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ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 30 de abril de 2012

Santa Sede

Embajador del Perú ante la Santa Sede presenta cartas credenciales
Benedicto XVI lo recibió en audiencia privada

'Silencio y Palabra', una puesta en común de materiales producidos en el mundo
Con motivo de la 46 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Mundo

'Juan Pablo II llevó a la sede de Pedro el mensaje de la Divina Misericordia'
Entrevista a monseñor Josef Bart, a un año de la beatificación del papa

Nigeria: un gobierno demasiado débil para detener a los islamistas
Denuncian los arzobispos Onaiyekan y Kaigama

Compartir la preocupación por la grave crisis económica
Carta del obispo de Orihuela-Alicante en el día de San José obrero

Especial María

'La vida oculta de la Virgen María'
Un libro sobre las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich

Entrevistas

Así descubrí la tumba del apóstol Felipe
Entrevista con el arqueólogo Francesco D'Andria

Jesús fue también el Hijo del carpintero
Entrevista con el director del movimiento Josefino, en la fiesta de san José obrero

Documentación

'El turismo que marca la diferencia'
Declaración final del VII Congreso Mundial de la Pastoral del Turismo


Santa Sede


Embajador del Perú ante la Santa Sede presenta cartas credenciales
Benedicto XVI lo recibió en audiencia privada
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- El sábado 28, el santo padre Benedicto XVI recibió en audiencia al excelentísimo señor César Castillo Ramírez, embajador del Perú ante la Santa Sede, con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales.

El embajador Castillo Ramírez nació el 16 de julio 1947 en Chiclayo. Está casado y tiene cuatro hijos. Es licenciado en Relaciones Internacionales (Academia Diplomática del Perú, 1972), y se especializó en Derecho y Ciencias Políticas (Universidad Nacional Federico Villarreal, 1972), así como en materia de desarme (Centro para el Desarme en la ONU, 1982) y en Alta Dirección (Escuela de Gestión de la Universidad de Piura, 2000).

En su amplia carrera diplomática, ha ocupado los siguientes puestos: funcionario en la Subsecretaría de Asuntos Económicos del Ministerio de Relaciones Exteriores (1972-1973), tercer secretario de la Embajada en Austria (1974-1977), segundo secretario de la Embajada en la India (1978-1979), jefe de departamento en el Ministerio de Asuntos Exteriores (1980-1982), primer secretario y consejero de la Misión Permanente del Perú ante los Organismos Internacionales en Ginebra (1983-1984), cónsul general en Ginebra (1984-1985), ministro consejero de la Embajada en Colombia (1986-1988), director de la promoción de la Subsecretaría de Asuntos Económicos, Cooperación e Integración en el Ministerio de Relaciones Exteriores (1989), director de gabinete del secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores (1990), ministro de la Embajada en el Ecuador (1991-1992), director general del Ministerio de Relaciones Exteriores (1993-1994), embajador en Suiza (1995-2000), presidente del Capítulo del Plan Binacional para el Desarrollo en la región fronteriza Perú-Ecuador y la Sección Nacional de la Comisión Binacional para la administración del Canal de Zarumilla (2000-2003), embajador en Egipto (2004-2009), director de protocolo y ceremonial del Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores (2009-2010), embajador en Italia y en la FAO (2010-2012).

Durante su visita al Palacio Apostólico --donde también se reunió con el secretario de Estado, cardenal Tarcisio Bertone--, el señor embajador estuvo acompañado por su familia y funcionarios de la embajada peruana con sus respectivas familias.

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'Silencio y Palabra', una puesta en común de materiales producidos en el mundo
Con motivo de la 46 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales invita a las comisiones de comunicación social de las conferencias episcopales, de las diócesis y a las comunidades religiosas, a compartir los recursos pastorales y producciones audiovisuales realizados con motivo de la 46 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebrará el próximo 20 de mayo y que el santo padre ha dedicado al tema “Silencio y Palabra: Camino de Evangelización”.

Cabe destacar lo que el papa dice en su mensaje de este año: "Allí donde los mensajes y la información son abundantes, el silencio se hace esencial para discernir lo que es importante de lo que es inútil y superficial."

Para el dicasterio vaticano, que impulsa esta iniciativa desde hace algunos años, 'la puesta en común de estos materiales representa una nueva frontera de comunión', a los que se podrá acceder vía el portal www.pccs.va.

El envío del material en varios idiomas puede hacerse a: webmaster@pccs.va.

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Mundo


'Juan Pablo II llevó a la sede de Pedro el mensaje de la Divina Misericordia'
Entrevista a monseñor Josef Bart, a un año de la beatificación del papa
Por José Antonio Varela Vidal

ROMA, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- A medida que pasa el tiempo, se descubren más riquezas dejadas por el ahora beato Juan Pablo II, sea a la Iglesia como al mundo entero. Grandes mensajes e intervenciones a favor de los pueblos, así como intermediaciones reservadas, muestran la grandeza del corazón de un papa que pensaba y rezaba por todos. También se ha sabido que ese corazón había sido forjado desde muy joven por la imitación de Jesús Misericordioso, gran devoción de su Cracovia natal, y que él mismo impulsó desde su pontificado, dejando así una riqueza para la fe en estos tiempos difíciles.

A un año de la beatificación del papa polaco, visitamos la iglesia del Espíritu Santo en Sassia, a la que muchos reconocen ya como el "santuario de la Divina Misericordia" --y también de Juan Pablo II--, dada la cantidad de peregrinos que la visitan. Allí se detienen ante una reliquia que contiene su sangre y un óleo a gran tamaño del nuevo beato, bendecido años atrás por su exsecretario y hoy cardenal de Cracovia, el arzobispo Stanisław Dziwisz.

Otros llegan hasta allí para contemplar el sillón que usó el beato en su visita y el cual utiliza y se encomienda cada día el rector de la iglesia, monseñor Josef Bart, con quien ZENIT pudo conversar en medio de una agitada jornada (cualquiera). Él, como polaco, empeña todos sus esfuerzos en hacer que se conozca el don de la Divina Misericordia y a sus dos grandes apóstoles: santa Faustina Kowalska y el beato Juan Pablo II.

Esta iglesia está muy ligada a Juan Pablo II, ¿verdad?

--Mons. Josef Bart: Sí, la iglesia del Espíritu Santo en Sassia, que está a pocos pasos de la basílica de San Pedro, es una iglesia que el beato Juan Pablo II, por decisión personal, dedicó al culto de la Divina Misericordia. Él trajo hasta la sede de Pedro, desde su Cracovia natal --la capital de la Divina Misericordia--, este gran mensaje enviado a santa Faustina Kowalska; y quiso que aquí, desde el corazón mismo del cristianismo, se elevara el grito a la misericordia de Dios.

Y ahora se ha convertido también en un santuario para Juan Pablo II...

--Mons. Josef Bart: Por supuesto, ya que esta iglesia fue dedicada por Juan Pablo II a la Divina Misericordia, de la que hizo un gran clamor durante su pontificado. Después de su muerte, en esta iglesia hay una capilla lateral dedicada a él con sus reliquias, que es una gota de sangre depositada en un relicario antiguo. Su presencia y su reliquia están para ayudar a aquellos que vienen a esta iglesia a recibir este gran patrimonio que Juan Pablo II nos dejó, junto a santa Faustina.

En este último año, después de la beatificación, ¿la gente visita mucho esta capilla?

--Mons. Josef Bart: Dado que Juan Pablo II murió en la víspera de la fiesta de la Divina Misericordia, sin duda mucha gente después de su muerte ha redescubierto este gran mensaje. Desde su muerte ha aumentado considerablemente la afluencia de peregrinos en esta iglesia, sea para venerar la imagen de la Divina Misericordia, como para honrar el gran apóstol de la Divina Misericordia que fue Juan Pablo II, y a santa Faustina.

¿Qué rol cumplió esta iglesia un año atrás durante la beatificación?

--Mons. Josef Bart: Debemos recordar que el papa Benedicto XVI eligió el domingo de la Divina Misericordia para elevar a los altares a Juan Pablo II, precisamente por esta estrecha relación entre el pontificado de Juan Pablo II y el mensaje de la Divina Misericordia. El papa ha dicho que se puede resumir todo el anuncio del pontificado de Juan Pablo II como el anuncio de la Divina Misericordia. Por eso en aquel día, en la iglesia hemos distribuido cerca de 100.000 sagradas comuniones.

¿Ha oído a algunas personas hablar de gracias recibidas por intercesión del beato Juan Pablo II?

--Mons. Josef Bart: La gente todos los días, cuando viene a este santuario y se acerca a las reliquias de Juan Pablo II, deposita cartas escritas con diversas intenciones y pide por la conversión, o también por el retorno de un hijo que desde hace mucho tiempo no ha regresado a la familia. También piden por los niños enfermos, ya que nuestra iglesia está cerca del hospital Niño Jesús, y los padres de familia vienen a rezar y a pedir gracias.

¿Ha leído cartas donde los fieles agradecen por alguna gracia recibida?

--Mons. Josef Bart: Alguno ha encontrado la gracia del trabajo, sobre todo ahora que estamos en una gran crisis económica y muchas personas han perdido sus puestos de trabajo. Sabemos que Juan Pablo II fue obrero y apreciaba el trabajo, y ha luchado durante su pontificado para que cada hombre tenga derecho al trabajo.

En este último año, ¿qué reconoce la gente del nuevo beato, en la medida que lo conoce?

--Mons. Josef Bart: Juan Pablo II era un hombre de gran coraje. No nos olvidemos que inició su pontificado diciendo: "¡No tengan miedo!". Hoy en día, donde nos enfrentamos a muchos problemas en el mundo, sea de orden material como espiritual, las personas que sienten la tentación de caer en la desesperación, la tristeza, la angustia y la soledad, encuentran en el pontificado de Juan Pablo II --en su figura, en la rica enseñanza que nos ha dejado--, la gran valentía para fijar la mirada en Cristo y confiar en su misericordia infinita, de la cual proviene toda gracia.

¿Juan Pablo II visitó esta iglesia?

--Mons. Josef Bart: Sí, el 23 de abril de 1993 vino a esta iglesia para donarnos este gran icono de Jesús Misericordioso, y en esta iglesia por primera vez dio la solemne bendición con esta imagen. Todavía no era oficial el domingo de la Divina Misericordia.

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Nigeria: un gobierno demasiado débil para detener a los islamistas
Denuncian los arzobispos Onaiyekan y Kaigama
ROMA, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- Los obispos de Nigeria han censurado al gobierno, afirmando que es demasiado débil para afrontar la creciente amenaza de los islamistas que llevan a cabo una campaña de terror contra los cristianos.

El arzobispo Ignatius Kaigama, presidente de la Conferencia Episcopal y el arzobispo John Onaiyekan de Abuja denunciaron la débil respuesta del gobierno a la creciente amenaza de los grupos islamistas, afirmando que los cristianos están cada vez más en riesgo de un ataque.

Hablaron después de que al menos 21 personas fueran asesinadas y más de otras veinte heridas ayer domingo 29 de abril, en ataques coordinados que tenían como objetivo los servicios dominicales en un campus universitario en Kano, y una capilla en Maiduguri que pertenece a la Iglesia de Cristo de Nigeria.

La violencia es la última de una serie de ataques a los fieles en domingo pero, en un signo de que la situación ha empeorado, los cristianos de la capilla de la Universidad Bayero fueron tiroteados por islamistas cuando trataban de escapar del escenario.

Nadie ha reivindicado la autoría de los ataques

Hablando desde Nigeria, en entrevistas con la fundación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada, ambos obispos dijeron que han perdido la paciencia con los nulos esfuerzos del gobierno para detener la crisis causada por Boko Haram y otros grupos militantes.

El arzobispo John Onaiyekan dijo: "Al principio estábamos dispuestos a ser pacientes con el gobierno cuando decía que este tipo de terrorismo islámico es nuevo".

"Han tenido tiempo suficiente para aprender cómo manejar esta situación, reuniendo inteligencia sobre los directamente implicados y ofreciendo documentación".

"Ha quedado claro que tenemos un débil gobierno que ha reunido un conjunto de compromisos que significan que la acción que debería tener lugar no está teniendo lugar".

El arzobispo dijo que el gobierno estaba demasiado dividido "para mostrar la voluntad política" para afrontar la crisis.

Por su parte, el arzobispo Kaigama dijo: “Los ataques crecientes muestran que la seguridad del gobierno no funciona".

"El gobierno no es capaz de manejarse con la situación de seguridad y nos sentimos completamente aprensivos como resultado".

"Por qué el gobierno no puede identificar a la gente implicada desconcierta a la imaginación. Yo pago impuestos y tengo derecho a saber que se está haciendo sobre el problema".

El arzobispo Kaigana, cuya diócesis norteña de Jos ha estado entre las más afectadas por la violencia islamista, dijo: "Estos jóvenes asesinados en la universidad eran la esperanza de nuestro país. Esto desafía a la lógica, Eran gente que trataba de construir un país mejor".

El grupo islamista Boko Haram, que ha reivindicado la responsabilidad de un número de ataques, se dice que ha asesinado al menos a 450 personas este año sólo en violencia contra objetivos no sólo de iglesias sino de edificios del gobierno, la policía y mercados.

En uno de los peores ataques, 44 personas fueron asesinadas y más de 80 heridas el día de Navidad, el año pasado, cuando un suicida con bomba atentó contra la iglesia católica de Santa Teresa, en Madalla, fuera de la capital.

El mes pasado, un portavoz de Boko Haram dijo que el grupo terrorista islamista ha declarado "una guerra a los cristianos" y que busca su "erradicación" de todas las partes del país.

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Compartir la preocupación por la grave crisis económica
Carta del obispo de Orihuela-Alicante en el día de San José obrero
MADRID, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la carta pastoral que, con motivo del día de San José obrero, 1 de mayo, ha escrito el obispo de Orihuela-Alicante, monseñor Rafael Palmero Ramos.

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+Rafael Palmero Ramos

Queridos diocesanos:

Os dirijo esta carta con motivo del día primero de mayo, en la fiesta de San José Obrero. Al escribiros en este día del trabajo comparto con todos vosotros la honda preocupación de nuestra Iglesia por la grave crisis económica que venimos padeciendo y que afecta, de manera especial, a las personas menos favorecidas.

Con frecuencia llegan dolorosas noticias de cierre de empresas, desahucio de viviendas y aumento del desempleo. En nuestra provincia de Alicante, según los analistas, hay 40.000 personas que se encuentran en situación de extrema pobreza y 360.000 que viven en el umbral de la pobreza relativa. Buena parte de estos hermanos acuden a nuestras parroquias, angustiadas por esta situación y buscando una ayuda.

En el año 2009, nuestro Consejo Diocesano de Pastoral ofreció un valioso documento de reflexión titulado “Crisis económicas y propuestas operativas para las parroquias”. Se invitaba en el mismo a reflexionar sobre el origen moral de la crisis, para que las soluciones que se adopten estén sólidamente fundadas. Al mismo tiempo, se ofrecían, desde la Doctrina Social de la Iglesia, criterios para discernir la solución, y se presentaban algunas líneas de trabajo.

Deseo agradecer todas las iniciativas que muchas comunidades eclesiales han puesto en marcha a partir de ese momento con el fin de paliar los efectos de la crisis. Algunos resultados están a la vista. En los últimos años han crecido notablemente los proyectos de comunión y las iniciativas solidarias. Muchos cristianos laicos han incrementado también su compromiso en el mundo del trabajo, deseosos de “tratar y ordenar según Dios los asuntos temporales” (LG 31).

Os invito a continuar con este esfuerzo compartido, en las líneas que señalaba el documento mencionado. En primer lugar, favoreciendo el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia, que ofrece los criterios para juzgar la situación actual y discernir las propuestas de solución de la crisis. En segundo lugar, potenciando las Cáritas parroquiales y redoblando nuestras acciones con el fin de continuar atendiendo a las personas que están sufriendo más las consecuencias de la crisis. En tercer lugar, potenciando la participación de los cristianos en la vida pública: “la actual crisis económica –se nos dice- está exigiendo el recuperar y hacer vida la caridad política para construir un mundo más justo y fraterno”.

Con el santo padre Benedicto XVI os animo a no dejarnos sumir en el desasosiego y el abatimiento: “ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia” (Enc. Caritas in veritate, 78).

En comunión de oraciones, pidamos a San José, el fiel trabajador de Nazaret, continúe guiando ayudando a todos los hombres y mujeres del amplio mundo del trabajo.

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Especial María


'La vida oculta de la Virgen María'
Un libro sobre las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich
Por Nieves San Martín

MADRID, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- En vísperas de mayo, mes dedicado a la Virgen María, se publica este libro singular. Las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich sobre la vida oculta de la madre de Jesús. Una obra curiosa, original, sobre los orígenes de los antepasados de la Virgen y la vida de esta.

El libro "La vida oculta de la Virgen María" recoge las revelaciones privadas de la monja alemana estigmatizada según fueron recogidas pacientemente a lo largo de los años por el escritor Clemente Brentano.

El libro, editado por la editorial "Voz de Papel", ha sido traducido por José María Sánchez de Toca.

Se trata de una obra singular que no añade nada nuevo al depósito de la fe y que habría que leer con libertad de criterio para acercarse a un cúmulo de datos curiosos sobre la vida y costumbres de los antepasados de la Virgen, su procedencia, con abundancia de notas históricas y geográficas, según las visiones de la monja alemana, que no dejan de ser una narración muy peculiar de la historia sagrada no conocida.

Ana Catalina Emmerich (1774-1824) ingresó a los 28 años en el convento agustino de Agnetemberg (Dülmen), en Westfalia. Al resultar estigmatizada, llegó a ser encarcelada y vigilada día y noche. Juan Pablo II la beatificó en 2004, después de un largo proceso que fue interrumpido varias veces, precisamente a causa del contenido de los escritos de sus revelaciones privadas.

Clemente Brentano, el poeta romántico alemán que transcribe las visiones de la vidente, residió en Dülmen seis años con el único propósito de redactar las visiones. Los detalles fueron recogidos con gran viveza, ya que mantienen el interés del lector como una escena gráfica que sigue una a la otra en rápida sucesión, como si fuese visible para el ojo humano.

La obra incluye las narraciones de la mística sobre los antepasados de la Virgen, su Inmaculada Concepción, su nacimiento y sus primeros años, el ingreso y la estancia en el Templo, la boda con san José, la Visitación a su prima Isabel, los nacimientos de san Juan Bautista y de Jesús, la caravana de los Reyes Magos, la huída a Egipto, la matanza de los Inocentes, la permanencia de la Sagrada Familia en Egipto y el regreso a Nazaret, la muerte de san José y la estancia de María en Éfeso con san Juan y el final de su vida terrena.

Sorprende la abundancia de detalles que la mística alemana aporta en su narración sobre personajes que formaron parte de la historia de la Virgen María, con datos sobre sus antepasados. Aportaciones sobre la vida y el culto de los esenios, datos de los caldeos, del antiguo Egipto y de personajes de la historia sagrada como Job, Abrahm, Moisés, Elías y Tobías, o el Arca de la Alianza.

Las revelaciones de Ana Catalina Emmerich sobre la vida oculta de la Virgen se inscriben en la línea de las que hizo sobre "La amarga Pasión de Cristo", que sirvió de inspiración para la película "La Pasión" de Mel Gibson.

Llama la atención la enorme cantidad de detalles históricos que aporta el libro sobre épocas remotas, detalles aportados por una mujer de origen campesino, de familia pobre, que no tuvo medio de adquirir una gran cultura.

Un libro sorprendente, curioso, que en todo caso es una extraordinaria narración al margen de lo que conocemos por el relato bíblico, y que es una aportación increíblemente detallada para ampliar los conocimientos sobre la cultura judía, sus usos y costumbres, sus tradiciones, sus actividades, su economía, su espiritualidad, según la peculiar visión de la beata Ana Catalina Emmerich.

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Entrevistas


Así descubrí la tumba del apóstol Felipe
Entrevista con el arqueólogo Francesco D'Andria
Por Renzo Allegri

ROMA, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- El tres de mayo la Iglesia recuerda a san Felipe y Santiago el Menor. Dos apóstoles que formaron parte de los doce. Grandes santos, por tanto, pero no muy recordados por el pueblo cristiano.

De san Felipe se habló mucho el verano pasado cuando se dio la noticia de que, en Hierapolis, en Frigia, se encontró la tumba del apóstol. Es un extraordinario hallazgo arqueológico que ha interesado y entusiasmado a los estudiosos del todo el mundo.

“El valor de este hallazgo es indudablemente de altísimo nivel --dice el profesor Francesco D’Andria, director de la misión arqueológica que ha realizado el descubrimiento--. No sólo por lo que se refiere a la tumba del apóstol sino sobre todo porque en torno a aquella tumba hemos localizado y en parte descubierto un nuevo gran complejo arqueológico que se extiende por toda la colina oriental de Hierapolis. Un complejo que demuestra que san Felipe, en Hierapolis, en los primeros siglos de la historia cristiana, gozaba de grandísima popularidad y el culto a el atribuído era máximo”.

Nacido en Apulia, en 1943, licenciado en la Universidad Católica de Milán en Clásicas y especializado en Arqueología, el profesor D'Andria es docente de arqueología en la Universidad del Salento-Lecce y director de la “Escuela de Especialización en Arqueología” de aquella universidad. Desde hace más de treinta años, trabaja en Hierapolis, a la búsqueda de la tumba de san Felipe y desde 2000 es director de aquella misión científica. Al profesor D'Andria hemos pedido que nos hable de san Felipe y del excepcional hallazgo que con su equipo de investigadores ha llevado a cabo. “Noticias históricas sobre san Felipe hay pocas –dice el profesor D'Andria--. De los Evangelios se sabe que era natural de Betsaida, en el lago de Genezaret, pertenecía por tanto a una familia de pescadores. Juan es el único de los cuatro evangelistas que lo cita varias veces. En el capítulo primero de su Evangelio, cuenta que Felipe entró en el grupo de los apóstoles desde el principio de la vida pública de Jesús, llamado directamente por el Maestro. En orden de llamada, es el quinto tras Santiago, Juan, Andrés y Pedro. En el capítulo sexto, cuando narra el milagro de la multiplicación de los panes, Juan refiere que, antes de realizar el prodigio, Jesús se dirige a Felipe preguntándole cómo se podía dar de comer a toda aquella gente y Felipe le respondió que 200 denarios de pan no serían suficientes ni siquiera para dar un trozo a cada uno. Y en el capítulo 12, siempre Juan refiere que tras la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, algunos griegos querían hablar con el Maestro y se dirigieron a Felipe. Y durante la última cena, cuando Jesús habla del Padre (“Si me conocéis a mí, conoceréis también al Padre”), Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta”. De los Hechos de los Apóstoles, sabemos que Felipe estaba presente con los otros en el momento de la Ascensión de Jesús y el día de Pentecostés, cuando se verificó la bajada del Espíritu Santo. Las informaciones escritas se detienen en aquél día. Todo el resto proviene de la tradición”.

¿Qué dice además la tradición?

--D'Andria: Tras la muerte de Jesús, los apóstoles se dispersaron por el mundo para difundir el mensaje evangélico. Y según la tradición y antiguos documentos escritos por los Santos Padres, sabemos que Felipe desempeñó su misión en Scizia, en Lidia, y, en los últimos años de su vida, en Hierapolis, en Frigia. Polícrates, que hacia finales del siglo segundo era obispo de Éfeso, en una carta escrita al papa Víctor I, recuerda los personajes importantes de la propia Iglesia, entre ellos los apóstoles Felipe y Juan. De Felipe dice: “Fue uno de los doce apóstoles y murió en Hierapolis, como dos de sus hijas que envejecieron en virginidad... Otra hija suya... fue sepultada en Éfeso”.

“Todos los estudiosos están de acuerdo en considerar que estas informaciones de Polícrates son absolutamente fiables. La Carta, que se remonta a cerca del 190 después de Cristo, cien años después de la muerte de Felipe, es un documento fundamental para las relaciones entre la Iglesia Latina y la Iglesia Griega.

Se refiere a la disputa sobre la fecha de la celebración de la Pascua. Y en aquella carta, Polícrates, que era el patriarca de la Iglesia griega, reinvindica la nobleza de los orígenes de la Iglesia en Asia, afirmando que así como en Roma están los trofeos (los restos mortales) de Pedro y Pablo, en Asia están las tumbas de los apóstoles Felipe y Juan. Además, de aquella carta sabemos que Felipe pasó los últimos años de su vida en Hierapolis, con dos de sus tres hijas, que ciertamente le ayudaban en su obra de evangelización. Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica, refiere que Papías, que fue obispo de Hierapolis al inicio del siglo tercero, conoció a las hijas de Felipe y de ellas supo detalles importantes de la vida del apóstol, entre ellos también el relato de un milagro estrepitoso: la resurrección de un muerto”.

¿Se sabe cómo y cuándo murió el apóstol?

--D'Andria: La mayor parte de los antiguos documentos afirman que Felipe murió en Hierapolis, en el año 80 después de Cristo, cuando tenía cerca de 85 años. Murió mártir por su fe, crucificado boca abajo como san Pedro. Fue sepultado en Hierapolis. En la antigua necrópolis de aquella ciudad fue encontrada una inscripción que alude a una iglesia dedicada a san Felipe. En una fecha no precisada, el cuerpo de Felipe fue llevado a Constantinopla para sustraerlo al peligro de profanación por parte de los bárbaros. Y en el siglo sexto, bajo el papa Pelagio I, trasladado a Roma y sepultado, junto al apóstol Santiago, en una iglesia edificada a propósito para ellos. La iglesia, que se llamaba “de los santos Santiago y Felipe”, de estilo bizantino, en 1500 fue transformada en una magnífica iglesia renascimental que es la actual que se llama “De los santos apóstoles”.

¿Cuándo se iniciaron las investigaciones de la tumba de Felipe en Hierapolis?

--D'Andria: En 1957, gracias al profesor Paolo Verzone, que era docente de ingeniería en el Politécnico de Turín y gran apasionado de investigaciones arqueológicas. Entre las repúblicas italiana y turca, fue estipulado un acuerdo que permitía a nuestro equipo de arqueólogos hacer búsquedas en Hierapolis. Y el profesor Verzone fue el primer director de aquella misión. Empezó enseguida naturalmente a buscar la tumba del apóstol Felipe. Concentró las excavaciones en un monumento que era ya en parte visible y conocido como la iglesia de San Felipe, y descubrió una extraordinaria iglesia octogonal. Una auténtica obra maestra de la arquitectura bizantina del siglo V, con arcos maravillosos en travertino.

Todo este conjunto de construccionesm realizadas con tanto cuidado y detalle, hacía pensar que eaquella era una gran iglesia de peregrinación, un santuario muy importante, y el profesor Verzone lo identificó como el Martyrion, es decir la iglesia martirial de san Felipe y por tanto pensaba que hubiera sido construida sobre la tumba del santo. Hizo por tanto realizar varias excavaciones en la zona del altar mayor, pero no encontró nunca nada que hiciera pensar en la tumba.

Yo mismo pensaba que la tumba se encontraba en la zona de la iglesia, pero en 2000, cuando llegué a director de la misión arqueológica italiana de Hierapolis por concesión del Ministerio de Cultura de Turquía, cambié de opinión.

¿Por qué?

--D'Andria: Todas las excavaciones realizadas en tantos años no habían dado ningún resultado. Hice todavía indagaciones también a través de prospecciones geofísicas, es decir especiales exploraciones del subsuelo, y no obteniendo nada me convencí de que había que buscar en otra parte. Siempre en la zona, pero en otra dirección.

¿Y hacia dónde dirigió sus investigaciones?

--D'Andria: Mis colaboradores y yo estudiamos atentamente una serie de fotos satelitares de la zona, y los reconocimientos de un grupo de bravos topógrafos del CNR-IBAM dirigidos por Giuseppe Scardozzi, y comprendimos que el Martyrion, la iglesia octogonal, era el centro de un complejo devocional amplio y articulado, Identificamos una gran calle procesional que llevaba a los peregrinos de la ciudad hasta la iglesia octogonal, el Martyrion en cima de la colina; los restos de un puente que permitía a los peregrinos atravesar un valle por donde discurria un torrente; vimos que a los pies de la colina partía una escalera en travertino, con amplios escalones en pendiente que llevaba a la cima.

Al inicio de la escalera identificamos otro edificio octogonal que no se veía en superficie sino sólo con las fotos satelitares. Excavamos alrededor de aquél edificio y nos dimos cuenta de que era un complejo termal.

Este fue un descubrimiento iluminador que nos hizo comprender que toda la colina estaba en un recorrido de peregrinación con varias etapas. Siguiendo nuestras excavaciones, encontramos otra escalinata que llegaba directamente al Martyrion, y sobre la plaza, junto al Martyrion, había una fuente donde los peregrinos hacían otras abluciones con agua, y allí cerca un pequeño llano, frente al Martyrion, donde se veían trazas de edificios. El profesor Verzone no había osado afrontar una excavación en aquella zona porque era un inmenso cúmulo de piedras. En 2010, empezamos a hacer un poco de limpieza y vinieron a la luz elementos de extrema importancia.

¿De qué tipo?

--D'Andria: Un arquitrabe de mármol de un ciborio con un monograma sobre el que se leía el nombre de Teodosio. Pensé que fuera el nombre del emperador y por tanto aquél arquitrabe permitía datar la iglesia martirial entre el IV y el V siglo. Luego, poco a poco encontramos trazas de un ábside. Excavando y limpiando vino a la luz la planta de una gran iglesia. Mientras que el Martyrion era de planta octogonal, esta era de planta basilical, con tres naves. Iglesia estupenda, con capiteles en mármol, refinadas decoraciones, cruces, frisos, ranmas vegetales, palmas estilizadas dentro de nichos y un pavimento central con teselas de mármol con motivos geométricos de colores: todo referible al siglo V, es decir la edad de la otra iglesia, el Martyrion. Pero, en el centro de esta maravillosa construcción lo que nos entusiasmaba y conmovía era algo desconcertante que nos cortaba el aliento.

¿Y era?

--D'Andria: Una típica tumba romana que se remontaba al siglo I después de Cristo. Su presencia podía, en cierto sentido, estar justificada por el hecho de que en aquella zona, antes de que los cristianos construyeran el santuario protobizantino, había una necrópolis romana. Pero examinando bien su posición, constatamos que aquella tumba romana se encontraba en el centro de la iglesia. Por tanto, la iglesia, en el siglo V, había sido construída justo en torno a aquella tumba romana pagana, para protegerla, porque aquella tumba era evidentemente importantísima. Y enseguida pensamos que quizá aquella podía ser la tumba donde se depositó el cuerpo de san Felipe tras su muerte.

¿Y encontraron confirmaciones de esta suposición?

--D'Andria: Ciertamente. En el verano de 2011, afrontamos una excavación en extensión en la zona de esta iglesia con la coordinación de Piera Caggia, investigadora arqueóloga del IBAM-CNR, y emergieron elementos extraordinarios que confirmaron plenamente nuestras suposiciones. La tumba estaba englobada en una estructura sobre la que hay una plataforma a la que se llega por una escalera de mármol. Los peregrinos, entrando en el nártex, subían a la parte superior de la tumba, donde había un lugar para la oración y descendían por el lado opuesto. Y vimos que las superficies marmóreas de los escalones estaban completamente consumidas por el paso de miles y miles de personas. Por tanto, la tumba recibía un tributo extraordinario de veneración.

En la fachada de la tumba, en torno a la entrada, se ven agujeros de clavos que ciertamente servían para sostener un cierre metálico aplicado. Además, hay encajes en el pavimento que hacen pensar e una ulterior puerta de madera: todas precauciones que indican que en aquella tumba había un tesoro inestimable, es decir el cuerpo del apóstol.

Y en la fachada, sobre los muros hay numerosos grafitos con cruces que han de algún modo sacralizado la tumba pagana.

Excavando junto a la tumba encontramos bañeras de agua para inmersiones individuales, que ciertamente servían para las curaciones. Los peregrinos enfermos, tras venerar la tumba, eran sumergidos en aquellas bañeras, justo como se hace en Lourdes.

Pero la confirmación principal, diría matemática, que atestigua sin sombra de duda que aquella construcción es verdaderamente la tumba de san Felipe, viene de un pequeño objeto que se encuentra en el museo de Richmond en Estados Unidos. Un objeto en el que hay imágenes que antes de ahora no se lograba descifrar plenamente, mientras que ahora tienen un significado evidente.

¿De qué objeto se trata?

--D'Andria: es un sello en bronce de cerca de diez centímetros de diámetro, que servía para autentificar el pan de san Felipe a distribuir a los peregrinos. Se han encontrado iconos que representan a san Felipe con un gran pan en la mano. Y este pan, para distinguirlo del pan común era marcado con aquél sello de modo que los peregrinos supieran que se trataba de un pan especial, a conservar con devoción.

En aquél sello hay imágenes. Está la figura de un santo con el manto del peregrino y una inscripción que dice “San Felipe”. En el borde corre el trisaghion en griego: antigua frase de alabanza a Dios: Agios o Theos, agios ischyros, agios athanatos, eleison imas (Santo Dios, Santo fuerte, Santo immortal, ten piedad de nosotros). Todos los especialistas de la historia bizantina que conocen aquél sello han dicho siempre que provenía de Hierapolis. Pero lo más extraordinario está en el hecho de que la figura del santo es presentada entre dos edificios: el de la izquierda está cubierto por una cúpula, y se comprende que representa el Martyrion octagonal; el que está a la derecha del santo, tiene un techo a dos aguas como el de la iglesia de tres naves que ahora hemos descubierto. Los dos edificios están en la cima de una escalinata. Parace justo que se tratara de una fotografía del complejo existente entonces en torno a la tumba de san Felipe. Una fotografía hecha en el siglo VI. Además, la iglesia con el techo a dos aguas, en la imagen del sello tiene un elemento emblemático: una lámpara colgada a la entrada, típico signo de que servía para indicar el sepulcro de un santo. Por tanto, ya en aquél sello se indica que la tumba se encontraba en la iglesia basilical y no en el Martyrion.

Todos estos descubrimientos los han hecho en tiempos recientes

--D'Andria: Diría recientísimos. Los hicimos entre 2010 y 2011. Sobre todo 2011 ha sido el año de las mayores emociones para nosotros: descubrimos la segunda iglesia y la tumba de Felipe. Concluímos un trabajo iniciado hace 55 años. La noticia ha dado la vuelta al mundo. Y ha atraído a Hierapolis a estudiosos y curiosos. Entre otros, a finales de agosto pasado, llegaron cientos de chinos, numerosos coreanos y periodistas de diversas nacionalidades.

El 24 de noviembre pasado, tuve el honor de presentar el descubrimiento en la Academia Pontificia Arqueológica de Roma, ante estudiosos y representantes del Vaticano. También el patriarca de Constantinopla, Bartolomé, primado de la Iglesia ortodoxa, quiso recibirme para saber los detalles del descubrimiento, y el 14 de noviembre, fiesta de san Felipe para la Iglesia ortodoxa, quiso celebrar la misa justo en la tumba hallada en Hierapolis. Y yo estaba presente, emocionado, como no me había sucedido nunca, también porque los cantos de la liturgia griega resonaban después de mil años entre las ruinas de la iglesia.

En los próximos meses, reanudaremos los trabajos y estoy seguro de que nos esperan otras importantes sorpresas.

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Jesús fue también el Hijo del carpintero
Entrevista con el director del movimiento Josefino, en la fiesta de san José obrero
ROMA, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- Mañana 1 de mayo se celebra en casi todos los países del mundo el Día del Trabajo, recordando reinvindicaciones laborales de especial relevancia. Hace más de 50 años que la Iglesia intuyó la importancia de esta fiesta para reflexionar sobre la figura de san José, el padre de Jesús, quien fue un modelo de trabajador como sostén de su familia. Pero ante todo fue aquel que acompañó a su hijo adoptivo en su formación humana, abriendo así las puertas a la redención del trabajo mismo.

Con tal motivo, ZENIT entrevistó al presbítero Tarcisio Giuseppe Stramare OSJ, director del Movimiento Josefino con sede en Roma, que realiza un amplio trabajo de investigación y valorización de la figura de san José en el mundo entero.

¿Cómo se pasó del 1 de mayo, fiesta de los trabajadores, a la fiesta de san José Obrero?

P. Stramare: La fiesta de san José obrero, establecida el 1 de mayo de 1955, es reciente. Fue el papa Pío XII quien quería reinvindicar del trabajo y de su "fiesta", el verdadero significado y el valor cristiano. El trabajo, de hecho, no pertenece a una ideología o a un partido, sino al hombre: por eso fue especialmente redimido por Jesús, tanto que Juan Pablo II, en la encíclica Laborem exercens utilizó la expresión comprometida de “Evangelio del trabajo”.

¿Le importaría profundizar en la expresión "Evangelio del trabajo"?

P. Stramare: "Evangelio" es la buena noticia que se refiere a Jesús, el salvador de la humanidad. Pues bien, a pesar de que por lo general vemos a Jesús como alguien que enseña y hace milagros, con el trabajo se había identificado de tal forma, que en su tiempo se le consideraba como "el hijo del carpintero", es decir, artesano en sí mismo. Entre las múltiples actividades posibles, la sabiduría de Dios escogió para Jesús aquella del trabajo manual, confiando la educación de su propio hijo no a la escuela de los sabios, sino a un artesano humilde, osea a san José.

¿Pero san José no era descendiente del rey David?

P. Stramare: Por cierto, y este origen conserva toda su importancia en el registro para reinvindicar en Jesús el título de Mesías, que también es importante. Desde el punto de vista social, sin embargo, Jesús quiso ser catalogado como "obrero", nacido de María, la esposa de José, que era un "trabajador". Además del título davídico, esencial para su reconocimiento como el Mesías, Jesús recibió de José la dimensión humana del trabajador.

Con la fiesta de san José obrero, Pío XII puso de relieve la importancia de la dimensión social de Jesús, tal vez demasiado oculta de sus actividades como maestro y sanador, ¿verdad?

P. Stramare: El trabajo, de hecho, que ha sido parte integrante de la "existencia" de Jesús, también forma parte de la revelación cristiana. Los evangelios hacen hincapié especialmente en "el hecho de que él, que siendo Dios se hizo semejante a nosotros en todo, dedicó la mayor parte de su vida terrena al trabajo manual, junto al banco del carpintero". Esta circunstancia es de gran importancia para la teología de la encarnación, la cual enseña que Jesús se ha unido a las realidades terrenas, no sólo con el fin de mostrar su humanidad, sino para "santificarlas" a través de él.

¿Podemos decir que el trabajo fue «redimido»?

P. Stramare: Sí, eso es exactamente lo que dice la definición ya mencionada del "Evangelio del trabajo". "El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual encuentran en el evangelio un acento especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, este fue incorporado en el misterio de la Encarnación, el cual también ha estado redimido en modo particular". El creador del universo realmente ha "trabajado con manos de hombre," santificando directamente el trabajo humano.

San José, por lo tanto, tuvo un papel importante en la vida de Jesús…

P. Stramare: San José fue en el plan de la providencia divina, el instrumento necesario de la redención del trabajo, que se produjo justamente en su humilde taller, a través de la misión que ha realizado no solo junto a Jesús, sino aún por encima de Jesús, que "vivía sujeto a ellos". "Esta ‘sumisión’, o la obediencia de Jesús en Nazaret, también se entiende como la participación en el trabajo de José. Aquel que era llamado "el hijo del carpintero", había aprendido el trabajo de su ‘padre’ putativo. Si la Familia de Nazaret, en el orden de la salvación y de la santidad, es el ejemplo y el modelo para las familias humanas, por analogía lo es el trabajo de Jesús al lado de José el carpintero".

Entonces es claro que junto al Redentor del trabajo, que no puede ser otro que Jesús, la presencia paterna de san José no podía ser ignorada…

P. Stramare: Exactamente. Ninguno de los hombres, después de María, estuvo tan cerca de las manos, la mente, la voluntad, y el corazón de Jesús, como san José. Lo subrayaba Pío XII, proponiendo el ejemplo de san José a los trabajadores. Teniendo en cuenta, de hecho, que el espíritu del evangelio brota del corazón del Hombre-Dios en todos los hombres, "lo cierto es que ningún trabajador fue tan perfecto y profundamente penetrado como el padre adoptivo de Jesús, que vivió con él en la más estrecha intimidad y comunidad de vida y de trabajo". De ahí la invitación que el mismo pontífice dirige a los trabajadores: "Si quieren estar cerca de Cristo, Ite a Ioseph”, ¡vayan a san José! Como modelo de los trabajadores, por lo tanto, san José es también su patrono especial.

Pero, ¿quién era realmente Jesús? ¿Bajo cuál aspecto debemos tenerlo en cuenta?

P. Stramare: Jesús es, ante todo, el Hijo de Dios y por lo tanto, es Dios. Lo profesamos abiertamente en el Credo y lo expresamos con el título de "Señor", que siempre anteponemos a los nombres de Jesús y Cristo. Durante su vida terrena, sin embargo, Jesús quiso ser conocido como "el Nazareno", originario de un país despreciado, y también como "Galileo", es decir, que pertenece a una región periférica. Incluso durante su vida pública, cuando será el Maestro, no se olvidará --para denigrarlo--, que él era sólo un trabajador, "el hijo del carpintero". Humanamente hablando, Jesús era un "trabajador" a título pleno. En la identidad de "hijo de José" estaba incluido "el estado civil, la clase social, la posición económica, la experiencia laboral, el entorno familiar, la educación", como gustaba señalar el papa Pablo VI. Jesús, por el contrario, no se avergonzaba de vestir su excelsa dignidad con la humilde condición de trabajador, plenamente consciente de que sería para él motivo de descrédito. A pesar de que podía presumir de los títulos más nobles, Jesús eligió deliberadamente para sí mismo lo más común, lo más ampliamente compartido de la condición humana, a saber, el de ser trabajador.

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Documentación


'El turismo que marca la diferencia'
Declaración final del VII Congreso Mundial de la Pastoral del Turismo
CANCÚN, lunes 30 abril 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos el texto de la Declaración final del VII Congreso Mundial de la Pastoral del Turismo, celebrado en Cancún, México, del 23 al 27 de abril, organizado conjuntamente por el Consejo Pontificio de la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y por la Prelatura de Cancún-Chetumal, con la colaboración de la Conferencia Episcopal Mexicana, sobre el tema “El turismo que marca la diferencia”.

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DECLARACIÓN FINAL

Desde Cancún, México, donde del 23 al 27 de abril de 2012 se ha desarrollado el VII Congreso mundial de pastoral del turismo, nosotros participantes, provenientes de 40 países de 4 continentes --eclesiásticos y laicos comprometidos en este ámbito pastoral y profesional–, ofrecemos una primera valoración de los trabajos del Congreso, dirigiéndonos a cuantos en la Iglesia tienen responsabilidad en la evangelización, y a cuantos en el mundo se ocupan del fenómeno del turismo.

Convocados por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes y por la Prelatura de Cancún-Chetumal, con la colaboración de la Conferencia del Episcopado Mexicano, hemos podido contar con la participación, entre otros, de su beatitud Béchara Boutros RaÏ, patriarca maronita de Antioquía y de todo el Oriente, de monseñor Christophe Pierre, nuncio apostólico en México, de la ministra Gloria Rebeca Guevara Manzo, secretaria de Turismo del Gobierno Federal, y del licenciado Roberto Borge Angulo, gobernador constitucional del Estado de Quintana Roo. Hemos sido acompañados en nuestros trabajos por el Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI, profundizado en el discurso inaugural del presidente del Pontificio Consejo, el cardenal Antonio Maria Vegliò.

Interpretando tanto las indicaciones del santo padre como las aportaciones de los expertos y agentes del sector, hemos dedicado una atención especial al turismo religioso, al turismo de los cristianos y al turismo en general, con aportaciones fundamentales sobre argumentos concretos, tales como la situación presente, perspectivas y desafíos del turismo internacional, el patrimonio cultural de la Iglesia al servicio del turismo, la atención pastoral del turismo en el contexto de la nueva evangelización, la Jornada mundial del turismo como una oportunidad pastoral, las nuevas tecnologías y las redes sociales en el ámbito de la pastoral del turismo, y el Código Ético Mundial para el Turismo. Por último, algunas mesas redondas temáticamente conectadas con estas ponencias principales – mesas en las que han participado 28 expertos en los respectivos campos, con numerosas intervenciones por parte de los congresistas –, han enriquecido los conocimientos de todos, sugiriendo nuevas estrategias de compromiso por la afirmación de la centralidad y de la dignidad de cada ser humano, también en el ámbito variado del turismo.

Iluminados por las palabras del santo padre, hemos recordado el desarrollo en el ámbito civil internacional del derecho al tiempo libre (Declaración universal de derechos humanos, 1948) y la utilidad del turismo como vehículo de positivas relaciones humanas: contactos políticos, económicos y culturales más allá de los confines nacionales (Declaración de La Haya sobre turismo, 1989), definiendo como una “piedra angular” el Código Ético Mundial para el Turismo, adoptado por la Organización Mundial del Turismo en 1999, y ratificado por las Naciones Unidas.

La Iglesia contempla al hombre de modo integral. Estamos convencidos tanto de la importancia que el turismo tiene en el momento presente, como del hecho de que “al igual que toda realidad humana, debe ser iluminado y transformado por la Palabra de Dios”. De este presupuesto nace nuestra solicitud pastoral por el turismo.

Para poderlo acompañar, queremos conocerlo en profundidad, individuando tanto sus numerosos elementos positivos como aquellos ambivalentes o negativos, de modo que se puedan valorizar los primeros, denunciar e intentar corregir los últimos, así como promover sus potencialidades.

Hemos constatado con satisfacción la creciente atención de la Iglesia hacia este fenómeno, de la que son ejemplo las Orientaciones para la pastoral del turismo publicadas en 2001 por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.

Queremos hacernos presentes en el sector del turismo para intentar que hacerlo una realidad humana y humanizadora. Acogemos como tarea la invitación del Santo Padre a “iluminar este fenómeno con la doctrina social de la Iglesia”.

El papa, reelaborando un concepto ya mencionado en la encíclica Caritas in Veritate, nos ha invitado a abordar el tema del turismo en el contexto del desarrollo humano integral, para así poder llegar a proponer de modo creíble “un turismo distinto”, que, al tiempo que manifiesta nuestro común “ser homines viatores”, refleje claramente “ese otro itinerario, más profundo y significativo, que estamos llamados a recorrer: el que nos conduce al encuentro con Dios”. Poniéndonos en guardia contra los abusos del fenómeno turístico, sobre todo esos que a menudo implican la trata de personas, la explotación sexual, el abuso de menores e incluso la tortura, el Santo Padre nos ha pedido articular las coordenadas de un turismo “ético y responsable, de modo que llegue a ser respetuoso con la dignidad de las personas y de los pueblos, accesible a todos, justo, sostenible y ecológico”. Al tiempo, ha confirmado el compromiso de la Iglesia a colaborar, en el ámbito que le es propio, con el fin de que dicho turismo bueno llegue a ser una realidad para todos, especialmente para los más desfavorecidos.

En referencia a quienes visitan las diversas expresiones artísticas nacidas de la experiencia religiosa cristiana, en el “turismo religioso”, consideramos importante poner nuestro patrimonio religioso histórico-cultural al servicio de la nueva evangelización.

El santo padre nos ha señalado como área privilegiada para la contribución de la Iglesia la via pulchritudinis, es decir, la presentación del inmenso patrimonio artístico y cultural cristiano como ocasión para anunciar a Cristo e ilustrar el misterio tanto a los cristianos como a los no cristianos.

Por último, queremos acompañar a los cristianos en el disfrute de sus vacaciones y tiempo libre, de modo que sean de provecho para su crecimiento humano y espiritual, convencidos que ni siquiera en este tiempo podemos olvidarnos de Dios, quien nunca se olvida de nosotros.

La nueva evangelización, a la que todos estamos convocados, nos exige aprovechar las numerosas ocasiones que el fenómeno del turismo nos ofrece para presentar a Cristo como respuesta suprema a los interrogantes del hombre de hoy

Frente a este desafío, nos marcamos como objetivos la acogida como estilo pastoral y la colaboración con todos los sectores implicados.

Será importante contar con adecuadas estructuras pastorales a nivel nacional, diocesano y parroquial, y, de acuerdo con las indicaciones del santo padre, que “la pastoral del turismo forme parte, con pleno derecho, de la pastoral orgánica y ordinaria de la Iglesia, de modo que coordinando los proyectos y esfuerzos, respondamos con mayor fidelidad al mandato misionero del Señor”. Esta exhortación se debe traducir tanto en la creación de estructuras nacionales y diocesanas donde todavía no existan, como en la potenciación de las existentes.

Al concluir esta valiosa serie de intercambios, dirigidos a lograr los importantes objetivos señalados por el santo padre, y en espera del documento final que será redactado por una comisión específica, queremos mostrar nuestro agradecimiento a los organizadores. Junto al Pontificio Consejo, estamos agradecidos a la Prelatura de Cancún-Chetumal, en la persona de su obispo, monseñor Pedro Pablo Elizondo Cárdenas, por esta ocasión de reflexionar juntos en un clima de amistad, apoyados por momentos de celebración litúrgica y de oración, sobre cuestiones de gran importancia y actualidad en el ámbito de un fenómeno que ya implica a mil millones de personas y que está destinado, en los próximos decenios, a crecer y desarrollarse.

Nos comprometemos –cada uno en el propio ámbito y todos juntos al servicio de la Iglesia– a profundizar las conclusiones del Congreso, haciéndonos intérpretes en las diversas situaciones y promotores a nivel global. Esperamos que el trabajo desarrollado en estos días pueda estimular una reflexión más profunda dentro y fuera de la Iglesia, en torno a una realidad que concierne no sólo al tiempo libre del hombre, sino a su misma libertad, junto al sentido profundo de su vida en el mundo.

Cancún, 28 de abril de 2012

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