19.03.12

En defensa de mis padres contra las mentiras de un sectario

A las 6:51 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad

 

Bien sabe el Señor la tristeza que tiene mi alma por tener que escribir este post. Rompo la promesa que me hice a mí mismo, pero es de justicia que lo haga. Y es que, señores, he de hablar de nuevo del sectario empeñado en convencer a sus lectores y oyentes de que el catolicismo, a diferencia del protestantismo, es condescendiente con la mentira y con el robo. Así lo explica:

Se alegará – con razón – que hay españoles serios, cabales, formales, honrados y es verdad, pero no puede negarse que la sociedad española, como todas las católicas, es indulgente con la mentira. En esta cuestión, como en tantas otras, la moral católica es más heredera de ciertas concepciones procedentes del paganismo que de las páginas de la Biblia.

En las naciones donde triunfó la Reforma, el respeto por la propiedad privada quedó firmemente afianzado fundamentalmente porque la Biblia no sólo no tiene nada en contra de ella sino que la considera digna de protección.

Si hubiera de hacer caso a lo que ese odiador profesional de la Iglesia dice, llegaría a la conclusión de que mis padres no fueron católicos sino protestantes. ¿Por qué lo digo? Fácil. Resulta que a mí me enseñaron que mentir es pecado siempre. Y robar, también.

Pondré ejemplos concretos. Mi madre me enviaba habitualmente a comprar pan. En cierta ocasión, siendo yo todavía bastante niño, el panadero se equivocó y me dio más dinero del que correspondía. Me di cuenta de ello pero regresé a casa la mar de contento ante semejante circunstancia. Sin embargo, mi madre me hizo emprender el camino de vuelta a devolver “lo que no es nuestro” y aprovechó la ocasión para decirme: “Dios te ha puesto a prueba para ver si eres honesto. Aprende la lección y la próxima vez haz lo que debes sin que yo te lo diga“. Puedo asegurar que esa lección no la olvidé jamás. Y puedo asegurar también que mi madre no era ni luterana, ni calvinista, ni bautista, ni mormona. Era católica practicante. Catequista, para más señas.

Años después, cuando era un pre-adolescente, estaba veraneando con mis padres, mis abuelos y mi madrina en Torrevieja. Por las tardes solíamos salir a pasear y a tomar algo. A mí me encantaban las patatas asadas al ali-oli y los caracoles. Un día no tuve mejor idea que tomar el pelo a mi madre y a mi tía. Pidieron una ración de caracoles e hice una trastada. En vez de tirar las cáscaras de los caracoles que comía al plato destinado a tal efecto, las devolvía al plato donde estaban el resto, asegurándome de que no me veían. Eso provocó que mi madre se quejara al dueño del bar “porque hay muchos caracoles vacíos“. La cosa fue a más y el buen hombre decidió regalarnos otra ración. Yo, por supuesto, me estaba partiendo de risa por dentro, pero me cuidaba muy mucho de que se notara.

Sin embargo, al llegar a casa no pude resistir más y empecé a reírme cosa mala. Cuando les expliqué la razón, la primera reacción de todos fue la de sonreír, pero inmediatamente mi padre me ordenó que fuera a pagar la ración que nos habían regalado: “Y además, no basta con que le des el dinero. Le tienes que explicar lo mismo que nos has dicho a todos. Mañana sabremos si le has dicho la verdad, así que no mientas“. Obviamente se me quitaron las ganas de reír. Y lo pasé realmente mal al obedecer, pero lo hice. El dueño del bar se lo tomó a bien, gracias a Dios.

Puedo asegurar que mi señor padre, devoto de María Auxiliadora, tenía muy poco de metodista, cuáquero o pentecostal. Es más, nadie en mi familia -abuelos, tíos, etc- ha sido otra cosa que católico. Unos muy practicantes, otros menos y otros nada. Pero todos fueron educados y educaron en la idea de que es malo mentir, que es malo robar y que es aún peor hacer las dos cosas a la vez.

Ciertamente hay muchos católicos que mienten y que roban. Y es hasta cierto punto discutible si existe una aceptación social de dichos pecados. Pero eso jamás será culpa del catolicismo, como tampoco es culpa de la Iglesia que el aborto sea visto por muchos españoles como un derecho.

Lo que ya creo que no admite discusión es la condición delirante de quien ha decidido que la mejor forma de convencer a los españoles de que deben abrazar la Reforma consiste en atacar bestialmente al catolicismo, llegando incluso a la indecencia de arremeter contra Cáritas, la institución que mayor labor social hace en este país. Hay que estar espiritualmente enfermo para usar como prueba de lo malo que es el catolicismo el hecho de que te roben cosas en el despacho de una empresa católica que “por definición, defendía unos valores superiores a los de la media” y añadir que en dicha empresa “mucha de la gente tenía una apariencia más que clara de honradez y no faltaban los que cumplían rigurosamente con sus deberes religiosos“.

Es patético ver que quien se ha caracterizado por defender a los judíos del antisemitismo y quien ha sido capaz de escribir un libro titulado “Intrépidos y sucios", en el que relataba la opinión despectiva que Hitler tenía de los españoles, hoy se dedique a usar las mismas técnicas de manipulación de los antisemitas y de los racistas de todas las épocas. Y que lo haga contra sus compatriotas con tal de atacar a la Iglesia de Cristo.

Como dice Pío Moa en su último post, ese sectario…

tiene todo el derecho a exponer sus puntos de vista –como los discrepantes los suyos–, aunque los católicos se sientan ofendidos. Lo malo es que lo hace con una mezcla arbitrariedad, ignorancia histórica y moralina simplona que deja perplejos a quienes, como un servidor, le tenían por intelectual de cierto rango. Insisto en que tiene derecho a ofender, si quiere, a los católicos (qué le vamos a hacer), pero no tanto a ofender la verdad histórica y el sentido común, como viene haciendo cuando nos presenta a España como poco menos que un país de vagos, maleantes, analfabetos y pobretones.

Que no hable de amor a España quien, con tal de atacar a la Iglesia Católica, desprecia, miente, humilla y pisotea a los españoles y encima pretende tener como lema “la verdad os hará libres“. El poco o mucho amor por la patria propia que pudiera tener ese sectario, desaparece bajo el manto de resentimiento contra la fe que ha servido para educar a generaciones y generaciones de españoles. Y si tanta “envidia” le dan las naciones protestantes, que se haga el favor a sí mismo de largarse a una de ellas. De hecho, sospecho que lo hará más pronto que tarde… “o no", que diría Rajoy.

Luis Fernando Pérez Bustamante, católico por la gracia de Dios.