5.04.12

 

Chile acaba de darnos una alegría a los que defendemos el derecho a la vida. El senado chileno ha rechazado tres propuestas de legalización del aborto bajo determinados supuestos. Durante al menos un año, no se podrán presentar nuevas iniciativas legislativas en relación a ese tema. En todo caso, el presidente Piñera ya había advertido que pensaba ejercer el veto al que tiene derecho si hubiera sido necesario para proteger a los más indefensos.

Habrá quienes crean que alguno de los supuestos que se buscaba despenalizar eran legítimos. Concretamente el de peligro de la vida de la madre. Pero vamos a ser claros. Dados los avances de la ciencia médica, eso no ocurre prácticamente nunca. Además, recordemos que es legítimo dar un tratamiento para proteger la salud de la madre aunque tenga como efecto secundario indeseable la muerte del hijo que lleva dentro. Sería el caso de una mujer que sufre un cáncer durante su embarazo y para curarla hay que proceder a darle quimioterapia y pierde a la criatura. Lo ilícito es matar directamente al bebé no nacido. Un tratamiento de salud no puede consistir nunca en matar a un ser humano para curar a otro.

Todos sabemos muy bien que en relación a las leyes sobre el aborto, los supuestos extremos son la excusa para abrir la puerta a todo tipo de abortos. Digamos que la protección legal a la vida del no nacido es un globo lleno de aire. Se puede explotar con un cañonazo o con un alfiler. El cañonazo sería una ley de plazos que además considere el asesinato del nasciturus como un derecho de la mujer. El alfiler es el aborto terapéutico. Pero el globo queda destruido igual con ambos métodos. Una vez meten la cuña en contra del derecho a nacer, acaba entrando todo el paquete.

Sin embargo, hay algo que me ha llamado poderosamente la atención tras la votación de ayer en el senado del país sudamericano. Resulta que su presidente, el socialista Camilo Escalona, autor de uno de los proyectos rechazados, lamentó el pronunciamiento de sus colegas, al tiempo que dijo esperar que esto no dañe la imagen internacional de Chile: “Espero que la comunidad internacional entienda que la democracia chilena todavía está creciendo“.

A ver si lo entiendo. La democracia, que yo sepa, consiste básicamente en que los ciudadanos eligen a través de su voto a unos señores que les representan. Luego, esos que han sido elegidos votan a favor o en contra de las leyes que proponen ellos mismos. Por tanto, tan democrático es votar a favor del aborto como en contra. ¿A cuento de qué dice entonces ese político socialista que “la democracia chilena todavía está creciendo"? ¿es que vamos a pensar que solo podremos hablar de una democracia adulta cuando se permita matar legalmente a los que todavía no han nacido?

Si lo que dice el señor Escalona fuera cierto, habría que decir bien alto y bien claro que la democracia es un régimen digno de ser repudiado y combatido desde la moral cristiana. Si para que haya verdadera democracia hay que declarar legal el aborto, maldita sea la democracia.

Por eso los Papas han hablado constantemente de la existencia de principios predemocráticos. No todo puede justificarse bajo el ídolo de la soberanía popular. Si el principal derecho, el de la vida, puede estar sujeto al capricho de una votación, ¿a cuento de qué vamos a hablar de otro tipo de derechos, como el de la asociación política, sindical o incluso el de la libertad de culto?

Ya lo dijo anteayer el obispo secretario de la Conferencia Episcopal Italiana, Mons. Mariano Crociata: “¿Con qué autoridad un Estado puede hablar de moralidad si permite y promueve delitos como el aborto?“. La respuesta es fácil: “con ninguna". Pero eso es lo que ocurre hoy en la inmensa mayoría de los países democráticos del mundo. Un dato como para tener en cuenta, ¿no les parece?

Luis Fernando Pérez Bustamante