Persecución musulmana en países cristianos

 

En Italia hay miles de convertidos al Islam que viven tranquilamente su nueva fe religiosa. Pero también hay miles de musulmanes convertidos al cristianismo que están obligados a esconder su nueva fe por miedo a ser asesinados por los extremistas musulmanes que anidan entre ellos.

20/05/12 7:21 AM


 

Estos días hemos podido leer un artículo de Magdi Cristiano Allam, periodista musulmán convertido al Catolicismo y recibido en la Iglesia por Benedicto XVI en la Vigilia de Pascua del 2008, sobre el avance del Islam en Italia. Nada que oponer a ese avance si fuera por medios lícitos, pues sobre este aspecto leemos en la Declaración de Derechos Humanos de la ONU del 10 de Diciembre de 1948: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”(art. 18).

En el libro de Magdi “Grazie Gesú. La mia conversione dall´islam al cattolicesimo”, nos encontramos con la exposición de una situación dramática, no sólo a nivel individual, sino colectivo. Recordemos que entre las cosas que discrepamos del Islam “están las matanzas y persecuciones de los cristianos, la negación del derecho de Israel a la existencia, la condena a muerte de los musulmanes convertidos en cuanto apóstatas, la legitimación del terrorismo palestino e islámico, la discriminación y la violencia con respecto a la mujer, y, más en general, la violación de los derechos fundamentales del hombre” (pág. 138).

A nivel individual nos dice Magdi: “Nunca, nunca, aceptaré esconder mi conversión al Cristianismo. Me he siempre comprometido en afirmar la verdad y he siempre combatido para defender al que afirma la verdad. ¿Cómo podría nunca vivir en la mentira escondiendo la elección de fe que representa la fusión del conjunto de las dimensiones espiritual, ética e ideal? Todos debemos morir en el instante que Dios ha escogido. No debemos tener miedo a la muerte. Cuando llegue, no podemos hacer nada para impedirla. Pero yo procuraré morir una sola vez y no quiero por el contrario morir todos los días sometiéndome al miedo de los terroristas”(pág. 27).

A nivel colectivo denuncia Magdi: “Ha llegado la hora de poner fin al arbitrio y a la violencia de los musulmanes que no respetan la libertad de escoger religión. En Italia hay miles de convertidos al Islam que viven tranquilamente su nueva fe religiosa. Pero también hay miles de musulmanes convertidos al cristianismo que están obligados a esconder su nueva fe por miedo a ser asesinados por los extremistas musulmanes que anidan entre ellos”... “Neocristianos en Italia denuncian su profunda soledad espiritual y humana ante la pasividad de las instituciones del Estado que no velan por su seguridad y también ante el silencio de la Iglesia. Espero que el gesto histórico del Papa (su bautismo) y mi propio testimonio lleven al convencimiento de que ha llegado la hora de salir de la oscuridad de las catacumbas”… “¿Si no estamos en condiciones aquí en Italia, la cuna del catolicismo, en nuestra propia casa, de garantizar a todos la plena libertad religiosa, cómo podremos nunca ser creíbles, cuando denunciamos la violación de esta libertad en otros lugares del mundo?”(pág. 94).

Juan Pablo II, en un discurso en Casablanca en 1985, dijo: “el respeto y el diálogo suponen reciprocidad en todos los campos, sobre todo en lo que concierne a las libertades fundamentales y más particularmente a la libertad religiosa”(pág. 61).

El 25 de Septiembre del 2006, Benedicto XVI recibió a los embajadores de los países musulmanes y en un breve discurso, evidenció el respeto hacia los musulmanes y el imperativo de un diálogo constructivo basado en el convencimiento de la dignidad de la persona y la denuncia de la violencia, pero también el poder manifestar la diversidad religiosa entre el Cristianismo y el Islam, defendiendo el derecho irrenunciable e innegociable de la Iglesia a expresarse sobre el Islam, aunque su valoración no resulte grata a los musulmanes.

 

Pedro Trevijano, sacerdote