teólogos tienden a reseñarse y a citarse los unos a los otros no lo pongo en duda. De hecho, algunos parecen especialistas en escribir libros que en su mayor parte son recopilación de citas ajenas. Pero es más fácil encontrar una palmera en el Polo Norte que un buen número de textos de teólogos corrigiendo, entrando en debate y cuestionando las tesis de sus colegas de “profesión". Y a los pocos que se atreven a hacer tal cosa, en seguida se les tacha de inquisidores, reaccionarios y lindezas similares. Sin embargo, yo creo que uno de los mayores servicios que la teología puede hacerse a sí misma es adelantarse a las intervenciones del magisterio para corregir sus errores.

Esperemos que este documento no magisterial sea acogido adecuadamente por la Iglesia entera y especialmente por los teólogos. No necesitamos ni meros epígonos, ni loros que repiten herejías antiguas, ni inventores de nuevas herejías. Necesitamos hombres y mujeres que den lo mejor de sí mismos para servir a la Iglesia y nos ayuden en la comprensión de la Revelación y en la manera de predicar la Palabra de Dios a un mundo que la necesita hoy más que nunca.

Luis Fernando Pérez Bustamante