19.03.12

Cesar Vidal...un misterio que no lo es tanto

A las 4:46 PM, por José Miguel Arráiz
Categorías : General

 

Siempre he pensado que dentro del protestantismo hay esencialmente dos tipos de apologética.

Por una parte está la apologética protestante de bajo nivel, simplona y amarillista, que se basa principalmente en la distorsión de los hechos, medias verdades y recursos falaces. Este tipo de apologética es la que generalmente he visto en protestantes fundamentalistas como Daniel Sapia, que casualmente comparte con Cesar Vidal un lema tomado del mismo versículo bíblico (Conocereis la verdad). Es una apologética generalmente muy fácil de refutar y no se sostiene entre personas con un alto nivel cultural o intelectual.

Por otra parte está la apologética protestante de alto nivel, ya más difícil de encontrar, pero con un mayor componente de honestidad intelectual y de nivel argumentativo. La he visto especialmente en apologetas de habla inglesa, teólogos anglicanos de siglos pasados, etc.

No es algo nuevo, ya en tiempos de la reforma veíamos al propio Lutero recurrir a ambos estilos apologéticos: por un lado tratando de rebatir con toda la erudición de la que era capaz a Erasmo de Rotterdam y otros eruditos católicos, pero por el otro publicando panfletos difamatorios al Papa y los obispos con un vocabulario tan asqueroso, hediondo y chabacano, que ahora mismo todavía debe estar avergonzado donde quiera que esté.

Estoy claro en que ambas apologéticas están dirigidas (como se diría alguien del área de mercadeo y comercialización) a segmentos de mercado distintos. La primera va dirigida a las masas, al vulgo, a aquellos grupos fácilmente influenciables que no siempre podrán contrastar la argumentación del oponente y analizar dichas objeciones con un grado de mayor objetividad. Cuando yo fui atacado por este tipo de apologética pude permanecer firme gracias a la formación que recibí en un Colegio Católico (La Salle) y posteriormente en el Seminario.

Para los que este tipo de apologética falla está el segundo, más sólido y mucho más estudiado y elaborado. Por supuesto entre ambos extremos hay infinidad de grados, que van desde las publicaciones que hoy vemos en Chick Publication, las obras de Dave Hunt, hasta las apologías de protestantes como James White, William Webster entre otros.

El Caso que comenta Luis Fernando en su blog hoy es emblemático. ¿Por qué Cesar Vidal parece decantarse por el primer tipo de apologética, indigna de su nivel académico y más propia de sectarios amarillistas que los mismos protestantes serios repudian? Para mi es todo un misterio, porque aunque pueda estar pensando que apuntando a las masas puede contribuir más efectivamente a su causa protestante, seguramente comparte con nosotros la opinión de que el fin no justifica los medios.

Es difícil de entender como alguien que acusa a la doctrina católica de ser indulgente con la mentira y el robo, pueda servirse conscientemente de esos mismos recursos para llevar agua a su propio molino. Es más que probable (dado que debemos pensar siempre bien, antes que mal que los demás) que si dice lo que dice, lo hace creyéndoselo, lo que justificaría en parte moralmente, pero solo revelaría que intelectualmente se le ha sobrevalorado.

Hay sin embargo otros elementos que me hacen pensar en otra dirección. Alguien que por un lado ha escrito un diccionario de patrística (aunque sea basándose casi enteramente en el de Quasten) no puede estar de acuerdo con lo que él mismo escribió en otro como “El mito de María”. Esto solo lo explicaría que por haberlos escrito en períodos distintos, su forma de pensar habría cambiado, cosa que sabemos que no es así por lo que le vemos escribir hoy día.

Al final de cuentas todas estas especulaciones son irrelevantes, ya que solamente Dios puede ver el fuero interno. Solo Él sabe si conscientemente está mintiendo como bellaco, o está tan cegado por el prejuicio que no ve claro al punto que se hunde en el más profundo lodo de la mediocridad apologética.

Es lamentable ver como él mismo destruye su prestigio de historiador. Con una carrera tan larga y prestigiosa no es algo fácil de hacer. Pero así como se ha esforzado tanto en todo parece estar haciendo aquí otro tanto…y lo está haciendo bien.

Pienso que en nosotros también hay parte de culpa, por haberle cedido espacios para que ganara terreno y audiencia entre los católicos. Muchos sitios webs católicos le publicamos sus artículos, los obispos le contrataron para dirigir programas en nuestras emisoras católicas, y todavía nuestras librerías católicas le venden sus libros mientras nosotros vamos por allí recomendándolos. Yo siempre supe que esto tarde o temprano iba a pasar, y por eso prefiero ser más bruto pero también más práctico al pensar que si se engorda un tigre luego intentará comerte: es su naturaleza. Será la experiencia de tantos años de conocer al protestantismo que se que siempre, en mayor o menor medida –a veces casi imperceptible-, está latente el gen que inspiró la reforma y que busca la destrucción de la fe católica (por supuesto no hablo aquí de los protestantes como personas, sino de la ideología que impregna en mayor o menor grado sus doctrinas).

Allí nos queda esta lección para el futuro, y mientras tanto, a sufrir las consecuencias.