18.05.12

 

William Blatty, autor de la conocidísima novela «El exorcista» y antiguo alumno de la Universidad de Georgetown está dolido con la deriva de su amada ‘alma mater‘. Junto con otros alumnos y antiguos alumnos está trabajando en una denuncia canónica que será presentada en la Archidiócesis de Washington y ante el Vaticano, alegando que la Universidad se niega a cumplir con la Ex corde Ecclesiae y se empeña en causar escándalo a los fieles. Ojo, que en USA, no cumplir la ley, aunque sea la canónica, tiene consecuencias.

El detonante ha sido la invitación de Georgetown para la entrega de diplomas a la ‘ministra de sanidad’ Secretaria de Sanidad y Servicios Humanos, Kathleen Sebelius –, una autodenominada católica que se jacta de ir contra las enseñanzas de la Iglesia respecto a la vida, al aborto, la anticoncepción o el matrimonio antinatural.

Llueve sobre mojado, la misma universidad se avergonzaba de su IHS jesuita, y recuerda demasiado a una situación parecida con Obama en Notre Dame.

Si prospera el proceso la Universidad perdería el derecho a llamarse ‘católica’ o ‘jesuita’ a todos los efectos, incluidos los de recaudación de fondos. Para ello Blatty cuenta con el apoyo y el asesoramiento de la Cadinal Newman Society y de la Father Kings Society’s Canon Law.

Son ya 22 años reiterados incumplimientos de las normas educativas católicas más básicas, como Blatty dice: «los escándalos son demasiados para ignorarlos por más tiempo». Por supuesto anima a su querida universidad a tener el coraje de ser católico. No es fácil, nada lo es, pero no es honrado no serlo y llamarse como tal. El escritor anima a los alumnos: «¡Juntos, podemos poner fin a esto!»

Como dice Nick Donnelly ha llegado la hora que tanto temen los desgarramantas, ‘la hora de los laicos’, que también claman por sus derechos, el derecho a la verdad, el derecho al bien, el derecho a la belleza. Y si para reclamarlo hay que ir a la justicia –canónica–, pues se va.

Blatty no se anda con rodeos acerca de quién tiene la culpa de la deriva de Georgetown:

Muchos creen que para hacer verdaderamente católica a Georgetown hay que girar hacia atrás las manecillas del reloj y de alguna manera limitar su propia naturaleza como universidad, como si la noción de ‘católica’ y ‘universidad’ fuese novedad, o una inherentemente contradicción. Por el contrario, hacer que Georgetown sea ‘católica’ es avanzar el reloj, ¡es convertir la Universidad en algo mejor de lo que es! Por supuesto, siempre hay quienes tienen miedo al cambio, quienes carecen de visión. Es posible que necesiten dejar paso y echarse al costado.

Juan Pablo II exhortó a todos a conservar para la Iglesia los lugares más altos de nuestra cultura: las universidades. […] Todos hemos sido negligentes durante demasiado tiempo: los laicos, el clero y también los obispos.

Son buenas noticias, se abre una vía para que los fieles podamos estar más solícitamente cuidados por quien corresponde. No es de recibo unos desaprensivos abusen de nuestra buena fe, a veces, con el consentimiento de quien tiene la obligación de estar de guardia.

Desconozco cómo se podrían articular medidas semejantes en mi patria. Falta hace, lo aseguro.