26.05.12

 

Por lo que llevamos visto hasta ahora, el VII Congreso Mundial de las Familias que se está celebrando en Madrid es todo un éxito. Las ponencias son la mar de interesantes y ayer se vio además como el personal está especialmente entusiasmado con Mons. Reig Pla, que fue recibido con una ovación de las que hacen época. Es bueno que arropemos a los nuestros y que los enemigos de la Iglesia vean que no dejamos tirados a los pastores que dan la cara.

Ahora bien, en este congreso participan no solo católicos sino también protestantes evangélicos y ortodoxos. Todos los cristianos -los protestantes liberales y sus fotocopias pseudo-católicas no lo son- coincidimos en que el matrimonio está formado por un hombre y una mujer. Pero hasta ahí llegan nuestras coincidencias. Los católicos creemos, porque así lo dijo el Señor Jesucristo, que el matrimonio es indisoluble. Y también creemos que debe estar siempre abierto a la vida, de manera que rechazamos el uso de anticonceptivos. Pero parte de los protestantes y los ortodoxos aceptan el divorcio y recasamiento. Y en relación a la anticoncepción, no tengo ni idea de cuál es la postura de las iglesias ortodoxas pero sí sé que el 95% de los evangélicos no se oponen a la misma.

Por eso, yo pregunto: ¿hasta qué punto se puede ir de la mano en relación a la institución familiar con aquellos que creen que la misma puede saltar hecha pedazos por voluntad humana, debido a una interpretación errada de la Revelación de Dios? Entiéndaseme bien. No digo que iniciativas como las de este congreso no sean necesarias. Es bueno que los cristianos defendamos conjuntamente aquello en lo que sí estamos de acuerdo. Pero no vayamos a olvidar de dar testimonio de cuál es la verdad en relación al matrimonio y su función de transmisor de vida. Y esa verdad solo la predica la Iglesia Católica.

Ojalá alguien pueda recordar tal cosa en este Congreso.

Luis Fernando Pérez Bustamante