7.05.12

 

Terminamos, con esta tercera entrega, el artículo sobre la secta de la gurú Isha publicado por el medio uruguayo La Diaria, y firmado por Federico Gyurkovits y Lourdes Rodríguez (ver: primera parte y segunda parte).

Además de los testimonios de las hermanas Paula y Silvina Lippold, el abogado argentino Héctor Navarro aportó el del ex maestro uruguayo y los de otros seis. Todos piden reserva de su identidad, algunos por temor a represalias. En el caso de las hermanas Lippold, después de que anunciaran que realizarían una denuncia penal en Buenos Aires y un “escrache” durante un intensivo, Paula recibió una carta, el 9 de junio de 2011, firmada por la apoderada de Isha en Argentina, María Angélica Valente, que la intimaba a que “cese con dicha conducta y proceda a quitar de inmediato de todos los medios de comunicación las notas, archivos, videos y declaraciones bajo apercibimiento de iniciar las acciones legales en el fuero penal”. En otra epístola fechada el 11 de julio, Valente le advirtió que estaba “incurriendo en incumplimiento de la obligación emergente de un convenio de confidencialidad”.

Encandiladas

Paula y su melliza Silvina conocieron a Isha en 2005, cuando tenían 33 años, en un seminario que dictó en Buenos Aires. Las sedujo la promesa de que lograrían una “experiencia de amor incondicional, de paz y de libertad absoluta” en su interior. “Lo más maravilloso que te dicen es que al tener esa experiencia vos sos el creador de tu realidad. Vas a empezar a enfocarte en la abundancia, a tener dinero y salud”.

Así empieza Paula a relatar cómo terminó en Uruguay siendo “maestra en entrenamiento” de Isha en La I y cómo esta experiencia derivó en una demanda en Argentina en 2011 y otra en Uruguay radicada el 20 de abril. Era escéptica, pero no hacía falta creer en nada ni en nadie para que el “sistema” funcionara. Además, ya había invertido 100 dólares en el seminario. Decidió intentarlo. Como se le indicó, practicó la repetición de las cuatro facetas con los ojos cerrados una hora diaria durante cuatro semanas.

Transcurrido ese tiempo la contactó un maestro que la consultó sobre sus avances. “Empezás a sentirte molesta y enojada. Cuando te llaman te dicen que es normal porque estás moviendo estrés y tu sistema se está limpiando”. Para “identificar” esas emociones y terminar de removerlas, la invitaron a “reuniones de apoyo” gratuitas, como un “beneficio” por haber abonado el costo del seminario. En estos encuentros de dos veces por semana, a cargo de maestros, se alienta a “expresar todo lo que sentís” para diferenciar una emoción de un pensamiento.

“Allí todos se vuelven fanáticos de Isha, la empiezan a admirar. Vas porque te dicen que cuanto más practiques, más rápido vas a lograr los resultados”, que en su caso no llegaban. Entonces le recomendaron un “intensivo”. “Te dicen que ir con Isha a un intensivo en Uruguay en La I te puede cambiar la vida”. Los intensivos tienen una tarifa en dólares y Paula siempre debió pagar por adelantado. El “megaintensivo de Pascuas” de una semana, por ejemplo, costó 55 dólares por día por persona, según la propia Isha.

“Venía desde hacía un año con todo esto de ‘decir tu verdad’ y no callarte nada. Empezás a llevarte mal con todo el mundo y a ver la vida como te la dicen ellos: sos la creadora de todo. Tu familia, tus amigos te refutan todo. Pero no aceptás otra verdad más que la que se te inculcó en la secta y aceptaste sin darte cuenta. Cuando te ofrecen un intensivo ya estás desesperado por sanarte y lograr todo lo que Isha prometió. A esa altura yo ya tenía el cerebro completamente lavado”, sostiene.

El descenso

El 6 de enero de 2008 Paula llegó a Uruguay. Pasó de ser una “estudiante Isha” a una “maestra en entrenamiento” al aceptar cursar la “maestría” con el objetivo de alcanzar la iluminación. Silvina, su hermana, ya había optado por ese camino y había llegado a Costa Azul en octubre de 2007. El curso consistía en practicar el sistema en forma intensiva -“porque es muy poderoso”-, 18 horas por día, durante un cycling de siete meses para obtener una “sanación muy profunda”. Esto significaba estar todo ese tiempo acostado en colchonetas “unificando”, es decir, repitiendo con ojos cerrados y abiertos las cuatro facetas.

Transcurrido el cycling, la promesa era continuar el proceso saliendo de viaje con otros “maestros en entrenamiento”. “Te dicen que con eso vas a ganar dinero, pero para vos lo importante no es eso. La obsesión que se desarrolla en todos es alcanzar la iluminación”. Además, debían prestar servicios en La I de forma obligatoria después de los seis meses. Paula afirma que las cosas fueron diferentes. “Te advierten que es un proceso muy duro y que no es para cualquiera, pero eso en un principio no te genera rechazo ni sospechas”. Porque hasta este punto, explica, las exigencias no habían sido coercitivas. “En los meetings te empiezan a obligar a decir cómo te sentís, a presionarte para que les digas a los demás lo que pensás en la cara. Si no, no te iluminás”.

Paula recuerda que Isha decía tener una especie de “láser” en su “tercer ojo” con el que captaba todo lo que sus maestros “piensan y sienten”, además de tener acceso “a todos nuestros correos electrónicos y llamadas de celulares”. En esa lógica, no tenía sentido intentar ocultar o mentir lo que les sucedía. Para entonces, el contacto con la familia se había debilitado, después de haber sido desalentado por “no conveniente”, ya que para “sanarse” o “iluminarse” había que “soltar los apegos” afectivos y materiales.

Paula enumera otras “prohibiciones” en La I: salir al exterior del hotel más que una hora diaria y para ejercitarse; masturbarse o tener sexo; comer harinas, dulces y gaseosas. “Teníamos que comer cuatro frutas durante el día y de noche una cena insignificante. Pasábamos hambre. Buscábamos comprar a escondidas chocolate y coca light. Sacábamos los restos de los platos (de las personas hospedadas que cursaban los seminarios de Isha) o directamente de la basura. Lo hacíamos nerviosos porque te podían descubrir y delatar en un meeting. A las chicas se nos retiraba la menstruación, pero era normal porque estábamos sanando”.

Lo que Isha había describido como una fórmula para remover el estrés del sistema nervioso y prometía que sería una “experiencia de amor incondicional” libre de creencias terminó siendo para Paula “un culto a Isha y una religión”. “Se adoraba algo que le llaman ‘la conciencia’ e Isha se supone que es la representante de la más alta conciencia sobre el planeta y sus lujos los obtuvo por esto”. Paula cuenta que finalmente pudieron salirse del grupo y regresar a su hogar, obligadas por la muerte de su padre, es decir, por una circunstancia externa. Su mamá instaló internet para que se distrajeran y un día, navegando, llegó al sitio de Red de Apoyo a las Víctimas de Sectas (Ravics). Un año después se pondría en contacto con ellos tras convencerse de que “había estado sometida a las técnicas de manipulación que utilizan todas las sectas destructivas”.

El mismo método

Para la consejera y coordinadora general de Ravics, que funciona desde 2007 con sede en Costa Rica, la asistente social costarricense, con especialidad en psicología, Myrna García, el Sistema Isha reúne las características de “una secta destructiva de la personalidad”, por la aplicación progresiva de diversas “técnicas de persuasión coercitiva” por parte del líder en su propio beneficio. En última instancia, indica García, el “líder sectario” busca poder social y económico: “El dinero es una constante. Aunque no pidan dinero la primera vez, una persona que entra representa un capital porque luego le trabajará gratis”.

Describe al “líder sectario” como narcisista y carismático y dueño de “una inteligencia emocional alta”. Las mencionadas “técnicas de persuasión coercitiva”, ilustra, pueden aplicarse mediante distintas acciones, órdenes, hipnosis o autohipnosis, generando lo que se conoce comúnmente como “modificación de conducta” y que dentro de la psicología se diagnostica como “condicionamiento clásico o condicionamiento operante”. “Se puede modificar tu conducta mediante la imitación del líder, el castigo y el esfuerzo. Sistemáticamente están destruyendo la estima. Utilizan la culpa y el terror. Cuando te hacen sentir culpa, te hacen sentir que no tienes derecho a reclamar nada y tratan de inducir el miedo con amenazas”.

García habla de “síndrome de adoctrinamiento sectario” para denominar el proceso que comienza en la búsqueda de quienes “muerdan el anzuelo”. “Lo muerdes finalmente cuando comienzas a creer en la divinidad o sobrenaturalidad del líder, a creer que es poderoso o tiene poderes esotéricos o sobrenaturales, o que tú puedes, por intermedio de él, lograr algo, y comienzas a admirarlo. Lo que diga lo vas a asimilar, a incorporar en tu pensamiento, en tu lógica”, asegura. “Es como si fuera una burbuja donde el mundo fantasioso que les transmite el líder y la secta es lo único que existe para ellos. Les modifican la conducta, los pensamientos y las creencias”, grafica.

En general, los adeptos abandonan la organización por circunstancias ajenas o porque vieron al líder involucrado en acciones “demasiado reñidas con la moral del individuo” como para aceptarlas. García insiste en que la mejor manera de prevenir sobre las “sectas destructivas de la personalidad” es advertir públicamente sobre su estrategia para poder reconocerlas. Por ejemplo, señalando que siempre tienen secretos, misterios o conocimientos que no pueden ser revelados.

Para el abogado Navarro se trata de una secta destructiva porque comete delitos, particularmente con técnicas de captación o de sometimiento que buscan reformar el pensamiento en beneficio del líder. “Ésta y otras sectas destructivas son de carácter totalitario porque pretenden regir todos los aspectos de la vida de una persona que por la dependencia deja de tener derechos”, indica.

Una denuncia penal radicada en Argentina en 2011, según confirmaron su existencia a La Diaria funcionarios de la fiscalía Nº 13 de Buenos Aires, y otra el 20 de abril en el Juzgado de Atlántida, ambas por Navarro, cuestionan su responsabilidad penal y la apuntalan como líder de “una secta destructiva”. Según Isha, la denuncia en Argentina fue clausurada antes de instruirse.

En Uruguay, y de acuerdo con lo aportado por fuentes judiciales, el caso está siendo analizado por la jueza Adriana de Aziz, lo que implica que aún no pasó a vista de la fiscalía, a cargo de Cristina Falcomer, y que por tanto la apertura de un presumario o su archivo no ha sido resuelta. Las fuentes señalaron que los documentos aportados como pruebas requieren un análisis detallado antes de definir si existe la duda razonable para considerar que el camino de la iluminación que ofrece Isha tiene sombras, además de luces.