10.04.12

Un amigo de Lolo - Sobrepasados por las tinieblas

A las 12:44 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Sobrepasados por las tinieblas

Como personas no cabe duda que estamos sometidos a los tormentos que, cada día, nos depara la vida. Pero como cristianos y, concretando, como católicos, las tribulaciones por las que pasamos son parte de las tinieblas que el Mal tiende a nuestro paso para que, si eso es posible, no veamos el camino que nos lleva, recto, hacia el definitivo Reino de Dios o que, al menos, está trazado con tal rectitud de intenciones y de comportamientos.

Pero las tinieblas, a veces, prevalecen.

El corazón de quien sufre puede estar plagado de oscuridad y de desesperanza. No se le puede reprochar, seguramente, a quien así piense que lo haga de tal manera porque es humano un tal comportamiento. ¡Qué oscuridad no sentirá quien se sienta desvalido en una sociedad donde sólo se tiene por bueno lo que no está escaso de salud! Incluso Cristo sintió turbación en Gethsemaní cuando, antes de su Pasión, reconoció que lo estaba pasando mal.

Pero Aquel que sufría también sabía que Dios no lo abandonaría y que, por tanto, podía refugiarse en su corazón de Padre. Y así lo hizo y por eso, en el súmmum del dolor exclamó “que no sea mi voluntad sino la tuya”.

La oscuridad del Mal en la que nos podemos ver inmersos no es más que negación de una relación sana con Dios. A través de la misma, llevados por males físicos o espirituales no entendidos y no sobrenaturalizados, nos inmiscuimos en una noche oscura de la que parece imposible salir. Alcanzados de lleno por las tinieblas hemos sido, en efecto, sobrepasados por ellas y, a pesar de nuestra fe y del conocimiento que creemos tener acerca de la misma, no es luz lo que nos guía sino ceguera y sordera ante los bienes que Dios quiere brindarnos para sacarnos del viento de negritud que nos lleva.

El dolor, del cuerpo o del alma, nos sume en una noche oscura de la que ni algunos santos han podido evitar caer. Por una tendencia demasiado humana tenemos la costumbre mala o desaguisada de hacer responsable a Dios de los males que nos acaecen (o preguntar por qué eso nos sucede) y, sin embargo, a no agradecer lo que merece Quien merece por lo bueno que nos pasa o sucede. Y tal forma de actuar ha de acentuar, en nosotros, el sentir según el cual no merecemos lo que nos pasa y que el Creador podría hacer un mayor esfuerzo por comprendernos…

Somos pecadores y, como tales, solemos echar la culpa de lo que nos pasa a quien menos responsable es de lo que nos pasa. Decisiones equivocadas, simples accidentes en el tiempo que nos ha tocado vivir y circunstancias que nadie esperaba son tres patas sobre los que sostener el escabel sobre el que nos cernimos para mirar hacia arriba y, en nuestra tiniebla, tratar de tener a Dios presente. Sólo así podemos vernos libres de las tinieblas que nos sobrepasan y sólo así seremos, verdaderamente, consecuentes con la fe que decimos profesar.

No es poco cierto, sin embargo, que muchos, antes que nosotros, supieron sobrellevar sus difíciles circunstancias vitales y fueron capaces de agradecer a Dios todo el bien que les estaba haciendo. Y nosotros, mientras, permitimos que la Bestia nos señale en la frente y en las manos como signo de las tinieblas en las que ha conseguido que seamos y existamos.

¡Benditos aquellos que han sabido decir no!

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán