26.05.12

El iconoclasta Jairo del Agua

A las 7:20 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

 

Estamos de acuerdo que es necesario purificar la piedad popular en torno a la veneración de los santos patrones de nuestros pueblos. Es necesario educar a los cristianos para que la religiosidad esté centrada en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que actúa por las criaturas: la Virgen Santísima y los santos canonizados por la Iglesia de manera oficial y pública.

Pero de esta urgencia pastoral, llegar a afirmar que en la Iglesia sobran todas las mediaciones de los santos antiguos o nuevos, viejos o actuales, va un trecho que lo recorre Jairo del Agua, el iconoclasta, el señor que no se da cuenta que está fuera de la Iglesia, o si se da cuenta, y lo hace adrede tiene doble pecado.

Su artículo con un título multicolor y casi herético: El baile de los paraguas - (O cómo usar sacacorchos para forzar al “dios botellón"), colgado en Religión Digital, dinamita por los aires la fe de la Iglesia Católica en el culto a los santos.

Comienza con un sueño muy entretenido, pero dirigido a fulminar la fe popular hacia el culto a los santos. Se le descubre el juego desde el inicio de su perorata, donde mezcla al sacerdote como si fuera un hechicero de una tribu. No se da cuenta o lo hace a caso hecho: ataca el culto a los santos y a la misma Virgen Santísima.

Lo dice así: “Una gran mayoría de católicos va a rezar con paraguas, con el paraguas del santo o virgen de su devoción.”

Abiertamente se declara enemigo de la oración de petición a los santos mediadores ante el Señor. Afirma que solamente se les debe imitar, pero nunca pedir. Lo afirma de la siguiente manera: “ ¡Los santos no pueden hacer nada por nosotros! Solo pueden mostrarnos su vida y el camino que siguieron.¡”

Semejante barbaridad choca de frente con la práctica de la Iglesia Católica que busca siempre uno o dos milagros, realizados por la mediación del candidato a ser elevado a los altares, antes de que oficialmente el Papa declare la heroicidad de las virtudes de la persona que vivió con gran ejemplaridad en su vida terrena cristiana.

El autor ya embalado afirma:

“El culto a los santos, tal como lo practicamos hoy, es una de las estafas que hacemos a la religión auténtica”.

Claramente, Jairo del Agua es un hereje de estos días, a quien es conveniente que le paren los pies cuanto antes, porque con un lenguaje semipoético mete unos bombazos a los lectores que los hace pedazos en su fe cristiana.

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Tomás de la Torre Lendínez