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Falta todavía un poco para llegar a la meta que permitirá a ZENIT seguir adelante hasta finales de 2012. Puede ver la situación actual de los fondos que hemos recibido gracias a la generosidad de los lectores en:
http://www.zenit.org/spanish/donativos.html.

Aún están llegando cheques, por lo que todavía no podemos comunicar el resultado final de la campaña. Les informaremos en cuanto el balance final esté listo.

Deseamos hacer llegar nuestro profundo agradecimiento a todos los lectores que han enviado su donativo, así como a todos los que nos han mandado mensajes de solidaridad asegurando sus oraciones por el éxito de la campaña.
Todo este apoyo nos da fuerzas y nos anima enormemente para seguir adelante en nuestro trabajo.

Puede encontrar el mapa de donativos 2012 en: http://donations.zenit.org/es/map

Todavía es posible mandar donativos a través de: http://www.zenit.org/spanish/donativos.html

 

¡ Muchas gracias !

 


ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 8 de junio de 2012

Santa Sede

Sorpresa y preocupación en la Santa Sede por lo acontecido al profesor Gotti Tedeschi
Comunicado de la Sala de Prensa

Entre los muros del Vaticano
Entrevista con el decano del Colegio de Cardenales

Benedicto XVI recibe en audiencia al presidente de Sri Lanka
Se habló del desarrollo económico-social y de la necesidad de resolver el conflicto que desgarró al país

Mundo

Lourdes: La alianza entre ciencia y fe
Seminario internacional organizado por la Oficina de Constataciones Médicas

Crisis humanitaria en Yemen
En riesgo de muerte 250.000 niños

Rumanía: Voten a quien defiende los valores cristianos
Mensaje de los obispos ante las elecciones

¿Católicos, favorables a la homofobia?
Análisis de un especialista en Bioética

Corpus Christi

La adoración eucarística, experiencia de ser Iglesia
Homilía del papa en la misa y procesión eucarística de Corpus Christi

Eucaristía: Ofrenda, banquete y comunión
Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo/B

En la escuela de san Pablo...

Acerquémonos a Cristo Sumo Sacerdote, mediador de la nueva Alianza (Corpus Christi, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical

Entrevistas

Un embajador ante la Santa Sede debe fortalecer las relaciones entre la Iglesia y su país
El diplomático peruano César Castillo inició sus funciones en el Vaticano

Especial - Congreso Eucarístico Internacional

Congreso Eucarístico: Comunión con Cristo y entre nosotros
Reflexión a pocos días del inicio del evento internacional en Dublín


Santa Sede


Sorpresa y preocupación en la Santa Sede por lo acontecido al profesor Gotti Tedeschi
Comunicado de la Sala de Prensa
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Reproducimos el texto del comunicado hecho público por la Sala de Prensa de la Santa Sede en relación a los sucesos que han afectado al profesor Ettore Gotti Tedeschi, expresidente del banco vaticano IOR.

*****
La Santa Sede ha sabido con sorpresa y preocupación los recientes sucesos en los que se ha visto implicado el profesor Gotti Tedeschi. Deposita en la autoridad judicial la máxima confianza de que las prerrogativas soberanas reconocidas a la Santa Sede por el ordenamiento internacional sean adecuadamente aplicadas y respetadas.

La Santa Sede confirma además su plena confianza en las personas que dedican su actuación con empeño y profesionalidad al Instituto para las Obras de Religión y está examinando con el máximo cuidado la eventual lesividad de las circunstancias, respecto de los derechos propios y de sus órganos.
Se subraya, por último, que la moción de desconfianza adoptada hacia el profesor Gotti Tedeschi por parte del Consejo de Superintendencia se fundó en motivos objetivos, relativos al gobierno del Instituto, y no determinada por una presunta oposición a la línea de la transparencia, que por el contrario es del interés de las Autoridades de la Santa Sede y del mismo Instituto.

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Entre los muros del Vaticano
Entrevista con el decano del Colegio de Cardenales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Reproducimos la entrevista con el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, publicada este jueves por el diario vaticano L'Osservatore Romano.

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Cuando de la información se pasa a la deformación de la noticia, esta óptica distorsionada puede ofuscar hasta a la realidad más positiva. La Curia Romana y el Governatorato del Vaticano son en su conjunto una comunidad de trabajo al servicio del papa, aunque no falte alguno que no haga su deber. Diversidad de opinión no significa división y entre los purpurados, personalidades diversas sea por nacionalidad, cultura y sensibilidad, se expresan naturalmente juicios diferentes. Los cardenales de la Curia que rodean al Romano Pontífice, alentados todos los días por la gran bondad de Benedicto XVI y de sus sabias orientaciones, se sienten muy contentos de estar trabajando para él. Estos son los puntos principales de una entrevista con L'Osservatore Romano, del cardenal decano, Angelo Sodano, al servicio de la Santa Sede por más de cincuenta años, dieciséis de los cuales como secretario de Estado.

¿Cómo califica la actitud de los medios de comunicación frente a los últimos episodios que se produjeron en el Vaticano?

--Card. Sodano: La prensa ciertamente tiene la misión de informar al público acerca de la Santa Sede. Por ejemplo, me dio gusto ver que se ha dado una gran importancia a la visita de Benedicto XVI a Milán para el Encuentro Mundial de las Familias; así como sobre la contribución del papa y de la Iglesia para ayudar a las víctimas del terremoto en Emilia (Italia), y para sostener a los cristianos de Nigeria, probados por hechos dramáticos. Otra cosa es cuando se pasa de la información a la deformación de la noticia. De hecho, frente a los fenómenos negativos, está a veces la tentación de enmarcarlos en una perspectiva distorsionada, que puede ofuscar la belleza del todo.

El Vaticano es un pequeño mundo variopinto, tanto en las diferentes oficinas de la Curia Romana como en el Governatorato. ¿Qué puede decir al respecto?

--Card. Sodano: Como es sabido, la Curia es el conjunto de los dicasterios y organismos que ayudan al Romano Pontífice en el servicio a la Iglesia universal. El Governatorato es en cambio, el responsable de la dirección del Estado de la Ciudad del Vaticano. Dada la naturaleza de la Curia, su personal es sobre todo eclesiástico, mientras que en el Governatorato es predominantemente laico. Son hombres y mujeres de diferentes nacionalidades, que conocen bien la importancia del trabajo que realizan para el sucesor de Pedro, pastor de la Iglesia universal.

Según las últimas estadísticas, prestan sus servicios en la Curia 2.843 personas y 2.001 lo hacen en el Governatorato. Por experiencia personal, puedo asegurar que en general hay un compromiso para construir una verdadera comunidad de trabajo al servicio del papa. Por supuesto que en una comunidad tan grande, algunos también pueden fallar en el cumplimiento de sus obligaciones. ¡Solo son impecables los ángeles y los santos en el cielo!

Algún periódico también informó de la existencia de divisiones entre los cardenales de la Curia...

--Card. Sodano: A decir verdad, esta afirmación me sorprendió. En realidad, no debería haberme sorprendido. Nuestro antiguo profesor de filosofía, durante los estudios secundarios en el seminario de Asti, nos decía: "No se sorprendan de nada, sorpréndanse solamente cuando vean que el río Po no tiene orillas".

Ni siquiera la insinuación de las varias maniobras me ha sorprendido, porque la diversidad de opiniones no significa división. Cuántas veces he votado en las reuniones de cardenales, sin sorprenderme que uno de mis hermanos votara a favor y otro en contra. Éramos amigos y seguíamos siendo amigos. Al final, a la luz de las varias votaciones, el santo padre podía decidir de manera libre, con todos los elementos de juicio que se le ofrecía. Así ocurre incluso en los consistorios, a los que están invitados todos los cardenales del mundo. Como es sabido, los cardenales son ahora 209. Y lo mismo sucede en las reuniones de los jefes de los departamentos de la Curia o de los residentes en Roma: aquí en total somos 75.

Por lo tanto, es comprensible que entre las diferentes personalidades, de diferentes nacionalidades, culturas o sensibilidad social, existan juicios varios sobre los diversos métodos de trabajo. ¿Quién no recuerda que ya al principio de la Iglesia hubo discusiones? Por ejemplo, entre Pablo y Bernabé por el anuncio del evangelio. "El desacuerdo fue tal que se separaron el uno del otro", leemos en los Hechos de los Apóstoles (15,39). Y Bernabé salió rumbo a Chipre, mientras que Pablo se fue a Siria. En los siglos han surgido en la Iglesia órdenes religiosas muy diferentes. Entre sus métodos de apostolado aparecen a veces contradicciones, pero todo se recompone en la unidad fundamental del mismo espíritu de servicio a la Iglesia de Cristo.

Secretario de Estado durante dieciséis años, ¿qué puede decir acerca de esta oficina y de los que han asumido esta responsabilidad?

--Card. Sodano: Cada uno tiene su propia personalidad y cada uno encuentra diferentes problemas, de acuerdo a los tiempos. Conocí poco al cardenal Domenico Tardini, quien murió en 1961. Después sí tuve contactos frecuentes con sus sucesivos y llorados secretarios de Estado: Amleto Cicognani, Jean Villot y Agostino Casaroli. Ahora estoy muy contento de colaborar, en lo que más puedo, con mi sucesor el cardenal Tarcisio Bertone, al cual me une una antigua familiaridad y un espíritu de servicio al romano pontífice. Todos nosotros los cardenales de la Curia tratamos de constituir un «cenáculo apostólico», reunido en torno al sucesor de Pedro, sin extrañarnos de las dificultades del momento.

En esto estamos animados cada día por la gran bondad de Benedicto XVI y sus sabias orientaciones, complacidos de poderle ofrecer nuestros servicios. Monseñor Giuseppe Del Ton, que era un gran latinista, en un poema compuesto en la lengua de Virgilio y de Horacio había descrito la cúpula de la Basílica de San Pedro como un símbolo de la estabilidad de la Iglesia. Eran los años difíciles de la Segunda Guerra Mundial y al prelado le parecía que la cúpula dijera: ‘He visto otros vientos, he visto otras tormentas’ (Alios vidi ventos, aliasque tempestates). Esta es la serenidad que la historia, maestra de vida, nos enseña también a nosotros.

Traducción del italiano por José Antonio Varela V.

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Benedicto XVI recibe en audiencia al presidente de Sri Lanka
Se habló del desarrollo económico-social y de la necesidad de resolver el conflicto que desgarró al país
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 8 de junio de 2012 (ZENIT.org) – Benedicto XVI recibió esta mañana en audiencia al presidente Sri Lanka, Mahinda Rajapaksa que a continuación encontró al secretario para las Relaciones con los Estados, monseñor Dominique Mambertí.

El antiguo Ceilán, llamado actualmente República Democrática Socialista de Sri Lanka, es país insular con veinte millones de habitantes, multiétnico y multireligioso, situado al sureste de India.

El primer encuentro fue en la Sala del Trono en donde estaba acompañado por una delegación de unas diez personas. El coloquio que duró unos diez minutos en cambio se desarrolló en la biblioteca y tuvo necesidad de un intérprete puesto a disposición por la Secretaría de Estado.

Durante el coloquio, refiere una nota de la Santa Sede, “fueron ilustrados los pasos dados para favorecer el desarrollo económico social y la reconciliación entre las comunidades golpeadas por el conflicto interno que desgarró al país. Se ha formulado por ello el deseo que se llegue rápidamente a una solución global y compartida que corresponda a las legítimos deseos de todas las partes interesadas”.

Además “se subrayó que la Iglesia católica, que ofrece una contribución relevante a la vida del país a través de su testimonio religioso y las actividades educativas, sanitarias y asistenciales, seguirá empeñándose en favor del bien común, la recíproca comprensión y el desarrollo integral”.

Muchas de las personas que acompañaron a Rajapaksa en la visita en el Vaticano son católicas. entre ellas la esposa del presidente; el viceministro de Exteriores; el gobernador del Banco Central y el ministro de Justicia.

El jefe de Estado asiático le regaló al papa un vaso de terracota lleno de especias típicas de Sri Lanka, y un pequeño vaso de plata.

Por su parte Benedicto XVI donó al presidente un azulejo color marfil que representa la fuente de los jardines del Vaticano y una reproducción de un grabado del siglo XVII, que representa las columnas de San Pedro.

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Mundo


Lourdes: La alianza entre ciencia y fe
Seminario internacional organizado por la Oficina de Constataciones Médicas
LOURDES, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Con una ponencia titulada "Ciencia y fe", del presidente del Consejo Pontificio para los Agentes Sanitarios, arzobispo Zygmunt Zimowski, se abrió esta mañana en Lourdes el primer seminario científico internacional sobre el tema "Lourdes, la salud y la ciencia: ¿qué significa 'curarse' hoy?".

Con motivo del veinte aniversario de la institución de la Jornada Mundial del Enfermo (querida por el beato Juan Pablo II y que tuvo lugar por primera vez en esta ciudad francesa en 1993), la Oficina de Constataciones Médicas, presidida por Alessandro de Franciscis, ha querido convocar a expertos de fama mundial para debatir sobre el argumento en una óptica racional y científica y de acuerdo, no en oposición, con la idea de que la fe y la oración puedan influenciar la curación física.

El evento ha sido organizado junto al Comité médico internacional de Lourdes, por el Consejo Pontificio de Pastoral de la Salud. Entre los ponentes figuran, entre otros, el profesor Luc Montagnier, premio Nobel de Medicina en 2008, y el cardenal arzobispo de Lyon Philippe Barbarin.

"Ciencia y fe --dijo monseñor Zimowski- a su modo viven hoy la tensión hacia aquella que Pablo VI llamó la 'civilización del amor' en la que se encuentre espacio y tiempo para el bien, para la verdad, para la pacífica convivencia. Y están llamadas a ofrecer su efectiva contribución, al servicio de la humanidad, en la concordia, en el diálogo, en mutuo apoyo. Ciencia y fe pueden y deben convertirse en aliadas, después de que demasiadas veces han vivido una postura de distancia, de desconfianza, o incluso de contraposición.

Esta postura de alianza, explicó el arzobispo, debe realizar cuatro tipos de servicio: al hombre, a la verdad, a la vida y de la una (ciencia) a la otra (fe): "Ciencia y fe sobre todo deben servir al hombre. No son experiencias autorreferenciales, sino abiertas. Por ejemplo, una ciencia que no se propusiera enriquecer a la humanidad y, sobre todo, servir a los más débiles, sería una actividad monstruosa, temible, expuesta al riesgo de convertirse en sierva del poder. Del mismo modo, una fe cristiana que olvidara que Dios se ha revelado, se ha hecho carne, ha muerto y ha resucitado por nosotros los hombres y por nuestra salvación, sería una experiencia ofensiva respecto a Dios, antes que a los hombres".

Citando a santo Tomás de Aquino (Summa contra Gentiles), el presidente del Consejo Pontificio para los agentes sanitarios afirma que ciencia y fe son aliadas también porque son "provocación y ayuda" la una para la otra, y añade que "la ciencia provoca al creyente a cultivar la inteligencia, siempre y sobre todo cuando este reflexiona sobre la más inaferrable e indescriptible de las realidades: la de Dios". A su vez, "la fe es para el hombre de ciencia invitación permanente a la ulterioridad, a mirar al hombre, la realidad y la historia con la conciencia de que existe, más allá del mundo fenoménico, "un nivel más alto que necesariamente trasciende las previsiones científicas, o sea el mundo humano de la libertad y de la historia" (Benedicto XVI, Discurso a los participantes en la plenaria de la Academia Pontificia de Ciencias, 6 noviembre 2006)».

La fe --recuerda Zimowski citando la encíclica de Juan Pablo II Fides et Ratio- "ayuda a 'realizar el paso, tan necesario como urgente, del fenómeno al fundamento. No es posible detenerse en la sola experiencia; incluso cuando esta expresa y hace manifiesta la interioridad del hombre y su espiritualidad, es necesario que la reflexión especulativa alcance la sustancia espiritual y el fundamento que la sostiene'". La ciencia y la fe, subraya el ponente, deben tener como referente principal al hombre, su dignidad, su bienestar, su realización: "Son como dos raíles, ciertamente distintos e inconfundibles el uno del otro, caminando sobre los cuales se procede hacia un futuro de luz, de bien, de solidaridad para la humanidad". Por esto --concluye- nadie debe sentirse excluído del cuidado debido a su persona y a su salud, en el respeto de la igual dignidad de cada uno.

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Crisis humanitaria en Yemen
En riesgo de muerte 250.000 niños
ROMA, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Se hace cada vez más dramática la situación humanitaria en Yemen donde también a causa de la guerra y de las dificultades que atraviesa la transición democrática del país el hambre está aumentando.

Lo ha puesto de relieve el diario vaticano L'Osservatore Romano, en su edición de hoy, en la que afirma que ya antes de 2011, cuando las revueltas populares llevaron a la dimisión del presidente Ali Abdullah Saleh --en el poder durante 33 años-- la vida era durísima para los pobres.

Ahora la crisis ha estallado de modo dramático y centenares de miles de familias están sufriendo la acción combinada de los precios de los alimentos que aumentan y del conflicto.

Geert Cappelaere, representante de UNICEF en Yemen ha puesto de manifiesto la gravedad de la situación para más de 250.000 niños del país.

Según los últimos datos de la agencia de la ONU que se ocupa de la infancia, la casi totalidad de los trece millones de niños yemenitas ha sido protagonista de violencias, el 58% de los niños menores de cinco años sufre anomalías de desarrollo por malnutrición, un millón sufre grave malnutrición y un cuarto está en riesgo de muerte.

"Es necesaria una intervención inmediata y mayor ayuda de los países del Golfo Pérsico" para la segunda crisis humanitaria más grave del mundo después de la afgana, denunciaron los representantes de UNICEF en Yemen.

Cappelaere hizo un llamamiento al nuevo gobierno de Abd Rabbo Mansour Hadi para que afronte la situación. "Se necesita prevención y tratamientos específicos", aclaró. Recordó que el peso económico de la extendida malnutrición por todo el país se traduce en 800 millones de euros al año.

A la muerte de los niños contribuye, además de la falta de alimentos, la ignorancia de la población, sobre todo en las áreas rurales, de ahí la necesidad de una campaña de sensibilización dirigida no sólo a la población sino a los representantes gubernamentales que en algunas provincias, lamentan desde el ministerio de Sanidad, "son ignorantes y no están dispuestos a colaborar" empeorando una situación que ya está en sus extremos.

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Rumanía: Voten a quien defiende los valores cristianos
Mensaje de los obispos ante las elecciones
ROMA, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Los obispos católicos de Rumanía de ambos ritos han hecho público un mensaje animando a votar a quienes defienden los valores cristianos.

En su mensaje, los obispos animan a “todo cristianos y a todas las personas de de fe a ejercer el derecho y la responsabilidad de participar en el voto” de las elecciones administrativas del 10 de junio.

Los obispos de los dos ritos del país –informa la agencia SIR- afirman que “los cristianos deben tener un papel activo y esencial en la conservación y promoción de los valores cristianos propios de nuestro pueblo, y conforme a la enseñanza de la Sagrada Escritura y de la Iglesia”.

Por esto, los obispos les exhortan “a ejercer el derecho al voto y votar a quienes promueven los valores de la dignidad humana, que sostienen a la familia y respetan la vida desde el momento de la concepción y hasta su fin natural, que promueven la paz, los valores éticos cristianos y la creación de Dios”.

Para los obispos, “no es indiferente quien represente, desde el punto de vista político, nuestros valores e intereses sociales. En el ejercicio de este derecho constitucional y ciudadano, nadie debe dejarse influir por promesas, dinero u otras ventajas materiales”.

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¿Católicos, favorables a la homofobia?
Análisis de un especialista en Bioética
ROMA, viernes 8 de abril 2012 (ZENIT.org) - Publicamos un artículo de reflexión de nuestro colaborador de la edición portuguesa, especialista en Bioética, el sacerdote Hélio Luciano, miembro de la Comisión de Bioética de la Conferencia Episcopal de Brasil.

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Por Hélio Luciano

En las últimas semanas hemos visto, en Brasil, nuevas discusiones en relación a las leyes en contra de la homofobia – discusiones que vuelven por un seminario sobre el proyecto de ley en contra de la homofobia y por los cambios en el Código Penal Brasileño. Con base en estas discusiones, podríamos preguntarnos: ¿Cuál es la posición de los católicos en relación a la homofobia?

Es común entre los no católicos –e infelizmente también entre muchos católicos– creer que nosotros, los católicos, somos homofóbicos. No hay nada más equivocado. Actitudes de violencia física o moral, prejuicios o ridiculizaciones –o el famoso bullyng que ahora está de moda– son tan contrarios a la doctrina católica como cualquier otro pecado en contra de la caridad. De este modo –repito para dejarlo claro– no somos y jamás seremos homofóbicos si es que queremos seguir a Cristo.

A la vez, somos también contrarios a los actuales proyectos de leyes propuestos en contra de la homofobia. ¿Esto porque somos homofóbicos? No. Pero por diversas otras razones. La primera de ellas es por ser un proyecto legislativamente innecesario. En contra de la violencia –ya sea física, ya sea moral– y en contra de la discriminación, existen ya leyes a las cuales las personas que se sientan agredidas pueden recurrir. No es necesario crear nuevas leyes en este sentido, pero sí hacer que las leyes ya existentes sean aplicadas de hecho. ¿Porque estamos viviendo una tendencia de multiplicar leyes que ya existen?

En segundo lugar, la ley presentada es contraria a la libertad de expresión y a la libertad religiosa. Es verdad que la libertad de expresión no es y no puede ser absoluta –por ejemplo, nadie puede jamás incitar a la violencia justificándose a través de la libertad de expresión. Pero también es verdad que, con la nueva ley, los límites de lo que podrá ser interpretado como agresión o no-agresión –desde el punto de vista moral– serán muy frágiles. Si un pastor protestante o un sacerdote católico leyeran o predicaran sobre la 1ª Carta de San Pablo a los Corintios – ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios– ¿no podrá alguien recurrir a la “nueva” ley por sentirse agredido? Si un sacerdote negara la Eucaristía a una “pareja” homosexual, ¿estos no podrán acusar al sacerdote de homofóbico?

Queremos apenas la libertad de poder afirmar aquello en que creemos. De poder decir claramente, sin ninguna intención de ofender a nadie, que una persona que vive actos homosexuales está ofendiendo a Dios. De poder ofrecer ayuda –sólo a aquellos que lo quieran y que crean que necesitan ser ayudados– a que vivan el amor de Dios en plenitud. Queremos ser libres, sin ofender a nadie, pero de hecho libres para pensar.

En un artículo que he publicado hace unos dos años sobre el mismo tema he sido acusado, en un blog –por personas que no me conocen– de ser pedófilo, pederasta, homosexual, etc. Todo esto por el simple hecho de ser sacerdote. Como es sabido, la discriminación actual en contra de la Iglesia y en contra de los sacerdotes no consiste ya en meros casos aislados, somos los únicos que no tenemos derecho a la libertad. Por causa de esto, ¿debemos entonces crear una ley en contra de la “sacerdociofobia” o en contra de la “eclesiofobia”? No ¿Por qué entonces reivindican que para los grupos homosexuales es necesaria una ley específica?

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Corpus Christi


La adoración eucarística, experiencia de ser Iglesia
Homilía del papa en la misa y procesión eucarística de Corpus Christi
ROMA, jueves 7 junio 2012 (ZENIT.org).- A las 19 horas de este jueves, Solemnidad del santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, el santo padre Benedicto XVI celebró la Santa Misa ante la basílica de San Juan de Letrán. Presidió luego la procesión eucarística que, recorriendo via Merulana, llegó hasta la basílica de Santa María la Mayor. Publicamos la homilía que el papa dirigió a los fieles en el curso de la celebración eucarística.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

Esta tarde querría meditar con vosotros sobre dos aspectos, entre ellos conectados, del Misterio eucarístico: el culto de la Eucaristía y su sacralidad.

Es importante volverlos a tomar en consideración para preservarlos de visiones no completas del Misterio mismo, como aquellas que se han dado en el reciente pasado.

Sobre todo, una reflexión sobre el valor del culto eucarístico, en particular de la adoración del Santísimo Sacramento. Es la experiencia que también esta tarde viviremos tras la Misa, antes de la procesión, durante su desarrollo y al término. Una interpretación unilateral del Concilio Vaticano II ha penalizado esta dimensión, restringiendo en práctica la Eucaristía al momento celebrativo. En efecto, ha sido muy importante reconocer la centralidad de la celebración, en la que el Señor convoca a su pueblo, lo reúne en torno a la doble mesa de la Palabra y del Pan de vida, lo nutre y lo une a Sí en la ofrenda del Sacrificio. Esta valorización de la asamblea litúrgica, en la que el Señor actúa y realiza su misterio de comunión, sigue siendo naturalmente válida, pero debe resituarse en el justo equilibrio. En efecto –como a menudo sucede- para subrayar un aspecto se acaba por sacrificar otro. En este caso, la acentuación sobre la celebración de la Eucaristía ha ido en detrimento de la adoración, como acto de fe y de oración dirigido al Señor Jesús, realmente presente en el Sacramento del altar. Este desequilibrio ha tenido repercusiones también sobre la vida espiritual de los fieles. En efecto, concentrando toda la relación con Jesús Eucaristía en el único momento de la Santa Misa, se corre el riesgo de vaciar de su presencia el resto del tiempo y del espacio existenciales. Y así se percibe menos el sentido de la presencia constante de Jesús en medio de nosotros y con nosotros, una presencia concreta, cercana, entre nuestras casas, como “Corazón latiente” de la ciudad, del país, del territorio con sus diversas expresiones y actividades. El Sacramento de la Caridad de Cristo debe permear toda la vida cotidiana.

En realidad es equivocado contraponer la celebración y la adoración, como si estuvieran en competencia. Es justo lo contrario: el culto del Santísimo Sacramento es como el “ambiente” espiritual dentro del que la comunidad puede celebrar bien y en verdad la Eucaristía. Sólo si es precedida, acompañada y seguida de esta actitud interior de fe y de adoración, la acción litúrgica puede expresar su pleno significado y valor. El encuentro con Jesús en la Santa Misa se realiza verdadera y plenamente cuando la comunidad es capaz de reconocer que El, en el Sacramento, habita su casa, nos espera, nos invita a su mesa, y luego, después de que la asamblea se ha disuelto, permanece con nosotros, con su presencia discreta y silenciosa, y nos acompaña con su intercesión, recogiendo nuestro sacrificios espirituales y ofreciéndolos al Padre.

En este sentido, me gusta subrayar la experiencia que viviremos esta tarde juntos. En el momento de la adoración, estamos todos al mismo nivel, de rodillas ante el Sacramento del Amor. El sacerdocio común y el ministerial se encuentran unidos en el culto eucarístico. Es una experiencia muy bella y significativa, que hemos vivido diversas veces en la basílica de San Pedro, y también en las inolvidables vigilias con los jóvenes, recuerdo por ejemplo las de Colonia, Londres, Zagreb y Madrid. Es evidente a todos que estos momentos de vela eucarística preparan la celebración de la Santa Misa, preparan los corazones al encuentro, de manera que este resulta incluso más fructuoso. Estar todos en silencio prolongado ante el Señor presente en su Sacramento, es una de las experiencias más auténticas del nuestro ser Iglesia, que se acompaña en modo complementario con la de celebrar la Eucaristía, escuchando la Palabra de Dios, cantando, acercándose juntos a la mesa del Pan de vida. Comunión y contemplación no se pueden separar, van juntos. Para comunicar verdaderamente con otra persona debo conocerla, saber estar en silencio cerca de ella, escucharla, mirarla con amor. El verdadero amor y la verdadera amistad viven siempre de esta reciprocidad de miradas, de silencios intensos, elocuentes, plenos de respeto y veneración, de manera que el encuentro se viva profundamente, de modo personal y no superficial. Y lamentablemente, si falta esta dimensión, incluso la misma comunión sacramental puede llegar a ser, por nuestra parte, un gesto superficial. En cambio, en la verdadera comunión, preparada por el coloquio de la oración y de la vida, podemos decir al Señor palabras de confianza, como las que han resonado hace poco en el Salmo responsorial: “Yo soy tu siervo, hijo de tu esclava:/ tu has roto mis cadenas./ Te ofreceré un sacrificio de alabanza/ e invocaré el nombre del señor” (Sal 115,16-17).

Ahora querría pasar brevemente al segundo aspecto: la sacralidad de la Eucaristía. También aquí hemos sufrido en el pasado reciente un cierto malentendido del mensaje auténtico de la Sagrada Escritura. La novedad cristiana respecto al culto ha sido influenciada por una cierta mentalidad secular de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Es verdad, y sigue siendo siempre válido, que el centro del culto ya no está en los ritos y en los sacrificios antiguos, sino en Cristo mismo, en su persona, en su vida, en su misterio pascual. Y sin embargo de esta novedad fundamental no se debe concluir que lo sacro no exista ya, sino que ha encontrado su cumplimiento en Jesucristo, Amor divino encarnado. La Carta a los Hebreos, que hemos escuchado esta tarde en la segunda lectura, nos habla precisamente de la novedad del sacerdocio de Cristo, “sumo sacerdote de los bienes futuros” (Heb 9,11), pero no dice que el sacerdocio se haya acabado. Cristo “es mediador de una alianza nueva” (Heb 9,15), establecida en su sangre, que purifica “nuestra conciencia de las obras de muerte” (Heb 9,14). El no ha abolido lo sagrado, sino que lo ha llevado a cumplimiento, inaugurando un nuevo culto, que es sí plenamente espiritual pero que sin embargo, mientras estamos en camino en el tiempo, se sirve todavía de signos y ritos, que desaparecerán sólo al final, en la Jerusalén celeste, donde no habrá ya ningún templo (cfr Ap 21,22). Gracias a Cristo, la sacralidad es más verdadera, más intensa, y, como sucede para los mandamientos, ¡también más exigente! No basta la observancia ritual, sino que se exige la purificación del corazón y la implicación de la vida.

Me gusta también subrayar que lo sacro tiene una función educativa, y su desaparición inevitablemente empobrece la cultura, en especial la formación de las nuevas generaciones. Si, por ejemplo, en nombre de una fe secularizada y no necesitada ya de signos sacros, fuera abolida esta procesión ciudadana del Corpus Domini, el perfil espiritual de Roma resultaría “aplanado”, y nuestra conciencia personal y comunitaria quedaría debilitada. O pensemos en una madre o un padre que, en nombre de una fe desacralizada, privaran a sus hijos de toda ritualidad religiosa: en realidad acabarían por dejar el campo libre a los tantos sucedáneos presentes en la sociedad de los consumos, a otros ritos y otros signos, que más fácilmente podrían convertirse en ídolos. Dios, nuestro Padre, no ha hecho así con la humanidad: ha enviado a su Hijo al mundo no para abolir, cino para dar cumplimiento también a lo sacro. En el culmen de esta misión, en la Última Cena, Jesús instituyó el Sacramento pascual. Actuando así se puso a sí mismo en el lugar de los sacrificios antiguos, pero hizo dentro de un rito, que mandó a los apóstoles perpetuar, como signo supremo del verdadero Sacro, que es El mismo. Con esta fe, queridos hermanos y hermanas, celebramos hoy y cada día el Misterio eucarístico y lo adoramos como centro de nuestra vida y corazón del mundo. Amén.

©Librería Editorial Vaticana

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Eucaristía: Ofrenda, banquete y comunión
Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo/B
Por el padre Jesús Álvarez SSP

ROMA, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos, con motivo de la solemnidad del Corpus Christi que se celebrará este domingo, un artículo del presbítero Jesús Álvarez García, de la Sociedad de San Pablo (Paulinos).

*****

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, (..) mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se los dio diciendo: Tomen; esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa y después de dar gracias, se la entregó y todos bebieron de ella. Y les dijo: - Esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que será derramada por muchos. En verdad les digo que no volveré a probar el producto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el reino de Dios.” (Mc. 14, 12-26).

La Última Cena fue la primera Eucaristía, la primera Misa. Jesús estaba para regresar a la Casa del Padre cruzando el umbral de la muerte hacia la Resurrección y la Ascensión. La palabra “sacrificio” aplicada a la Eucaristía, no significa sufrimiento, sino ofrenda sagrada, que hace sagrado y salvífico el sufrimiento pasado de Cristo y el actual nuestro.

El inmenso amor de Jesús hacia los suyos lo llevó a buscar una forma milagrosa de quedarse para siempre con ellos y con nosotros: la Eucaristía, que cumple su promesa: “No teman. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. No hay que esperar la muerte para vivir con Cristo de forma misteriosa, pero real.

En la Eucaristía, “fuente y plenitud” de la vida cristiana, Cristo realiza y comparte con nosotros su misión redentora, mediante el ejercicio del verdadero “sacerdocio bautismal” que el Espíritu Santo nos confirió a todos en el bautismo, haciéndonos “pueblo sacerdotal” y “ofrenda permanente”. La Eucaristía es el Misterio en el que se actualiza y se irradia para la humanidad, de forma continua y universal, la fuerza santificadora y salvadora de la encarnación, vida, pasión, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo.

Jesús instituyó la Eucaristía para todos los hijos de Dios y hermanos suyos."Cuerpo entregado… sangre derramada por ustedes y por todos los hombres". La Iglesia posee el tesoro sublime y único de la Eucaristía, pero sólo un reducido porcentaje de sus fieles se beneficia de la comunión eucarística. ¿Puede limitarse a ese minúsculo grupo la voluntad salvífica del Salvador presente en la Eucaristía?

Por otra parte, un buen contingente va a Misa para cumplir, y recibe el Cuerpo de Cristo por costumbre, por rutina. Deberían reflexionar sobre la seria advertencia de San Pablo: “Quien come el Cuerpo de Cristo a la ligera, se come y traga su propia condenación”. Decir que se recibe a Jesús en la comunión, y luego llevar una vida contraria a la suya, es no creer en él, sino estar en contra de él. “Quien no está conmigo, está contra mí”.

¿Qué hacer para que se distribuya el Pan de la Salvación a sus destinatarios, los hijos de Dios, que en gran número mueren de anemia espiritual? Urge una gran renovación de la catequesis y de la experiencia eucarística, de modo que produzca una amplia conversión a Cristo Eucarístico resucitado, centro de la vida del cristiano, de la Iglesia y del mundo.

La Eucaristía es la obra máxima de apostolado salvador, pues de ella reciben fuerza salvadora nuestras vidas y nuestras obras. En la celebración de la Eucaristía los bautizados ejercen el sacerdocio bautismal que el Espíritu Santo les confirió en el bautismo; sacerdocio que consiste sobre todo en ofrecerse junto con él como ofrendas agradables al Padre, con lo cual comparten, unidos a él, la salvación de la humanidad y de toda la creación.

En la comunión eucarística se realiza la máxima unión entre la persona de Jesús y nosotros; a semejanza del alimento: “Tomen y coman”. “Tomen y beban”. “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. "Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en él". “Quien me come, vivirá por mí… tiene vida eterna y yo lo resucitaré”. Se puede vivir la experiencia de san Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”.

La comunión, que es unión vital con Cristo, requiere la comunión fraterna con el prójimo, empezando por casa. Por más que uno coma la hostia consagrada, no recibe a Cristo ni comulga con él cuando alimenta rencores, desprecios, violencia o indiferencia hacia el prójimo, con el cual Cristo se identifica: “Todo lo que hagan a uno de éstos, a mí me lo hacen”. "Si falta la fraternidad, sobra la Eucaristía".

Si los ojos de la fe y del corazón perciben a Cristo en la Eucaristía, también lo percibirán en el prójimo. Sólo es posible amar a Cristo eucaristía si lo amamos a la vez en el prójimo. Dos “sacramentos” inseparables, pero tantas veces separados.

La Eucaristía es el momento de ofrecer nuestra vida, en unión con Cristo y en gracia del sacerdocio bautismal, por la salvación de nuestros hermanos y del mundo, como Él la ofreció por nosotros y por todos. Es la manera de salvar la vida para la eternidad: “Quien pierda la vida por mí, la salvará”.

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En la escuela de san Pablo...


Acerquémonos a Cristo Sumo Sacerdote, mediador de la nueva Alianza (Corpus Christi, ciclo B)
Comentarios a la segunda lectura dominical
ROMA, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Nuestra columna "En la escuela de san Pablo..." ofrece el comentario y la aplicación correspondiente para la solemnidad del Corpus Christi.

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Por Pedro Mendoza LC

"En cambio, Cristo se ha presentado como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. Y penetró en el santuario una vez para siempre, no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre, consiguiendo una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo! Por eso es mediador de una nueva Alianza; para que, interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones de la primera Alianza, los que han sido llamados reciban la herencia eterna prometida". Eb 9,11-15

Comentario

En los versículos anteriores al pasaje de este domingo (9,6-10) el autor de la carta a los Hebreos, refiriéndose al ministerio sacerdotal en el santuario terrestre, expone la división del tabernáculo en dos partes. Tal división a su vez condiciona una segunda modalidad del ministerio sacerdotal: en la primera tienda pueden entrar en todo momento los ministros del culto, mientras que en la segunda tienda, el "lugar santísimo", sólo el Sumo Sacerdote puede entrar una vez al año, en el gran día de la expiación, después de haber ofrecido un sacrificio cruento de expiación por el pecado. El autor afirma también que en tanto se sigan ofreciendo los dones y sacrificios prescritos por la ley, no hay camino que lleve al "lugar santísimo" del cielo, no hay perfección posible "en cuanto a la conciencia", es decir, no hay perdón efectivo de los pecados. 

En contraposición al ministerio sacerdotal en el santuario terrestre, el autor da inicio, a continuación, a una sección dedicada al ministerio sacerdotal de Cristo en el cielo (9,11-14). Con la persona de Cristo se produce un cambio completo de sacerdocio y de ley (7,12). Hay que suponer también que incluso el teatro de su ministerio de Sumo Sacerdote es otro desde un principio.

La pregunta que este texto platea es: ¿cuándo fue constituido Cristo Sacerdote? ¿Ya en la tierra, en el momento de su pasión y muerte o sólo hasta su ingreso en el cielo, desde donde continúa ofreciendo constantemente a Dios su sangre derramada en la cruz? Para responder a esta pregunta es preciso tener debidamente en cuenta el significado de la muerte de Cristo y la argumentación que presenta la carta. Recogemos brevemente las anteriores aserciones sobre el ministerio sacerdotal de Jesús: nuestro Sumo Sacerdote ha atravesado los cielos (4,14); se ha ofrecido de una vez para siempre (7,27); se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad (8,1); es ministro del santuario y del verdadero tabernáculo erigido por el Señor y no por hombres (8,2); en la tierra no hubiera podido siquiera ser Sacerdote (8,4). Hay también otros pasajes que suenan como si sólo en el cielo hubiera sido nombrado Sumo Sacerdote (5,10; 6,20). Por otra parte la interpretación tipológica del ritual de la fiesta de la expiación de Lev 16 sólo permite sacar la conclusión de que Jesús, ya en su calidad de Sumo Sacerdote, se ofreció en la cruz y atravesó los cielos hasta llegar al trono de Dios. Por consiguiente, la idea de que la pasión y muerte de Jesús no fueran todavía una oblación sacerdotal es absurda y se ve repetidas veces refutada por ulteriores aserciones (9,26.28; 10,5-14).

Además, del pasaje que estamos examinando explicita que Cristo "se ha presentado como Sumo Sacerdote" (9,11a). Diciendo esto, el autor no quiere aplicarlo sólo al momento de la ascensión al cielo, sino que quiere interpretar teológicamente la entera existencia de Jesús. En contraposición con los ritos exteriores del Antiguo Testamento, el Sacerdocio de Jesús aporta las realidades, los bienes verdaderos (cf. 10,1). En concreto se piensa en las promesas "mejores" de la nueva alianza (8,6), en el perdón de los pecados y en la definitiva comunión con Dios. Jesús puede proporcionarnos estos bienes por el hecho de ejercer un excelente ministerio sacerdotal, que no se efectúa en el ámbito del tabernáculo terrestre, figurativo, sino en "una Tienda mayor y más perfecta, no de hechura humana, es decir, no de este mundo creado" (9,11b).

El autor continúa indicando que Jesús, con su muerte, entró en el verdadero lugar santísimo de Dios (9,12), algo que corrobora en lo sucesivo (9,24; 10,12.20). Ahora bien, ¿qué entiende el autor por el tabernáculo o tienda que forma parte del santuario celestial y que atravesó el Sumo Sacerdote Cristo? Sería un error pensar en las "regiones inferiores del cielo" o en tales o cuales "ámbitos suprasensibles". Más bien, con esta imagen atrevida de "una Tienda ... no de hechura humana, es decir, no de este mundo" (9,11) el autor califica teológicamente la entera manifestación histórica de Cristo. De este modo, la "Tienda mayor y más perfecta" que es la misma vida de Jesús sirve como base para la entrada en el verdadero lugar santísimo del cielo, para lo cual la tienda anterior de la antigua alianza no era en grado de servir.

En los versículos siguientes el autor expone cómo la muerte de Cristo, como sacrificio cruento, causó expiación eterna, y es capaz de purificar a la humanidad de todos los pecados pasados, presentes y futuros (vv.11-14). A todo esto el autor, retomando el concepto de la nueva Alianza, añade que ésta alcanzó su eficacia con la muerte de Cristo. Como no se entra en posesión de una herencia sino después de la muerte del que ha otorgado el testamento, así también hubo de morir Cristo para que pudiéramos entrar en posesión de su herencia prometida.

Aplicación

Acerquémonos a Cristo Sumo Sacerdote, mediador de la nueva Alianza.

Los tres textos que nos propone la liturgia para la Solemnidad del Corpus Christi tienen un tema en común, el de la alianza. El primero, tomado del libro del Éxodo, recoge el momento de la fundación de la antigua alianza; el segundo, correspondiente a un pasaje de la carta a los Hebreos, presenta el ministerio de Cristo como ministerio también de mediación y de alianza; el tercero, del Evangelio según san Marcos, nos habla de la Eucaristía como misterio de alianza.

En el pasaje de la primera lectura se nos recuerda cómo fue instituida la alianza del Sinaí (Ex 24,3-8). Si se insiste en los mandatos del Señor (la Ley), comunicados al pueblo a través de Moisés, es porque en la base de esta alianza existe un compromiso recíproco: Dios se empeña en tener cuidado de su pueblo, para guiarlo, protegerlo y salvarlo en caso de peligro; el pueblo, por su parte, promete a Dios observar su ley. Pero para fundar esta alianza no sólo basta la ley, se requiere también un rito de fundación. Por eso a continuación se indican los sacrificios de comunión que son ofrecidos para ratificar tal alianza. De este modo en el Sinaí se funda una unión vital entre Dios y el pueblo. Pero para permanecer en esta unión vital, es necesario mantenerse fieles al compromiso tomado, la voluntad de Dios, que siempre es una voluntad de amor.

El pasaje del Evangelio nos relata el momento en que Cristo fundó la nueva Alianza, comenzando por los preparativos de este acontecimiento tan importante y luego narrando las palabras de la nueva Alianza sellada por la sangre de Cristo (Mc 14,12-16.22-26): "‘Tomad, este es mi cuerpo’....‘Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos’" (vv.22.24). Cristo ha fundado su alianza con su sacrificio: ha tomado sus propios sufrimientos, su propia muerte, y la ha transformado en sacrificio de Alianza. Esta iniciativa de Jesús y este gesto tan generoso cambian todo el curso de los eventos. De ser de por sí negativos, Jesús los anticipa en la Última Cena y les da al mismo tiempo un sentido positivo: el de convertirse en don, alianza y amor victorioso.

En el pasaje de la carta a los Hebreos (9,11-15) se nos ofrece la razón por la que la alianza del Sinaí era ineficaz: era una alianza externa, que no estaba establecida en el corazón del hombre. Era un rito que prefiguraba de manera muy imperfecta la fundación de la verdadera Alianza, que se realizará en la sangre de Cristo. A Él nuestro Sumo Sacerdote, mediador de la nueva Alianza, dirijámonos con plena confianza y amor.

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Entrevistas


Un embajador ante la Santa Sede debe fortalecer las relaciones entre la Iglesia y su país
El diplomático peruano César Castillo inició sus funciones en el Vaticano
Por José Antonio Varela Vidal

CIUDAD DEL VATICANO, Viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- En algunos meses, específicamente en enero de 2013, se iniciará un año de jubileo por el 15 aniversario de la firma de la importantísima Exhortación Apostólica Postsinodal “Iglesia en América”, por el ahora beato Juan Pablo II. Como preparación a esa conmemoración-reflexión, ofreceremos a nuestros lectores una serie de entrevistas con temas actuales de los países del ‘Continente de la Esperanza’, desde la mirada de algunos embajadores de América Latina acreditados ante la Santa Sede.

ZENIT estrena esta serie con una feliz coincidencia: el inicio de la misión del diplomático César Castillo Ramírez, embajador del Perú ante la Santa Sede, quien presentó recientemente sus cartas credenciales al santo padre Benedicto XVI. Él comparte, con intimidad y emoción, su encuentro con el papa; pero también muestra su complacencia y esperanza, ante los logros alcanzados en los últimos años por la nación sudamericana que representa.

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¿Cómo fue su encuentro con el Papa?

--Embajador Castillo: Fue un encuentro de muchas emociones para mí. Ha sido una vivencia inigualable conocer personalmente y departir unos momentos con su santidad. Me impresionó su afabilidad y su profunda mirada.

En cuanto al Perú, el papa se interesó mucho por el desarrollo económico actual. Le mencioné que el desarrollo económico sostenido que tiene el Perú desde hace varios años ha permitido a los recientes gobiernos y al actual gobierno peruano trabajar en pro de la inclusión social. También le hice mención a la significativa reducción de la pobreza que se ha alcanzado gracias a este desarrollo económico sostenido, el mismo que permite destinar recursos importantes a los programas de desarrollo social en que se encuentra empeñado nuestro gobierno.

Él guarda gratos recuerdos del Perú, ¿no?

--Embajador Castillo: El papa tiene un gran recuerdo de nuestro país. Siendo cardenal, visitó el Perú hasta en dos oportunidades y siente un particular aprecio por la religiosidad del pueblo peruano, que fue otro tema que tratamos, junto al hecho de que la población católica es la gran mayoría en nuestro país. Esto me permitió referirme a los 50 años de la canonización de san Martín de Porres que se cumplieron el 6 de mayo último, y no puede haber sido más satisfactorio para el Perú que su santidad haya mencionado esta conmemoración en su sermón del domingo siguiente.

¿Cuáles son las funciones de un embajador ante la Santa Sede?

--Embajador Castillo: En mi caso, la principal función es fortalecer aún más las tradicionales y excelentes relaciones que existen entre el gobierno del Perú y la Santa Sede, y entre el pueblo peruano y la Iglesia. Y es esa gratísima misión la que me corresponde desempeñar mientras dure mi responsabilidad ante el Vaticano.

¿Cuántos peruanos estudian o trabajan aquí con la Iglesia?

--Embajador Castillo: Son pocos, pero hay. Justo acabo de recibir a un sacerdote diocesano del Callao, quien ha venido a hacer una labor, durante un año, de acercamiento entre los sacerdotes diocesanos con la Unión Apostólica del Clero. Así también hay otros grupos fundados en el Perú como el Sodalicio de Vida Cristiana, las Canonesas de la Cruz, las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima, apoyando así esa unión de la Iglesia de Roma con el Perú.

¿Cómo están las cifras y tendencias del Perú actualmente?

--Embajador Castillo: Afortunadamente, el Perú desde hace varios años goza de un crecimiento económico sostenido que ha sido de un 8 ó 9% del producto bruto interno, y se estima que este año vamos a llegar a 6,9%. Puedo decirle que inclusive en el año de la peor crisis, el Perú fue el único país que creció en Latinoamérica con un 0,98%. Esto ha sido reconocido internacionalmente y en especial por las organizaciones financieras internacionales, lo que ha motivado que las inversiones en el Perú estén creciendo notablemente, permitiendo al actual, así como a los últimos gobiernos de mi país, dedicar importantes recursos financieros a los programas de apoyo social, reduciendo las cifras de la pobreza extrema. Así se lo he mencionado también al papa Benedicto XVI.

¿En qué regiones del país se da principalmente la ayuda social?

--Embajador Castillo: Es en las poblaciones menos favorecidas y más alejadas de la capital a las que se les está dotando de infraestructura, de recursos de agua, luz, carreteras, entre otros. El Perú es un país muy grande, con 1. 285.000 kilómetros cuadrados de territorio. La poblaciones de la costa, por estar más cerca a la capital no tienen tantas carencias como las que sufren muchos pueblos de la sierra y de la selva peruana, las mismas que por estar muy alejadas unas de otras y de la capital, sí tienen esas carencias; a ellas se les está dotando del apoyo que requieren. Sin embargo, son problemas que no se pueden solucionar de un momento a otro, sino que se van solucionando poco a poco, y a ello favorece este desarrollo económico de mi país.

¿Esto le da un liderazgo al Perú en Sudamérica?

--Embajador Castillo: El Perú por el mismo crecimiento que tiene, ha reunido a países exitosos en el manejo de sus economías en lo que se denomina la 'Alianza para el Pacífico'. A esta iniciativa peruana, se han unido Chile, Colombia y México, con los que venimos trabajando para integrarnos económica y comercialmente, como países ribereños del Océano Pacífico, para proyectarnos en conjunto hacia la región Asia-Pacífico.

Usted recordó que este año se cumple el cincuentenario de la canonización de san Martín de Porres ¿Qué ejemplo se puede rescatar de él?

--Embajador Castillo: El gran mensaje que dio fue la unión, la humildad y el servicio. Tanto es así que la escoba de san Martín significa su voluntad y vocación de servicio. Y la unión se refleja en cuando hizo comer de un mismo plato a un perro, a un gato y a un ratón; allí vemos lo que quiso simbolizar: la unión entre la población, compartiendo sus riquezas y pobrezas. Fue un hombre de bien, muy humilde. Uno de los milagros de san Martín de Porres es haberse aparecido, sin moverse nunca del Perú, en diversos lugares del mundo como China, África o México, en donde aparecía para sanar a gente enferma y necesitada.

¿Qué mensaje le quiere transmitir a los peruanos, que leen esta entrevista?

--Embajador Castillo: Creo que estamos en un momento especialmente importante de la Iglesia católica al cumplirse 50 años del Vaticano II y la preparación al Año de la Fe. Esto debe significar la unión entre los católicos para que la Iglesia se dé a conocer de una mejor forma, con una mayor apertura. Del mensaje que vamos a recibir en los próximos meses creo que podemos y debemos aprender mucho.

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Especial - Congreso Eucarístico Internacional


Congreso Eucarístico: Comunión con Cristo y entre nosotros
Reflexión a pocos días del inicio del evento internacional en Dublín
Por la Hna. Eleana Salas FMA

ROMA, viernes 8 junio 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos, con motivo de la inauguración del 50° Congreso Eucarístico Internacional este domingo 10, un artículo de la hermana Eleana Salas Cáceres, de la congregación de las Hijas de María Auxiliadora, y secretaria ejecutiva de la comisión episcopal de Misión y Espiritualidad del Episcopado Peruano.

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El mundo católico convergerá estos días en Dublín, en el 50º Congreso Eucarístico internacional. El tema propuesto no puede ser más sugestivo; en un mundo tan fraccionado y dividido, muchas veces violento y sangriento, viene a proclamarnos que la presencia de Jesús trae consigo la “comunión”.

Pienso que el sueño del Dios-Amor sobre las criaturas, especialmente sobre los seres humanos, se llama “comunión”. No puede ser diversamente; un Dios-Amor engendra hijos e hijas capaces de establecer vínculos y redes en el amor.

Pero, cuánto nos cuesta a los seres humanos, incluyendo a quienes nos decimos creyentes en Jesús, asumir y expresar el amor y la comunión. No es consuelo, pero sí es aleccionador saber que desde las primeras comunidades cristianas costó encarnar la comunión y por tanto vivir el realismo de la Eucaristía. El texto de 1Co. 11,17 ss lo dice.

Con frecuencia hemos mal usado una de las expresiones de Pablo: “Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente peca contra el cuerpo y la sangre del Señor” (v 27), y lo hemos aplicado a la necesidad de estar en gracia antes de acercarnos a comulgar. Ello es verdad, pero es mucho más interesante fijarnos en el contexto de esta perícopa: La comunidad de Corinto “no es digna de alabar por el modo como celebran sus reuniones (eucarísticas)” (v. 17). Sucede que los pocos de situación más holgada que conforman la comunidad cristiana llevan consigo sus buenas porciones de pan, carnes, vino, etc. y lo comparten entre ellos incluso hasta llegar a excesos; y no se fijan en la mayoría de libertos y esclavos que vienen al final, después de terminar su faena en el puerto o en el campo. Ellos llegan a manos vacías, sólo para mirar lo que los otros comieron…

Pablo salta. ¡No es eso lo que yo les enseñé! Los seguidores de Jesús deben constituir comunidades alternativas, que no repitan en el culto las divisiones de la sociedad romana del siglo I. Si el centro de la vida y de la entrega de Jesús es el amor y el servicio, es un pecado pretender que eso que hacen sea “la cena del Señor”. “¿Es que no pueden comer y beber en sus propias casas?, ¿en tan poca estima tienen a la Iglesia de Dios, que nos les importa avergonzar a los que no tienen nada? (v. 22).

De ahí que invite a “Examinarse cada uno antes de comer el pan y beber el cáliz; porque quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo” (vv.28-29). Se trata de “discernir el Cuerpo del Señor”: la Iglesia, de la que todos somos miembros. Diversos y convergentes a la vez.

No es Eucaristía cristiana, según Pablo en este texto, la que no es capaz de romper los esquemas de divisiones (en ese caso sociales y económicas), para plantear un Cuerpo nuevo, el de Cristo, del que todos somos miembros. Los pobres y los pequeños en primer lugar. Para nuestro tiempo Pablo añadiría otros parámetros: tecnológicos, los del hemisferio norte y los del sur; en mi tierra los de la costa, la sierra o la selva; los del campo y los de la zona urbana; los de clase ‘A’, ‘B’, o ‘D’…

Intentemos decirlo en positivo: además de la belleza litúrgica, de la profundidad de la homilía, hay un tejido delicado al que haríamos bien en prestar más atención: la fraternidad, la atención a los enfermos, los ancianos, los de capacidades diversas, los niños…

Continuando el tema del Amor de Dios con que Benedicto XVI está iluminando al pueblo cristiano, al concluir el Sínodo sobre la Eucaristía, en la exhortación Sacramentum Caritatis va más allá de una visión teológica, litúrgica, espiritual. Al final del documento, plantea la relación del misterio Eucarístico con la vida, con el hambre de la humanidad e incluso con la salvaguarda de la creación (SC 88-92). Valdría la pena releer por ejemplo el numeral 88.

Que el Espíritu Santo haga fecundo pastoralmente el Congreso Eucarístico Internacional de Dublín. Que nos mueva a todas las comunidades cristianas a expresar mejor la caridad concreta en la armonía del único Cuerpo de Cristo. Que todos los que sentimos que nuestra vida se cobija en Jesús Eucaristía, crezcamos en la comprensión y vivencia del amor cristiano.

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